Doctrina y Convenios Sección 61

Doctrina y Convenios
Sección 61


Contexto histórico

En el caluroso verano de 1831, José Smith y un grupo de élderes de la Iglesia emprendieron el viaje de regreso desde Sión, en el condado de Jackson, Misuri, hacia Kirtland, Ohio. Optaron por viajar en canoas a lo largo del río Misuri, una ruta que presentaba desafíos naturales y espirituales. Al tercer día de navegación, el viaje se volvió particularmente peligroso, con múltiples dificultades y una sensación de peligro inminente. Durante este tramo, William W. Phelps tuvo una visión a plena luz del día en la que vio al destructor caminando con poder sobre la faz de las aguas, lo que añadió un aire solemne y de advertencia al viaje.

El 12 de agosto de 1831, en un lugar conocido como McIlwaine’s Bend, José Smith recibió la revelación ahora conocida como la Sección 61 de Doctrina y Convenios. En ella, el Señor habló sobre los peligros de las aguas y las razones espirituales detrás de estos desafíos. Se explicó que, en los últimos días, las aguas habían sido maldecidas por el apóstol Juan, y que el destructor tenía poder sobre ellas, cumpliendo los decretos divinos.

El Señor permitió que los élderes viajaran por las aguas para dar testimonio de su misión, pero también les advirtió sobre los riesgos espirituales y físicos involucrados. Se instruyó a los líderes, incluyendo a Sidney Gilbert y William W. Phelps, a cumplir sus misiones con fe y rapidez. A otros se les mandó separarse y viajar de dos en dos, siguiendo el modelo establecido por Cristo, predicando el evangelio en su camino de regreso.

La revelación también incluyó instrucciones específicas sobre cómo los santos debían viajar en el futuro, señalando que los viajes por tierra serían más seguros y espiritualmente adecuados. José Smith, Sidney Rigdon y Oliver Cowdery recibieron instrucciones claras de no volver a viajar por el río Misuri, salvo en circunstancias específicas, y de dirigir sus esfuerzos hacia las congregaciones de los santos en lugar de las de los inicuos.

Finalmente, el Señor instó a todos los élderes a mantenerse de buen ánimo, recordándoles que no habían sido abandonados y que, por su humildad, serían bendecidos con las promesas del reino. También se les exhortó a prepararse para la venida del Hijo del Hombre, permaneciendo vigilantes y orando constantemente para resistir las tentaciones y ser dignos del día de Su llegada.

Esta revelación marcó un momento significativo para los primeros santos, ya que les enseñó lecciones importantes sobre la obediencia, la preparación espiritual y la confianza en la guía divina, incluso en circunstancias difíciles. Además, reforzó la idea de que el viaje físico y espiritual hacia Sión requería no solo esfuerzo, sino también fe y humildad para superar los desafíos de los últimos días.

La Sección 61 enseña sobre los peligros espirituales y físicos en los últimos días, la importancia de la obediencia y la fe en la guía divina, y la preparación para la venida del Salvador. Los temas de humildad, arrepentimiento, y ánimo son claves para enfrentar las pruebas y cumplir con la obra misional con éxito. Este mensaje refuerza la confianza en que, a pesar de las dificultades, el Señor no abandona a sus siervos fieles.


1. Peligros en las aguas y el poder del destructor


Versículo 5: “Porque yo, el Señor, he decretado en mi ira muchas destrucciones sobre las aguas; sí, y especialmente sobre estas.”
Este versículo destaca la advertencia del Señor sobre los peligros físicos y espirituales en las aguas, relacionados con el decreto divino y la influencia del destructor. Es un recordatorio de que incluso en circunstancias adversas, Dios tiene un propósito y un control sobre los acontecimientos.

