“Buscad Primeramente el Reino de Dios”
Presidente David O. McKay
Amados hermanos y hermanas: Pocos de ustedes comprenden la gran responsabilidad de este momento. Humildemente busco su ayuda comprensiva y llena de oración, y por encima de todo la influencia guiadora del Espíritu del Señor.
En esta, la sesión de apertura de la 125ª conferencia semestral de la Iglesia, me da gran satisfacción y gozo, en nombre de las Autoridades Generales de la Iglesia, extender una bienvenida a ustedes, presidencias de estaca, obispados y a todos los miembros que están presentes en este servicio aquí en el Tabernáculo y en otros grupos en la Manzana del Templo, y a aquellos que escuchan por radio y televisión. Que el espíritu de unidad y armonía caracterice esta gran sesión esta mañana.
Ustedes se unen a mí, estoy seguro, al extender amor y saludos a los miembros de la Iglesia y a amigos leales e interesados en todo el mundo: en Canadá y México; en Europa, Sudáfrica, Sudamérica, Nueva Zelanda, Australia, las Islas de la Polinesia, en Japón y China, Groenlandia e Islandia, a grupos en Corea y Filipinas, en Guam y otras islas del Pacífico. Que el espíritu de esta conferencia sea sentido por ellos mediante el misterioso medio de la comunión del alma, aun antes de que lean las actas de nuestra gran conferencia.
Entre los propósitos de estas conferencias generales se encuentran, en resumen, los siguientes:
(1) Informar a los miembros sobre las condiciones generales—si la Iglesia progresa o retrocede, económica, eclesiástica o espiritualmente. (2) Elogiar el mérito verdadero. (3) Expresar gratitud por la guía divina. (4) Dar instrucción “en principios, en doctrina, en la ley del evangelio” D&C 88:78 (5) Proclamar la restauración, con autoridad divina para administrar todas las ordenanzas del evangelio de Jesucristo, y declarar, citando al apóstol Pedro, que “ningún otro nombre hay bajo el cielo, dado a los hombres” que no sea Jesucristo “en que podamos ser salvos” Hech. 4:12 (6) Amonestar e inspirar a continuar en mayor actividad.
Al pensar y orar anticipando este momento, sentí la impresión de decir una palabra acerca de lo que la Iglesia está haciendo para ayudar a los padres en la crianza de sus hijos, teniendo en mente particularmente a los jóvenes adolescentes de nuestra Iglesia. En un poema muy conocido una madre dice a su hijo:
“¿Sabes que tu alma es de mi alma tal parte,
Que pareces ser fibra y núcleo de mi corazón?”
Tuya sea entonces la tarea, si tarea ha de ser,
De forzar al orgulloso mundo a rendirme homenaje;
Asegúrate de que dirá, cuando su veredicto hayas ganado,
Ella segó lo que sembró, ¡Mirad! éste es su hijo.”
—Margaret Johnston Graflin
Me gustaría decir una palabra en elogio de los grupos de la Iglesia que están ayudando a ustedes, madres y padres, a lograr que sus hijos les traigan honor. Antes de hacerlo, sin embargo, me gustaría darles un breve informe de las condiciones.
Gracias a la lealtad y fidelidad de los miembros de la Iglesia en el pago de diezmos y ofrendas, por ingreso de inversiones y contribuciones generosas de amigos devotos y bien intencionados, la Iglesia está completamente libre de deudas, fuerte financieramente y trabajando bajo un presupuesto cuidadosamente planeado para cumplir todas las obligaciones incurridas en el gran programa de construcción de capillas, templos, salones de recreación y aulas, en todas las estacas y misiones organizadas del mundo.
Les elogiamos a todos ustedes, y a cada uno, por su fidelidad al contribuir así a las finanzas de la Iglesia, sin lo cual sería imposible suplir las necesidades de una membresía que aumenta rápidamente.
Acabamos de escuchar el informe dado por el Secretario de la Conferencia sobre la organización de nuevos barrios, ramas y estacas durante los últimos seis meses. El crecimiento de la Iglesia, tanto en el país como en el extranjero, es muy alentador.
