Doctrina y Convenios Sección 94

Doctrina y Convenios
Sección 94


Contexto histórico y trasfondo

Breve Resumen de Steven C. Harper

La sección 94 puede tener más sentido después de estudiar las secciones 95, 96 y 97, ya que fue revelada justo después de la sección 97, aunque durante muchos años se le asignó una fecha incorrecta y, por tanto, fue colocada en el lugar equivocado. Tiene más sentido cuando se lee como una extensión de la sección 97. Esta trata preocupaciones similares a las de la sección 97 y dice que el Señor ya había revelado el patrón para la Casa del Señor en Kirtland, lo cual lo hizo en la sección 95.

En la sección 97, el Señor requirió que los santos en Missouri construyeran un templo. En la sección 94, manda a los santos en Ohio construir una estaca para Sion, comenzando con otro templo en Ohio, tal como se ordenó en la sección 88 y de nuevo en la sección 95. El Señor ordena la construcción de una oficina para la Primera Presidencia junto al templo en Kirtland, Ohio. Especifica su diseño y las condiciones bajo las cuales Él habitará allí. En el siguiente terreno al sur, el Señor quiere una oficina de imprenta, tal vez para reemplazar la imprenta de la Iglesia destruida por una turba solo unos días antes en Missouri (sin que José lo supiera). Los miembros del comité de construcción de la Iglesia—Hyrum Smith, Reynolds Cahoon y Jared Carter—son asignados a terrenos o “herencias” cercanas a los sitios de construcción. El versículo 16 no está en los manuscritos iniciales. Probablemente José lo añadió como aclaración antes de que la revelación fuera publicada en el Doctrina y Convenios de 1835.

En la carta a los líderes de la Iglesia en Missouri que incluía la sección 94, la Primera Presidencia explicó que los santos en Sion deberían construir edificios similares para reuniones e impresión de las escrituras. Pero los santos en Sion ya estaban siendo forzados a abandonar sus tierras y hogares, y los santos en Kirtland luchaban por reunir suficientes recursos para construir el templo. Eventualmente redujeron las instrucciones de la sección 94, construyeron un solo edificio en lugar de dos, y lo usaron como una oficina de imprenta, una escuela y espacio de oficina para la Primera Presidencia.

Contexto Adicional de Casey Paul Griffiths

En el verano de 1833, la construcción del templo en Kirtland, Ohio, comenzó a ganar impulso. Por esa época, los líderes de la Iglesia en Kirtland también enviaron planes arquitectónicos a los miembros de la Iglesia en Sion para construir otra Casa del Señor en Independence, Missouri. Junto con estos planos, enviaron el plano para la ciudad de Sion. El templo estaba ubicado en el centro de la ciudad de Sion, tal como estaba en Kirtland. El Señor se refiere a Kirtland en esta revelación como “la ciudad de la estaca de Sion” (D&C 94:2).

Al enmarcar esta revelación en su historia, José Smith escribió: “Una conferencia de sumos sacerdotes se reunió en Kirtland, para considerar la necesidad de construir una escuela para la acomodación de los élderes, quienes debían reunirse para recibir instrucción preparatoria para sus misiones y ministerios, según una revelación sobre ese tema, dada el 8 de marzo de 1833 [D&C 90].” Esta revelación instruyó a los líderes de la Iglesia a trazar un plan para edificar Kirtland y convertirla en “la ciudad de la estaca de Sion.” También dio instrucciones para construir dos edificios adicionales: una casa para la presidencia y una casa para la impresión de las escrituras (D&C 94:3, 10). Un tercer edificio, designado en una revelación anterior (D&C 88:119), estaba destinado a servir como hogar de la “escuela de los profetas” (D&C 90:7) y se convirtió en el Templo de Kirtland, donde el Salvador, así como Moisés, Elías y Elías, se aparecieron para entregar las llaves del sacerdocio a José Smith y Oliver Cowdery (D&C 110).

Esta revelación fue fechada incorrectamente al 6 de mayo de 1833, cuando se le asignó una fecha en la edición de 1876 del Doctrina y Convenios. Según la evidencia disponible, esta sección parece haber sido recibida el mismo día que la sección 97. Cuando la revelación fue registrada originalmente en el Libro de Revelaciones 2, se le asignó su propio encabezado y fecha, registrada como “Kirtland 2 de agosto de 1833.” Sin embargo, cuando más tarde fue registrada en el Libro de Revelaciones 1, fue incluida como parte de una carta escrita a los líderes de la Iglesia en el condado de Jackson, fechada el 6 de agosto de 1833. Cuando se publicó la edición de 1835 del Doctrina y Convenios, aparentemente esta revelación fue equivocadamente insertada después de Doctrina y Convenios 93 con un encabezado que decía “revelación dada el mismo día.” Esta redacción dio la impresión de que la revelación fue recibida el 6 de mayo de 1833, la misma fecha en que se recibió la sección 93. Este error en la fecha de la revelación continuó hasta la edición de 2013 del Doctrina y Convenios, cuando los historiadores de los Papeles de José Smith pudieron corregir la fecha.


