Escape from Germany cuenta, casi como un susurro entre trenes y fronteras que se cierran, la historia real de 85 misioneros que vivían en una Alemania que se oscurecía cada día bajo el dominio nazi. La película hace que uno sienta el miedo que ellos sintieron: jóvenes lejos de casa, escuchando marchas militares en las calles mientras trataban de predicar paz en un país que se preparaba para la guerra.
Cuando llega la orden de evacuación, todo cambia. La narración se vuelve un viaje tenso, lleno de pasaportes revisados, trenes tomados al último minuto y oraciones hechas en silencio. Cada grupo de misioneros avanza casi como si una mano invisible les abriera paso, cruzando fronteras horas antes de que estas se cerraran definitivamente.
Lo más impactante no es la persecución, sino la fe sencilla de esos jóvenes que, pese al miedo, siguieron adelante confiando en que Dios no los abandonaría. La película nos deja con la sensación de haber presenciado un milagro discreto: la liberación de todos ellos justo antes de que estallara la guerra. Es un recordatorio de que, aun en los tiempos más oscuros, la guía divina sigue encontrando caminos imposibles.

