Con este aumento en la membresía hay evidencia de espiritualidad creciente. La espiritualidad produce el mayor bien cuando se expresa en actos, no meramente en sueños. “… muéstrame tu fe sin tus obras”, dijo Santiago, “y yo te mostraré mi fe por mis obras” Stgo. 2:18
La gran mayoría de los miembros de la Iglesia están buscando primeramente el reino de Dios y Su justicia. Esto se manifiesta, primero, en contribuciones en efectivo y en trabajo en la construcción de cuatrocientas capillas a un costo promedio el año pasado de $80,000 cada una. Además de esto, el pueblo del sur de California, por ejemplo, ha contribuido en efectivo, para la edificación y amueblamiento del Templo de Los Ángeles, más de un millón de dólares. El 2 de enero de 1952 se convocó a una reunión de todas las presidencias de estaca en el distrito del sur de California, en la cual los presentes votaron unánimemente recaudar un millón de dólares, a ser pagado conforme avanzara la construcción. Hoy nos complace informar que las promesas por esa cantidad y más han sido cumplidas.
Otro ejemplo de espiritualidad es la obra misional. Actualmente hay 3457 misioneros de tiempo completo sirviendo en las cuarenta y tres misiones, apoyados financieramente por sí mismos o por sus padres. Hay 7188 misioneros en estacas organizadas, haciendo un total de 10,645 misioneros que pagan sus propios gastos.
La labor de los cuórums del Sacerdocio de Melquisedec nunca ha sido más efectiva. La actividad del Sacerdocio Aarónico Mayor está dando resultados sin precedentes. La Sociedad de Socorro femenina, la primera auxiliar organizada en la Iglesia, continúa funcionando con sus acostumbrados altos estándares, su influencia extendiéndose más allá de los límites de la Iglesia, como lo ejemplifica el reciente viaje al extranjero de su digna presidenta, la hermana Belle Smith Spafford, acompañada por la hermana Marba C. Josephson de la Asociación de Mejoramiento Mutuo de Damas Jóvenes. Todos ustedes deberían leer sus informes.
A todos los que trabajan con devoción en los cuórums del Sacerdocio de Melquisedec y en la Sociedad de Socorro, les extendemos nuestro amor, confianza y elogio.
Me gustaría elogiar, teniendo en mente la obra de la Iglesia con los adolescentes, al Obispado Presidente, a los obispados de barrio y a los superintendentes generales auxiliares, presidencias generales y juntas generales por su esfuerzo sincero y muy efectivo para guiar a la juventud de la Iglesia.
Quizás la Iglesia podría hacer más por los delincuentes que caen en las garras de la ley, pero siento la impresión de referirme a los organismos que trabajan para evitar que los jóvenes se conviertan en delincuentes. Durante aproximadamente tres mil años los hombres han leído la amonestación: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” Prov. 22:6 La palabra instruir significa “guiar o dirigir el crecimiento de, formar mediante instrucción, disciplina, práctica; educar”.
Tres grupos tienen la responsabilidad de instruir a los niños: primero, la familia; segundo, la Iglesia; tercero, el Estado. El más importante de estos es la familia. Por edicto divino el Señor ha impuesto a los padres la responsabilidad de, primero, enseñar la doctrina del arrepentimiento; segundo, la fe en Cristo, el Hijo del Dios viviente; tercero, el bautismo y la confirmación; cuarto, enseñar a los niños a orar; quinto, enseñar a los niños a andar rectamente delante del Señor. Los padres que rehúyen esta responsabilidad tendrán que responder por el pecado de negligencia.
Un bebé recién nacido es la criatura más indefensa del mundo. El cuidado protector de la paternidad es esencial para su supervivencia y también para su desarrollo. Debe ser guiado y dirigido mediante instrucción, disciplina, práctica y educación adecuada. Nuestras posesiones más preciadas no son nuestras abundantes cosechas, ni nuestros huertos que producen frutos deliciosos, ni nuestras vías fluviales, ni nuestros millones de millas de carreteras pavimentadas, ni nuestros pozos de petróleo, ni nuestras ricas minas de cobre, plata y oro, ni siquiera de uranio—nuestras posesiones más preciadas, nuestros tesoros de la eternidad, son nuestros hijos. Ellos merecen y deben recibir nuestro mayor y más constante cuidado y guía.
Daniel Webster tenía razón cuando dijo:
“Si trabajamos sobre el mármol, perecerá;
Si trabajamos sobre el bronce, el tiempo lo borrará;
Si edificamos templos, se desmoronarán en polvo;
Pero si trabajamos sobre almas inmortales,
Si las impregnamos de principios,
Con el justo temor del Creador y amor al prójimo,
Grabamos en esas tablas algo que iluminará la eternidad.”