Doctrina y Convenios 94:1


En 1833, la joven Iglesia estaba creciendo, y se necesitaban instalaciones para llevar a cabo la obra en expansión de la Iglesia. En una revelación, el Señor habla del templo como “mi casa” (D. y C. 94:1). En relación con el edificio para la Primera Presidencia, el Señor dice: “Estará enteramente dedicado al Señor para la obra de la presidencia” y “mi gloria… y mi presencia estarán allí” (D. y C. 94:7–8). El Señor se refiere al edificio de impresión como “una casa para mí” (D. y C. 94:10). Y el comité de construcción es responsable de edificar “mis casas” (D. y C. 94:15).

Entonces, como ahora, el Señor tiene un programa de edificación y se interesa por las instalaciones físicas de Su Iglesia. Estos edificios son edificios del Señor. Debemos verlos como casas sagradas del Señor y estar dispuestos a colaborar en su cuidado y mantenimiento.

Doctrina y Convenios 94 destaca el interés del Señor por los edificios físicos de Su Iglesia, pero no por razones meramente logísticas, sino espirituales. Al referirse al templo, al edificio de la presidencia y a la imprenta como “mis casas”, el Señor establece que los espacios consagrados para Su obra son una extensión tangible de Su reino en la tierra.

El uso de frases como “mi gloria estará allí” y “mi presencia estará allí” nos recuerda que la santidad de un lugar no proviene de sus materiales, sino de su dedicación al Señor y del propósito espiritual que cumple. Estos edificios se convierten en lugares de revelación, instrucción, consagración y administración divina.

También vemos una lección sobre mayordomía sagrada. El comité de construcción tenía la responsabilidad de edificar las casas del Señor, y esa misma responsabilidad se extiende hoy a todos los santos: participar con voluntad y reverencia en el mantenimiento y cuidado de los edificios sagrados, como una expresión de nuestra devoción.

Doctrina y Convenios 94:1 nos enseña que los edificios de la Iglesia no son simplemente estructuras funcionales, sino casas del Señor. En ellos se manifiesta Su gloria, se lleva a cabo Su obra, y se fortalece Su pueblo. La reverencia que mostramos por estos espacios refleja nuestra fe en el Dios que los santifica.

Hoy, como en los días de José Smith, el Señor espera que participemos en Su obra tanto espiritual como físicamente. Al cuidar, respetar y edificar los lugares dedicados a Él, demostramos nuestra gratitud y nuestro deseo de que Su presencia habite entre nosotros.
Donde el Señor tiene una casa, Su pueblo puede hallar revelación, poder y paz.


Versículo 1: “Y además, de cierto os digo, mis amigos, os mando dar principio a la obra de proyectar y preparar el comienzo y fundación de la ciudad de la estaca de Sion, aquí en la tierra de Kirtland, principiando por mi casa.”
El Señor instruye a los santos a comenzar la construcción de la estaca de Sión en Kirtland, enfatizando la necesidad de planificación y preparación. Este versículo subraya que el establecimiento de Sión no es solo un esfuerzo espiritual, sino también físico y tangible. Al ordenar que se comience con “mi casa”, el Señor deja claro que el enfoque debe estar en lo sagrado.

“Y además, de cierto os digo, mis amigos”
El Señor se dirige a los santos como “mis amigos”, un término que refleja Su cercanía y Su amor por aquellos que participan en Su obra. Al usar esta expresión, enfatiza que las instrucciones que está dando no son solo mandamientos, sino también invitaciones a colaborar con Él en Su Reino. La relación que Dios establece con Sus hijos es de confianza y mutuo compromiso.
Juan 15:14-15: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.” Presidente Gordon B. Hinckley: “El Señor se dirige a nosotros como amigos porque espera que colaboremos con Él en amor y obediencia” (Conference Report, octubre de 2002).
Esta frase nos enseña que el Señor nos considera Sus amigos cuando seguimos Sus mandamientos y participamos en Su obra. Nos invita a una relación cercana y significativa con Él.

“Os mando dar principio a la obra de proyectar y preparar el comienzo y fundación de la ciudad de la estaca de Sion”
El Señor da un mandamiento claro para comenzar la planificación y construcción de una estaca de Sion en Kirtland. Esto refleja que la edificación de Sión requiere orden, planificación y preparación. La expresión “proyectar y preparar” subraya que Sión no se construye al azar, sino mediante una dirección inspirada y esfuerzos concertados.
Doctrina y Convenios 101:16: “Todo se hará en su propia manera, y en su propio tiempo.” Presidente Russell M. Nelson: “La preparación es esencial en la obra del Señor. No podemos edificar Sión sin planes cuidadosos y sin confiar en la guía divina” (Conference Report, abril de 2019).
El llamado a proyectar y preparar nos recuerda que la obra de Sión requiere diligencia, visión y acción inspirada. Construir Sión no es solo un esfuerzo físico, sino una manifestación de nuestro compromiso espiritual.

“Aquí en la tierra de Kirtland”
El Señor especifica que esta estaca de Sión debe establecerse en Kirtland, lo que destaca la importancia de este lugar en la historia temprana de la Iglesia. Kirtland no solo era un centro físico para los santos, sino también un símbolo de su dedicación para construir el Reino de Dios en la tierra.
Doctrina y Convenios 109: La dedicación del Templo de Kirtland como un lugar de gloria y santidad para el Señor. Élder Jeffrey R. Holland: “Kirtland fue un terreno sagrado donde los primeros santos demostraron su fe al sacrificar todo por el Señor” (Conference Report, abril de 1994).
Kirtland representa un lugar de sacrificio, fe y cumplimiento de las promesas del Señor. La construcción de Sión allí simbolizaba la dedicación de los santos a establecer un lugar de santidad.

