Dios y el Hombre

Capítulo 4
El origen del hombre


Por regla general, se estudia al hombre únicamente en su estado de existencia terrenal o actual. Esta perspectiva nos da un concepto falso del hombre, porque si lo consideramos como un ser humano que existe sobre esta tierra solamente por unos cuantos años, es igual que estudiar a una mariposa examinando únicamente las contadas horas de su vida dentro del capullo. Para determinar la verdad acerca del hombre, se requiere una perspectiva mucho más extensa, y esta es la que nos da el Evangelio.

Aunque algunos grandes pensadores y poetas han razonado que la existencia del hombre no comenzó con la vida terrenal, nadie recuerda su existencia preterrenal. La información sobre esta existencia debe provenir de otra fuente, y nosotros la tenemos. Se han abierto los cielos y Dios nos ha hecho saber acerca de nuestra existencia preterrenal.

— La tierra tuvo una creación espiritual anterior a la física

Dios le reveló a José Smith la versión correcta de la narración que Moisés dejó escrita sobre la creación del mundo. En ella se aclara que la tierra fue creada espiritualmente antes de existir físicamente, y se nos dice que el Señor formó toda planta del campo antes de que fuese colocada sobre la tierra.

La versión de referencia comienza con estas palabras:
“Así se terminaron el cielo y la tierra con todas sus huestes.”
Es decir, quedó completa la creación física. Por medio de una interpolación, la narración explica entonces que todas las cosas se habían formado espiritualmente antes de su creación física:

“He aquí, te digo que éstos son los orígenes del cielo y de la tierra, cuando fueron creados, el día que yo, Dios el Señor, hice el cielo y la tierra;
Y toda planta del campo antes que se hallase sobre la tierra, y toda hierba del campo antes que creciese. Porque yo, Dios el Señor, crié espiritualmente todas las cosas de que he hablado, antes que existiesen físicamente sobre la faz de la tierra.”

Aunque menos explícita, la narración bíblica da a entender la misma idea. Después de relatar la creación física de la tierra, hallamos estas palabras:

“Y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra.”

De lo anterior podemos inferir que las plantas y la hierba del campo fueron creadas espiritualmente antes de crecer físicamente sobre la tierra.

— El hombre fue organizado espiritualmente antes de ser creado físicamente

También el hombre existió como espíritu organizado antes de ser creado físicamente. La narración de Moisés continúa:

“Y yo, Dios el Señor, había creado a todos los hijos de los hombres; y no había hombre todavía para que labrase la tierra, porque los había creado en el cielo; y aún no había carne sobre la tierra, ni en el agua ni en el aire.”

Esto nos enseña que todas las huestes de los cielos y de la tierra fueron terminadas, es decir, creadas u organizadas en el espíritu, y permanecieron en el cielo hasta que la tierra estuvo en condiciones de recibirlas.

Al continuar el relato, se resalta nuevamente la creación espiritual del hombre:

“Y yo, Dios el Señor, formé al hombre del polvo de la tierra y soplé en sus narices el aliento de vida; y el hombre fue alma viviente, la primera carne sobre la tierra, también el primer hombre; sin embargo, todas las cosas fueron creadas previamente, pero fueron creadas espiritualmente y se hicieron conforme a mi palabra.”

— La visión de Abraham concerniente a la vida preterrenal del hombre

Una visión concedida al profeta Abraham confirma por completo este conocimiento revelado por medio de Moisés. En ella se nos da información detallada acerca del hombre antes de nacer en la carne, ya que le fueron mostradas al profeta las entidades organizadas e individuales que él llama espíritus, los cuales existieron antes de que el mundo fuese. El testimonio de Abraham declara:

“Estos dos hechos existen: hay dos espíritus, y uno es más inteligente que el otro; habrá otro más inteligente que ellos; yo soy el Señor tu Dios, soy más inteligente que todos ellos…
Yo habito en medio de todos ellos… pues reino arriba en los cielos y abajo en la tierra… sobre todas las inteligencias que tus ojos han visto desde el principio; en el principio descendí en medio de todas las inteligencias que tú has visto.
Y el Señor me había mostrado a mí, Abraham, las inteligencias que fueron organizadas antes que el mundo fuese; y entre todas éstas había muchas de las nobles y grandes.
Y Dios vio estas almas, y eran buenas, y estaba en medio de ellas, y dijo: A éstos haré mis gobernantes—pues estaba entre aquellos que eran espíritus, y vio que eran buenos—y él me dijo: Abraham, tú eres uno de ellos; fuiste escogido antes de nacer.
Y estaba entre ellos uno que era semejante a Dios, y dijo a los que se hallaban con él: Descenderemos, pues hay espacio allá, y tomaremos estos materiales y haremos una tierra en donde éstos puedan morar.”