Traer hijos al mundo conlleva grandes responsabilidades y abre a la vista el propósito más noble de la vida, a saber, una coparticipación con la Deidad “para llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” Moisés 1:39
La manera más eficaz de enseñar es mediante el ejemplo. Es natural en el niño ser activo. Es deber de los padres y tutores dirigir esa actividad de tal manera que conduzca a los niños a conocer el amor de Dios y la felicidad que se halla en la obediencia al evangelio de Jesucristo. Los padres deben tener siempre presente que la amonestación surte mucho más efecto cuando el ejemplo se conforma a la amonestación dada.
Les agradará saber, y a los hombres reflexivos en general les interesará, lo que los cuórums del Sacerdocio Aarónico y las juntas auxiliares están haciendo de manera práctica para ayudarles a ustedes, padres, a instruir a sus hijos para que lleguen a ser rectos en carácter, leales ciudadanos de su país y fieles miembros de la Iglesia.
Recientemente envié una carta a la presidencia del Sacerdocio Aarónico, a las superintendencias generales de la Escuela Dominical y de la Asociación de Mejoramiento Mutuo de Hombres Jóvenes (YMMIA), y a las presidencias generales de la Asociación de Mejoramiento Mutuo de Mujeres Jóvenes (YWMIA) y de la Primaria—los cinco grupos que tratan directamente con los jóvenes de la Iglesia. En esa carta pregunté cuán eficazmente están intentando contactar a todos los niños y jóvenes en estas grandes organizaciones. Estos son algunos de los encabezamientos de esa carta: Primero, den su membresía total, su matrícula total; segundo, indiquen el porcentaje de aquellos que deberían o podrían estar matriculados; tercero, método o métodos de contactar a los indiferentes; cuarto, cómo pueden los padres prestar una cooperación más eficaz; y quinto, cuáles han sido sus logros más sobresalientes durante 1953 y 1954.
En el Sacerdocio Aarónico, supimos que tienen una matrícula de 63,641 jóvenes menores de veintiún años. El porcentaje de los que están matriculados respecto del total de miembros que deberían estarlo es 92%. En la Escuela Dominical, tienen una matrícula de 983,025; el 91 por ciento de los que deberían estar matriculados. Tuvieron una asistencia semanal de 381,656, o sea el 35.5 por ciento de la membresía total de la Iglesia. La Mutual de Hombres Jóvenes, al 31 de mayo de 1953, tenía una matrícula de 129,528, y en una fecha correspondiente de este año, 140,754; con una asistencia semanal promedio de 88,546. Cada muchacho o varón entre doce y veinticuatro años está matriculado en esa organización, todos; 31,856 de ellos están matriculados en los Boy Scouts; 25,368 están matriculados como Exploradores.
La matrícula de Mujeres Jóvenes para 1953 era de 124,079 más 11,342 visitantes. A la fecha (noten el aumento) la matrícula es de 134,303, con un promedio semanal de visitantes de 10,384, o un total de 144,676, y la asistencia promedio es del 64% de las inscritas.
No se puede evitar sentir un afecto especial en el corazón hacia estos adolescentes de la Mutual y de la Escuela Dominical.
Todos los miembros de la Iglesia entre las edades de doce y veinticinco años en Mujeres Jóvenes están matriculados, y otros más.
Ahora entramos a la Primaria. El número total de niños cuyas vidas fueron tocadas por la Primaria en el ’52-’53—200,000; 83% de los niños de la Iglesia en edad de Primaria están matriculados; 69% de los niños matriculados están asistiendo a la Primaria; 142,745 niños están inscritos en las estacas; 6,841 niños no miembros están inscritos en las estacas; 68% de los niños inscritos asisten cada semana a la Primaria; 13,000 niños Santos de los Últimos Días están inscritos en las misiones. Esto ha aumentado en un promedio de 1,000 cada año durante los últimos cinco años.
La Asociación de la Primaria ha asumido la dirección del programa Scout para los niños de once años. Según una encuesta hecha en marzo, 92% de los niños de once años estaban matriculados en las Patrullas Guía; 109 estacas y seis misiones han organizado grupos y manadas de Cub Scouts desde que la Asociación de la Primaria ha patrocinado el programa de Cub Scouts según lo solicitó la Primera Presidencia.
