Doctrina y Convenios Sección 114

Doctrina y Convenios
Sección 114


Contexto histórico y trasfondo
Resumen breve por Steven C. Harper

¿Qué ocurriría si un tercio de los apóstoles apostatara o muriera? La sección 114 es una respuesta. El élder David W. Patten ocupaba el segundo lugar en antigüedad en el Quórum de los Doce Apóstoles cuando él y su esposa, Ann, se mudaron de Kirtland, Ohio, a Far West, Misuri, a fines de 1836 o principios de 1837. Junto con el presidente de su quórum, Thomas Marsh, David dirigió a los santos en Misuri mientras varios líderes de la Iglesia apostataban en los primeros meses de 1838. Después de que José llegó a Misuri esa primavera, David le pidió a José que buscara una revelación para él. La sección 114 fue registrada en el Scriptory Book de José, su diario para 1838. Ese libro está lleno de actas de concilios en los que varios de los apóstoles, así como Oliver Cowdery y David Whitmer, fueron disciplinados o excomulgados de la Iglesia.

La breve revelación instruyó a David y a otros apóstoles a prepararse para una misión en la primavera siguiente (1839). Aunque la revelación no menciona dónde servirían los apóstoles, Heber Kimball, Orson Hyde y sus compañeros ya habían enviado informes de su éxito en Gran Bretaña. La sección 114 implica un llamamiento a todo el quórum para servir en una misión de seguimiento en las Islas Británicas al año siguiente. David Patten no vivió para cumplir esa misión. Murió el 25 de octubre de 1838, después de ser herido en un conflicto entre los santos y los milicianos de Misuri. Los apóstoles sí fueron a Gran Bretaña. El 8 de julio, poco más de dos meses después de recibida esta revelación, José recibió otra con más detalles de su llamamiento (véase sección 118).

Las vacantes dejadas por la muerte de David Patten y la apostasía de Oliver Cowdery, de toda la presidencia de la Iglesia en Misuri y de un tercio de los apóstoles, no quedaron desiertas. Con cierta naturalidad, la revelación declara que su “obispado”, o cargo, podía ser ocupado por otros; el Señor no parece preocupado. La sección 114 muestra cómo el Señor concede al individuo el albedrío, incluso con la posibilidad de la apostasía, sin poner en peligro el Reino. Aunque las pérdidas sean dolorosas, la obra sigue adelante cuando alguien decide apartarse. Hay reemplazos preparados. En este caso, hombres como John Taylor y Wilford Woodruff, entre otros, fueron llamados y ocuparon esos lugares de manera eficaz (véase sección 118).

Contexto adicional por Casey Paul Griffiths

Doctrina y Convenios 114 fue dada al apóstol David W. Patten. En ese momento, el élder Patten servía junto con los apóstoles Thomas B. Marsh y Brigham Young en la presidencia de estaca temporal de la Iglesia en Misuri. La revelación instruyó al élder Patten a poner en orden sus asuntos y prepararse para partir en una misión la primavera siguiente. Este mandamiento se relaciona con una instrucción similar que el Señor dio a todo el Quórum de los Doce: debían “partir para cruzar las grandes aguas” hacia Gran Bretaña y “allí promulgar mi evangelio” en la primavera de 1839 (DyC 118).

El élder Patten, miembro original del primer Quórum de los Doce llamado en esta dispensación, era conocido por su valentía frente a las pruebas y aflicciones. Una descripción de él dice: “El élder Patten se ha vuelto casi legendario en la historia de la Iglesia por su valentía y poder personal frente a la adversidad. Fue un defensor intrépido de la fe y también del Profeta José Smith. El élder Patten medía seis pies y una pulgada de estatura (aprox. 1,85 m) y pesaba más de doscientas libras (aprox. 90 kg); era un hombre de gran fuerza física”. Entre los santos de Far West, el élder Patten era conocido como “Capitán No Temáis”. Con el aumento de las tensiones en Misuri, la valentía del élder Patten fue puesta a prueba solo unos meses después de que se diera esta revelación.

Véase “Historical Introduction,” Revelation, 11 April 1838 [D. y C. 114].