“Principiando por mi casa”
El Señor instruye que la construcción de la estaca de Sión comience con Su casa. Esto enfatiza que el centro de Sión es siempre el templo o un lugar sagrado donde Su presencia puede habitar. La prioridad de construir Su casa refleja la necesidad de tener un enfoque espiritual en todas nuestras obras.
Doctrina y Convenios 88:119: “Organizaos; preparad todo lo que fuere necesario; y estableced una casa, sí, una casa de oración, una casa de ayuno, una casa de fe.” Presidente Howard W. Hunter: “El templo es el corazón de la obra del Señor. Toda Sión se edifica alrededor de la presencia del Señor en Su santa casa” (Conference Report, octubre de 1994).
Comenzar con la construcción de la casa del Señor subraya que todas nuestras acciones deben estar centradas en Él. Los templos son el fundamento de Sión y de nuestra vida espiritual.

El versículo 1 de Doctrina y Convenios 94 encapsula principios esenciales para la construcción de Sión, tanto en el ámbito físico como espiritual. El Señor establece que Su obra debe comenzar con preparación, orden y un enfoque en lo sagrado. Además, destaca que la edificación de Sión no es solo un esfuerzo colectivo, sino también una invitación personal a ser amigos y colaboradores de Cristo.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Construir Sión es nuestra responsabilidad. Implica esfuerzo, sacrificio y una dedicación centrada en el Señor. Es la manifestación de nuestra fe en Su plan eterno” (Conference Report, octubre de 2020).
Este versículo nos invita a reflexionar sobre cómo podemos ser parte de la edificación de Sión en nuestros propios contextos, comenzando siempre con la construcción de un fundamento espiritual en nuestras vidas, nuestras familias y nuestras comunidades.


Versículos 1–5
Casey Paul Griffiths (Erudito SUD)


Cristo tiene la intención de que la ciudad de Sion, planificada para el condado de Jackson, Misuri, sea la sede eventual de la Iglesia en los últimos días. Sin embargo, esta y otras revelaciones demuestran que Cristo también deseaba que los santos edificaran ciudades adicionales antes de la Segunda Venida. Las instrucciones enviadas a los santos en Misuri incluso especificaban que, después de terminar la primera ciudad de Sion, debían “trazar otra de la misma manera y así llenar el mundo en estos últimos días, y que cada hombre viva en la Ciudad, porque esta es la Ciudad de Sion.” El Señor se refiere a Kirtland como “la ciudad de la estaca de Sion” (D. y C. 94:1). En una revelación dada varios años después, el Señor declaró que los santos se reunirían “sobre la tierra de Sion, y sobre sus estacas,” las cuales servirían “de defensa, y de refugio contra la tempestad” (D. y C. 115:6).

En el centro de la ciudad de Sion, los santos planearon construir un complejo de veinticuatro templos, cada uno dedicado a diferentes oficios del sacerdocio. En el corazón de Kirtland, debía edificarse un complejo más pequeño. Junto al Templo de Kirtland, que en el versículo 1 se llama simplemente “mi casa,” los santos recibieron el mandamiento de construir una casa para la Primera Presidencia. Esta casa debía ser similar en tamaño al Templo de Kirtland (véase D. y C. 95:15) y habría funcionado como un centro administrativo en el cual la presidencia de la Iglesia pudiera laborar. En el momento en que se dio esta revelación, la presidencia del sumo sacerdocio, más tarde llamada la Primera Presidencia, era la única autoridad general de la Iglesia. Los oficios de Apóstol, Setenta, Obispado Presidente y otros fueron revelados después (véase D. y C. 107).

El mandamiento de edificar esta estructura refleja las prioridades del Señor. Junto a su propia casa, también era de gran importancia proveer un lugar que permitiera a sus profetas llevar a cabo la obra que se les había encomendado.


Versículo 3: “Conságreseme el primer solar hacia el sur a fin de edificarle una casa a la presidencia, para la obra de la presidencia, de recibir revelaciones; y para la obra del ministerio de la presidencia en todas las cosas pertenecientes a la iglesia y al reino.”
El Señor ordena que se construya una casa sagrada donde la presidencia pueda recibir revelaciones y administrar la Iglesia. Este versículo enfatiza la importancia de los lugares santos dedicados al Señor y Su obra. También destaca que la revelación continua es fundamental para la dirección de la Iglesia.

“Conságreseme el primer solar hacia el sur”
El Señor establece que el primer solar debe ser consagrado para construir una casa dedicada a Su obra. La palabra “conságrese” enfatiza que este lugar no será un edificio común, sino uno apartado para propósitos santos. La consagración implica que los recursos, tiempo y esfuerzos dedicados a esta obra están al servicio del Señor y Su reino.
Doctrina y Convenios 88:119: “Organizaos; preparad todo lo que fuere necesario; y estableced una casa… para que mi gloria repose sobre ella.” Presidente Russell M. Nelson: “Consagrar significa apartar lo mejor de nosotros para el Señor y Su obra. Es un acto de fe y devoción” (Conference Report, octubre de 2018).
La consagración del solar refleja la importancia de dedicar espacios físicos al Señor, mostrando que todo lo que construimos y hacemos debe estar alineado con Sus propósitos eternos.