Ahora, además de estas auxiliares y cuórums, tenemos nuestros seminarios. La matrícula total de seminarios e institutos en 1953 fue de 36,074; en 1954—39,022. La asistencia promedio de los seminarios en ’54 fue de 32,226, o el 94% de la matrícula. Esto habla bien de nuestros estudiantes en colegios y preparatorias.
Como ilustración de la influencia de los seminarios sobre los adolescentes, y también como una lección sobre la cooperación de los padres, me tomaré el tiempo para citar lo siguiente, tomado de la edición de septiembre-octubre de 1954 de una revista nacional no perteneciente a nuestra Iglesia, Faith Today. El artículo se titula “Frontera Adolescente”, escrito por Leola Anderson, copia de la cual agradezco al presidente Ernest Wilkinson [de la Universidad Brigham Young]. Uno de los editores lo califica como “una de las señales más alentadoras de los tiempos”. He aquí algunas citas:
“Las manecillas luminosas del reloj al lado de la cama del muchacho marcan las 5:45 a. m. La alarma suena. Ha estado lloviendo toda la noche; el aire afuera está frío y húmedo—y aún oscuro.
“Somnoliento, el muchacho tantea en busca del botón para apagar el ruido. Resueltamente saca los pies hacia el piso frío. Por un momento deja caer su rostro cansado entre sus manos. Anoche eran las 12:30 cuando terminó de barrer en el supermercado, y la 1 cuando llegó a casa y se acostó. Ha sido así toda la semana. En su cuerpo abatido hay un impulso desesperado de volver a la cama.
“Por eso se pone de pie rápidamente y sigue hacia la ducha. Porque esta mañana y cada mañana de escuela maneja siete millas para asistir a una clase a las 7 en punto. Es una clase muy especial, que no pensaría perder mientras pueda mantenerse en pie.
“¿Qué clase es? Una clase de estudio bíblico.
“¿Les parecería increíble que este muchacho sea uno de 1,700 adolescentes típicos, amantes de la diversión, que se levantan todas las mañanas para asistir a una clase bíblica de 7 a 8 a. m. antes de ir a la preparatoria? Lo hacen sin recibir créditos, sin coerción y muchas veces contra grandes dificultades. Lo hacen cinco días a la semana, nueve meses al año, a pesar del horario de verano.
“Además, tan grande es la demanda por esta instrucción matutina que el próximo septiembre (es decir, este mes) se abrirán 90 clases para satisfacer las solicitudes de 2,500 estudiantes solo en el sur de California.
“¿Increíble? En absoluto. Esto ha estado ocurriendo en el área de Los Ángeles por los últimos cuatro años. Es parte del programa de educación religiosa diaria ofrecido por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, un programa que el año pasado sirvió a 38,000 jóvenes en siete estados del oeste, y en Canadá y México. ‘Con la Biblia como texto, el énfasis se coloca en la aplicación práctica de sus enseñanzas a la vida de los jóvenes. ¿Qué mejor modelo para vivir se ha registrado que el preservado por los profetas? Las respuestas a las preguntas de la juventud moderna, mientras las incertidumbres se acumulan en un mundo cada vez más caótico, se hallan todas en la experiencia del pasado.
“‘Esta es la clave de por qué estos jóvenes dejan camas cálidas y acogedoras en frías mañanas de invierno para asistir a clases diarias que no se aceptan como crédito para graduación de preparatoria ni para ingreso a la universidad.
“‘Tampoco son estudiantes seleccionados. Ni siquiera todos son miembros de la misma Iglesia. Hay una pelirroja vivaz en una clase que respondió así a nuestra pregunta: “No, no soy mormona. Simplemente no podía entender por qué mi mejor amiga insistía en levantarse tan temprano para venir aquí, así que vine un día por curiosidad. Me interesé tanto que pedí registrarme. ¡No he faltado ni un día desde entonces!”.’
“‘No, no son seleccionados excepto por su propio deseo de aprender. Representan una sección transversal de la juventud estadounidense con todos sus problemas. Son jóvenes promedio que buscan una defensa contra el lúgubre espectro del miedo y la destrucción que ahora ensombrece su futuro.
“‘¿Y cómo enfrentan ese desafío estos maestros bíblicos?
“‘Enseñando respeto por la inspirada Constitución de los Estados Unidos, con su libertad dada por Dios, el respeto por los derechos de los demás y el amor por toda la humanidad. Mostrando la sabiduría de evitar los errores del pasado y fomentando una fe dinámica y viva en Dios y en el triunfo final del bien. Todo esto mediante la instrucción diaria en la palabra escrita del Maestro.