“Porque yo, el Señor, he decretado en mi ira muchas destrucciones sobre las aguas;”
El Señor declara que las aguas han sido objeto de Su decreto de destrucción en los últimos días. Esto puede estar relacionado con su uso simbólico y literal como lugares de juicio divino, ya sea por razones físicas (como peligros naturales) o espirituales (influencia del destructor). Este principio recuerda que Dios tiene autoridad sobre los elementos de la tierra y los utiliza para cumplir sus propósitos justos.
El élder Bruce R. McConkie explicó: “El Señor controla los elementos y utiliza los poderes de la naturaleza como herramientas para llevar a cabo Sus decretos y advertencias.” (“Mormon Doctrine”, 2ª edición, p. 241).
Esta frase subraya que las dificultades en las aguas no son meramente naturales, sino que pueden ser parte del plan de Dios para enseñar, probar y proteger a Sus santos.

“Sí, y especialmente sobre estas.”
La especificidad de esta frase indica que el río Misuri y las aguas en cuestión tienen un significado especial en los propósitos de Dios. Estas aguas, maldecidas debido al decreto del apóstol Juan (véase Apocalipsis 8:10-11), son mencionadas como lugares donde el destructor tiene poder. Es un recordatorio para los santos de la época y de ahora de que el viaje físico y espiritual puede incluir desafíos específicos diseñados para fortalecer la fe.
El élder David A. Bednar enseñó: “El Señor permite desafíos específicos para que podamos confiar más plenamente en Él y desarrollar las cualidades necesarias para la exaltación.” (“Cosas pequeñas y sencillas”, Conferencia General, abril de 2018).
Esta frase destaca la necesidad de obedecer las advertencias específicas de Dios, entendiendo que cada mandato tiene un propósito divino, incluso cuando las razones completas no son inmediatamente claras.

Este versículo recalca la soberanía de Dios sobre los elementos y el uso de las aguas como herramientas tanto de juicio como de enseñanza. La referencia a las “destrucciones sobre las aguas” subraya la necesidad de respetar las advertencias divinas, confiar en Su guía y actuar con fe. En el contexto misional y personal, esta declaración nos enseña que los desafíos y las pruebas que enfrentamos pueden ser parte de un diseño divino para protegernos y prepararnos espiritualmente. Al obedecer al Señor, incluso en circunstancias difíciles, encontramos seguridad en Su poder y propósito eternos.

Versículo 19: “Yo, el Señor, he decretado, y el destructor anda sobre la faz de las aguas, y no revoco el decreto.”
Este pasaje reafirma el poder del destructor en las aguas, enfatizando la necesidad de obedecer las advertencias del Señor y confiar en Su guía para protegernos de los peligros espirituales y físicos.

“Yo, el Señor, he decretado,”
Esta frase enfatiza la soberanía de Dios y Su autoridad para emitir decretos. Un decreto divino es un mandato inmutable que se cumple de acuerdo con Su voluntad. Esto refleja la justicia y la omnipotencia de Dios, que usa Sus decretos para guiar y proteger a Sus hijos, pero también para cumplir con Su plan eterno.
El élder Bruce R. McConkie explicó: “Los decretos de Dios son manifestaciones de Su sabiduría infinita y de Su poder para gobernar todas las cosas en cielo y tierra.” (“Doctrinal New Testament Commentary”, tomo 1, p. 230).
Este pasaje nos recuerda que los mandamientos y advertencias de Dios no son arbitrarios, sino expresiones de Su conocimiento perfecto y de Su propósito divino.

“Y el destructor anda sobre la faz de las aguas,”
El “destructor” es una figura simbólica que representa el poder del adversario y las fuerzas destructivas que operan bajo los decretos divinos. Aquí se destaca que las aguas pueden ser lugares de peligro físico y espiritual, y que el Señor permite estas circunstancias para probar la fe y la obediencia de Su pueblo. Esto también conecta con las advertencias sobre las aguas maldecidas en los últimos días (véase Apocalipsis 8:10-11).
El élder Dallin H. Oaks enseñó: “El Señor permite pruebas para ayudarnos a fortalecer nuestra fe y desarrollar las cualidades necesarias para la exaltación.” (“La oposición en todas las cosas”, Conferencia General, abril de 2016).
Este principio nos recuerda que el peligro y la oposición, aunque reales, están bajo el control de Dios y tienen un propósito redentor en Su plan.