“A fin de edificarle una casa a la presidencia”
Esta frase subraya que la construcción no es solo un esfuerzo físico, sino un acto espiritual destinado a facilitar la obra de la presidencia de la Iglesia. La presidencia tenía la responsabilidad de guiar a los santos bajo la dirección divina, y esta casa serviría como un centro para esa labor sagrada.
“Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.” Presidente Harold B. Lee: “Los líderes llamados por Dios requieren lugares santos donde puedan recibir Su guía y planificar Su obra” (Teachings of Harold B. Lee, p. 97).
El establecimiento de un lugar para la presidencia simboliza la centralidad de la revelación y la guía divina en la administración del Reino de Dios en la tierra.

“Para la obra de la presidencia, de recibir revelaciones”
El Señor destaca la necesidad de un lugar específico donde la presidencia pueda recibir revelaciones para guiar a la Iglesia. Esto refuerza la importancia de la revelación continua como un principio central en el evangelio restaurado. Este espacio sería un lugar de comunión con el Señor, un entorno donde Su espíritu pudiera estar presente para inspirar a Sus siervos.
Doctrina y Convenios 21:5: “Porque por vuestra obediencia a estas palabras serán desechadas las puertas del infierno.” Élder Jeffrey R. Holland: “La revelación continúa es el principio por el cual la Iglesia es guiada. Requiere lugares santos y corazones abiertos” (Conference Report, abril de 2007).
La frase nos enseña que los líderes de la Iglesia necesitan entornos propicios para recibir la dirección divina, asegurando que sus decisiones y enseñanzas estén alineadas con la voluntad del Señor.

“Y para la obra del ministerio de la presidencia en todas las cosas pertenecientes a la iglesia y al reino”
Esta frase amplía el propósito de la casa al incluir todas las responsabilidades administrativas y ministeriales de la presidencia. Desde enseñar y dirigir a los santos hasta tomar decisiones clave para el avance de la obra del Señor, este lugar sería un centro de actividad espiritual y administrativa.
Doctrina y Convenios 107:91-92: Los deberes del presidente de la Iglesia incluyen ser un “vidente, revelador y profeta” para guiar a los santos en justicia. Presidente Gordon B. Hinckley: “Los líderes de la Iglesia tienen una enorme responsabilidad de administrar el Reino de Dios con sabiduría y revelación” (Conference Report, octubre de 1995).
La casa para la presidencia simboliza que la obra de la Iglesia no es solo espiritual, sino que también requiere organización, planificación y administración bajo la dirección divina.

El versículo 3 de Doctrina y Convenios 94 revela principios fundamentales sobre la consagración, la revelación y la administración en la Iglesia. La construcción de una casa para la presidencia no solo tenía un propósito práctico, sino también un significado espiritual profundo: proporcionar un lugar donde la dirección divina pudiera guiar cada aspecto de la obra del Reino de Dios.
El presidente Russell M. Nelson explicó: “Los líderes necesitan lugares santos donde puedan buscar la guía del Señor para dirigir a Su pueblo. Estos espacios no son simplemente físicos, sino espirituales, donde Su presencia puede ser sentida” (Conference Report, abril de 2020).
En última instancia, este versículo nos enseña la importancia de dedicar nuestras mejores habilidades, recursos y tiempo al Señor, asegurándonos de que todo lo que construimos y organizamos esté centrado en Él y Su obra. La obediencia a estas instrucciones asegura la guía divina en la vida de la Iglesia y en la vida personal de los santos.


Versículos 6–9
Casey Paul Griffiths (Erudito SUD)


Estos versículos establecen el patrón de dedicar todos los edificios de la Iglesia—ya sean templos, capillas, escuelas u otro tipo de estructura—“conforme al orden del sacerdocio” (D. y C. 94:6). Más tarde, cuando se colocaron las piedras angulares del Templo de Nauvoo, José Smith explicó con mayor detalle lo que significaba el “orden del sacerdocio” en cuanto a establecer los cimientos de los templos:

“Si se llevara a cabo el orden estricto del Sacerdocio en la construcción de los templos, la primera piedra se colocaría en la esquina sureste por la Primera Presidencia de la Iglesia; la esquina suroeste se colocaría después, la tercera o noroeste en seguida, y la cuarta o noreste al final. La Primera Presidencia debe colocar la piedra angular del sureste, y dictar quiénes son las personas apropiadas para colocar las otras piedras angulares. Si se construye un templo a distancia y la Primera Presidencia no está presente, entonces el Quórum de los Doce Apóstoles son los que dictan el orden para ese templo; y en ausencia de los Doce, entonces la Presidencia de la Estaca colocará la piedra angular del sureste; el Sacerdocio de Melquisedec colocará las piedras angulares del lado este del templo, y el Sacerdocio Menor las del lado oeste.”

