Doctrina y Convenios
Sección 54
Contexto Histórico
Era junio de 1831, y la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días estaba experimentando tanto un rápido crecimiento como desafíos significativos. En este período de formación, el mandamiento de la consagración de propiedades había sido dado, con el objetivo de ayudar a los santos a construir una comunidad unida y sostenible. Sin embargo, en Thompson, Ohio, esta ley se convirtió en una fuente de tensión y conflicto.
Leman Copley, un converso reciente y propietario de una amplia finca en Thompson, había ofrecido su tierra como herencia para los santos que llegaban desde Colesville, Nueva York. Este acto fue visto como un cumplimiento inicial de la ley de consagración. Sin embargo, después de haber acompañado a otros élderes en una misión para enseñar a los tembladores (Sección 49), Copley reconsideró su compromiso. Rompió su convenio de consagrar la tierra y expulsó a los santos de su propiedad.
La situación generó una crisis. Los santos de Colesville, liderados por Newel Knight, habían dejado sus hogares en Nueva York con la esperanza de establecerse en Thompson, confiando en las promesas de un futuro prometedor. Sin embargo, la decisión de Leman Copley los dejó desamparados y divididos, enfrentando incertidumbre sobre su lugar en la nueva comunidad.
Newel Knight, líder de los santos de Colesville, buscó orientación del profeta José Smith. Knight era un hombre fiel que había mostrado su dedicación al Evangelio, pero esta situación presentaba un desafío abrumador para él y su grupo. En respuesta a su petición de ayuda, el Profeta consultó al Señor y recibió la revelación que ahora conocemos como la Sección 54 de Doctrina y Convenios.
En la revelación, el Señor instruyó a los santos de Colesville a dejar Thompson y viajar a Misuri, un destino previamente designado como un lugar central en la obra de Sión. Se les mandó arrepentirse de sus pecados y mantener la unidad en medio de sus dificultades. También se les recordó que la obediencia a los convenios del Evangelio traería misericordia, mientras que la desobediencia tenía consecuencias graves.
El Señor reconoció las tribulaciones que enfrentaban los santos y les pidió paciencia, recordándoles que Él vendría pronto y que Su galardón estaba con Él. Este mensaje no solo les dio dirección práctica, sino también esperanza y consuelo en medio de la adversidad.
Los santos de Colesville obedecieron el mandato del Señor y comenzaron su viaje hacia Misuri. Aunque enfrentaron desafíos significativos, su fe y determinación les permitieron perseverar. Esta experiencia marcó otro paso importante en la historia temprana de la Iglesia y en el esfuerzo por establecer Sión.
La Sección 54 nos recuerda que incluso en tiempos de adversidad y desilusión, el Señor guía a Su pueblo y les proporciona dirección específica. La experiencia de los santos en Thompson demuestra la importancia de mantener los convenios y confiar en el Señor, incluso cuando las circunstancias son inciertas o desafiantes. Este relato también resalta el papel esencial de líderes como Newel Knight, que actuaron con fe y fidelidad para guiar a los santos en su viaje físico y espiritual hacia Sión.
La Sección 54 enseña principios clave sobre la importancia de los convenios, la necesidad del arrepentimiento, las bendiciones de la obediencia y la perseverancia en las pruebas. Aunque los santos enfrentaron circunstancias difíciles en Thompson, esta revelación les recordó que la fe, la humildad y la acción obediente abrirían el camino hacia bendiciones eternas.
Estos versículos nos llaman a reflexionar sobre nuestra propia fidelidad a los convenios y nuestra disposición para seguir al Señor con paciencia y confianza, incluso en momentos de adversidad.
Doctrina y Convenios 54 – “Sobre el pacto y la obediencia”
Esta revelación fue dada el 22 de junio de 1831 en Kirtland, Ohio, dirigida a Newel Knight y a los miembros de la rama de Colesville, quienes habían intentado vivir la ley de consagración bajo la dirección de Leman Copley en su granja. Sin embargo, Copley rompió su pacto y los expulsó. El Señor les da ahora nuevas instrucciones mediante José Smith.
