Doctrina y Convenios Sección 96

Doctrina y Convenios
Sección 96


Contexto histórico y trasfondo

Breve resumen por Steven C. Harper

Leer la sección 96 es como entrar en una conversación interesante que ya está en marcha. Uno se esfuerza por ponerse al día, por entender lo que se dice, pero se da cuenta de que se ha perdido tanto que no logra captar el sentido completo. En tales casos, sería útil poder ponerse al corriente de las partes anteriores de la conversación. Esas partes son las secciones 42, 72, 78 y 82. Dichas secciones revelan la ley de consagración y establecen una organización (de líderes de la Iglesia) llamada la United Firm para ser fideicomisarios de las propiedades de la Iglesia, administrar los almacenes y aliviar la pobreza.

Los miembros de la Firm y otros planearon en la primavera de 1833 adquirir varias granjas en el área de Kirtland, Ohio, en especial una granja y una taberna de ladrillo propiedad de un colono temprano llamado Peter French. Los santos esperaban edificar una estaca de Sion alrededor de la Casa del Señor, la cual tenían la intención de construir en la granja de French. Enviaron un comité para preguntar a los dueños de las granjas en qué condiciones estarían dispuestos a vender. El comité regresó con la noticia de que las granjas estaban disponibles, y el consejo decidió comprarlas, nombró agentes para negociar la venta y llamó a los élderes que estaban en la escuela para que salieran a recaudar fondos entre los santos. Los fondos se reunieron y las granjas fueron compradas, lo que llevó a otro consejo el 4 de junio. En ese consejo hubo desacuerdo sobre quién debía administrar la granja de French, “pero todos estuvieron de acuerdo en consultar al Señor”.

El Señor respondió que Newel Whitney, el obispo en Kirtland, debía “hacerse cargo del lugar” como buen mayordomo. El Señor, sin embargo, es el dueño del “lugar… sobre el cual tengo el designio de edificar mi casa santa” (DyC 96:2). Comienza la revelación declarando la razón para comprar la granja: “Conviene en mí que esta estaca que he puesto para la fortaleza de Sion sea fortalecida” (v. 1). El Señor instruye al obispo y a otros sobre cómo actuar respecto a la tierra, dividiéndola entre los santos y utilizando las ganancias para financiar la United Firm, llamada el “orden” en los versículos 4 y 8, pero “la Firm” en los manuscritos antiguos (véanse las secciones 70, 78, 82 y 92). El Señor dice que John Johnson “debe llegar a ser miembro del orden” y usar sus recursos financieros y habilidades para pagar las deudas de la Iglesia (DyC 96:8).

El obispo Whitney se convirtió en mayordomo de la granja y actuó conforme a las instrucciones de la revelación al dividirla y financiar las publicaciones de la Iglesia con las ganancias. John Johnson se trasladó de Hiram a Kirtland, se unió a la United Firm, se convirtió en mayordomo de la taberna e intentó obedecer la revelación pagando las deudas de la Firm.

Contexto adicional por Casey Paul Griffiths

En una conferencia de sumos sacerdotes realizada en la tienda de Newel K. Whitney en Kirtland, Ohio, el 23 de marzo de 1833, los asistentes hablaron sobre la adquisición de más tierras para dar cabida al crecimiento de la Iglesia en el área de Kirtland. Durante la reunión se consideraron varias granjas, siendo la más grande la de Peter French, de 103 acres. Se informó en la reunión que “Peter French vendería su granja por cinco mil dólares”.

Unos meses después, algunos todavía no estaban de acuerdo en quién debía hacerse cargo de las propiedades que la Iglesia había comprado, por lo que se celebró otra conferencia. El acta de la conferencia señala:

“Una conferencia de sumos sacerdotes se reunió en Kirtland el 4 de junio de 1833, en la sala de traducción, y tomó en consideración cómo debía disponerse de la granja de French; el concilio no pudo ponerse de acuerdo sobre quién debía encargarse de ella, pero todos acordaron consultar al Señor; en consecuencia, recibimos una revelación que decidió que el h[ermano] N[ewel] K. Whitney debía hacerse cargo de ella y también que el hermano John Johnson fuese admitido como miembro de la United Firm; en consecuencia, fue ordenado al sumo sacerdocio y admitido.”

La Iglesia compró la granja y, en los años siguientes, se convirtió en el lugar donde se construyeron muchas casas y edificios comunitarios, entre ellos una nueva escuela y el Templo de Kirtland.


Doctrina y Convenios 96:1


Cada estaca de Sion debe ser un lugar de fortaleza espiritual. Es el lugar donde trabajamos para beneficiar y bendecir a aquellos que están buscando sinceramente una herencia celestial (D. y C. 96:3). Es un lugar donde el evangelio se enseña tanto por precepto como por ejemplo, un lugar desde donde se envían misioneros para predicar la verdad a un mundo que se oscurece y que necesita desesperadamente la luz del evangelio (D. y C. 96:4). Es un lugar donde nuestros corazones se humillan y nuestros espíritus se aquietan al madurar en el evangelio y servir voluntariamente en el reino (D. y C. 96:5).