Doctrina y Convenios 114:1–2  Es sabiduría en mi siervo David W. Patten… que él pueda realizar una misión para mí la próxima primavera. Porque en verdad, así dice el Señor: que en la medida en que haya entre vosotros quienes niegan mi nombre, otros serán plantados en su lugar.

David W. Patten fue miembro del Quórum de los Doce Apóstoles original en esta dispensación. Intrépido y fiel hasta el fin de sus días, murió como mártir por la causa de Sion en la Batalla del Río Torcido en el otoño de 1838. La sección 114 de Doctrina y Convenios había sido revelada al Profeta José la primavera anterior. El Señor sabía que la misión del élder Patten continuaría al otro lado del velo, donde los valientes también son necesitados.

Lamentablemente, cuando la apostasía infectó a algunos santos en 1838, varios líderes fueron excomulgados: ellos escogieron no seguir el ejemplo de fidelidad del élder Patten. Pero la obra del Señor avanza. Si no cumplimos con nuestra tarea asignada, si caemos en pecado y rebelión, otros serán preparados, llamados y puestos en nuestro lugar. La obra de la Restauración es más grande que cualquier persona. Es la obra del Dios Todopoderoso. Él no permitirá que fracase.

La revelación dada al profeta José Smith en la primavera de 1838 muestra un principio eterno: la obra de Dios no se detiene por causa de la infidelidad o la muerte de alguno de Sus siervos. El élder David W. Patten, un apóstol de fe inquebrantable, fue llamado a una misión. El Señor sabía que su destino sería dar su vida por la causa de Sion y que su servicio continuaría “al otro lado del velo”. Así aprendemos que la obra misional y de edificación del reino se extiende tanto en la tierra como en el mundo de los espíritus.

La advertencia también es clara: aquellos que niegan el nombre del Señor o rechazan Sus mandamientos serán reemplazados. El plan divino no se detiene por la apostasía de algunos; Dios siempre prepara a otros que asumirán la responsabilidad y seguirán adelante.

Este principio nos enseña humildad y compromiso. Ninguno de nosotros es indispensable en la obra del Señor, pero todos somos invitados a participar y a ser fieles. Si permanecemos leales, el Señor nos usará para Su gloria y nos dará un lugar eterno en Su reino. Si no, otros serán llamados, porque el propósito de Dios no puede fracasar.


Doctrina y Convenios 114:1–2

“Es sabiduría en mi siervo David W. Patten… que él cumpla una misión para mí la próxima primavera… Porque en verdad, así dice el Señor: En tanto que haya entre vosotros quienes niegan mi nombre, otros serán plantados en su lugar.”

David W. Patten fue miembro del Quórum original de los Doce Apóstoles en esta dispensación. Intrépido y fiel hasta el fin de sus días, murió como mártir en la causa de Sion durante la batalla de Crooked River, en el otoño de 1838.
La revelación contenida en Doctrina y Convenios 114 fue dada al profeta José Smith la primavera anterior. El Señor sabía que la misión del élder Patten debía continuar al otro lado del velo, donde también se necesita a los valientes.
Tristemente, cuando la apostasía afectó a algunos santos en 1838, varios líderes fueron excomulgados, pues eligieron no seguir el ejemplo de fidelidad del élder Patten. Pero la obra del Señor avanza. Si no cumplimos con la tarea que se nos ha asignado, si caemos en pecado y rebelión, otros serán preparados, llamados y ocuparán nuestro lugar.
La obra de la Restauración es más grande que cualquier persona. Es la obra del Dios Todopoderoso, y Él no permitirá que fracase.

David W. Patten era un hombre de fe inquebrantable. Su nombre se cuenta entre los primeros apóstoles de esta dispensación, hombres escogidos para abrir una nueva era del Evangelio restaurado. En la primavera de 1838, el Señor le habló mediante el profeta José Smith. La instrucción era simple: debía prepararse para cumplir una misión “la próxima primavera”. Para los que le rodeaban, aquellas palabras eran una asignación más; para el cielo, eran un anticipo de algo mucho más profundo.