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El Señor honra a quienes cumplen los pactos, y juzga a quienes los rompen (v. 1–5): El Señor denuncia la injusticia de Leman Copley, quien quebrantó el convenio de consagración, y enseña que quienes hacen convenios y luego los violan recibirán juicio y condenación. Esto refuerza la doctrina de que los pactos con Dios son sagrados y vinculantes, y deben tomarse con total seriedad.
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Los convenios mal cumplidos invalidan bendiciones (v. 4–5): Aunque Dios promete bendiciones por guardar Sus leyes, aclara que nadie puede ser bendecido si no guarda los mandamientos. Esto resalta el principio eterno de la obediencia como requisito para recibir bendiciones (véase D. y C. 130:20–21).
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Mandato de partir de inmediato (v. 6–8): El Señor instruye a los santos de Colesville a emprender su viaje hacia Misuri sin demora, donde recibirán una herencia. Esta instrucción muestra la importancia de la obediencia rápida y la disposición a sacrificarse por el Reino de Dios, aún ante el rechazo o la dificultad.
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La paz viene a quienes hacen el bien (v. 10): A pesar del conflicto, el Señor ofrece paz a quienes “perseveran en hacer el bien”, una verdad consoladora que enseña que la paz divina no depende de las circunstancias externas, sino de la rectitud personal.
El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “Los convenios no son contratos fríos ni acuerdos sociales. Son compromisos sagrados entre Dios y Sus hijos, con promesas mutuas que no deben tomarse a la ligera. Quien rompe un convenio no solo defrauda al Señor, sino que también pierde luz y poder espirituales.” — Élder Jeffrey R. Holland, “El convenio eterno”, Conferencia General, octubre de 2021.
Esta sección nos enseña que los convenios son reales y tienen consecuencias eternas. No podemos acercarnos al Señor a medias ni comprometernos superficialmente. El caso de Leman Copley es una advertencia: romper los pactos voluntariamente es colocarse fuera de la protección divina.
Pero también es una historia de fe: los santos de Colesville obedecieron con rapidez a pesar de ser rechazados y humillados. Ellos nos enseñan que el discipulado requiere sacrificio, constancia y fe en que Dios siempre prepara un camino (véase 1 Nefi 3:7).
Doctrina y Convenios 54 es un poderoso recordatorio de que:
- Los pactos son sagrados y no deben quebrantarse sin consecuencias.
- La obediencia trae paz, incluso en medio del rechazo.
- Dios honra a los fieles y les prepara un camino hacia la herencia prometida.
Esta sección nos llama a vivir con integridad, a perseverar en el bien y a confiar en que la fidelidad será recompensada con bendiciones eternas.
1. Fidelidad a los Convenios
Versículo 4: “Y ya que se ha quebrantado el convenio que hicieron conmigo, ahora queda nulo y sin efecto.”
Este versículo enfatiza la seriedad de los convenios hechos con el Señor. Cuando los convenios no se cumplen, sus bendiciones asociadas también se pierden. Esta enseñanza subraya la importancia de la obediencia y el compromiso con las promesas hechas a Dios.
El élder Jeffrey R. Holland dijo: “Los convenios sagrados son compromisos eternos que nos unen a Dios y nos acercan a Su poder.” (“La importancia de los convenios,” abril de 2007).
“Y ya que se ha quebrantado el convenio…”
Un convenio es un acuerdo sagrado entre Dios y Sus hijos, y su cumplimiento es fundamental para recibir las bendiciones prometidas. Cuando un convenio se rompe, la relación espiritual entre las partes se ve afectada, y las bendiciones asociadas quedan suspendidas.
El presidente Russell M. Nelson dijo: “Los convenios son la clave de todas las bendiciones eternas. Nuestra disposición para guardarlos determina nuestra capacidad para recibir las promesas de Dios.” (“El poder de los convenios,” abril de 2022).
Los convenios no son simplemente compromisos humanos; son acuerdos divinos que requieren lealtad y obediencia. Romper un convenio no solo afecta nuestra conexión con Dios, sino que también puede impactar a quienes dependen de nuestra fidelidad.
“Que hicieron conmigo…”
Dios es una de las partes del convenio, lo que subraya Su compromiso eterno de cumplir Su parte cuando Sus hijos son fieles. Los convenios no son simples promesas entre mortales, sino compromisos que involucran al Todopoderoso, quien siempre cumple Su palabra.