“Y no revoco el decreto.”
La inmutabilidad del decreto divino subraya que los mandamientos y decisiones de Dios no cambian según las circunstancias humanas. Esto refleja la justicia y la rectitud de Dios, quien actúa siempre de acuerdo con Su plan eterno y Su conocimiento perfecto.
El presidente Russell M. Nelson afirmó: “Dios es constante y no cambia. Sus leyes y decretos son eternos y están diseñados para nuestra felicidad eterna.” (“La fe en el Señor Jesucristo”, Conferencia General, abril de 2021).
Este pasaje nos llama a confiar en la constancia de Dios y en la seguridad de que sus decretos se cumplen siempre para el bien de Sus hijos.

Este versículo subraya la soberanía de Dios, Su control sobre las fuerzas del bien y del mal, y la certeza de que Sus decretos se cumplen conforme a Su voluntad. Aunque el “destructor” representa un peligro, este opera dentro de los límites establecidos por el Señor, quien guía y protege a Sus hijos fieles. Las enseñanzas modernas de los profetas nos recuerdan que, incluso en medio de pruebas y adversidades, podemos confiar en la justicia, el propósito y el amor eterno de Dios. Este pasaje es una invitación a actuar con fe, obediencia y confianza en el Señor, reconociendo que todo está bajo Su control divino.


2. Humildad y perdón divino


Versículo 2: “He aquí, de cierto os dice el Señor, oh élderes de mi iglesia que os habéis congregado en este lugar, cuyos pecados ahora os son perdonados, porque yo, el Señor, perdono los pecados y soy misericordioso con aquellos que los confiesan con corazones humildes.”
Este versículo resalta la misericordia del Señor y la importancia de confesar los pecados con humildad. Es un recordatorio de que el arrepentimiento sincero abre la puerta al perdón divino y a una relación más cercana con Dios.

“He aquí, de cierto os dice el Señor, oh élderes de mi iglesia que os habéis congregado en este lugar,”
El Señor se dirige específicamente a los élderes, destacando su rol como siervos escogidos para llevar a cabo Su obra. El llamado a congregarse en un lugar santo refleja la importancia de la unión y la comunión entre los líderes de la iglesia para recibir revelación y guía divina.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “La unidad entre los siervos del Señor permite que el Espíritu Santo obre con mayor poder para dirigir la obra del Salvador.” (“En el Señor hay poder”, Conferencia General, abril de 2017).
Este principio nos recuerda que el trabajo en equipo, en un espíritu de unidad, es esencial para avanzar en la obra del Señor.

“Cuyos pecados ahora os son perdonados,”
El perdón de los pecados es una manifestación de la misericordia de Dios hacia quienes se arrepienten sinceramente. Este acto subraya la capacidad redentora del sacrificio expiatorio de Jesucristo y la disposición de Dios para restaurar la pureza espiritual de Sus hijos.
El presidente Boyd K. Packer declaró: “El arrepentimiento es el proceso mediante el cual podemos recibir el perdón, purificarnos y volver a la presencia del Señor.” (“El don del arrepentimiento”, Conferencia General, abril de 2010).
Este pasaje es un recordatorio de que el perdón está al alcance de todos los que sinceramente buscan la reconciliación con Dios.

“Porque yo, el Señor, perdono los pecados y soy misericordioso con aquellos que los confiesan con corazones humildes.”
El Señor establece un principio fundamental del arrepentimiento: la confesión sincera de los pecados acompañada de humildad. Este proceso demuestra fe en el Salvador y una voluntad de aceptar Su ayuda para cambiar. La misericordia de Dios se derrama sobre aquellos que se humillan ante Él y buscan Su perdón.
El presidente Henry B. Eyring enseñó: “La humildad nos permite reconocer nuestra necesidad del Salvador y abrir nuestros corazones al poder sanador de Su expiación.” (“La humildad nos acerca a Dios”, Conferencia General, abril de 2016).
Este principio resalta que el arrepentimiento genuino no es solo un acto externo, sino un cambio interno que abre el camino a la misericordia y el perdón divino.