Gran fortaleza se halla en las estacas de Sion. Sin embargo, la fortaleza de cualquier estaca o barrio depende completamente de la rectitud personal de sus miembros. Sion puede hallarse en cualquier parte del mundo—al norte o al sur, al este o al oeste. Contribuimos con nuestra parte al todo al aprender y vivir la verdad, servir a los demás y acercarnos al Señor con un corazón íntegro.

Doctrina y Convenios 96:1 y los versículos que lo siguen ofrecen un modelo inspirador del propósito y la función de las estacas de Sion en los últimos días. La imagen de la estaca no es solo administrativa, sino profundamente simbólica y espiritual. Así como una tienda necesita estacas fuertes para mantenerse firme (Isaías 54:2), el Reino de Dios en la tierra se sostiene por estacas firmes y consagradas.

Cada estaca debe ser:

  • Un refugio espiritual para quienes buscan una herencia celestial.
  • Un centro de enseñanza y ejemplo, donde el evangelio no solo se predique, sino que se viva.
  • Un punto de envío de la verdad al mundo, mediante el servicio misional.
  • Un lugar de maduración espiritual, donde los corazones se ablanden y los santos se fortalezcan mediante el servicio.

Pero todo esto depende de una verdad central: la fuerza de la estaca es la rectitud de sus miembros. No es la organización lo que define su poder, sino la conversión personal, el servicio desinteresado y la consagración de quienes la componen.

Doctrina y Convenios 96:1 nos recuerda que cada uno de nosotros es responsable de construir y sostener Sion donde estemos. Las estacas son más que límites geográficos: son comunidades de fe y fidelidad, donde la verdad florece y se comparte con poder.

Sion puede encontrarse en cualquier lugar del mundo si hay corazones sinceros, discípulos obedientes y santos dispuestos a vivir el evangelio plenamente. Nuestra contribución individual—por pequeña que parezca—es vital para la fortaleza del conjunto.

Al vivir con propósito, servir con amor y consagrarnos al Señor, convertimos nuestros barrios y estacas en verdaderos faros de luz, esperanza y redención. Así, edificamos Sion en preparación para el regreso glorioso de su Rey.


Versículos 1–5
Casey Paul Griffiths (Erudito SUD)


En este tiempo solo había dos estacas en la Iglesia, una en Ohio y otra en Misuri. Edward Partridge fue designado para servir como obispo en Misuri (DyC 58:14–17), mientras que Newel K. Whitney servía como obispo en Ohio (DyC 72:7–8). La asignación del obispo Whitney de hacerse cargo de la tierra mencionada en los versículos 2 y 3 es una indicación temprana del papel que con el tiempo llegaría a cumplir el Obispado Presidente dentro de la Iglesia. La función del Obispado Presidente se explica con más detalle en Doctrina y Convenios 107, donde se enseña que “el oficio del obispo es administrar en todas las cosas temporales” (DyC 107:68).

Hoy en día, el Obispado Presidente toma la delantera en supervisar los asuntos temporales de la Iglesia, incluyendo la construcción de templos. Algunas de las funciones que cumple el Obispado Presidente incluyen “participación en la recepción, distribución y rendición de cuentas de los diezmos, ofrendas y contribuciones de los miembros; la administración de programas para ayudar a los pobres y necesitados; el diseño, construcción y mantenimiento de los lugares de adoración; y la auditoría y transferencia de los registros de membresía. Los hombres elegidos como Obispos Presidentes han sido reconocidos tanto por sus habilidades de negocios y administración como por su compromiso religioso”.


En los primeros días de la restauración, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días estaba apenas comenzando a expandirse, con solo dos estacas establecidas: una en Ohio y otra en Misuri. En este contexto, el Señor comienza a instruir a los líderes de la Iglesia, como Newel K. Whitney, para que asuman responsabilidades cruciales para el crecimiento de la obra. En estos versículos, el Señor revela la necesidad de comprar tierras, especialmente la granja de Peter French, para fortalecer la base de la futura Sión.

El versículo 1 muestra cómo el Señor tiene un propósito específico para la tierra que se va a comprar. Al decir que la compra es «conveniente» para el fortalecimiento de la estaca, el Señor deja claro que todo debe hacerse según su voluntad, no solo por razones prácticas o económicas, sino con el objetivo divino de edificar Su Casa en esa tierra. La posesión de esta tierra es una preparación para los futuros templos y la edificación de una comunidad de fe fuerte y organizada.

El versículo 2 es clave al señalar que Newel K. Whitney, el obispo en Ohio, se encargaría de la tierra. Esta asignación anticipa el papel del Obispado Presidente en la Iglesia. El obispo no solo actúa como líder espiritual, sino también como administrador de los asuntos temporales de la Iglesia, guiando la distribución de recursos y gestionando propiedades. Este principio de que los obispos tienen una responsabilidad en lo temporal, como administradores de los bienes de la Iglesia, sigue siendo relevante hoy en día.