El presidente Henry B. Eyring afirmó: “Dios nunca falla en cumplir Su parte del convenio. Su fidelidad es perfecta, constante y segura.” (“El camino del convenio,” octubre de 2017).
Esta frase recalca la seriedad de hacer un convenio con Dios, quien siempre está dispuesto a cumplir Su parte. Nos llama a emular Su fidelidad en nuestra vida diaria.
“Ahora queda nulo y sin efecto.”
Cuando un convenio se quiebra, sus bendiciones asociadas no se otorgan, y las promesas hechas por el Señor quedan suspendidas hasta que se restablezca la fidelidad. Este principio refleja la justicia divina y la importancia de la obediencia en el plan de salvación.
El élder D. Todd Christofferson enseñó: “Las bendiciones del convenio dependen de nuestra fidelidad continua. Dios no puede bendecirnos en plenitud si rompemos nuestros compromisos con Él.” (“El poder de los convenios,” abril de 2009).
Esta frase nos enseña que la falta de cumplimiento con los convenios tiene consecuencias espirituales, no porque Dios sea punitivo, sino porque Su plan está diseñado para bendecirnos solo cuando seguimos Sus mandamientos.
Este versículo resalta la naturaleza sagrada y condicional de los convenios. Hacer un convenio con Dios es aceptar un compromiso mutuo de fidelidad y obediencia, y cuando los hombres fallan en cumplir su parte, las bendiciones prometidas no se pueden otorgar. La seriedad de romper un convenio debe llevarnos a reflexionar sobre la importancia de vivir fielmente según los principios del Evangelio.
El presidente Ezra Taft Benson declaró: “Los convenios que hacemos con Dios son esenciales para nuestro progreso eterno. Cuando los guardamos, estamos protegidos; cuando los quebrantamos, nos colocamos en peligro espiritual.” (“Manteneos firmes en el camino del convenio,” octubre de 1983).
En conclusión, este versículo nos invita a valorar y respetar nuestros convenios con Dios, a arrepentirnos cuando los hemos quebrantado y a esforzarnos por ser fieles, confiando en que Su misericordia y Sus bendiciones estarán disponibles cuando volvamos a Él con sinceridad.
2. Arrepentimiento y Humildad
Versículo 3: “Y si tus hermanos desean escapar de sus enemigos, arrepiéntanse de todos sus pecados, y sean verdaderamente humildes y contritos ante mí.”
El arrepentimiento y la humildad son esenciales para recibir la ayuda divina. Este versículo muestra que la liberación de las dificultades y la protección del Señor están condicionadas a un cambio de corazón sincero y una verdadera sumisión a Su voluntad.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “El arrepentimiento es el camino hacia la paz y el poder en Cristo. Es un don que nos permite corregir nuestro rumbo y regresar a Dios.” (“El poder del arrepentimiento,” abril de 2019).
“Y si tus hermanos desean escapar de sus enemigos…”
El Señor conecta la liberación de los enemigos con la obediencia espiritual. Los “enemigos” pueden interpretarse tanto literal como simbólicamente, refiriéndose a peligros físicos, espirituales o emocionales. La protección divina se promete a quienes buscan al Señor sinceramente.
El presidente Boyd K. Packer enseñó: “El Evangelio de Jesucristo tiene el poder de protegernos de los peligros visibles e invisibles.” (“El poder protector del Evangelio,” abril de 2013).
El escape de los enemigos no siempre implica la eliminación inmediata del peligro, sino la provisión de fortaleza espiritual y guía divina para enfrentarlo con fe.
“Arrepiéntanse de todos sus pecados…”
El arrepentimiento es el primer paso hacia la reconciliación con Dios y la recepción de Su ayuda. Aquí, el Señor pide un arrepentimiento completo, no parcial, que permita a los santos alinearse plenamente con Su voluntad.
El presidente Russell M. Nelson dijo: “El arrepentimiento no es un castigo; es un don que nos permite crecer, progresar y acercarnos a nuestro Salvador.” (“El don del arrepentimiento,” octubre de 2017).
El arrepentimiento de “todos” los pecados indica que no podemos seleccionar cuáles abandonar; debemos entregarnos completamente al proceso de cambio espiritual.