Esta declaración es la más detallada que jamás se haya hecho acerca de la existencia preterrenal del hombre. Le fueron mostrados a Abraham innumerables personajes de espíritu, algunos de los cuales ya habían progresado más que otros, y fueron calificados como nobles y grandes. Estos serían los líderes al nacer, y uno de ellos era semejante a Dios y “más inteligente que todos ellos”.

Gracias a esta información adicional, podemos entender mejor exposiciones bíblicas como la afirmación de Moisés de que el Señor estableció los límites de los pueblos según el número de los hijos de Israel, mucho antes de que estos existieran. Esta determinación debió tomarse antes de que Israel y las demás naciones se encontraran sobre la tierra.

El apóstol Pablo también declaró que Dios había “prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación”, lo que indica que, en una época predeterminada, el hombre fue preparado de diversas maneras para su nacimiento.

— El testimonio de Jeremías

El profeta Jeremías no parecía muy dispuesto a aceptar una misión del Señor. Con extrema modestia intentó excusarse por su falta de elocuencia y se desacreditó a sí mismo. Para infundirle ánimo y fortalecerlo, el Señor le reveló una gran verdad sobre su origen:

“Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo:
Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, y te di por profeta a las naciones.”

Así se le hizo ver a Jeremías que había sido preparado para su misión terrenal en una existencia preterrenal, y que allí fue ordenado para una responsabilidad específica en la carne.

El profeta Alma enseñó que este principio aplicado a Jeremías es válido para todos los hombres. En efecto, declaró que todos los que reciben el Sacerdocio de Melquisedec fueron preordenados en una existencia anterior:

“Y esta es la manera conforme a la cual fueron ordenados: de acuerdo con la presciencia de Dios, fueron llamados y preparados desde la fundación del mundo por causa de su gran fe y buenas obras.”

En la época del Nuevo Testamento, Pedro, el apóstol principal, se refiere a este concepto y añade la idea de que las características con que nacemos son como una compensación que recibimos por lo que efectuamos en un estado preexistente, diciendo que algunos son “elegidos según la presciencia de Dios”.

— La forma del espíritu es semejante a la de su creación física

En cuanto a forma o apariencia, el espíritu es semejante a su forma o apariencia física. Así ocurre con cada tipo particular de vida. El profeta José Smith explica este principio, diciendo:

“Siendo lo espiritual a semejanza de lo temporal, y lo temporal a semejanza de lo espiritual; el espíritu del hombre es a semejanza de su persona, así como también el espíritu de las bestias y de toda criatura que Dios ha creado.”

De manera que, en la vida preterrenal, nuestra apariencia era más o menos como la que tenemos ahora en la carne; y según esto, Jesús era una persona distinguible —semejante en su apariencia al cuerpo que había de tomar sobre sí— cuando se aparecía a los profetas antes de la época cristiana.

— El hombre es un ser que existe por sí mismo

Tal vez la verdad más significativa acerca del hombre, con relación a su existencia preterrenal, es que no fue creado ni hecho; es decir, su nacimiento en la carne no fue su principio. Este hecho, sin embargo, es solo parte del significado de este nuevo conocimiento acerca del hombre; el resto de la verdad es que jamás fue creado, sino que siempre ha existido.

La revelación moderna declara: “Porque el hombre es espíritu. Los elementos son eternos.”
Y también: “No hay tal cosa como materia inmaterial. Todo espíritu es materia.”

Esta verdad no puede interpretarse de manera equívoca. Es clara: “El hombre fue también en el principio con Dios. La inteligencia, o la luz de la verdad, no fue creada ni hecha, ni tampoco lo puede ser.”

El nacimiento no constituye el principio del hombre. Su existencia como entidad consciente en una vida preterrenal, como la vio Abraham en visión, tampoco fue su origen. En realidad, el hombre no tiene principio.

