El Libro de Moisés

Moisés 8:1–30
EL MUNDO SE LLENÓ DE INIQUIDAD

Moisés 8:1–11. Noé.

Muchas generaciones de profetas previeron que Noé sería el profeta de los días en que la tierra sería purificada por un diluvio (véase Moisés 8:2, 9). Noé fue ordenado al sacerdocio mayor cuando tenía diez años de edad por su abuelo Matusalén (véase D. y C. 107:52). Y él, al igual que Enoc, se convirtió en un predicador de rectitud. Él, su esposa y sus hijos —Jafet, Sem y Cam— y sus respectivas esposas, fueron las únicas personas en sobrevivir al Diluvio. Noé posee las llaves de su dispensación y sigue a Adán en lo que concierne a autoridad (véase History of the Church, tomo III, pág. 386).

Noé es el ángel Gabriel, el cual se le apareció a Zacarías para anunciar que sería el padre de Juan el Bautista y a María para anunciarle que sería la madre de Jesucristo. Noé también tiene el llamamiento de un Elías (véase D. y C. 27:6–7), que significa alguien que prepara o restaura. En sus varias apariciones, Noé ha actuado en ambas funciones.

Moisés 8:3. La posteridad de Matusalén.

Una lista de los “hijos de Dios”, que comenzó en Moisés 5:8–25, sigue en Moisés 8 con Lamec (vers. 5), Noé (vers. 9) y los tres hijos de Noé (vers. 12). Esos hermanos fueron todos ellos poseedores del sacerdocio mayor (véase D. y C. 107:40–52; para obtener más información acerca de Matusalén, véase D. y C. 107:50, 52–57).

Moisés 8:14–15. Las hijas de los hijos de Dios.

El presidente Joseph Fielding Smith aplicó las lecciones registradas en Moisés 8:14–15 a nuestra época, al decir:

“Por motivo de que las hijas de Noé se casaron con los hijos de los hombres, en contra de las enseñanzas del Señor, Su ira se encendió y esa ofensa fue una de las causas que hizo que ocurriera el diluvio universal… Las hijas que habían nacido, obviamente, dentro del convenio y eran las hijas de los hijos de Dios, eso es, de los que poseían el sacerdocio, habían transgredido los mandamientos del Señor y habían contraído matrimonio fuera de la Iglesia. De ese modo, se excluyeron a sí mismas de las bendiciones del sacerdocio, contrariamente a las enseñanzas de Noé y a la voluntad de Dios…

“En la actualidad, hay hijas insensatas de quienes poseen ese mismo sacerdocio, que violan ese mandamiento y contraen matrimonio con los hijos de los hombres; también hay algunos de los hijos de aquellos que poseen el sacerdocio, que contraen matrimonio con las hijas de los hombres, todo lo cual es contrario a la voluntad de Dios, de la misma manera que lo fue en los días de Noé” (Answers to Gospel Questions, tomo I, págs. 136–137).

Moisés 8:16. Noé enseñó el Evangelio de Jesucristo.

El presidente Ezra Taft Benson, en ese entonces Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó: “Desde los días del padre Adán hasta los del profeta José Smith y sus sucesores, siempre que el sacerdocio ha estado sobre la tierra, una de sus responsabilidades primordiales ha sido la prédica de los principios salvadores y eternos del Evangelio: el plan de salvación. Adán enseñó eso a sus propios hijos (Moisés 5:12). Consideren los largos años de esfuerzo misional de Noé y las prédicas de todos los profetas antiguos (Moisés 8:16–20). A cada uno, en su época, se le mandó llevar el mensaje del Evangelio a los hijos de los hombres y exhortarlos al arrepentimiento como único medio de escapar de los juicios inminentes” (véase “La obra misional: Una gran responsabilidad”, Liahona, octubre de 1974, pág. 35).

Moisés 8:17. “No luchará mi Espíritu con el hombre para siempre”.

El presidente Harold B. Lee declaró: “Eso significa el retiro de esa luz esencial que todos habrían podido disfrutar si hubieran guardado los mandamientos” (Stand Ye in Holy Places, 1974, pág. 119; véase también 1 Nefi 7:14; 2 Nefi 26:11; Mormón 5:16; Éter 2:15; 15:19; Moroni 8:28; 9:4; D. y C. 1:33).

Moisés 8:25. “Y le pesó a Noé, y se afligió su corazón”.

Adviértase que en este versículo se encuentra una corrección importante e inspirada de Génesis 6:6, que dice: “Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón”. La palabra hebrea que se utiliza en esa frase, que se tradujo como arrepintió en la Biblia, es nacham, que literalmente significa “suspirar”, “respirar con fuerza”, “sentir pena”, “sentir compasión”.

Moisés 8:27. “Noé fue un hombre justo y perfecto en su generación”.

El élder Mark E. Petersen, que fue miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, escribió:

“Noé, quien construyó el arca, fue uno de los grandes siervos de Dios, escogido antes de nacer tal como lo fueron otros de los profetas. No fue un excéntrico como muchos han supuesto ni tampoco una figura mítica que existe sólo en la leyenda. Noé fue real…

“No permitamos que nadie reste importancia a la vida y a la misión de este gran profeta. Noé se acercaba tanto a la perfección en su época que literalmente anduvo y habló con Dios…

“Pocos hombres en cualquier época han sido tan extraordinarios como Noé. En muchos aspectos fue como Adán, el primer hombre. Ambos han prestado servicio como ángeles ministrantes en la presencia de Dios, aún después de su vida terrenal” (Noah and the Flood, 1982, págs. 1–2).

Moisés 8:26–30. El Diluvio.

El presidente Joseph Fielding Smith dijo: “De modo que el Señor mandó a Noé que construyera un arca, en la cual él habría de llevar a su familia y a los animales de la tierra a fin de preservar su descendencia después del diluvio, y toda carne que no entró en el arca pereció de acuerdo con el decreto del Señor. Desde luego, los sabios y los grandes entre los hijos de los hombres no creen esta historia en ningún grado mayor de lo que se creyó la historia de Noé en aquella época” (Doctrina de Salvación, tomo III, pág. 38).

El presidente John Taylor enseñó: “Dios destruyó a los inicuos de esa generación por medio de un diluvio. ¿Por qué los destruyó? Los destruyó por su propio beneficio, si lo pueden comprender” (en Journal of Discourses, tomo XXIV, pág. 291; véase también el tomo XIX, págs.158–159 para comprender el punto de vista del presidente Taylor de que el Diluvio fue un acto de amor).


El Libro de Abraham