“‘Los maestros también enfrentan el desafío poniendo en manos de los jóvenes las herramientas del autogobierno y enseñándoles su uso, preparándolos así para el liderazgo cuando, en el proceso del inexorable tiempo, lleguen a ser nuestros líderes.
“‘En palabras de una vivaz morena, presidenta de su clase: “Cada estudiante de último año pasa un turno como oficial de clase. Aprendemos confianza en nosotros mismos y cómo hacer el trabajo. Además, cuando eres responsable de toda la clase, te hace pensar dos veces antes de tomar una decisión”.’
“‘Este trabajo en equipo (refiriéndose a la clase bíblica y al equipo de béisbol que practica en el salón recreativo después de la escuela), dice un estudiante, “este trabajo en equipo también se nota en el espíritu grupal del salón de clase”.’
“‘La juventud de América está estudiando junta, cantando junta, orando junta, y disfrutándolo. En una clase, cinco nacionalidades—ruso blanco, mexicano, italiano, griego y estadounidense—trabajan como uno solo.
“‘También hay continuidad entre los estudiantes. Bill Kemsley, un joven fornido, se graduó en junio pasado del primer curso de tres años. Bill manejaba dieciséis millas cada mañana desde su casa en San Fernando hasta una clase en North Hollywood. Transportaba un auto lleno de estudiantes a la clase y de regreso a San Fernando. El segundo año se transfirió a la preparatoria de North Hollywood.
“‘“Quería alejarme de mis antiguos compañeros”, dijo seriamente. “No eran malos muchachos, entiendan, pero supongo que mis normas habían cambiado. Dos de esos muchachos están en la cárcel ahora”, añadió pensativamente.’
“‘Los padres tampoco muestran ya indiferencia respecto a este programa. Sus comentarios parecen de un anuncio de “antes y después”: “Antes me costaba tanto levantar a Mary por la mañana. ¡Ahora ella me levanta a mí!”. . .
“‘Y lo que se está haciendo”, concluye la autora, “en el sur de California para abrir una frontera donde la juventud pueda vivir y aprender los fundamentos de la paz y el progreso podría duplicarse en cualquier parte de América por cualquier grupo similar”.’
A la pregunta en aquella carta enviada a las auxiliares: “¿Cómo pueden los padres prestar una cooperación más eficaz?”, las respuestas fueron comunes en cada caso: Primero, los padres deben familiarizarse con las lecciones y los planes de la organización; segundo, llevar a sus hijos en vez de solo enviarlos; tercero, dar un buen ejemplo. En conclusión, padres, si desean que sus hijos oren, entonces enséñenles a orar en el hogar. Si desean que sus hijos se abstengan de tomar el nombre de Dios en vano, entonces no permitan jamás que sus labios profieran blasfemias. Si desean que sus adolescentes comprendan el valor de guardarse fieles para sus futuros esposos o esposas, entonces permitan que la castidad y la lealtad a su convenio matrimonial impregnen el ambiente de su propio hogar. Si desean que se abstengan del uso del tabaco, entonces ustedes mismos absténganse de usar tabaco.
Hermanos y hermanas, al presentar este panorama general de lo que la Iglesia está haciendo por los adolescentes, he tenido en mente, primero, elogiar a los obreros por su diligencia y eficiencia. Dios los bendiga. Y segundo, mostrar cuán eficaz es la Iglesia en su organización divina al influir sobre la vida y las actividades de cada uno de sus miembros. Vemos cuán verdaderas son las palabras de Pablo cuando escribió: Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros;
“a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo;
“hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” Efesios 4:11–13
En conclusión, y a manera de testimonio, el evangelio es verdaderamente el poder de Dios, y la Iglesia es el medio divino para traer, primero, satisfacción y gozo al individuo, aquí y ahora; segundo, armonía en el hogar; tercero, mayor comprensión general y la consiguiente paz entre las naciones—¡qué mensaje!—y cuarto, salvación y exaltación en el reino de nuestro Padre.
Con toda mi alma ruego que el Señor apresure el día en que la influencia de esta organización divina se sienta más poderosamente para el bien de los habitantes del mundo, en el nombre de Jesucristo. Amén.
























