Expresando Gratitud
Élder Thomas E. McKay
Ayudante del Consejo de los Doce Apóstoles
Presidente McKay, consejeros, presidente Smith y demás Autoridades Generales de la Iglesia, mis hermanos y hermanas y amigos:
Aprecio más de lo que puedo expresar con palabras el privilegio de estar aquí esta mañana para expresarles a todos mi amor y mi agradecimiento por estas Autoridades Generales, por todos mis hermanos y hermanas y por mis seres queridos. Quiero que sepan que valoro su bondad para conmigo, y confío en que seré digno de esta amabilidad a lo largo de mi vida. Estoy agradecido, especialmente, a mi Padre Celestial por sus muchas bendiciones, por contestar sus oraciones en mi favor. Soy un gran creyente en la oración. “Más cosas,” se nos dice, “se logran por la oración de las que este mundo sueña,” y sé que eso es verdad. Sé que las oraciones han sido contestadas; de otro modo, yo no estaría aquí.
Me alegré mucho al oír que esta mañana se anunció que la hermana Lohner, Margrit Feh Lohner, dirigiría la música, y que el élder Edwin Q. Cannon ofrecería la invocación. La hermana Lohner, o Margrit Feh, como la conocíamos en Europa, era solo una niñita cuando la conocí por primera vez en la Escuela Dominical. Ella era el alma de la Escuela Dominical en Zúrich, Suiza. El hermano Cannon fue uno de mis misioneros, y qué misionero tan maravilloso fue. Esto me hace sentir más en casa.
Amo el evangelio, hermanos y hermanas, y junto con el presidente Clark, quien acaba de pronunciar un maravilloso discurso, y los demás que han hablado ayer y hoy, doy mi testimonio junto con ellos de que el evangelio es verdadero, que el evangelio nos ha sido dado para nuestra felicidad, no solamente en la vida venidera, sino en esta vida. Creo que el Señor ha dispuesto que seamos felices aquí y que no esperemos hasta el más allá, y sé que podemos serlo.
“Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo” 2 Nefi 2:25, gozo en esta vida, y el mayor gozo que cualquier persona puede tener es por medio de la obediencia al evangelio de Jesucristo. Nos ha sido dado con ese propósito, para que tengamos gozo, y testifico que mediante la obediencia al evangelio seremos felices, las personas más felices del mundo. Creo que hoy lo somos, gracias al evangelio. También me gusta la expresión de la Declaración de Independencia:
“. . . todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.”
A todos nos gusta esa expresión, “la búsqueda de la felicidad”.
Que Dios nos ayude a comprender el evangelio, a vivirlo y a apreciarlo. Es un mundo hermoso. ¡Qué mucho añaden estas hermosas flores al gozo de todos nosotros, más de lo que nos damos cuenta! También me deleitó, más de lo que puedo expresar, que los hermanos y hermanas de Hawái se acordaran de las esposas de las Autoridades y les enviaran hermosas orquídeas. Eso conmovió mi corazón.
Nuestras esposas y nuestras madres son demasiado a menudo olvidadas en este mundo y, hermanos y hermanas, no se puede calcular lo que ellas significan para nosotros, y creo que deberíamos expresar nuestro aprecio por ellas más de lo que lo hacemos. Nosotros, los hombres, amamos a nuestras esposas, por supuesto, pero creo que a veces lo damos demasiado por sentado y se nos olvida decirles que las amamos. Volvemos a casa del trabajo en la oficina, un poco cansados, encontramos una comida maravillosa preparada para nosotros. ¿Qué hacemos? Tomamos el periódico, lo sostenemos con la mano izquierda y luego tragamos la comida con la derecha, sin saber a veces ni siquiera lo que estamos comiendo. Nuestras esposas han pasado mucho tiempo preparando la comida para nosotros, y no nos haría ningún daño expresar nuestro agradecimiento. Pienso que algunas esposas no han recibido un ramo de flores desde antes de que nos casáramos. Acostumbrábamos llevarles un ramo de vez en cuando cuando las “pretendíamos”, como decimos, tal vez una caja de bombones, y esos han sido los últimos que han recibido. No nos haría daño que de vez en cuando —de hecho, nos ayudaría a nosotros tanto como a ellas— se les recordara de esa manera. Muchos de nosotros no sabemos cuándo es su cumpleaños; no recordamos el aniversario de nuestro matrimonio; se nos olvidan esas pequeñas cosas. Mi tema favorito es la gratitud; me gusta hablar de esto. Mi himno preferido es “Hay belleza do hay virtud cuando hay amor en el hogar”, y me gusta escucharlo. Me alegra que ayer se haya mencionado tanto el hogar. De hecho, aprecio todo lo que se ha hecho y dicho en esta conferencia, los himnos de ayer y los de hoy, los discursos que se han pronunciado. Me alegra estar en armonía con ellos.
