Tu estudio de — El Libro De Mormón
Primera Parte:
1 Nefi Hasta Palabras de Mormón
Primer Nefi Capítulo 12
La visión de Nefi continúa en este capítulo y seguirá hasta el final del capítulo 14. En este capítulo, Nefi básicamente verá todo el Libro de Mormón.
1 Y ACONTECIÓ que me dijo el ángel: Mira y ve a tu posteridad y también la posteridad de tus hermanos (mira a tus descendientes y a los descendientes de los otros integrantes en el grupo de Lehi). Y miré, y vi la tierra de promisión (las Américas); y vi multitudes de gentes, sí, cual si fuera en tan inmenso número como la arena del mar. (Los nefitas y lamanitas se multiplicaron abundantemente para llegar a ser una civilización muy numerosa en las Américas).
En el versículo 2, a continuación, se describen especialmente los libros de Alma y Helamán, en los que leemos sobre muchas guerras y matanzas; una destrucción horrible.
2 Y sucedió que vi a las multitudes reunidas para combatir unas contra otras; y vi guerras y rumores de guerras, y vi la gran mortandad causada por la espada entre los de mi pueblo.
3 Y aconteció que vi pasar muchas generaciones en guerras y contiendas en la tierra; y vi un gran número de ciudades, sí, tantas que no las conté.
Un comentario breve. En ocasiones, puede que te encuentres con teorías que dicen que la gente del Libro de Mormón representa un número relativamente pequeño de personas las cuales habitaban en poblados y ciudades pequeñas y dispersadas. Los versículos l al 3, arriba, no parecen apoyar tales teorías.
A continuación, del versículo 4 al 10, a Nefi se le muestra en una visión el Tercer Libro de Nefi. En el versículo 4, se le muestra la destrucción que tuvo lugar entre la gente del Libro de Mormón durante la crucifixión del Salvador. En este versículo 4, Nefi verá específicamente el capítulo 8 de Tercer Nefi.
4 Y aconteció que vi un vapor de tinieblas (durante tres días estaba completamente oscuro en esta tierra, tras la crucifixión de Cristo; véase 3 Nefi 8:19-23) sobre la faz de la tierra de promisión; y vi relámpagos, y oí truenos y terremotos y toda clase de ruidos estrepitosos; y vi que se hendieron (quebraron) las rocas y la tierra; y vi montañas desplomarse en pedazos; y vi las llanuras tornarse escabrosas; y vi que se hundieron muchas ciudades; y vi que muchas otras fueron abrasadas por fuego; y vi muchas que cayeron a tierra por causa de los terremotos.
5 Y sucedió que después de presenciar estas cosas, vi que el vapor de tinieblas desaparecía de sobre la faz de la tierra (tras tres días de completa oscuridad); y he aquí, vi multitudes (a aquellos cuya iniquidad no fue tan grande y se salvaron de ser destruidos) que no habían caído a causa de los grandes y terribles juicios del Señor.
A continuación, en su visión, Nefi verá la aparición del Salvador que se da en Tercer Nefi. Piensa que todo lo que está viendo en esta maravillosa visión lo prepara y califica para todas las responsabilidades que todavía tendrá en el futuro.
6 Y vi abrirse los cielos, y al Cordero de Dios que descendía del cielo; y bajó y se manifestó a los que no habían caído.
7 Y también vi y doy testimonio de que el Espíritu Santo descendió sobre otros doce (los doce apóstoles nefitas); y fueron ordenados de Dios, y escogidos.
Algunos miembros se preguntan si nos deberíamos referir a los Doce nefitas como «Apóstoles”.
Por lo general, nos referimos a ellos como los “Doce Discípulos (nefitas)” tal como aparece abajo, en el versículo 8. Pero también es apropiado referirnos a ellos como Apóstoles, ya que así lo hizo el Profeta José Smith (véase Historia de la Iglesia, Volumen 4, página 538; edición en inglés).
8 Y el ángel me habló, diciendo: He aquí (mira) los doce discípulos del Cordero que han sido escogidos para ministrar a los de tu descendencia.
Ahora se nos enseñan algunas cosas en cuanto al juicio. Al considerar lo que Nefi vio, descubrimos que los Doce Apóstoles que Jesús organizó durante su ministerio terrenal juzgarán a las
Doce Tribus de Israel. También juzgarán a los Doce Discípulos nefitas, los cuales juzgarán a los descendientes de Nefi. Esto es bastante interesante, ya que parece darnos a entender que en nuestro juicio también formarán parte aquellos que tienen llaves del sacerdocio y tenían mayordomía sobre nosotros durante nuestras vidas. Si bien es cierto que no tenemos muchos detalles sobre cómo funciona todo esto, sí sabemos que Jesús será nuestro último juez, y que Él tendrá la última palabra en cuanto a nuestro destino en la eternidad después del Día del Juicio. Véase Juan 5:22.