Este versículo combina principios fundamentales del evangelio: la importancia de la unidad, el poder del perdón y la necesidad del arrepentimiento sincero. La misericordia de Dios está disponible para todos los que confiesan sus pecados con corazones humildes, lo que resalta Su amor y el alcance universal de la Expiación de Jesucristo. Este mensaje nos inspira a buscar la pureza espiritual a través del arrepentimiento y a confiar en que, al hacerlo, podemos ser perdonados y fortalecidos en nuestro camino hacia la exaltación.


3. Viajes misionales y guía divina


Versículo 9: “Mas ahora, de cierto os digo, es mi voluntad que os separéis. Por tanto, tomen a sus compañeros anteriores mis siervos Sidney Gilbert y William W. Phelps, y emprendan su viaje con prisa para cumplir su misión, y por medio de la fe vencerán.”
Este pasaje subraya la necesidad de cumplir las misiones asignadas con fe y prontitud. También muestra cómo el Señor dirige la obra misional, asignando compañeros y tareas específicas para avanzar en su obra.

“Mas ahora, de cierto os digo, es mi voluntad que os separéis.”
El Señor instruye a los élderes a separarse y dividir sus esfuerzos, mostrando que la obra del evangelio requiere organización y planificación estratégica. Separarse no implica debilidad, sino una asignación específica de responsabilidades para maximizar el alcance del mensaje del evangelio.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “El Señor dirige su obra, y cada siervo tiene un lugar específico en su plan divino.” (“La obra del Señor avanza”, Conferencia General, abril de 2018).
Este principio refuerza que la obra del Señor se lleva a cabo según Su voluntad, y los siervos deben estar dispuestos a adaptarse a Sus instrucciones.

“Por tanto, tomen a sus compañeros anteriores mis siervos Sidney Gilbert y William W. Phelps,”
El Señor llama específicamente a Sidney Gilbert y William W. Phelps para asumir una misión conjunta, destacando que cada persona tiene un papel único en Su obra. La asignación de compañeros también refuerza el modelo misional de trabajar en equipo, apoyándose mutuamente en desafíos y fortaleciendo el mensaje del evangelio.
El élder Jeffrey R. Holland declaró: “El Señor siempre ha enviado a Sus siervos de dos en dos para que se apoyen mutuamente y para que Su obra se realice con mayor eficacia.” (“El trabajo conjunto en la obra misional”, Conferencia General, octubre de 2011).
La asignación de compañeros subraya la importancia de la unidad y la cooperación en la obra del Señor.

“Y emprendan su viaje con prisa para cumplir su misión,”
El mandato de emprender el viaje “con prisa” refleja la urgencia de la obra misional y la importancia de no retrasar las tareas asignadas por el Señor. Cumplir con la misión significa actuar con propósito, dedicación y un sentido de responsabilidad hacia Dios y los demás.
El presidente Thomas S. Monson enseñó: “Cuando se trata de la obra del Señor, no hay tiempo que perder. Debemos estar listos para actuar inmediatamente.” (“El deber nos llama”, Conferencia General, abril de 2005).
Este pasaje destaca la importancia de responder rápidamente al llamado del Señor, sin permitir que las distracciones retrasen Su obra.

“Y por medio de la fe vencerán.”
La promesa de que vencerán “por medio de la fe” subraya que la fe es la clave para superar los desafíos y obstáculos en la obra del Señor. No se trata solo de esfuerzo físico o habilidades, sino de confiar plenamente en que Dios proporcionará el apoyo necesario para cumplir con Su voluntad.
El presidente Russell M. Nelson afirmó: “La fe en Jesucristo nos da poder para superar cualquier desafío y lograr lo que el Señor requiere de nosotros.” (“La fe en el Señor Jesucristo”, Conferencia General, abril de 2021).
Este principio nos recuerda que la fe no solo nos ayuda a comenzar nuestra misión, sino que es la fuente de fortaleza para completarla con éxito.