En los versículos 3 y 4, se menciona que el objetivo es dividir la tierra entre los santos y que los ingresos se usen para el beneficio de la United Firm, que es una organización que ayudaría a financiar las obras de la Iglesia. Este principio de consagración, en el que los recursos personales se ponen al servicio de la causa del Señor, es central en la doctrina y la práctica de la Iglesia. A través de la United Firm, los líderes de la Iglesia serían responsables de administrar de manera justa y sabia los bienes para aliviar la pobreza y promover la edificación del reino de Dios.

Hoy en día, los principios expresados en estos versículos siguen siendo fundamentales en la forma en que los líderes de la Iglesia gestionan los bienes temporales de la misma. El Obispado Presidente, al igual que Newel K. Whitney en este caso, sigue siendo responsable de las decisiones administrativas que afectan tanto a la congregación como a la misión global de la Iglesia. La consagración de recursos, no solo financieros sino también del tiempo y los talentos, es una práctica que todos los miembros de la Iglesia están llamados a seguir en su vida diaria.

Este pasaje también enseña sobre la importancia de actuar bajo la dirección divina, no solo en los asuntos espirituales, sino también en los temporales. La administración sabia de los recursos y el trabajo en unidad son esenciales para el avance del Reino de Dios. El obispo, como mayordomo de los bienes de la Iglesia, no es solo un líder terrenal, sino un siervo llamado a cumplir la voluntad del Señor en todas las áreas de la vida.

Al igual que en los primeros días de la Iglesia, cada miembro tiene un papel en la obra de edificar Sion y preparar el terreno para la llegada del templo. A través de la consagración de nuestros recursos y esfuerzos, podemos participar en la construcción del reino de Dios en la tierra.


Versículo 1: “He aquí, os digo, os muestro sabiduría para que sepáis cómo obrar concerniente a este asunto, porque me es conveniente que se fortalezca esta estaca que he establecido para la fuerza de Sion.”
Este versículo establece la importancia de Kirtland como una estaca de Sion y un punto de anclaje espiritual para la Iglesia. Fortalecer esta comunidad no solo significaba cuidar de las necesidades temporales, sino también preparar a los santos para cumplir su misión espiritual. Es un recordatorio de que el progreso material y el espiritual están entrelazados.

“He aquí, os digo, os muestro sabiduría para que sepáis cómo obrar concerniente a este asunto”
El Señor introduce el versículo afirmando que la sabiduría que está a punto de impartir tiene un propósito práctico: ayudar a los santos a saber cómo actuar en un asunto específico. Esto refleja que el Señor no solo guía en cuestiones espirituales, sino también en decisiones temporales que afectan a la comunidad. Este principio se relaciona con Doctrina y Convenios 1:24, donde se declara que las revelaciones del Señor son dadas “según el lenguaje de los hombres” para que puedan entenderlas.
El presidente Harold B. Lee enseñó: “El Señor nunca nos pedirá que hagamos algo sin darnos la sabiduría y el poder para lograrlo. Su guía siempre está disponible si nos volvemos a Él con fe.” (Discursos, Ensign, enero de 1974).
El Señor muestra Su interés constante en guiar a Sus hijos incluso en asuntos temporales, reconociendo la importancia de estas decisiones para el progreso espiritual y físico de Su obra.

“Porque me es conveniente que se fortalezca esta estaca que he establecido”
El concepto de estaca en la Iglesia tiene raíces en Isaías 54:2, donde se menciona la expansión de las “estacas de la tienda”. Las estacas de Sion son centros de fortaleza espiritual y temporal que sirven para unir a los santos y promover el evangelio. Este versículo subraya que fortalecer las estacas es una prioridad para el Señor, lo que implica organización, autosuficiencia y compromiso por parte de los miembros.
El élder D. Todd Christofferson declaró: “Una estaca de Sion es una expresión de la Iglesia del Señor en una región específica. Su propósito es invitar a todos a venir a Cristo, ofrecerles el Evangelio y prepararlos para recibir el Salvador en Su regreso.” (“¿Qué es una estaca de Sion?”, Liahona, noviembre de 2021).
El fortalecimiento de las estacas no solo beneficia a los santos que viven en ellas, sino que también refleja la preparación global de Sion para recibir al Salvador.

“Para la fuerza de Sion”
El fortalecimiento de una estaca se vincula directamente con la fuerza de Sion como un todo. En términos doctrinales, Sion no es solo un lugar físico, sino una condición espiritual donde los santos son “uno en corazón y voluntad” (Moisés 7:18). La unidad, la autosuficiencia y la rectitud de cada estaca contribuyen al cumplimiento de este ideal.
El presidente Gordon B. Hinckley enseñó: “Fortalecer Sion significa fortalecer a cada miembro individual y cada familia. Cuando trabajamos juntos y somos autosuficientes, estamos edificando el reino de Dios en la tierra.” (“Fortaleced Sion”, Conferencia General, abril de 1991).
El énfasis en la fuerza de Sion como meta final muestra que cada esfuerzo local tiene un impacto eterno. Cada acción individual o comunitaria en una estaca contribuye al progreso global del reino de Dios.