“Sean verdaderamente humildes y contritos ante mí.”
La humildad y el corazón contrito son condiciones esenciales para el arrepentimiento y el acceso al poder redentor de Cristo. Un corazón contrito implica sinceridad, sumisión y un deseo genuino de seguir al Salvador.
El élder D. Todd Christofferson enseñó: “El Señor no requiere perfección inmediata, pero sí un corazón contrito y dispuesto a cambiar.” (“La expiación y el camino del arrepentimiento,” abril de 2011).
La verdadera humildad nos permite reconocer nuestra dependencia de Dios y Su gracia, abriendo el camino para recibir Su guía y fortaleza.
Este versículo enseña que la liberación espiritual y temporal depende de nuestra disposición a arrepentirnos sinceramente y humillarnos ante Dios. El Señor no solo promete protección, sino también una transformación espiritual que fortalece nuestra capacidad para enfrentar los desafíos.
El presidente Ezra Taft Benson afirmó: “El orgullo es lo que nos aleja de Dios; la humildad es lo que nos acerca a Él. El arrepentimiento es el puente entre los dos.” (“Cuidado con el orgullo,” abril de 1989).
En resumen, este versículo nos invita a reflexionar sobre nuestra propia disposición para arrepentirnos completamente y confiar en el Señor con un corazón humilde y contrito. La promesa implícita es que al hacerlo, no solo escaparemos de los “enemigos,” sino que también encontraremos paz, fortaleza y redención a través de Cristo.
3. Bendiciones de la Obediencia
Versículo 6: “Mas benditos son aquellos que han guardado el convenio y observado el mandamiento, porque obtendrán misericordia.”
La obediencia a los convenios trae consigo bendiciones divinas, incluida la misericordia del Señor. Este versículo refuerza que el cumplimiento fiel de los mandamientos es una fuente de paz y protección espiritual.
El presidente Henry B. Eyring afirmó: “La obediencia fiel a los convenios nos prepara para recibir la misericordia del Salvador, quien nos fortalece en nuestras debilidades.” (“Las promesas de los convenios,” abril de 2009).
“Mas benditos son aquellos que han guardado el convenio…”
El guardar convenios es una fuente de bendiciones espirituales y temporales. Este principio enseña que los convenios son compromisos sagrados que nos conectan con el poder de Dios y Su capacidad para bendecirnos. Ser “bendito” implica recibir no solo favores temporales, sino también paz y prosperidad espiritual.
El presidente Russell M. Nelson declaró: “Cuando guardamos los convenios, nuestras vidas se llenan de poder espiritual y las bendiciones prometidas se derraman sobre nosotros.” (“La santidad del templo,” octubre de 2010).
Este fragmento enfatiza que la obediencia a los convenios trae bendiciones inmediatas y eternas, marcando el camino hacia la exaltación.
“Y observado el mandamiento…”
Observar los mandamientos es esencial para mantener los convenios. La fidelidad a las leyes de Dios demuestra nuestro compromiso con Él y nuestra disposición para someternos a Su voluntad. Obedecer los mandamientos asegura la guía del Espíritu Santo y fortaleza espiritual.
El presidente Dallin H. Oaks enseñó: “Obedecer los mandamientos de Dios es la expresión más pura de amor hacia Él.” (“El primer y gran mandamiento,” octubre de 2019).
El cumplimiento de los mandamientos no es solo un deber, sino una manifestación de nuestra devoción y amor hacia Dios.
“Porque obtendrán misericordia.”
La misericordia de Dios es el resultado de Su amor infinito y se otorga a quienes obedecen con fidelidad. A través de la expiación de Jesucristo, la misericordia permite la remisión de pecados y la posibilidad de ser reconciliados con Dios. Este versículo indica que la misericordia es condicional y depende de nuestra disposición para guardar los convenios y observar los mandamientos.
El élder Jeffrey R. Holland declaró: “La misericordia de Dios es infinita, pero no automática. Requiere nuestra fe y arrepentimiento sinceros.” (“Come Unto Me,” octubre de 1998).