Más que profundizar en el simbolismo de cada detalle, debemos notar la importancia de los templos y la necesidad de involucrar a profetas y apóstoles en cada fase de su creación. Todo templo es dedicado y rededicado bajo la dirección de la Primera Presidencia y de los Doce. En nuestra época de edificación acelerada de templos, el gran crecimiento en el número de ellos ha hecho que en ocasiones la Primera Presidencia delegue la responsabilidad de dedicar templos a miembros del Quórum de los Doce. Por ejemplo, entre 1998 y 2000 se dedicaron más templos que en los 167 años anteriores. En un hecho sin precedentes, el 14 de noviembre de 1999, el presidente Gordon B. Hinckley dedicó el Templo de Halifax, Nueva Escocia, el mismo día que el presidente Boyd K. Packer dedicó el Templo de Regina, Saskatchewan. En todos los casos, las edificaciones construidas por la Iglesia, cualquiera que sea su propósito, se dedican a la obra del Señor.

Incluso un hogar puede considerarse un espacio sagrado que necesita ser dedicado. En el manual de la Iglesia publicado en 2020, la dedicación de un hogar se incluyó como una ordenanza del sacerdocio. El manual declara: “Los miembros de la Iglesia pueden hacer que sus hogares sean dedicados por la autoridad del Sacerdocio de Melquisedec. No es necesario que los hogares estén libres de deudas ni que sean propiedad del miembro para ser dedicados. A diferencia de los edificios de la Iglesia, los hogares no se consagran al Señor.” Si no hay un poseedor del Sacerdocio de Melquisedec en el hogar, la familia puede invitar a un amigo cercano, un familiar o un hermano ministrante para realizar la dedicación.


Versículo 8: “Y no consentiréis que ninguna cosa inmunda entre en ella; y mi gloria estará allí, y mi presencia estará allí.”
El Señor establece que la casa de la presidencia debe ser un lugar puro y santo. Su gloria y presencia solo estarán donde reine la pureza espiritual. Este principio es aplicable no solo a los edificios físicos, sino también a nuestras vidas y hogares.

“Y no consentiréis que ninguna cosa inmunda entre en ella”
El Señor establece que la pureza es esencial en cualquier lugar dedicado a Su obra. El término “cosa inmunda” puede interpretarse tanto en un sentido físico como espiritual, indicando que el edificio debe mantenerse libre de comportamientos, influencias o prácticas contrarias a los principios de santidad. Esto refleja el carácter sagrado de los lugares consagrados al Señor.
Salmos 24:3-4: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón.” Élder David A. Bednar: “El Señor no puede habitar en lugares que no sean puros; la pureza es el estándar divino para recibir Su presencia” (Conference Report, octubre de 2007).
Este mandato subraya la importancia de la santidad en todo lo que se consagra al Señor. Mantener la pureza espiritual en los lugares dedicados a Su obra permite que Su Espíritu habite y que Su propósito se cumpla.

“Y mi gloria estará allí”
El Señor promete que Su gloria, que representa Su poder, luz y perfección, llenará el lugar si se mantiene puro. Esta promesa refleja la conexión entre la obediencia a Sus mandamientos y la manifestación de Su gloria en nuestras vidas y entornos. La presencia de Su gloria transforma un lugar común en un lugar sagrado.
Éxodo 40:34: “Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo.” Presidente Russell M. Nelson: “La gloria de Dios no solo ilumina un espacio físico, sino también nuestro corazón y nuestra mente” (Conference Report, octubre de 2018).
La gloria de Dios es el sello de aprobación divino sobre un lugar o persona que ha sido santificado y guardado en pureza. Esta gloria no solo es un signo de Su presencia, sino también de Su poder transformador.

“Y mi presencia estará allí”
La promesa de que la presencia de Dios habitará en el lugar establece el propósito principal de un edificio consagrado: ser un lugar donde Su Espíritu pueda morar. La presencia divina trae consuelo, revelación y guía, transformando el lugar en un refugio espiritual para quienes lo habitan o visitan.
Doctrina y Convenios 88:119: “Estableced una casa, sí, una casa de oración, una casa de ayuno, una casa de fe, una casa de aprendizaje… para que mi gloria repose sobre ella.” Élder Jeffrey R. Holland: “La presencia del Señor convierte cualquier lugar en un templo, un santuario donde podemos acercarnos más a Él” (Conference Report, abril de 2012).
La presencia de Dios en un lugar sagrado es el mayor testimonio de Su aceptación y aprobación. Este principio nos recuerda que la pureza y la dedicación son las llaves para atraer Su Espíritu a nuestras vidas y entornos.

El versículo 8 de Doctrina y Convenios 94 nos enseña que la pureza espiritual y física es esencial para que los lugares consagrados al Señor sean verdaderamente sagrados. La promesa de Su gloria y Su presencia nos motiva a mantener la santidad no solo en los edificios dedicados a Su obra, sino también en nuestras vidas y hogares.
El presidente Russell M. Nelson explicó: “La pureza invita al poder de Dios. En lugares santos y corazones limpios, Su presencia puede manifestarse y Su gloria puede llenar nuestras vidas” (Conference Report, abril de 2021).
En última instancia, este versículo nos recuerda que la preparación espiritual y la dedicación a la santidad son fundamentales para atraer la presencia divina. Así como los edificios consagrados requieren pureza, también nuestras vidas deben ser un espacio donde Su gloria pueda morar, permitiendo que Su poder y Su luz transformen todo lo que hacemos.