El versículo 1 establece principios clave que subrayan la interacción entre lo temporal y lo espiritual en la obra del Señor. A través de Su sabiduría, el Señor guía a los líderes y miembros a tomar decisiones que no solo benefician a la comunidad inmediata, sino que también fortalecen a Sion en su totalidad. Este proceso requiere unidad, fe y una visión eterna.

Al aplicar este versículo, los miembros pueden reflexionar sobre cómo sus decisiones cotidianas, incluso en asuntos temporales, contribuyen a la edificación del reino de Dios. Tal como enseñaron los profetas, cuando seguimos la guía del Señor en asuntos grandes o pequeños, ayudamos a cumplir Su propósito eterno.


Versículo 3: “Y además, divídase en solares, según fuere prudente, para el beneficio de los que buscan heredades, conforme a lo que determinéis entre vosotros en concilio.”
Este versículo resalta la importancia de la planificación ordenada en la administración de los recursos. La instrucción de dividir los terrenos demuestra cómo los principios de prudencia y unidad pueden guiar decisiones temporales en beneficio colectivo. También muestra que los consejos son fundamentales en la toma de decisiones dentro de la Iglesia.

“Y además, divídase en solares, según fuere prudente”
Esta frase resalta la importancia de la prudencia en la administración de los recursos materiales de la Iglesia. La prudencia implica actuar con sensatez, previsión y responsabilidad. El Señor delega en los líderes locales la tarea de administrar las tierras, enfatizando el principio de mayordomía. Esto se alinea con Doctrina y Convenios 104:11-13, donde se enseña que las propiedades se manejan como una forma de cumplir con los propósitos divinos.
El élder D. Todd Christofferson enseñó: “La administración implica la sagrada responsabilidad de cuidar los recursos temporales y espirituales que el Señor nos confía. Esto requiere sabiduría y prudencia, tanto para las necesidades presentes como para las futuras.” (“Venid a mí y no os detengáis”, Conferencia General, octubre de 2017).
El Señor enseña a Sus santos a ser administradores responsables, reconociendo que los recursos materiales no son fines en sí mismos, sino medios para fortalecer a los individuos y la comunidad en Sion.

“Para el beneficio de los que buscan heredades”
Esta frase subraya el principio de que los recursos materiales deben ser utilizados para el beneficio de las personas y no para el enriquecimiento individual. Aquellos que buscan heredades representan a los santos que desean un lugar en Sion, tanto temporal como espiritualmente. Este principio refleja el amor por el prójimo y la equidad, como enseñó el Salvador en Lucas 12:15, al advertir contra el egoísmo y la acumulación.
El presidente Gordon B. Hinckley declaró: “El bienestar del individuo y la familia siempre debe ser el foco central de nuestros esfuerzos. El propósito de nuestros recursos es elevar y fortalecer a quienes los necesiten.” (“El espíritu de generosidad”, Conferencia General, abril de 1996).
Este mandato muestra que el bienestar colectivo está en el corazón de la obra del Señor, recordándonos que debemos usar los recursos con el propósito de bendecir la vida de quienes nos rodean.

“Conforme a lo que determinéis entre vosotros en concilio”
El Señor establece aquí el principio de la toma de decisiones en concilio, lo que asegura que las decisiones sean guiadas por la revelación y la sabiduría colectiva de los líderes. El modelo de concilio tiene sus raíces en la época apostólica, como se ve en Hechos 15:6-28, cuando los apóstoles deliberaron sobre asuntos doctrinales. Este principio también está enfatizado en Doctrina y Convenios 107:27-30, donde se instruye que todas las decisiones importantes deben tomarse por unanimidad en los consejos de la Iglesia.
El presidente M. Russell Ballard enseñó: “El modelo de consejo nos permite buscar el consenso bajo la guía del Espíritu Santo, asegurándonos de que las decisiones se tomen de manera justa y equitativa.” (“Consejos del sacerdocio: Un modelo inspirado”, Liahona, noviembre de 1993).
El modelo de concilio asegura que las decisiones sean tomadas con justicia, humildad y dirección divina, evitando el abuso de poder y promoviendo la unidad.

El versículo 3 destaca principios eternos relacionados con la mayordomía, la equidad y el liderazgo en unidad. El mandato del Señor de dividir las tierras de manera prudente y bajo la dirección de un concilio enfatiza que los recursos de la Iglesia son herramientas sagradas que deben ser administradas sabiamente para bendecir a los santos.

Este versículo también resalta la importancia de trabajar en comunidad y de tomar decisiones que reflejen el amor cristiano y el propósito de edificar Sion. Al actuar con prudencia y siguiendo los principios divinos, los líderes y los miembros pueden asegurarse de que sus esfuerzos temporales cumplan con los objetivos espirituales establecidos por el Señor.