En un sermón inspirado, el profeta José Smith enseñó lo siguiente sobre la inmortalidad del hombre:

“Decimos que Dios mismo es un Ser que existe por sí… es correcto. Pero… ¿quién os dijo que el hombre no existió de igual manera, de acuerdo con los mismos principios? El hombre efectivamente existe de acuerdo con los mismos principios.
Dios preparó un tabernáculo o cuerpo y puso un espíritu dentro de él, y se tornó en alma viviente. [Refiriéndose a la Biblia:] No dice que Dios creó el espíritu del hombre…
La mente o inteligencia que el hombre posee es coigual [coeterna] con Dios… Estoy hablando de la inmortalidad del hombre. ¿Sería lógico decir que la inteligencia de los espíritus es inmortal, y sin embargo que tuvo un principio?
La inteligencia de los espíritus no tuvo principio ni tendrá fin. Esto es buen razonamiento. Lo que tiene principio puede tener fin.
Nunca hubo tiempo en que no haya habido espíritus, porque ellos y nuestro Padre Celestial son coiguales [es decir, coeternos]…
La inteligencia es eterna y existe sobre un principio que es existente por sí mismo. Es un espíritu de eternidad en eternidad, y nada tiene de creado…
Los primeros principios, en lo que al hombre atañe, existen por sí mismos. Dios, hallándose en medio de espíritus y gloria, porque era más inteligente, consideró propio instituir leyes mediante las cuales los demás pudieran tener el privilegio de avanzar como Él.”

— Inteligencias y espíritus

El profeta José Smith, al igual que Abraham antes que él, usó la palabra inteligencias como sinónimo de espíritus. Las Escrituras emplean ambos términos al referirse al atributo de existencia independiente de la substancia en cuestión.

Abraham se refiere a “las inteligencias que fueron organizadas antes que el mundo fuese” porque, aparentemente, eran inteligencias en forma organizada. Los espíritus nacieron de la inteligencia, o inteligencias, o elemento espiritual.

“Abraham usó la palabra inteligencia al referirse a los hijos espirituales del Padre Eterno. La inteligencia, o el elemento espiritual, se convirtió en inteligencias después que los espíritus nacieron como entidades individuales.
El uso de este término da a entender tanto el elemento primordial del cual fue creada la progenie espiritual, como su capacidad heredada o inherente para aumentar en gracia, conocimiento, poder e inteligencia.”

Hablando literalmente, la expresión “nacimiento espiritual” se refiere al nacimiento del espíritu en la preexistencia. Los espíritus efectivamente nacieron como progenie de un Padre Celestial, un Varón glorificado y exaltado.

En cuanto al estado de la entidad —substancia de espíritu o inteligencia— antes de ser engendrada por nuestro Padre y Dios en una existencia preterrenal, este es un asunto sobre el cual no tenemos un entendimiento completo. Sin embargo, los profetas han explicado claramente que esta inteligencia existe eternamente, y por tanto, no fue creada.

El Eterno Padre Celestial formó o engendró espíritus o inteligencias a partir de una substancia espiritual llamada inteligencia o inteligencias. Brigham Young lo explicó de esta manera:

“Todas las cosas fueron creadas espiritualmente primero; el Padre efectivamente engendró a los espíritus, y nacieron y vivieron con Él.”

— El espíritu del hombre

De manera que llegamos a creer, como lo expresó el profeta José: “El espíritu del hombre no es un ser creado; existió desde la eternidad, y existirá hasta la eternidad.”

Esta verdad acerca del hombre produce un profundo efecto en nuestro concepto de él. Su identidad básica no fue creada, ni aun por Dios, sino que existe igual que Dios, de acuerdo con principios semejantes que existen por sí mismos.

El hombre es producto del mismo sistema u orden de cosas que nuestro Padre Celestial. Es decir, Dios y el hombre son de la misma raza; en nuestra vida preterrenal, como lo expresó el apóstol Pablo en el Areópago, fuimos “linaje de Dios”.

Basado en la frase autoritativa: “Dios me lo ha dicho”, José Smith declaró que cualquier otra idea respecto del principio del hombre “rebaja al hombre, según mi concepto”. Ciertamente, su explicación del origen del hombre le da un comienzo lleno de dignidad.

En nuestro descubrimiento de la verdad acerca de Dios, examinamos varios de los atributos de Su carácter expresados por los profetas. El hombre heredó parte de la naturaleza divina de su Padre. Por ejemplo, el hombre tuvo el Espíritu de verdad en su existencia preterrenal, igual que nuestro Señor, el Primogénito. Está escrito: “Yo estuve en el principio con el Padre, y soy el Primogénito. […] Vosotros también estuvisteis en el principio con el Padre, lo que es Espíritu, aun el Espíritu de verdad.”

De manera que, en el principio al que aquí se hace referencia, el hombre fue de la misma substancia que Dios.

Esta discusión se ha referido al origen del hombre. Los detalles de las actividades del hombre durante ese período —hasta donde se nos han revelado— se explican en otra parte.

Contemplando el noble e infinito principio y existencia del hombre, uno empieza a comprender que el verdadero estado del ser humano es mucho más elevado de lo que nuestros conceptos naturales nos permiten suponer.

De esta forma, el Señor y Sus siervos han contestado la pregunta que Él hizo:

“¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia. […] Cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios.”