Versículo 9: “Mas si entrare allí alguna cosa inmunda, mi gloria no estará allí, ni mi presencia entrará en ella.”

“Mas si entrare allí alguna cosa inmunda”
El Señor establece un estándar claro para los lugares consagrados a Su obra: deben mantenerse puros y libres de cualquier cosa inmunda. Esto no solo se refiere a objetos físicos o prácticas externas, sino también a actitudes y comportamientos que no estén alineados con los principios del evangelio. La pureza es esencial para que un lugar sea digno de Su presencia.
1 Corintios 3:16-17: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él.” Élder David A. Bednar: “El Señor no puede habitar en lugares que no sean puros, ni puede Su Espíritu operar donde no se guarda la santidad” (Conference Report, abril de 2007).
La frase nos recuerda que cualquier lugar consagrado al Señor debe mantenerse en un estado de pureza espiritual y física. Esto incluye templos, capillas e incluso nuestros propios hogares y vidas.

“Mi gloria no estará allí”
El Señor advierte que Su gloria no puede habitar en un lugar que no sea puro. La gloria de Dios representa Su luz, Su poder y Su aprobación. La pérdida de Su gloria significa la ausencia de Su influencia divina, dejando un vacío espiritual. Esto subraya la relación directa entre la santidad de un lugar y la presencia de Su gloria.
Éxodo 40:34: “Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo.” Presidente Russell M. Nelson: “La gloria de Dios no solo ilumina un lugar físico, sino también los corazones y las mentes de aquellos que buscan Su presencia” (Conference Report, abril de 2019).
La ausencia de la gloria de Dios en un lugar consagrado nos enseña que Su presencia no es automática; depende de nuestra preparación y fidelidad para mantener la pureza requerida.

“Ni mi presencia entrará en ella”
El Señor afirma que no solo Su gloria, sino también Su presencia misma, estará ausente si el lugar no se mantiene puro. Esto indica que la pureza espiritual no es negociable para invitar al Señor a estar presente. Su presencia es el mayor privilegio que un lugar consagrado puede tener, ya que trae paz, guía y poder divino.
Doctrina y Convenios 88:119: “Estableced una casa… para que mi gloria repose sobre ella, y mi presencia esté allí.” Élder Jeffrey R. Holland: “Cuando el Señor promete Su presencia, Él promete Su guía, Su consuelo y Su poder para transformar vidas” (Conference Report, octubre de 2012).
La presencia del Señor no solo bendice un lugar, sino que también lo santifica. Perder esa presencia significa perder Su guía y Su influencia en nuestras vidas y en nuestras obras.

Este versículo nos enseña principios esenciales sobre la santidad y la pureza requeridas para invitar la presencia y la gloria de Dios. Este principio no solo aplica a edificios consagrados, como templos y capillas, sino también a nuestras propias vidas, ya que somos templos vivientes del Espíritu de Dios. La presencia divina depende de nuestra disposición para mantenernos puros y dignos de Su influencia.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “La pureza no es solo una condición física o espiritual, sino una invitación para que el Señor habite con nosotros. Su presencia trae poder, claridad y paz que no se pueden obtener de ninguna otra manera” (Conference Report, abril de 2021).
En última instancia, este versículo nos llama a reflexionar sobre cómo mantenemos la santidad en nuestras vidas y en los lugares donde adoramos al Señor. La promesa de Su gloria y presencia nos motiva a esforzarnos constantemente por vivir de manera digna y consagrada a Él.


Versículos 10–12
Casey Paul Griffiths (Erudito SUD)


El diseño de la “ciudad de la estaca de Sion” en Kirtland también reflejaba otra prioridad importante: la impresión de las Escrituras. José Smith completó su traducción de la Biblia en julio de 1833, aunque continuó revisándola durante el resto de su vida. El Señor designó la oficina de imprenta en Kirtland para la publicación de esta nueva traducción. Aunque la oficina de imprenta originalmente se planeó del mismo tamaño que el templo, unos meses después de dada esta revelación comenzó la construcción de un edificio más pequeño (de unos nueve por doce metros). El edificio, terminado en noviembre de 1834, fue inmediatamente aprovechado por los santos en Kirtland. En el primer piso se albergó la Escuela de los Profetas y en el piso superior se instaló la imprenta. Otras salas del edificio se usaron como oficinas para la Primera Presidencia y para otras funciones de la Iglesia.

Entre 1837 y 1838 ocurrió una grave apostasía en Kirtland, lo que obligó a José Smith a huir. Algunos de sus enemigos procuraron usar la oficina de imprenta y sus materiales para establecer una organización contraria a la obra del Profeta. Para frustrar a los apóstatas, que intentaban apoderarse del edificio, Lyman Sherman, un miembro de la Iglesia fiel a José Smith (véase D. y C. 108), prendió fuego a la oficina de imprenta. El edificio y su equipo fueron completamente destruidos en el incendio.


Versículo 10: “Y además, de cierto os digo, se me dedicará el segundo solar hacia el sur a fin de que se me edifique una casa para el trabajo de imprimir la traducción de mis Escrituras y cualquiera otra cosa que os mande.”
El Señor ordena la construcción de una casa destinada a la impresión de escrituras y otros materiales sagrados. Esto refleja la importancia de la difusión del evangelio mediante la palabra escrita y destaca el papel de las escrituras como una herramienta esencial para fortalecer la fe y enseñar la verdad.