Versículo 5: “Porque he aquí, de cierto os digo, esto es lo que me es más conveniente, que salga mi palabra a los hijos de los hombres con objeto de sojuzgar sus corazones para vuestro bien. Así sea. Amén.”
Este versículo pone de manifiesto el propósito último de cualquier esfuerzo temporal en la Iglesia: la proclamación del evangelio. Los recursos y propiedades materiales no tienen valor en sí mismos, sino como medios para llevar la palabra de Dios y tocar los corazones de las personas, ayudándoles a acercarse a Él.

“Porque he aquí, de cierto os digo, esto es lo que me es más conveniente”
Esta frase resalta que el Señor tiene un propósito divino y superior en todo lo que manda. Lo que es “más conveniente” refleja Su sabiduría infinita para guiar a Sus hijos hacia Su plan eterno. En Isaías 55:8-9, se nos recuerda que los pensamientos y caminos del Señor son más altos que los nuestros, lo que nos invita a confiar plenamente en Su dirección.
El presidente Thomas S. Monson enseñó: “El Señor nos conoce y sabe lo que es mejor para nosotros. Cuando seguimos Su guía, incluso si no comprendemos plenamente, recibiremos Sus bendiciones.” (“Confía en el Señor”, Conferencia General, octubre de 2010).
El mandato del Señor no siempre es inmediatamente claro para quienes lo reciben, pero Su sabiduría y perspectiva eterna aseguran que todo lo que Él ordena está orientado hacia el bienestar eterno de Sus hijos y el avance de Su obra.

“Que salga mi palabra a los hijos de los hombres”
El propósito central de esta instrucción es la difusión de la palabra de Dios. La proclamación del evangelio es un mandato esencial de la Iglesia y un medio para llevar esperanza, verdad y salvación a toda la humanidad. Esto se refleja en Doctrina y Convenios 1:4, que enseña que la voz del Señor debe ser oída “en todo pueblo”.
El élder David A. Bednar declaró: “La palabra de Dios tiene el poder para cambiar corazones y fortalecer a los individuos y familias. Proclamar el evangelio es un acto de amor y obediencia hacia nuestro Salvador.” (“Vayan adelante con fe”, Conferencia General, abril de 2015).
El Señor establece que Su palabra debe salir para alcanzar a todas las personas, recordándonos la importancia de participar activamente en la obra misional y de compartir el evangelio con amor y sinceridad.

“Con objeto de sojuzgar sus corazones”
“Sojuzgar sus corazones” implica someter los corazones de las personas a la voluntad de Dios mediante la influencia del Espíritu Santo. Esto no se logra por imposición, sino al invitar a las personas a sentir el poder del evangelio y a ejercer su albedrío para aceptar la palabra de Dios. Este principio se refleja en Helamán 3:29-30, donde se describe cómo la palabra de Dios lleva a los hombres a aferrarse a la barra de hierro y alcanzar la salvación.
El presidente Ezra Taft Benson enseñó: “La palabra de Dios tiene un impacto más grande en los corazones de los hombres que cualquier otra cosa. Cambia la naturaleza humana y nos conduce a Cristo.” (“La palabra de Dios”, Conferencia General, abril de 1986).
El Señor nos recuerda que Su palabra tiene el poder de transformar corazones al inspirar a las personas a vivir de acuerdo con Sus mandamientos y al prepararlas para recibir Sus bendiciones.

“Para vuestro bien”
El propósito final de la obra del Señor es el bienestar eterno de Sus hijos. En Moisés 1:39, el Señor declara: “Esta es mi obra y mi gloria: llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre.” El énfasis en “vuestro bien” muestra que incluso las instrucciones que parecen orientadas hacia los demás (como la proclamación del evangelio) también bendicen a quienes participan activamente en ellas.
El presidente Russell M. Nelson afirmó: “Cuando compartimos el evangelio, no solo ayudamos a otros, sino que también fortalecemos nuestra fe y nos acercamos más al Señor.” (“El gozo de compartir el evangelio”, Conferencia General, octubre de 2016).
El acto de llevar la palabra del Señor a los demás no solo transforma las vidas de quienes la reciben, sino que también bendice a quienes la proclaman, aumentando su fe, amor y conexión con el Salvador.

El versículo 5 destaca el propósito divino de llevar la palabra de Dios a todos los hijos de los hombres. Este proceso no solo transforma corazones y los somete a la voluntad de Dios mediante el albedrío y el poder del Espíritu, sino que también bendice a quienes participan en esta obra, preparándolos para la vida eterna.

El mandato del Señor en este versículo resalta la centralidad de la obra misional en Su plan eterno. Al proclamar el evangelio, los miembros no solo se convierten en instrumentos en Sus manos, sino que también experimentan el poder transformador del evangelio en sus propias vidas, reflejando la promesa de que todo lo que hacemos en Su obra es “para nuestro bien”.


