El primer libro de Nefi

Tu estudio de — El Libro De Mormón
Primera Parte:
1 Nefi Hasta Palabras de Mormón

Primer Nefi Capítulo 11

En el versículo 17 del capítulo anterior, Nefi nos dijo que deseaba “ver, oír y saber” las cosas que su padre vio. Su deseo será concedido por el Señor; en los capítulos 11 al 14, Nefi nos narra la visión que tuvo en cuanto a lo que su padre vio (véase 1 Nefi 14:29). Al comenzar este nuevo capítulo, Nefi nos da tres claves para recibir revelación personal. Las resaltaremos usando negrita.

1 PUES sucedió que después que hube deseado conocer las cosas que mi padre había visto, y creyendo que el Señor podía hacérmelas saber, mientras estaba yo sentado reflexionando sobre esto, fui arrebatado en el Espíritu del Señor, sí, hasta una montaña extremadamente alta que nunca antes había visto, y sobre la cual nunca había puesto mis pies.

Muchos de nosotros, que deseamos recibir revelación y ayuda del Señor, cumplimos bastante bien con las dos primeras claves dadas por Nefi arriba. Pero cuando se trata de “reflexionar”, parece ser que no acabamos de tomar ni planear el tiempo necesario para esto. En nuestras vidas tan ajetreadas y rápidas, muchos de nosotros ya no tenemos el hábito de buscar un tiempo apacible y sin presiones para que el Espíritu Santo traiga sus palabras e impresiones a nuestras mentes y corazones. Por lo tanto, estamos perdiendo la bendición de recibir mucha inspiración personal que de otro modo sí recibiríamos.

Algo más que encontramos arriba, en el versículo 1, es la frase “una montaña extremadamente alta”. Este símbolo, entre otras cosas, hace referencia a la perspectiva. Simboliza el ver las cosas como Dios las ve. Si estamos dispuestos, el Señor nos concede, a través de Su Espíritu, aquello que podríamos llamar “experiencias de alta montaña”. Durante tales experiencias, el Señor transporta nuestras mentes a lugares “altos”, donde podemos ver con una perspectiva más amplia. José Smith tuvo varias “experiencias de alta montaña” tales como la Primera Visión, las visitas del ángel Moroni y otros profetas de la antigüedad, la visión de los tres grados de gloria (DyC 76), la revelación sobre el matrimonio celestial, etc.

Algo interesante en cuanto a las “experiencias de alta montaña” en nuestras vidas, es que después de dichas experiencias, debemos volver a poner los pies en el suelo, por decirlo de algún modo, y vivir en el mundo normal, con todas las actividades cotidianas y retos que son propios de todos los mortales.

Sin embargo, una vez que hemos experimentado algunas “montañas altas”, la vida diaria puede ser mucho más significativa y nuestra habilidad para ser pacientes y enfrentar las pruebas y dificultades aumenta considerablemente. Un claro ejemplo de esto es el caso de José Smith en la Cárcel de Liberty (véase DyC 121-123).

El Profeta experimentó algo maravilloso entre la ocasión en que clamó en humilde desesperación al principio de la sección 121 y el final de la sección 123 (véase el versículo 17). Sin haberle dicho el Señor a José tan siquiera una sola vez que saldría de la cárcel en menos de tres semanas, la actitud de José cambió completamente. Quizás sería un buen momento para estudiar en Doctrina y Convenios las secciones 121 a la 123 y prestar atención al cambio de actitud o perspectiva de José mientras sus circunstancias eran igual de miserables. Te darás cuenta de cómo el Señor transportó la mente de José, por así decirlo, a una “montaña alta”, y así cambió su perspectiva y pudo ver todo lo que es realmente importante.

Nefi experimentará la revelación y ganará perspectiva mientras está en esta “montaña extremadamente alta” la cual le preparará y calificará para ser un profeta extraordinario y un gran líder del pueblo.

Es interesante ver cuán “interactiva” es esta visión de Nefi. Tal y como veremos empezando en el versículo 2, a continuación, se da un diálogo activo con preguntas y respuestas entre Nefi y el “Espíritu”. Una vez más usaremos negrita.

PREGUNTA:

2 Y me dijo el Espíritu: He aquí,

¿qué es lo que tú deseas?

RESPUESTA:

3  Y yo dije: Deseo ver las cosas que mi padre vio.

PREGUNTA:

4 Y el Espíritu me dijo: ¿Crees que tu padre vio el árbol del cual ha hablado?

RESPUESTA:

5 Y respondí: Sí, tú sabes que creo todas las palabras de mi padre.

6 Y cuando hube pronunciado estas palabras, el Espíritu exclamó en voz alta: ¡Hosanna (“sálvanos ahora”, véase la Guía para el Estudio de las Escrituras) al Señor, el Dios Altísimo, porque él es Dios sobre toda la tierra, sí, sobre todo! Y bendito eres tú, Nefi, porque crees en el Hijo del Dios Altísimo; por lo tanto, verás las cosas que has deseado.