9 Y me dijo; ¿Te acuerdas de los doce apóstoles del Cordero (en Jerusalén)? He aquí, ellos son los que juzgarán a las doce tribus de Israel; por tanto, los doce ministros de tu posteridad (los Doce Discípulos nefitas; véase 3 Nefi 12:1, 19:4) serán juzgados por ellos, pues vosotros sois de la casa de Israel.
10 Y estos doce ministros (los Doce nefitas) que tú ves juzgarán a tu posteridad. Y he aquí, son justos para siempre; porque a causa de su fe en el Cordero de Dios, sus vestidos son emblanquecidos en su sangre (serán exaltados).
A continuación, en los versículos 11 y 12, a Nefi se le muestra lo que acontece en el Cuarto Libro de Nefi, cuando habrá 200 años de paz tras la visita del Salvador; y rápidamente seguirá la apostasía, es decir, la separación de la iglesia y de las doctrinas verdaderas.
11 Y el ángel me dijo: ¡Mira! Y miré, y vi que murieron en rectitud tres generaciones; y sus vestidos eran blancos, así como los del Cordero de Dios (es decir, que eran dignos de la exaltación con Cristo); y me dijo el ángel: Éstos son emblanquecidos en la sangre del Cordero, a causa de su fe en él.
El simbolismo en la frase “emblanquecidos en la sangre del Cordero” (versículo 11, arriba) es precioso y muy significativo.
En las escrituras encontramos mucho simbolismo en los colores.
El color “blanco” simboliza pureza, limpios de pecado, dignidad para vivir en la presencia de Dios para siempre y por lo general, significa exaltación.
Así pues, el ser “emblanquecidos en la sangre del Cordero” significa que se nos ha limpiado y redimido del pecado por medio de la expiación de Cristo y se nos hace limpios y dignos de vivir con Dios para siempre.
Algo más sobre el color blanco. Una vez que comprendemos lo que este color simboliza en las escrituras, se convierte en una especie de palabra clave, la cual sirve para reemplazar muchas palabras y explicaciones. Por ejemplo, en lugar de dar una explicación más larga al decir que ciertas personas han alcanzado la gloria celestial, las escrituras podrían simplemente decir “vestidos en blanco”. Un ejemplo de esto se encuentra en Apocalipsis 7:9. A continuación presentamos una lista con algunos colores y el simbolismo que a menudo se asocia a dichos colores en las escrituras:
SIMBOLISMO DE LOS COLORES MÁS COMUNES EN LAS ESCRITURAS
BLANCO: pureza; rectitud; exaltación (Ejemplo: 1 Ne. 12:10; Apoc. 3:4-5)
NEGRO: maldad; hambre; oscuridad (Ejemplo: Apoc. 6:5-6)
ROJO: pecados; derramar sangre (Ejemplo: Apoc. 6:4; DyC 133:51)
AZUL: cielo; divinidad; recordar y guardar los mandamientos de Dios (Ejemplo: Núm. 15:37-40)
VERDE: vida; naturaleza
(Ejemplo: Apoc. 8:7)
ÁMBAR: sol; luz; gloria divina (Ejemplo: DyC 110:2, Apoc. 1:15, Ezeq. 1:4, 27; 8:2)
ESCARLATA O PÚRPURA: realeza (Ejemplo: Dan. 5:29; Mateo 27:28-29)
PLATA: digno, pero menos que el color oro (Ejemplo: Ridges, Isaías Made Easier, notas en Isa. 48:10)
ORO: lo mejor; exaltación (Ejemplo: Apoc. 4:4)
12 Y yo, Nefi, también vi a muchos de los de la cuarta generación que murieron en rectitud.
Ahora, Nefi verá la terrible destrucción de sus descendientes tal cual se describe en Mormón. Además, se le darán más interpretaciones de los símbolos que su padre vio. Usaremos negrita para resaltar dichas interpretaciones.
13 Y sucedió que vi reunidas a las multitudes de la tierra.
14 Y el ángel me dijo: He aquí tu posteridad, y también la de tus hermanos. (Es decir, los nefitas y los lamanitas al reunirse para las grandes batallas descritas en Mormón).
15 Y ocurrió que miré y vi a los de mi posteridad (a los nefitas) reunidos en multitudes contra la posteridad de mis hermanos (los lamanitas); y se hallaban congregados para la batalla.
16 Y el ángel me habló, diciendo: He aquí la fuente de aguas sucias que tu padre vio; sí, el río del que habló; y sus profundidades son las profundidades del infierno.