No tengo tiempo, no sería prudente tomar más tiempo para desarrollar algunos de estos principios. El presidente Clark lo hizo tan bellamente esta mañana, y estoy en armonía con todo lo que él dijo. Dios lo bendiga a él y a las demás Autoridades de la Iglesia; han sido muy bondadosos conmigo, y quiero testificarles que estoy hoy aquí gracias a su fe, gracias a la autoridad del sacerdocio que ellos poseen y con la cual ejercieron esa autoridad al imponer sus manos sobre mi cabeza mientras yo yacía en el hospital. Amo a estos hermanos con todo mi corazón, y los amo a ustedes, mis hermanos y hermanas.
Amo el evangelio, como he dicho. Hay muchos turistas entre nosotros que vienen y van. Desearía que fueran al Buró de Información o quizá al Edificio de Oficinas de la Iglesia y pidieran una tarjetita en la que están impresos nuestros Artículos de Fe. Son maravillosos. Muchos de esos turistas no saben si somos cristianos o no; por ejemplo, preguntan: “¿En dónde encajan ustedes? ¿Son protestantes?” “No.” “¿Son católicos?” “No.” “Bueno, ¿qué son ustedes?” “Somos miembros de la Iglesia de Jesucristo. Jesús es nuestra cabeza. Es Su Iglesia a la que pertenecemos.” Nuestro primer Artículo de Fe contestaría esa pregunta: “Nosotros creemos en Dios el Eterno Padre, y en Su Hijo Jesucristo, y en el Espíritu Santo” Art. de Fe 1:1 Y luego los demás artículos—son muy breves. Es maravilloso cuán concisamente están escritos y, sin embargo, cuán instructivos son.
Algunos piensan que somos un poco estrechos. Bien, el evangelio es para todos. “Creemos que por la Expiación de Cristo, todo el género humano puede salvarse”—no solo los mormones, sino que “todo el género humano puede salvarse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio” Art. de Fe 1:3 Y así sucesivamente.
Amamos a todo el género humano. “Reclamamos el privilegio de adorar a Dios Todopoderoso conforme a los dictados de nuestra propia conciencia,” dice otro artículo, “y concedemos a todos los hombres el mismo privilegio; que adoren cómo, dónde o lo que deseen” Art. de Fe 1:11
Y el decimotercer artículo es mi favorito:
“Creemos en ser honrados, verídicos, castos, benevolentes, virtuosos, y en hacer el bien a todos los hombres; en realidad, podemos decir que seguimos la admonición de Pablo—Creemos todas las cosas, esperamos todas las cosas; hemos sufrido muchas cosas y esperamos poder sufrir todas las cosas.” Luego, en conclusión: “Si hay cualquier cosa virtuosa, bella, de buena reputación o digna de alabanza, a esto aspiramos” Art. de Fe 1:13
Hermanos y hermanas, sería bueno que todos nosotros aprendiéramos estos Artículos de Fe, así como los turistas, y que no solo los aprendiéramos, sino que también los viviéramos, y que Dios nos ayude a hacerlo, ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.
