La promesa de obtener misericordia subraya la naturaleza condicional del Evangelio: mientras cumplamos con nuestras responsabilidades espirituales, Dios estará dispuesto a perdonar, fortalecer y bendecir.
Este versículo enseña la conexión inseparable entre guardar los convenios, obedecer los mandamientos y recibir la misericordia de Dios. Las bendiciones no se reciben por casualidad, sino a través de una vida dedicada a seguir al Salvador y Su plan. La obediencia fiel y el compromiso con los convenios nos colocan en una posición para recibir la gracia y el amor de Dios.
El presidente Henry B. Eyring expresó: “Guardar los convenios es el camino hacia la seguridad espiritual y la paz en medio de las tormentas de la vida.” (“El camino del convenio,” abril de 2017).
En resumen, este versículo nos llama a reflexionar sobre nuestra fidelidad en guardar los convenios y nuestra disposición a observar los mandamientos. Al hacerlo, podemos estar seguros de que la misericordia de Dios estará disponible para nosotros, ofreciéndonos consuelo, redención y fortaleza en nuestro viaje hacia la vida eterna.
4. Perseverancia en las Pruebas
Versículo 10: “Y además, sed pacientes en la tribulación hasta que yo venga; he aquí, vengo pronto y mi galardón está conmigo, y los que temprano me han buscado hallarán reposo para sus almas.”
Este versículo invita a los santos a mantener la paciencia y la fe durante las pruebas, recordándoles que las bendiciones eternas superan cualquier dificultad temporal. La promesa de reposo eterno es un consuelo para quienes perseveran.
El presidente Thomas S. Monson dijo: “La paciencia es esencial en el discipulado, ya que nos permite confiar en el tiempo del Señor y en Sus promesas.” (“Esperar con paciencia,” octubre de 2012).
“Y además, sed pacientes en la tribulación hasta que yo venga…”
El Señor llama a Sus seguidores a soportar las pruebas con paciencia, una virtud que implica fe y confianza en Su plan. La paciencia en la tribulación no solo demuestra fidelidad, sino que fortalece el carácter y prepara a los santos para recibir las bendiciones eternas.
El élder Neal A. Maxwell dijo: “La paciencia no es simplemente esperar, sino cómo esperamos: con fe, serenidad y confianza en el Señor.” (“Endure It Well,” abril de 1990).
Este mandato nos recuerda que las tribulaciones son temporales y que la paciencia nos permite alinearnos con la voluntad de Dios mientras esperamos la redención prometida.
“He aquí, vengo pronto y mi galardón está conmigo…”
El Señor afirma Su regreso, asegurando a los santos que Su venida es segura y que traerá recompensas para quienes hayan permanecido fieles. Este versículo refleja la doctrina de la Segunda Venida de Cristo, un evento de esperanza y justicia.
El presidente Russell M. Nelson declaró: “La promesa de la Segunda Venida nos motiva a vivir con mayor fe y obediencia, sabiendo que Su recompensa será justa y gloriosa.” (“Prepararse para la Segunda Venida,” abril de 2019).
La promesa del galardón divino nos motiva a perseverar, sabiendo que nuestra fidelidad será reconocida y recompensada por el Salvador.
“Y los que temprano me han buscado hallarán reposo para sus almas.”
Buscar al Señor “temprano” implica priorizar Su voluntad desde una etapa temprana en nuestra vida o en cualquier momento de conversión. Este reposo no es solo un descanso físico, sino una paz espiritual que proviene de confiar plenamente en Dios.
El presidente Boyd K. Packer enseñó: “El verdadero reposo viene al entregar nuestra vida al Señor y aceptar Su yugo.” (“La paz del Señor,” abril de 2004).
Quienes buscan al Señor con sinceridad y perseverancia reciben la promesa de reposo, una paz que trasciende las pruebas y dificultades terrenales.
Este versículo encapsula la esencia de la fe en medio de la adversidad. La paciencia en las tribulaciones, la esperanza en el regreso del Salvador y la búsqueda temprana de Su presencia conducen al reposo espiritual y a la certeza de recibir Su galardón. Estas enseñanzas nos invitan a mantenernos firmes, confiando en que el Señor cumplirá Sus promesas.