17 Y los vapores de tinieblas son las tentaciones del diablo que ciegan los ojos y endurecen el corazón de los hijos de los hombres, y los conducen hacia caminos anchos, de modo que perecen y se pierden.
No hay duda de que Nefi quiere que aprendamos las muchas lecciones que él escribió para nosotros en el versículo 17, arriba. Entre estas cosas, encontramos que Satanás intenta “cegarnos” para que no podamos ver el peligro, o no podamos ver o entender las verdades y perspectivas espirituales. Él busca destruir la sabiduría y respeto por aquellos que tienen sabiduría verdadera. Su éxito al tratar de “cegarnos” es más que evidente si nos fijamos en muchas de las cosas que acontecen en nuestra sociedad moderna.
Otra advertencia que Nefi nos da en el versículo 17, es que el diablo se esfuerza por endurecer nuestros corazones. Una definición de “endurecen el corazón” es la falta de sentimientos, la ausencia de preocupación ante el pecado, la carencia de preocupación ante los derechos y necesidades de otros.
Una advertencia más en este versículo: Satanás intenta guiar a las personas a “caminos anchos”. Esta expresión es interesante; cuando estamos en el “sendero estrecho y angosto” (1 Nefi 8:20), tenemos muchos mandamientos. Somos bendecidos “con mandamientos no pocos” (DyC 59:4), y con reglas y dirección del Señor a través de profetas. El mensaje del malvado y el propósito del insensato es deshacerse de las restricciones y reglas. Y así, busca que las personas se precipiten rápidamente o vayan a la deriva lentamente hacia los “caminos anchos”, los cuales llevan a la cautividad, el remordimiento y la pérdida de libertad. Mientras que aquellos que voluntaria y diligentemente viajan por el “estrecho y angosto” ganan más y más libertad, hasta que llegan a encontrarse entre la gente más libre del universo, es decir, los dioses.
18 Y el vasto y espacioso edificio que tu padre vio representa las vanas ilusiones y el orgullo de los hijos de los hombres. Y un grande y terrible abismo los separa; sí, la palabra de la justicia del Dios Eterno y el Mesías, que es el Cordero de Dios, de quien el Espíritu Santo da testimonio desde el principio del mundo hasta hoy, y desde ahora y para siempre.
El “grande y terrible abismo” en el versículo 18, arriba, es un recordatorio de que la «misericordia” no puede robar a la «justicia” (véase Alma 42:25). Aquellos que malgastan o dejan pasar todas sus oportunidades para arrepentirse, cuando podían haber hecho uso de la misericordia, y llegan al tribunal de Dios “inmundos todavía” (2 Nefi 9:16), estarán sujetos a la ley de la justicia. No serán considerados dignos de vivir en la presencia de Dios, y por lo tanto estarán fuera de Su presencia para siempre. Véase DyC 29:29 y DyC 76:112, además de esta cita de Spencer W. Kimball:
«Después de que una persona haya sido asignada a su lugar en un reino, bien sea el telestial, el terrestre, el celestial, o su exaltación, esta persona ya no progresará nunca más de su estado de gloria asignado a otra gloria”. (Spencer W. Kimball, El Milagro del Perdón).
19 Y mientras el ángel pronunciaba estas palabras, vi que la posteridad de mis hermanos combatía contra la mía, según la palabra del ángel; y a causa del orgullo de mi posteridad y de las tentaciones del diablo, vi que la posteridad de mis hermanos venció a los de mi descendencia (los lamanitas destruyeron la civilización nefita. Véanse los capítulos 6 y 8 de Mormón).
20 Y aconteció que miré, y vi que los de la posteridad de mis hermanos habían vencido a la mía; y se repartieron en multitudes sobre la superficie de la tierra.
21 Y los vi reunirse en multitudes; y vi entre ellos guerras y rumores de guerras; y en guerras y rumores de guerras, vi pasar muchas generaciones.
Nefi acaba de ver, en esta porción de la visión de lo que su padre Lehi vio, el final del Libro de Mormón y más allá.
22 Y el ángel me dijo: He aquí que éstos degenerarán en la incredulidad.
23 Y aconteció que vi, que después que hubieron degenerado en la incredulidad, se convirtieron en una gente obscura, repugnante y sucia, llena de ocio y de todo género de abominaciones.
La consecuencia final del orgullo y la iniquidad voluntaria, tal como se describe arriba, en el versículo 23, se aplica a todas las personas en todo lugar y en todo tiempo, sin importar la raza, género, privilegios o posición social.
