Este versículo enseña lecciones clave sobre la organización en la obra misional, la importancia de la fe y la prontitud para actuar según las instrucciones del Señor. Las enseñanzas modernas de los profetas subrayan que la obra del evangelio avanza mejor cuando se realiza con unidad, propósito y confianza en el poder de Dios. Este pasaje nos inspira a responder al llamado del Señor con diligencia y fe, sabiendo que Su guía y apoyo están garantizados cuando actuamos con un corazón dispuesto y obediente.

Versículo 30: “Y además, de cierto os digo, mis siervos Sidney Rigdon, José Smith, hijo, y Oliver Cowdery, no han de abrir su boca entre las congregaciones de los inicuos, sino hasta que lleguen a Cincinnati.”
Este versículo refleja la guía específica del Señor para la obra misional, destacando que su dirección debe ser buscada y seguida en cada paso del camino.

“Y además, de cierto os digo,”
El uso de “de cierto” en las escrituras enfatiza la importancia y veracidad de las palabras del Señor. Esto establece que la instrucción que sigue es definitiva y proviene directamente de la autoridad divina. Este lenguaje también refleja el patrón del Salvador en Sus enseñanzas terrenales (véase Juan 3:5).
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Cuando el Señor habla, Su palabra es segura y confiable. Nuestro deber es escuchar y obedecer.” (“Escuchar al Señor”, Conferencia General, abril de 2020).
Esta introducción resalta la necesidad de prestar atención cuidadosa a lo que el Señor está a punto de revelar.

“Mis siervos Sidney Rigdon, José Smith, hijo, y Oliver Cowdery,”
El Señor se dirige específicamente a tres de Sus siervos clave, lo que muestra Su conocimiento y dirección personal en la obra del evangelio. Cada uno de estos líderes tenía un rol único en la restauración y expansión de la Iglesia, y el Señor los guía de manera individual y colectiva.
El élder D. Todd Christofferson declaró: “El Señor conoce personalmente a Sus siervos y les asigna responsabilidades específicas para avanzar en Su obra.” (“El poder de las llaves del sacerdocio”, Conferencia General, abril de 2012).
Este pasaje subraya que el Señor guía a Sus líderes de manera directa para cumplir Su plan divino.

“No han de abrir su boca entre las congregaciones de los inicuos,”
El Señor instruye a estos siervos a no testificar o enseñar entre los inicuos en ese momento, lo que podría parecer inusual. Sin embargo, esto refleja que Su obra se realiza en el tiempo y lugar adecuado, según Su sabiduría. A veces, el Señor guía a Sus siervos a priorizar esfuerzos donde la receptividad y el impacto sean mayores.
El presidente Henry B. Eyring enseñó: “El Señor dirige Su obra, y a menudo nos indica dónde y cuándo debemos actuar para que nuestras labores sean más efectivas.” (“Confía en Dios y obra con fe”, Conferencia General, abril de 2019).
Este principio nos enseña que incluso en la obra misional, debemos buscar la guía del Señor para actuar con eficacia y alinearnos con Su voluntad.

“Sino hasta que lleguen a Cincinnati.”
Cincinnati es identificado como un lugar donde estos siervos debían testificar. Esto refleja la importancia de los lugares específicos en la obra del Señor y la necesidad de cumplir con Su tiempo y propósito. El Señor conoce las necesidades de cada área y dirige a Sus siervos a trabajar en los lugares donde Su obra puede avanzar más plenamente.
El élder Neil L. Andersen explicó: “El Señor tiene un plan para cada lugar y momento, y Su guía nos lleva a los campos de cosecha más fructíferos.” (“Una obra maravillosa”, Conferencia General, abril de 2020).
Este pasaje destaca que el Señor asigna misiones según Su conocimiento perfecto de dónde se necesita el evangelio y cómo puede avanzar mejor Su obra.