Versículos 6–9
Casey Paul Griffiths (Erudito SUD)


Aquí se destaca a John Johnson por su fidelidad, y José Smith recibe la instrucción de hacerlo parte de la United Firm o Orden Unida. Debido a su generosidad, Johnson ya era una figura clave en varios eventos importantes de la historia de la Iglesia. La conferencia en la que se discutió la publicación de las revelaciones de José Smith se llevó a cabo en su casa en Hiram, Ohio. José Smith y Sidney Rigdon pasaron gran parte del invierno de 1831–32 alojados con la familia Johnson, trabajando en la nueva traducción de la Biblia. En la casa de los Johnson, en febrero de 1832, José y Sidney recibieron la visión de los tres grados de gloria. Más tarde, José y Sidney fueron embreados y emplumados por una turba enojada que arrastró al Profeta fuera de la casa de los Johnson. Durante el ataque, Johnson, armado solo con un garrote, se lanzó valientemente en medio de la multitud que agredía a Sidney. En el forcejeo, Johnson fue derribado y se fracturó la clavícula. Posteriormente recibió una bendición de David Whitmer y se recuperó.

Tiempo después, Johnson se trasladó a Kirtland y abrió una posada cerca de la tienda de Newel K. Whitney. En esa posada exhibía las momias y los papiros comprados a Michael Chandler y relacionados con el Libro de Abraham. Dos de los hijos de Johnson, Luke y Lyman, fueron escogidos como miembros del Quórum original de los Doce Apóstoles. Johnson también sirvió como miembro del sumo consejo de Kirtland cuando este se organizó en febrero de 1834.

Lamentablemente, Johnson y sus hijos se desilusionaron de la Iglesia durante la apostasía de Kirtland en 1837–38. Johnson se apartó de la Iglesia y murió en Kirtland en 1843. Lyman Johnson, que era apóstol, también se apartó en ese tiempo y nunca regresó. Uno de los hijos de la familia Johnson, Luke, sí regresó a la Iglesia, aunque nunca volvió a formar parte del Quórum de los Doce. La esposa de Johnson, Elsa, se retiró de la comunión con la Iglesia en 1838, pero vivió cerca de su hija Emily, quien siguió congregándose con los santos que permanecieron en Kirtland. Después de la muerte de Emily en 1855, Elsa y sus hijos sobrevivientes viajaron de Kirtland a Iowa. Elsa falleció en Iowa mientras se dirigía al Oeste. La hija mayor de los Johnson, también llamada Elsa, permaneció en la Iglesia y falleció en Nauvoo. Otra hija, Nancy Marinda Hyde, siguió fiel en la Iglesia; viajó a Salt Lake City, donde se mantuvo firme hasta su muerte en 1886.


En estos versículos, el Señor revela detalles sobre las personas a quienes se les encomienda el manejo de las propiedades adquiridas, especialmente John Johnson. Su inclusión en la United Firm subraya su lealtad, fe y generosidad. Johnson no solo es un hombre de gran valor en la comunidad, sino que su disposición para servir, incluso en momentos difíciles, refleja una profunda devoción al Señor y a la obra de la Iglesia. Este pasaje revela la importancia de la fidelidad y la participación activa de los miembros en el cumplimiento de la voluntad de Dios.

El Señor menciona específicamente a John Johnson y lo llama a ser parte de la United Firm, una organización encargada de administrar los bienes de la Iglesia. Este acto no solo reconoce la generosidad de Johnson, sino que también pone de manifiesto la importancia de aquellos que son dispuestos a actuar en beneficio de la obra, sin importar las dificultades. Johnson ya había demostrado su fe a lo largo de eventos clave de la historia de la Iglesia, como cuando José Smith y Sidney Rigdon se quedaron en su hogar durante la traducción de la Biblia y la revelación de los tres grados de gloria. La generosidad de Johnson y su disposición a servir a pesar de los desafíos reflejan la esencia del discipulado: actuar conforme a la voluntad de Dios, sin reservas.

Los versículos 7 y 8 narran un momento de persecución en el que Johnson, armado solo con un garrote, se lanzó valientemente a defender a Sidney Rigdon durante un ataque de una turba furiosa. En este acto de valentía, Johnson fue golpeado y sufrió una fractura en su clavícula. Este momento refleja cómo, a pesar de las circunstancias adversas y las persecuciones, Johnson eligió defender la verdad y proteger a los siervos del Señor. La fidelidad ante la adversidad es una cualidad fundamental que el Señor busca en sus discípulos, y la historia de Johnson es un ejemplo impresionante de ello.

Este acto de valentía, junto con la recuperación de Johnson tras recibir una bendición de David Whitmer, demuestra que las pruebas no son obstáculos insuperables cuando se tiene la fe en el Señor. A pesar de los desafíos y el sufrimiento, Dios puede proveer la fuerza y la sanación necesarias para cumplir con las responsabilidades dadas.

Hoy en día, la historia de John Johnson es un recordatorio de la importancia de la fidelidad y la generosidad en nuestra relación con Dios. Todos estamos llamados a servir con disposición y a contribuir al bienestar de la obra del Señor, ya sea en momentos de calma o en tiempos de persecución y dificultad. Johnson nos enseña que, aunque la vida cristiana está llena de desafíos, nuestra fidelidad a Dios y nuestro deseo de servirle pueden superar cualquier obstáculo.