7 Y he aquí, esto te será dado por señal: que después que hayas visto el árbol que dio el fruto que tu padre probó, también verás a un hombre (Cristo) que desciende del cielo, y lo presenciarás (serás testigo de haber visto a Cristo); y después que lo hayas presenciado, darás testimonio de que es el Hijo de Dios.

8 Y aconteció que me dijo el Espíritu: ¡Mira! Y miré y vi un árbol; y era semejante al que mi padre había visto; y su belleza era muy superior, sí, sobrepujaba a toda otra belleza; y su blancura excedía a la blancura de la nieve misma. (En otras palabras, el amor de Dios el Padre, tal cual se demuestra al ofrecer a Su Hijo para expiar por nuestros pecados y guiarnos de vuelta al Padre, es imposible de comprender y es, con diferencia, ¡la cosa más deseable de todas!)

9 Y sucedió que después que hube visto el árbol, le dije al Espíritu: Veo que me has mostrado el árbol (símbolo del amor de Dios; y también símbolo de Cristo mismo, quien es en sí una manifestación del amor del Padre) que es más precioso que todos,

PREGUNTA:

10 Y me preguntó: ¿Qué deseas tú?

RESPUESTA:

11 Y le dije: Deseo saber la interpretación de ello, —pues le hablaba como habla el hombre; porque vi que tenía la forma de hombre. No obstante, yo sabía que era el Espíritu del Señor; y él me hablaba como un hombre habla con otro.

Durante muchos años, muchos miembros de la iglesia han preguntado quién es el “Espíritu del Señor” que aparece en el versículo ll, arriba. Algunos dicen que es el Cristo premortal, mientras que otros creen que se trata del Espíritu Santo. El apóstol James E. Talmage enseñó lo siguiente al respecto:

“El Espíritu Santo, también llamado Espíritu, Espíritu del Señor, Espíritu de Dios, Consolador y Espíritu de Verdad, no mora en un cuerpo de carne y huesos, sino que es un personaje de espíritu; y aun así, sabemos que el Espíritu se ha manifestado así mismo en forma de hombre (véase 1 Nefi 11:11)”. (James E. Talmage, Articles of Faith. Salt Lake City: Deseret Book 1981, 38).

“El hecho de que el Espíritu del Señor es capaz de manifestarse a Sí mismo en la forma y figura de hombre, se muestra en la maravillosa entrevista entre el Espíritu y Nefi, en la cual Él se reveló a Si mismo al profeta. Le hizo preguntas en cuanto a sus deseos y creencias, le instruyó en cuanto a las cosas de Dios hablando cara a cara con el hombre. ‘Le hablaba’ dice Nefi ‘como habla el hombre; porque vi que tenía la forma de hombre.

No obstante, yo sabía que era el Espíritu del Señor; y él me hablaba como un hombre habla con otro’”. (James E. Talmage, Articles of Faith. Salt Lake City: Deseret Book 1981, 144).

12 Y aconteció que me dijo: ¡Mira! Y miré para verlo, pero no lo vi más, pues se había retirado de mi presencia. (Otro “guía” se unirá a Nefi en el versículo 14).

A continuación, a Nefi se le muestran los registros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan tal cual los conocemos en el Nuevo

Testamento. Resaltaremos con negrita muchas de las cosas que Nefi vio para enfatizar que estaba viendo lo que hoy conocemos como los cuatro primeros libros del Nuevo Testamento.

13 Y sucedió que miré, y vi la gran ciudad de Jerusalén, y también otras ciudades. Y vi la ciudad de Nazaret, y en ella vi a una virgen (María, madre de Jesús), y era sumamente hermosa y blanca.

14 Y ocurrió que vi abrirse los cielos; y un ángel (el nuevo guía de Nefi para esta porción de la visión) descendió y se puso delante de mí, y me dijo: Nefi, ¿qué es lo que ves?

15 Y le contesté: Una virgen (María), más hermosa y pura que toda otra virgen. (El estatus de gran respeto del que gozaba María se enfatiza notablemente en esta visión. Este es otro testimonio de que ella era una virgen, tal y como se menciona en la Biblia).

16 Y me dijo: ¿Comprendes la condescendencia de Dios (el Padre)?

La frase “condescendencia de Dios” aparecerá dos veces en este capítulo. En el versículo 16, arriba, significa que el Padre es tan bondadoso que para ayudarnos se pone a nuestro nivel de entendimiento. Esta frase se usará otra vez en el versículo 26, pero en esta ocasión, se referirá a Jesús, el Hijo de Dios, y el significado es que Cristo, un Dios, se someterá a las pruebas de la vida mortal, etc. para poder proporcionarnos la salvación.