Este versículo subraya el papel del Señor como director supremo de Su obra, guiando a Sus siervos no solo en lo que deben hacer, sino también en cuándo y dónde hacerlo. Las enseñanzas modernas reafirman que el éxito en la obra del Señor depende de actuar bajo Su dirección. Este pasaje nos invita a confiar en el tiempo y en los propósitos de Dios, sabiendo que cada instrucción que recibimos es parte de Su plan perfecto para bendecir a Sus hijos. Nos inspira a buscar y seguir la guía divina con fe y humildad, sabiendo que Él dirige Su obra con sabiduría y amor.


4. Preparación para la venida del Hijo del Hombre


Versículo 38: “Ceñid vuestros lomos, y sed vigilantes y sensatos, mirando hacia la venida del Hijo del Hombre, porque viene a la hora que no pensáis.”
Este pasaje insta a los santos a mantenerse espiritualmente alertas y preparados para la Segunda Venida de Cristo. La exhortación a la vigilancia y sensatez enfatiza la importancia de vivir con propósito y enfoque eterno.

“Ceñid vuestros lomos,”
Esta frase se refiere a estar preparados y listos para la acción, como un guerrero que se ajusta su cinturón antes de una batalla. Simbólicamente, ceñir los lomos implica estar espiritualmente preparados, enfocados y dedicados a cumplir con los mandamientos y las responsabilidades dadas por el Señor.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “El Señor requiere que estemos preparados, tanto espiritual como físicamente, para enfrentar los desafíos y cumplir Su obra.” (“Prepárense para el futuro”, Conferencia General, abril de 2020).
Este principio nos llama a mantenernos alerta y listos para cumplir con las demandas espirituales de nuestra fe, especialmente en tiempos de adversidad.

“Y sed vigilantes y sensatos,”
La vigilancia implica estar atentos a las señales de los tiempos y a los susurros del Espíritu Santo, mientras que la sensatez sugiere actuar con sabiduría y moderación. Este equilibrio es esencial para no caer en la complacencia ni en el pánico, sino para mantenernos enfocados en lo que realmente importa.
El élder Dallin H. Oaks declaró: “La vigilancia espiritual nos permite reconocer la mano del Señor en nuestra vida y responder con fe y acción.” (“El profeta y las señales de los tiempos”, Conferencia General, abril de 2004).
Este principio subraya la necesidad de vivir con atención espiritual y sabiduría, discerniendo entre lo urgente y lo importante en nuestra preparación para el futuro.

“Mirando hacia la venida del Hijo del Hombre,”
La frase nos insta a mantener una perspectiva eterna, enfocándonos en la Segunda Venida de Jesucristo como el punto culminante del plan de salvación. Este enfoque orienta nuestras prioridades, motivándonos a vivir de manera recta y a fortalecer nuestra relación con Dios y con los demás.
El presidente Ezra Taft Benson enseñó: “La perspectiva eterna nos ayuda a priorizar las cosas correctas y a estar listos para recibir al Salvador cuando venga.” (“Viviendo en los últimos días”, Conferencia General, abril de 1988).
Este llamado nos recuerda que la Segunda Venida debe ser un motivo de esperanza y preparación, no de temor o incertidumbre.

“Porque viene a la hora que no pensáis.”
Esta declaración subraya la naturaleza inesperada de la Segunda Venida de Cristo, instando a los discípulos a vivir siempre en un estado de preparación espiritual. No podemos prever cuándo ocurrirá, pero debemos estar listos en todo momento para recibirlo con fe y gozo.
El presidente Thomas S. Monson dijo: “Vivir con una actitud de preparación constante nos asegura que estaremos listos cuando el Salvador venga nuevamente.” (“Estar preparados espiritualmente”, Conferencia General, abril de 2011).
Este principio refuerza que la preparación espiritual no es un evento único, sino un estilo de vida que nos mantiene alineados con el evangelio.