“Y además, de cierto os digo”
La introducción con “de cierto os digo” resalta que lo que sigue es un mandamiento directo del Señor. Esta frase subraya la importancia divina de las instrucciones y establece que el esfuerzo de construir esta casa no es simplemente un proyecto humano, sino una tarea dirigida y aprobada por Dios.
Doctrina y Convenios 1:38: “Lo que digo a uno lo digo a todos; y mi voz será oída por todos los hombres.” Presidente Russell M. Nelson: “Cuando el Señor habla, sus instrucciones no son solo para una época, sino para todo momento en que necesitemos Su dirección” (Conference Report, abril de 2018).
La revelación directa del Señor enfatiza que esta obra es parte esencial del plan divino. Responde a una necesidad específica y establece un estándar para la obediencia inmediata.

“Se me dedicará el segundo solar hacia el sur”
El Señor ordena la consagración de un lugar específico para un propósito sagrado: construir una casa para Su obra. La dedicación de este solar subraya la necesidad de preparar tanto el espacio físico como los corazones de los santos para Su obra.
Doctrina y Convenios 88:119: “Organizaos; preparad todo lo que fuere necesario; y estableced una casa… para que mi gloria repose sobre ella.” Presidente Gordon B. Hinckley: “Todo lo que dedicamos al Señor, ya sea un edificio o nuestras vidas, debe hacerse con santidad y pureza” (Conference Report, octubre de 1991).
La dedicación de un lugar físico para el trabajo sagrado simboliza el compromiso de los santos con la obra del Señor. Cada paso en la preparación demuestra su disposición de poner los recursos temporales al servicio de un propósito eterno.

“A fin de que se me edifique una casa para el trabajo de imprimir la traducción de mis Escrituras”
El Señor revela que esta casa será destinada al trabajo de imprimir Su palabra, destacando la importancia de las Escrituras en la obra del evangelio. La frase “mis Escrituras” refleja que estas no son simples textos, sino la palabra revelada de Dios destinada a guiar a Sus hijos hacia la salvación.
2 Nefi 29:11: “Porque mando a todos los hombres… que escriban las palabras que yo les hable.” Presidente Ezra Taft Benson: “El poder de las Escrituras es una herramienta indispensable para la conversión y la retención espiritual” (Conference Report, abril de 1986).
El Señor señala que la impresión y distribución de las Escrituras es un aspecto fundamental de Su obra, ya que estas contienen la guía divina para Sus hijos en la tierra.

“Y cualquiera otra cosa que os mande”
Además de la impresión de las Escrituras, el Señor deja abierta la posibilidad de que esta casa se utilice para otros propósitos que Él determine. Esto resalta la naturaleza dinámica de la obra del evangelio y la necesidad de estar preparados para cumplir con todas las instrucciones divinas.
Doctrina y Convenios 84:85: “Ni os preocupéis de antemano por lo que habréis de decir; sino atesoraos continuamente las palabras de vida, y os será dado en la hora misma lo que habréis de decir.” Élder Neal A. Maxwell: “El Señor siempre está un paso adelante de nosotros en Su obra. Debemos estar listos para adaptarnos a Sus mandamientos actuales” (Conference Report, octubre de 1992).
Esta frase nos recuerda que la obra del Señor es continua y progresiva. El diseño inicial puede ampliarse según Su voluntad, exigiendo flexibilidad y disposición de Su pueblo para cumplir con cualquier nueva asignación.

El versículo 10 de Doctrina y Convenios 94 destaca la importancia de la preparación y la dedicación de recursos específicos para cumplir con la obra del Señor. La construcción de una casa para la impresión de las Escrituras y otros propósitos sagrados resalta que la palabra escrita es una herramienta fundamental en la difusión del evangelio. Este mandamiento también muestra la necesidad de seguir la dirección del Señor en cada aspecto de Su obra, reconociendo que todo esfuerzo consagrado al Señor contribuye a Su propósito eterno.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Cada tarea en la obra del Señor, ya sea construir templos, publicar Escrituras o enseñar a Sus hijos, es esencial para Su plan divino. Todas estas labores requieren dedicación, preparación y fidelidad” (Conference Report, abril de 2020).
En última instancia, este versículo nos inspira a consagrar nuestros esfuerzos y recursos al Señor, confiando en que Su dirección nos guiará a cumplir Su obra de manera eficaz y espiritual.


Versículos 13–17
Casey Paul Griffiths (Erudito SUD)


La construcción del Templo de Kirtland agotó los ya limitados recursos de los santos, y no pudieron edificar la casa de la Presidencia (versículo 3) ni la casa para imprimir las Escrituras (versículo 10). Un edificio más pequeño albergó ambas funciones hasta que fue destruido en 1838. Sin embargo, las tres prioridades asociadas con estas casas se reflejan en las ciudades de Sion edificadas más adelante por los santos.

En la sede central de la Iglesia hoy en día existen tres edificios que corresponden a ese mismo patrón: un templo del Señor (el Templo de Salt Lake), una casa para la Presidencia (el Edificio de la Administración de la Iglesia), y una casa para la impresión de las Escrituras (el Edificio de Oficinas de la Iglesia).