A continuación se da una explicación tal cual aparece en El Libro de Mormón: Manual del Alumno de Religión. Rel. 121 y 122, el mismo manual que se utiliza en los institutos de religión de la iglesia, en BYU y en otras escuelas de la iglesia (usaremos negrita para resaltar):

En 1 Nefi 11:26 leemos que a Nefi se le enseña por segunda vez sobre la condescendencia de Dios. Después de que ese principio se le enseñó por primera vez (véase el verso 16), recibió la visión del nacimiento del Hijo de Dios. A la segunda vez le siguió una visión del ministerio de Cristo. El Eider Bruce R. McConkie comentó sobre los dos sentidos diferentes de la condescendencia de Dios de la siguiente forma:

“La condescendencia de Dios (versículo 16), el Padre, consiste en el hecho de que aunque es un personaje glorificado, perfecto y exaltado, es en sentido personal y literal el Padre de un Hijo mortal nacido de una mujer mortal. Y la condescendencia de Dios (versículo 26), el Hijo, consiste en el hecho de que aunque El mismo es el Señor Omnipotente, el mismo Ser que creó la tierra y todas las cosas que en ella hay, habiendo nacido de una mujer mortal, se sometió a todas las pruebas de este estado terrenal y sufrió ‘tentaciones, y dolor del cuerpo, hambre, sed y fatiga, aún más de lo que el hombre puede sufrir, sin morir’ (Mosíah 3:5-8), y finalmente sufrió la muerte de la forma más ignominiosa” (Mormon Doctrine, pág. 155— tal cual se cita en El Libro de Mormón: Manual del Alumno de Religión; Rel. 121 y 122, p. 12).

17 Y le respondí: Sé que (el Padre) ama a sus hijos; sin embargo, no sé el significado de todas las cosas (una respuesta muy sabia por parte de Nefi),

18 Y me dijo: He aquí, la virgen que tú ves es la madre del Hijo de Dios, según la carne. (El ángel está explicando la visión y aquí le dice a Nefi que está viendo a María, la madre mortal de Cristo).

19 Y aconteció que vi que fue llevada en el Espíritu; y después que hubo sido llevada en el Espíritu por cierto espacio de tiempo, me habló el ángel, diciendo: ¡Mira!

20 Y miré, y vi de nuevo a la virgen llevando a un niño (Jesús) en sus brazos.

21 Y el ángel me dijo: ¡He aquí, el Cordero de Dios, sí, el Hijo del Padre Eterno! ¿Comprendes el significado del árbol que tu padre vio?

22 Y le contesté, diciendo: Sí, es el amor de Dios que se derrama ampliamente en el corazón de los hijos de los hombres; por lo tanto, es más deseable que todas las cosas.

23 Y él me habló, diciendo: Sí, y el de mayor gozo para el alma.

A continuación, Nefi recibirá una visión del ministerio mortal del Salvador. Además, se le mostrará la interpretación de muchas cosas que su padre, Lehi, vio cuando recibió esta visión.

24 Y cuando hubo pronunciado estas palabras, me dijo: ¡Mira! Y miré, y vi al Hijo de Dios que iba entre los hijos de los hombres; y vi a muchos que caían a sus pies y lo adoraban.

25 Y aconteció que vi que la barra de hierro que mi padre había visto representaba la palabra de Dios, la cual conducía a la fuente de aguas vivas o árbol de la vida; y estas aguas son una representación del amor de Dios; y también vi que el árbol de la vida representaba el amor de Dios.

26 Y el ángel me dijo de nuevo: ¡Mira, y ve la condescendencia de Dios (la disposición del Dios Hijo, Cristo, para tomar un cuerpo mortal y así poder redimirnos; véase la nota junto al versículo 16, arriba)!

27 Y miré, y vi al Redentor del mundo, de quien mi padre había hablado, y vi también al profeta (Juan el Bautista) que habría de preparar la vía delante de él (Jesús). Y el Cordero de Dios (Jesús) se adelantó y fue bautizado por él (Juan el Bautista); y después que fue bautizado, vi abrirse los cielos, y al Espíritu Santo descender del cielo y reposar sobre él (Jesús) en forma de paloma.

Aquí, la “forma de paloma” es un símbolo. El Profeta José Smith explicó este símbolo de la siguiente manera, al hablar de la misión de Juan el Bautista (negrita agregada para resaltar):

«Primero: (A Juan el Bautista) le fue confiada una misión divina de preparar el camino delante de la faz del Señor. ¿Quién jamás ha recibido cargo semejante, antes o después? Nadie.