El ejemplo de John Johnson nos invita a preguntarnos: ¿estamos dispuestos a ser fieles, incluso cuando las circunstancias no son fáciles? ¿Podemos actuar con generosidad y valentía en medio de las pruebas? Al igual que él, estamos llamados a ser parte activa en la obra del Señor, a contribuir con nuestros recursos y a defender la verdad, no solo en momentos de bienestar, sino también cuando nos enfrentamos a dificultades. La verdadera grandeza del discipulado se refleja en nuestra capacidad para permanecer fieles y generosos, sin importar las pruebas que podamos encontrar.


Versículo 6: “Y además, de cierto os digo, que me es prudente y oportuno que mi siervo John Johnson, cuya ofrenda he aceptado y cuyas oraciones he oído, a quien hago promesa de vida eterna, si guarda mis mandamientos desde ahora en adelante.”
Este versículo destaca el reconocimiento del Señor hacia John Johnson por su fidelidad y sus contribuciones a la obra. También resalta el principio de obediencia continua como condición para recibir las promesas del Señor. Es un recordatorio de que el Señor escucha nuestras oraciones y reconoce nuestras ofrendas sinceras.

“Y además, de cierto os digo, que me es prudente y oportuno”
Esta frase refleja la perfecta sabiduría y puntualidad del Señor. Él actúa en el momento preciso y con propósito. En este contexto, el Señor identifica que es “prudente y oportuno” incluir a John Johnson en un papel específico en Su obra, subrayando que Su planificación divina siempre se alinea con el bienestar de Sus hijos y la edificación de Su reino.
El presidente Boyd K. Packer enseñó: “El tiempo del Señor rara vez coincide con el nuestro, pero siempre es el correcto. Él sabe cuándo y cómo deben suceder las cosas para bendecirnos de la mejor manera.” (“El principio de la revelación”, Conferencia General, octubre de 1989).
Dios actúa con un propósito claro en el momento indicado. Esto nos enseña a confiar en Su tiempo, incluso cuando no entendemos plenamente Sus razones o Su plan.

“Que mi siervo John Johnson, cuya ofrenda he aceptado y cuyas oraciones he oído”
El Señor reconoce las ofrendas y oraciones sinceras de John Johnson. Este reconocimiento muestra que Dios valora los sacrificios personales y escucha atentamente las oraciones de Sus hijos. Este principio resuena con Doctrina y Convenios 59:21, donde el Señor destaca la importancia de agradecerle y reconocer Su mano en todas las cosas.
El presidente Thomas S. Monson declaró: “Dios escucha nuestras oraciones. Él conoce nuestras necesidades y nuestras ofrendas sinceras, y responderá de acuerdo con Su voluntad y sabiduría.” (“Consideremos nuestras bendiciones”, Conferencia General, octubre de 2012).
Este reconocimiento es un recordatorio de que ninguna oración sincera o sacrificio justo pasa desapercibido ante el Señor. Cada acción justa es un paso hacia una relación más cercana con Él.

“A quien hago promesa de vida eterna”
La promesa de vida eterna es el mayor don de Dios, reservado para aquellos que son fieles y perseveran hasta el fin (véase Doctrina y Convenios 14:7). Aquí, el Señor otorga esta promesa a John Johnson, destacando que las bendiciones eternas están condicionadas a la fidelidad continua.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “La vida eterna es mucho más que vivir para siempre. Es vivir con Dios en exaltación, junto con nuestra familia, en un estado de gozo eterno.” (“El amor y las leyes de Dios”, Conferencia General, octubre de 2019).
Esta frase subraya la naturaleza condicional de las bendiciones eternas. Aunque el Señor promete vida eterna a Sus hijos fieles, esta promesa se realiza mediante el cumplimiento de Sus mandamientos.

“Si guarda mis mandamientos desde ahora en adelante”
El Señor establece una condición clara: la vida eterna está ligada a la obediencia continua. Este principio doctrinal enfatiza que la fidelidad pasada no asegura el futuro; la perseverancia en guardar los mandamientos es esencial. En Doctrina y Convenios 82:10, el Señor promete que está obligado a bendecir a quienes guardan Sus mandamientos, pero no tiene obligación alguna hacia quienes no lo hacen.
El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “Nuestro compromiso con el evangelio no puede ser un evento de una sola vez; debe ser un esfuerzo diario y constante.” (“Manteneos firmes en la fe”, Conferencia General, abril de 2015).
La frase destaca la importancia del albedrío y el esfuerzo constante en la vida diaria. La promesa del Señor es segura, pero solo se cumple si continuamos eligiendo el camino de la obediencia.

El versículo 6 refleja principios doctrinales clave: el reconocimiento divino de los sacrificios, el poder de la oración, la promesa de la vida eterna y la necesidad de una obediencia constante. La inclusión de John Johnson en un papel significativo dentro de la obra del Señor muestra que Dios utiliza a Sus hijos fieles para avanzar en Su reino.

La promesa de vida eterna ofrecida a John Johnson es un recordatorio de que este don está disponible para todos los hijos de Dios que elijan guardar Sus mandamientos y perseverar hasta el fin. Este versículo nos inspira a confiar en la sabiduría del Señor, ser fieles en nuestras oraciones y sacrificios, y esforzarnos continuamente por vivir de acuerdo con Sus mandamientos.