Este versículo nos invita a vivir en un estado constante de preparación espiritual, vigilancia y sensatez, con nuestra mirada puesta en la venida del Salvador. Nos enseña que la vida de un discípulo fiel implica actuar con propósito, confianza y dedicación, reconociendo que el tiempo exacto de Su regreso es desconocido, pero seguro. Las enseñanzas modernas de los profetas refuerzan que el enfoque en la perspectiva eterna, junto con una vida recta y activa en el evangelio, nos permitirá estar preparados para recibir al Salvador con gozo cuando Él venga. Este mensaje es un llamado a vivir cada día como una preparación para la eternidad.


5. Ánimo y confianza en la presencia de Dios


Versículo 36: “Sed de buen ánimo, hijitos, porque estoy en medio de vosotros, y no os he abandonado.”
Este versículo es un consuelo para los santos, recordándoles que el Señor está con ellos en medio de sus pruebas y desafíos. Es una promesa de su presencia constante y su amor por aquellos que le son fieles.

“Sed de buen ánimo,”
El Señor insta a sus discípulos a mantener una actitud positiva y esperanzadora, incluso en medio de desafíos y adversidades. Este llamado refleja que el ánimo y la esperanza no son meras emociones, sino principios espirituales basados en la confianza en Dios y Su plan eterno.
El presidente Dieter F. Uchtdorf enseñó: “La esperanza en el Señor no solo nos da fortaleza, sino que también nos permite mirar más allá de nuestras circunstancias actuales hacia las promesas de Dios.” (“El poder de la esperanza”, Conferencia General, octubre de 2008).
Este principio nos invita a adoptar una actitud de esperanza y confianza en el Señor, recordando que nuestras pruebas son temporales y están dentro del propósito divino.

“Hijitos,”
La palabra “hijitos” refleja el amor y la ternura del Señor hacia Sus discípulos. Este término no solo indica una relación de cuidado y protección, sino también nuestra dependencia de Él como nuestro Padre Celestial y Redentor.
El presidente Henry B. Eyring dijo: “El Señor nos ve como sus hijos amados y está siempre dispuesto a consolarnos y guiarnos.” (“El amor puro de Cristo”, Conferencia General, abril de 2017).
Este término refuerza la idea de que somos profundamente valorados por Dios y que Él siempre está atento a nuestras necesidades y desafíos.

“Porque estoy en medio de vosotros,”
Esta frase reafirma la presencia constante del Señor entre Sus seguidores. Su presencia no siempre es visible físicamente, pero se manifiesta a través del Espíritu Santo, las Escrituras y el cumplimiento de sus promesas.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “El Señor está en medio de Su pueblo. Él dirige Su obra y consuela a Sus santos en todo momento.” (“El poder del Salvador en tu vida”, Conferencia General, abril de 2019).
Este principio nos asegura que nunca estamos solos; el Señor está con nosotros en nuestras alegrías y tribulaciones, guiándonos y fortaleciéndonos.

“Y no os he abandonado.”
El Señor asegura a sus discípulos que, aunque puedan enfrentar dificultades, Él nunca los dejará. Esta promesa refleja la fidelidad de Dios hacia Su pueblo y Su compromiso eterno de acompañar a quienes lo siguen.
El presidente Thomas S. Monson declaró: “Dios nunca nos abandona. Su amor por nosotros es constante, y Su brazo está extendido hacia nosotros en todo momento.” (“Nunca estamos solos”, Conferencia General, octubre de 2013).
Este pasaje es un recordatorio reconfortante de que, independientemente de nuestras circunstancias, podemos confiar en que el Señor está a nuestro lado.

Este versículo encapsula el consuelo, la esperanza y la certeza de la presencia constante del Señor en nuestras vidas. Nos llama a enfrentar los desafíos con buen ánimo, recordándonos que somos hijos amados de Dios y que nunca estamos solos. Las enseñanzas modernas refuerzan que el amor y la guía del Señor son constantes, incluso en momentos de prueba. Este mensaje nos inspira a vivir con fe y esperanza, confiando en que el Señor siempre está en medio de nosotros, guiándonos hacia Su luz y Sus promesas eternas.


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