El presidente Thomas S. Monson afirmó: “La paciencia es esencial para la fe; nos permite esperar en el tiempo del Señor mientras seguimos adelante con esperanza.” (“Esperar con paciencia,” octubre de 2012).
En resumen, este versículo nos invita a desarrollar paciencia, a vivir con la expectativa de la Segunda Venida y a buscar al Señor constantemente. Al hacerlo, no solo encontramos paz en esta vida, sino también la certeza de reposo eterno y el galardón prometido por el Salvador.
5. Confianza en la Guía del Señor
Versículo 7: “Por tanto, levantaos y huid de la tierra, no sea que vuestros enemigos os acometan; y emprended vuestro viaje, y nombrad a quien deseéis para que sea vuestro líder y pague dinero por vosotros.”
La instrucción de huir y buscar un líder muestra que el Señor guía a Su pueblo incluso en circunstancias difíciles. Este versículo resalta la importancia de actuar con fe en la dirección que Él da, incluso si no todas las respuestas son claras de inmediato.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Cuando confiamos en la guía del Señor, Él nos llevará a un lugar de paz y seguridad, incluso en medio de la incertidumbre.” (“Dirigidos por la revelación,” abril de 2021).
“Por tanto, levantaos y huid de la tierra, no sea que vuestros enemigos os acometan…”
El Señor instruye a los santos a actuar con urgencia para protegerse de sus enemigos, lo que enfatiza la importancia de seguir Su guía para evitar el peligro. Esto refleja que Dios es consciente de las circunstancias temporales de Sus hijos y les proporciona dirección práctica para su seguridad y bienestar.
El presidente Thomas S. Monson enseñó: “Cuando seguimos la inspiración divina, podemos evitar las trampas del adversario y los peligros de este mundo.” (“Cómo tomamos decisiones,” octubre de 2010).
El mandato de huir subraya la necesidad de obedecer rápidamente las instrucciones del Señor, incluso cuando estas requieren sacrificios significativos o un cambio radical en nuestras vidas.
“Y emprended vuestro viaje…”
Este llamado a viajar simboliza un acto de fe y obediencia. Los viajes en el contexto del Evangelio a menudo representan dejar atrás lo conocido para seguir el plan de Dios hacia un destino mejor, tanto espiritual como físico.
El élder Jeffrey R. Holland dijo: “A menudo, el viaje del discipulado requiere dejar lo familiar y confiar en que el Señor nos guiará a algo mejor.” (“Lo mejor está por venir,” abril de 2012).
El viaje mencionado es tanto un movimiento físico hacia Misuri como un símbolo del progreso espiritual al actuar con fe en las promesas de Dios.
“Y nombrad a quien deseéis para que sea vuestro líder y pague dinero por vosotros.”
La instrucción de nombrar un líder destaca el principio de organización en la Iglesia, donde las decisiones importantes se toman colectivamente bajo la inspiración divina. También se recalca la importancia de la autosuficiencia y la cooperación para cumplir con las responsabilidades temporales.
El presidente Henry B. Eyring afirmó: “Dios trabaja a través de líderes inspirados para guiar a Su pueblo hacia la unidad y el propósito común.” (“La obra de liderazgo en la Iglesia,” abril de 2014).
Este consejo muestra cómo el Señor combina la revelación espiritual con la acción práctica, fomentando la unidad y el liderazgo entre Su pueblo.
Este versículo refleja la guía amorosa del Señor en circunstancias desafiantes. El mandato de huir y organizarse enseña principios clave: actuar con fe, confiar en los líderes inspirados y tomar decisiones prácticas para enfrentar desafíos temporales. Además, demuestra que el Señor se preocupa tanto por la seguridad temporal como por el progreso espiritual de Sus hijos.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Cuando seguimos al Señor con fe, incluso en medio de la incertidumbre, Él nos lleva a lugares de seguridad y paz.” (“La fe en el plan de Dios,” octubre de 2018).
En resumen, este versículo nos invita a responder con prontitud a las instrucciones divinas, actuar con unidad y confiar en que el Señor nos guiará hacia la seguridad y las bendiciones que Él ha prometido. Actuar con fe en las direcciones divinas nos permite experimentar Su protección y guía en tiempos de necesidad.
