El Señor sabía lo que estaba por venir. Sabía que antes de llegar la primavera siguiente, David W. Patten habría sellado su testimonio con sangre. Su “misión” no sería en los pueblos de la tierra, sino en los campos de la eternidad. En el otoño de ese mismo año, cayó como mártir en la batalla de Crooked River, defendiendo a los santos perseguidos. A los ojos mortales, su servicio terminó abruptamente. Pero en la economía divina, solo cambió de escenario. Su ministerio continuó, más allá del velo, donde también se necesitan los valientes.

Mientras tanto, en Kirtland y Missouri, algunos que antes habían sostenido la causa del Evangelio comenzaron a tambalearse. La persecución, el orgullo y la duda los apartaron del camino, y el Señor declaró solemnemente: “En tanto que haya entre vosotros quienes niegan mi nombre, otros serán plantados en su lugar.” Fue una advertencia y una promesa a la vez. La obra del Reino no se detendría por causa de la infidelidad humana. Si unos se apartaban, otros serían llamados; si alguien caía, otro sería levantado. La Restauración no depende de los hombres, sino de Dios.

En ese contraste entre la fidelidad de Patten y la apostasía de otros se revela un principio eterno: el Señor honra a los que permanecen firmes, pero su obra sigue adelante, con o sin nosotros. La invitación divina siempre está abierta, pero no es permanente para quienes la desprecian. El Señor planta a sus siervos como árboles en su viña; si uno se seca, otro ocupará su lugar. Su Reino crece, se extiende, florece en nuevas tierras y nuevos corazones.

La historia de David W. Patten nos recuerda que el servicio al Señor nunca termina. Morir en fidelidad no es el fin, sino una extensión del llamamiento. El martirio no fue su derrota, sino su traslado a una esfera más amplia de servicio. En la visión del Evangelio eterno, los siervos de Dios trabajan en ambos lados del velo, movidos por el mismo amor, con la misma autoridad, bajo el mismo Maestro.

El mensaje de esta revelación es tan claro como esperanzador: la obra de Dios no puede fracasar. Los hombres pueden fallar; los programas pueden cambiar; los nombres pueden olvidarse. Pero la causa de Cristo no se detiene. Él prepara a los suyos en cada generación, y cuando un siervo fiel parte de esta vida, otro es “plantado en su lugar” para que el Reino siga creciendo.

Así es como el Señor construye Sion: con los que están dispuestos a seguirle dondequiera que Él mande, incluso más allá de la muerte. Y cuando comprendemos eso, comprendemos que el verdadero éxito no es durar, sino permanecer fiel. Los valientes, como David W. Patten, lo hacen hasta el fin —y más allá de él.


Versículo 1
Llamado a la misión de David W. Patten


El Señor manda a Su siervo David W. Patten que prepare todas las cosas para salir en misión la próxima primavera, cumpliendo con su deber en la proclamación del evangelio.

Este versículo nos introduce en un momento solemne de la historia de la Iglesia. El Señor manda a Su siervo David W. Patten, miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, a prepararse para salir en misión la próxima primavera. El mandato no es solo un recordatorio de deber, sino también una señal de la urgencia y continuidad de la obra del Señor, aún en tiempos de persecución e inestabilidad.

El llamado a Patten nos enseña que el evangelio debe proclamarse en todo tiempo y lugar, incluso en medio de adversidades. El Señor sabía que el apóstol pronto ofrecería su vida como mártir en la Batalla de Crooked River, y sin embargo lo instruyó a disponerse para cumplir con su misión. Esto revela una verdad profunda: la misión de los siervos de Dios trasciende esta vida. La obra en la tierra puede interrumpirse por la muerte, pero continúa más allá del velo, donde los fieles siguen siendo llamados y enviados a predicar.

Doctrinalmente, este versículo subraya tres principios:

  1. La obediencia al llamamiento divino: todo siervo debe estar dispuesto a servir en cualquier circunstancia.
  2. La preparación constante: el Señor pide a Patten “preparar todas las cosas”, recordándonos que el servicio misional requiere orden, esfuerzo y sacrificio.
  3. La continuidad de la obra del Señor: aunque Patten no cumplió literalmente esta misión en la tierra, su vida y martirio dieron testimonio del evangelio, y su labor prosiguió en el mundo de los espíritus.