Versículo 8: “De cierto os digo, me es oportuno que sea miembro de la orden, para que ayude a llevar mi palabra a los hijos de los hombres.”
La inclusión de John Johnson en la Orden Unida refleja la importancia de la consagración y la cooperación entre los santos para cumplir con los propósitos divinos. Este versículo ilustra cómo cada miembro, a través de sus dones y esfuerzos, puede contribuir al avance de la obra del Señor.

“De cierto os digo, me es oportuno”
Esta frase establece que el Señor considera oportuno incluir a John Johnson en la Orden Unida en este momento específico. Su uso de la palabra “oportuno” muestra que el Señor guía Sus decisiones según Su conocimiento perfecto de lo que es mejor para Sus hijos y para la obra en curso. Esto refleja la enseñanza de que Dios tiene un tiempo para todas las cosas, como se menciona en Eclesiastés 3:1: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.”
El presidente Dieter F. Uchtdorf dijo: “En el plan del Señor, el tiempo es un elemento esencial. A menudo, no entendemos por qué las cosas suceden cuando suceden, pero siempre podemos confiar en que Su tiempo es perfecto.” (“Confíen en Dios y sigan adelante”, Conferencia General, abril de 2017).
El Señor actúa en el momento adecuado para cumplir Sus propósitos eternos. Este principio nos enseña a confiar en Su tiempo, incluso cuando no comprendemos completamente Su propósito.

“Que sea miembro de la orden”
El Señor instruye que John Johnson sea parte de la Orden Unida, un sistema económico establecido para promover la consagración, la igualdad y el uso sabio de los recursos. La pertenencia a la Orden Unida implicaba un compromiso de dedicar los bienes y habilidades para el beneficio colectivo y la edificación de Sion. Esto refleja el principio de consagración descrito en Doctrina y Convenios 42:30, donde se instruye a los santos a consagrar sus propiedades para el bienestar de los demás.
El presidente Gordon B. Hinckley enseñó: “El principio de consagración es el fundamento de nuestro éxito como santos. Es un llamado a vivir no solo para nosotros mismos, sino para el beneficio de toda la comunidad.” (“Consagración y sacrificio”, Liahona, junio de 1995).
La invitación a John Johnson para unirse a la Orden Unida subraya el papel esencial de la cooperación y la consagración en la construcción de Sion. Este modelo económico y espiritual requería dedicación y fe, pero ofrecía bendiciones eternas.

“Para que ayude a llevar mi palabra”
El propósito de incluir a John Johnson en la Orden Unida está claramente ligado a la proclamación del evangelio. El Señor resalta que los recursos temporales y la colaboración entre los santos son medios para lograr un propósito espiritual: llevar Su palabra al mundo. Esto es consistente con Doctrina y Convenios 4:2, que llama a los siervos del Señor a dedicarse de todo corazón, mente y fuerza para Su obra.
El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “Cuando damos nuestras habilidades, recursos y energías a la causa del Señor, Él amplifica nuestros esfuerzos para que Su palabra llegue a cada rincón de la tierra.” (“El trabajo misional: La cosecha eterna”, Conferencia General, abril de 2001).
El trabajo temporal y espiritual de John Johnson en la Orden Unida se convierte en un acto de servicio misional, demostrando cómo los esfuerzos individuales pueden contribuir a la difusión del evangelio a nivel global.

“A los hijos de los hombres”
El propósito final de este mandato es alcanzar a todos los hijos de Dios con Su palabra, sin distinción. Esto refleja el principio de que el evangelio debe ser predicado a todas las naciones, conforme al mandato del Salvador en Mateo 28:19-20: “Id, y haced discípulos a todas las naciones.” También enfatiza que la obra del Señor está dirigida a toda la humanidad, con el objetivo de llevarles la salvación.
El presidente Russell M. Nelson dijo: “El Señor ama a todos Sus hijos y desea que todos reciban las bendiciones del evangelio. Nos ha dado el privilegio de llevar Su mensaje al mundo entero.”b(“El recogimiento de Israel”, Conferencia General, octubre de 2006).
La obra del Señor no tiene fronteras. Esta frase nos recuerda que Su palabra está destinada a llegar a todos los hijos de los hombres, y cada miembro tiene la responsabilidad de contribuir a esta causa.

El versículo 8 destaca principios clave de la obra del Señor: Su perfecta sincronización, la importancia de la consagración, y el propósito divino de proclamar el evangelio a toda la humanidad. La inclusión de John Johnson en la Orden Unida muestra cómo cada miembro puede usar sus talentos y recursos para apoyar la obra del Señor y llevar Su palabra a quienes aún no la han recibido.

Este versículo es un recordatorio poderoso de que el trabajo temporal y espiritual en la Iglesia están profundamente entrelazados. Nos enseña que nuestras acciones, sacrificios y esfuerzos pueden ser instrumentos en las manos de Dios para bendecir la vida de Sus hijos en todo el mundo.

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