Cada uno de estos edificios ha evolucionado más allá de su uso original previsto en la ciudad de la estaca de Sion en Kirtland. El templo del Señor ahora alberga las ordenanzas sagradas que son posibles gracias a las llaves recibidas en el Templo de Kirtland. El Edificio de la Administración de la Iglesia actualmente contiene las oficinas no solo de la Primera Presidencia, sino también del Quórum de los Doce Apóstoles y de muchos otros oficiales generales de la Iglesia. Finalmente, no solamente en el Edificio de Oficinas de la Iglesia, sino también en numerosas instalaciones alrededor del mundo, se imprimen, graban y distribuyen las Escrituras de maneras que los santos de Kirtland jamás habrían imaginado.


Versículo 15: Para que hagan la obra que les he señalado, de formar un comité para construir mis casas, de acuerdo con el mandamiento que yo, Dios el Señor, os he dado.”
El Señor designa un comité compuesto por Hyrum Smith, Reynolds Cahoon y Jared Carter para supervisar la construcción de estas casas sagradas. Este versículo subraya la importancia de la organización y la delegación en la obra del Señor. El trabajo colaborativo bajo dirección divina es esencial para cumplir Su propósito.

“Para que hagan la obra que les he señalado”
El Señor especifica que la obra que está asignando no es un esfuerzo aleatorio, sino una tarea divinamente designada. Esto subraya que toda labor en Su obra tiene un propósito eterno y está dirigida por revelación. Los llamados individuales están alineados con el plan de Dios y contribuyen al avance de Su Reino.
Doctrina y Convenios 88:80: “Para que os preparéis a cumplir con todo cuanto os he enviado.” Presidente Thomas S. Monson: “Cuando el Señor asigna una tarea, también proporciona los medios para llevarla a cabo” (Conference Report, abril de 2009).
Este mandato enseña que el trabajo en el Reino de Dios no es improvisado; cada tarea asignada tiene un propósito divino que contribuye al progreso espiritual colectivo e individual.

“De formar un comité para construir mis casas”
La formación de un comité para construir las casas del Señor refleja la organización y el orden que caracteriza Su obra. El Señor delega responsabilidades específicas a grupos e individuos para cumplir con Sus propósitos, mostrando que Su obra es tanto colaborativa como estructurada.
Doctrina y Convenios 104:11: “Es prudente que sean mayordomos fieles y sabios.” Presidente Gordon B. Hinckley: “El trabajo en equipo y la colaboración son esenciales para lograr grandes cosas en la obra del Señor” (Conference Report, octubre de 1998).
La instrucción de formar un comité subraya que la obra del Señor requiere cooperación, planificación y unidad. Este principio es fundamental en la administración de Su Reino.

“Para construir mis casas”
El uso de “mis casas” enfatiza que estas edificaciones son del Señor y están dedicadas a Su obra. Esto eleva el propósito de la construcción a un nivel espiritual, no solo funcional, resaltando que estos edificios son herramientas para la exaltación de Sus hijos y para avanzar Su evangelio en la tierra.
Éxodo 25:8: “Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos.” El Presidente Russell M. Nelson: “Las casas del Señor son lugares donde aprendemos de Él y recibimos Su guía divina” (Conference Report, abril de 2021).
La construcción de casas dedicadas al Señor nos recuerda que todo lo que se edifica en Su nombre tiene un propósito eterno, y que estos lugares son sagrados, diseñados para atraer Su presencia.

“De acuerdo con el mandamiento que yo, Dios el Señor, os he dado”
El Señor deja claro que este mandato no es opcional; es Su voluntad revelada. Esto resalta la importancia de la obediencia en la realización de Su obra. Además, refuerza que la construcción de estas casas no debe ser según ideas humanas, sino siguiendo Su dirección específica.
Doctrina y Convenios 58:21: “Sea por mi propia voz o por la voz de mis siervos, es lo mismo.” Élder Neal A. Maxwell: “La obediencia a los mandamientos del Señor siempre trae bendiciones, especialmente cuando Su obra está en juego” (Conference Report, abril de 1997).
Esta frase enfatiza que la obra del Señor debe realizarse exactamente como Él la instruye. La obediencia a Sus mandamientos asegura que Su propósito se cumpla plenamente.

El versículo 15 de Doctrina y Convenios 94 subraya varios principios fundamentales del evangelio: Cada tarea en la obra del Señor es dirigida por revelación y tiene un propósito eterno. La obra del Reino de Dios requiere planificación y trabajo en equipo bajo dirección divina. Los lugares consagrados al Señor deben ser edificados con reverencia, obediencia y un propósito espiritual claro.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “En el Reino de Dios, cada tarea importa, y cada esfuerzo dirigido por el Señor tiene un propósito eterno. Cuando seguimos Su dirección, edificamos algo mucho más grande que nosotros mismos” (Conference Report, octubre de 2020).
En última instancia, este versículo nos invita a reflexionar sobre cómo podemos contribuir a la obra del Señor en nuestras propias vidas, obedeciendo Sus mandamientos y trabajando en unidad con otros para edificar Su Reino en la tierra.

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