Segundo: Se le confió, y le fue requerido efectuar la importante misión de bautizar al Hijo del Hombre. ¿Quién había tenido el honor de hacer esto? ¿Quién había tenido tan grande privilegio y gloria? ¿Quién jamás llevó al Hijo del Hombre a las aguas del bautismo, y tuvo el privilegio de ver al Espíritu Santo descender en forma de paloma, o mejor dicho, en la señal de la paloma, como testimonio de esa administración? La señal de la paloma fue instituida desde antes de la creación del mundo como testimonio o testigo del Espíritu Santo, y el diablo no puede presentarse en la seña o señal de la paloma. El Espíritu Santo es un personaje, y tiene la forma de una persona. No se limita a la forma de la paloma, mas se manifiesta en señal de la paloma. (No se trata de un error de escritura o impresión al olvidarse accidentalmente del artículo ‘la’; el Profeta dijo “en señal de la paloma”). El Espíritu Santo no puede transformarse en paloma; pero se dio a Juan la señal de la paloma para simbolizar la verdad del hecho, así como la paloma es el emblema o representación de la verdad y la inocencia” (José Smith, Enseñanzas del Profeta José Smith, seleccionadas por Joseph Fielding Smith. Salt Lake City: Deseret Book 1976, p. 275).

28 Y vi que salió (el Salvador), ejerciendo su ministerio entre el pueblo con poder y gran gloria; y se reunían las multitudes para escucharlo; y vi que lo echaron de entre ellos. (A Nefi se le muestra que la gente rechazó a Cristo).

29 Y vi también a otros doce (los Doce Apóstoles en los días de Jesús) que lo seguían. Y aconteció que fueron llevados en el Espíritu de delante de mi faz, de modo que no los vi más.

30 Y aconteció que me habló de nuevo el ángel, diciendo: ¡Mira! Y miré, y vi que se abrían de nuevo los cielos, y que descendían ángeles sobre los hijos de los hombres; y les ministraban. (De este versículo aprendemos que aquellos en el otro lado del velo están muy involucrados en lo que está pasando aquí, en nuestro mundo y nuestras vidas).

31 Y de nuevo me habló, diciendo: ¡Mira! Y miré, y vi al Cordero de Dios que iba entre los hijos de los hombres. Y vi a multitudes de personas que estaban enfermas y afligidas con toda clase de males, y con demonios y con espíritus impuros; y el ángel me habló y me mostró todas estas cosas. Y fueron sanadas por el poder del Cordero de Dios; y los demonios y los espíritus impuros fueron echados fuera.

Las sanaciones físicas literales narradas en el versículo 31, arriba, son un símbolo del poder del Salvador para sanar nuestras heridas y enfermedades espirituales. Él puede sanar “toda clase de males (espirituales)”, incluyendo las consecuencias del pecado y la insensatez. Cada vez que leemos sobre las sanaciones físicas (observables) que efectuó el Maestro, nos vendría bien que se nos recordara que la sanación más importante de todas es la sanación del alma; el alma decaída y apesadumbrada como resultado del pecado; la sanación de aquellos que se sienten ineptos en sus llamamientos en la iglesia; o la sanación de aquellos que lloran, etc.

A continuación, Nefi verá la crucifixión del Salvador en la visión.

32 Y aconteció que me habló otra vez el ángel, diciendo: ¡Mira! Y miré, y vi al Cordero de Dios, y que el pueblo lo apresó; sí, vi que el Hijo del eterno Dios fue juzgado por el mundo; y yo vi, y doy testimonio.

33 Y yo, Nefi, vi que fue levantado sobre la cruz e inmolado (muerto) por los pecados del mundo.

Seguidamente, se le muestra a Nefi aquello que conocemos como el resto del Nuevo Testamento, empezando con los Hechos de los Apóstoles.

34 Y después que fue muerto, vi a las multitudes de la tierra, y que estaban reunidas para combatir contra los apóstoles del Cordero; porque así llamó a los doce el ángel del Señor.

35 Y estaban reunidas las multitudes de la tierra; y vi que se hallaban en un vasto y espacioso edificio, semejante al que mi padre vio. Y de nuevo me habló el ángel del Señor, diciendo: He aquí el mundo y su sabiduría; sí, he aquí, la casa de Israel se ha reunido para combatir contra los doce apóstoles del Cordero.

36 Y aconteció que vi, y doy testimonio de que el grande y espacioso edificio representaba el orgullo del mundo; y cayó, y su caída fue grande en extremo. Y me habló otra vez el ángel del Señor, diciendo: Así será la destrucción de todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos que combatan contra los doce apóstoles del Cordero.

Primer Nefi Capítulo 12