En suma, este pasaje nos recuerda que ningún sacrificio hecho por el Reino es en vano. Así como Patten fue llamado a servir hasta el fin, nosotros también somos invitados a estar listos, en cualquier momento, para cumplir con el deber de proclamar a Cristo.


Versículo 2
Fidelidad y reemplazo en la obra del Señor


El Señor declara que aquellos que nieguen Su nombre y sean infieles serán reemplazados por otros que sean fieles y estén dispuestos a cumplir Su voluntad.

En este versículo el Señor establece un principio solemne: Su obra jamás se detiene ni depende de la fidelidad de un solo individuo. Si alguien niega Su nombre o se aparta de la fe, el Señor levantará a otro que ocupe su lugar y cumpla Su voluntad.

Doctrinalmente, aquí aprendemos que el llamamiento en el reino de Dios es un privilegio, no un derecho absoluto. Ser escogido para servir implica responsabilidad y fidelidad constante. Cuando un siervo se aparta, la obra no se paraliza: el Señor ya tiene a otros preparados para entrar en la viña. Esto refleja la naturaleza eterna de Su plan: nada ni nadie puede frustrar los designios divinos (DyC 3:1).

Este versículo también resalta la importancia de la perseverancia hasta el fin. No basta haber recibido un llamamiento o haber servido en el pasado; lo que realmente importa es la fidelidad continua, mantenerse firmes en el convenio hasta el último día de la vida. Aquellos que renuncian a su fe no solo pierden su lugar en la obra, sino que también dejan un vacío que el Señor llena con otros siervos dispuestos y valientes.

Narrativamente, este principio se volvió muy real en la época en que se dio la revelación. Durante 1838, varios líderes prominentes apostataron y dejaron la Iglesia, pero el Señor levantó a otros fieles para ocupar sus lugares en la obra de la Restauración. Así se confirma que el reino de Dios no depende del hombre, sino de Cristo, su Rey eterno.

En suma, este pasaje nos recuerda que el Señor nos invita a ser parte de Su obra, pero nuestra participación depende de la fidelidad. Si somos constantes, seremos honrados como instrumentos en Sus manos; si no, Él proseguirá adelante con aquellos que estén dispuestos a servir.


Comentario final

La sección 114 es breve, pero contiene enseñanzas profundas sobre la urgencia, continuidad y fidelidad en la obra del Señor. En solo dos versículos, el Señor deja ver principios eternos que siguen vigentes hoy.

En primer lugar, el llamamiento de David W. Patten a prepararse para salir en misión nos recuerda que el servicio en el evangelio requiere disposición constante. La instrucción de “preparar todas las cosas” enseña que el discipulado no es improvisado, sino que exige orden, esfuerzo y entrega. Aunque Patten moriría poco después en la Batalla de Crooked River, el mandato revela que la misión de los siervos de Dios trasciende la mortalidad: lo que no pudo cumplir en la tierra lo llevaría a cabo en el mundo de los espíritus.

En segundo lugar, el principio de reemplazo subrayado en el versículo 2 enseña que la obra del Señor no depende de un solo hombre. Si alguien es infiel, otro ocupará su lugar, porque el Reino de Dios no puede ser detenido por la debilidad humana. Este principio es tanto una advertencia como una promesa: advertencia, porque nos llama a no dar por sentada nuestra posición en la obra; y promesa, porque asegura que el plan de Dios seguirá adelante con poder.

En conjunto, la sección 114 nos enseña que:

  1. El Señor siempre prepara a Sus siervos para proclamar Su evangelio, aun en medio de pruebas.
  2. La fidelidad hasta el fin es lo que determina nuestra parte en Su obra.
  3. Su reino es inconmovible: si alguien se aparta, el Señor levantará a otro para cumplir Su voluntad.

En conclusión, esta revelación, aunque breve, es un recordatorio poderoso de que Dios nos invita a participar en la edificación de Su reino, pero la responsabilidad de permanecer firmes es nuestra. El Señor cumplirá Sus propósitos; la gran pregunta es si nosotros seremos hallados fieles para ser parte de esa obra gloriosa.

Deja un comentario