El primer libro de Nefi

Tu estudio de — El Libro De Mormón
Primera Parte:
1 Nefi Hasta Palabras de Mormón

Primer Nefi Capítulo 18

La construcción del barco está progresando rápidamente porque están trabajando en unidad a la vez que el Señor los dirige al comunicarse con Nefi “de cuando en cuando” (versículo 1). Como verás, todos están ocupados y todo parece ir bien. Aquí encontramos un simbolismo interesante e importante, incluso en la construcción del barco. Sabemos que su objetivo era cruzar las aguas para llegar a la tierra prometida. Una vez más el agua puede simbolizar el bautismo y la tierra prometida puede simbolizar el cielo. Y el barco puede representar la ayuda de Dios para que regresemos al cielo. Sin Su ayuda (el barco) no lo podemos conseguir. Y el hecho de que este barco no era “a la manera de los hombres” (versículo 2), podría simbolizar que no podemos alcanzar la tierra prometida al vivir el estilo de vida común del “hombre natural” (Mosíah 3:19). Por último, al considerar que Nefi “a menudo oraba” (versículo 3), nos puede recordar la necesidad que todos tenemos de orar constantemente y comunicarnos con Dios a lo largo de nuestras vidas. Una vez más y con brevedad, usaremos negrita para resaltar lo que se ha dicho en esta nota.

1   Y ACONTECIÓ que adoraron al Señor, y fueron conmigo; y labramos maderos con maestría singular (con gran destreza y exquisitez). Y el Señor me mostraba de cuando en cuando la forma en que debía yo trabajar los maderos del barco.

2   Ahora bien, yo, Nefi, no labré los maderos en la forma aprendida por los hombres (no según el conocimiento de los hombres), ni construí el barco según la manera del hombre, sino que lo hice según el modo que me había mostrado el Señor; por lo tanto, no fue conforme a la manera de los hombres.

3   Y yo, Nefi, subía con frecuencia al monte y a menudo oraba al Señor; por lo que el Señor me manifestó grandes cosas. (Simbolismo: Cuando nos comunicamos con el Señor, se nos enseñan cosas grandes o maravillosas del evangelio y la vida eterna, por el poder del Espíritu Santo).

4   Y aconteció que cuando hube acabado el barco, conforme a la palabra del Señor, vieron mis hermanos que era bueno y que su ejecución era admirable en extremo; por lo que de nuevo se humillaron ante el Señor.

5   Y sucedió que llegó a mi padre la voz del Señor de que debíamos levantarnos y entrar en el barco.

6   Y aconteció que al día siguiente, después que hubimos preparado todas las cosas, mucha fruta y carne del desierto, y miel en abundancia y provisiones según lo que el Señor nos había mandado, entramos en el barco con todas nuestras cargas y nuestras semillas y todo cuanto habíamos traído con nosotros, cada cual según su edad; por tanto, todos entramos en el barco, con nuestras mujeres y nuestros hijos.

A continuación, Nefi nos dice más sobre la familia de sus padres. Además de tener dos hijos más, también se nos hace saber que Lehi y Saríah tenían hijas (véase 2 Nefi 5:6).

7   Ahora bien, mi padre había engendrado (sido el padre o progenitor de) dos hijos en el desierto (durante los ocho años en el desierto); el mayor se llamaba Jacob, y José, el menor.

8   Y aconteció que después que todos hubimos entrado en el barco, y llevado con nosotros nuestras provisiones y las cosas que se nos había mandado, nos hicimos a la mar; y fuimos impelidos por el viento hacia la tierra prometida. (Quizás el “viento” en este versículo podría simbolizar la ayuda del Señor. Al igual que el viento, Su ayuda no se puedes ver con los ojos naturales, pero sí se puede sentir. Y si decidimos usar nuestro albedrío para guiar nuestra vida en la dirección en que el suave viento nos susurra, terminaremos en la “tierra prometida”).

Quizás estés empezando a sentirte preocupado al pensar que mientras estén a bordo del barco tendrán mucho tiempo libre. Es posible que una de las pruebas más difíciles en la vida sea decidir lo que hacemos con nuestro tiempo libre.

9   Y después de haber sido impelidos por el viento por el espacio de muchos días, he aquí, mis hermanos y los hijos de Ismael, y también sus esposas, empezaron a holgarse (asumimos que la palabra «holgarse” en este contexto significa tener una conducta inapropiada, bullicio, alboroto), de tal manera que comenzaron a bailar, y a cantar, y a hablar groseramente, sí, al grado de olvidarse del poder mediante el cual habían sido conducidos hasta allí; sí, se entregaron a una rudeza desmedida. (La “rudeza” y su acompañante, la vulgaridad, ofenden al Espíritu. Desafortunadamente, nuestra sociedad, y también el mundo entero, se han vuelto y se están volviendo cada vez más y más descorteses y vulgares a medida que Satanás lanza sin cesar sus dardos de maldad con más furia en estos últimos días. Haríamos bien en evitar todos aquellos actos vulgares que parecen no tener importancia, pero que finalmente nos llevarán a pecados mayores).

El bailar y cantar, tal cual se mencionan en el versículo 9, arriba, deben haber sido cantos y danzas de algún modo vulgares o inapropiados, pues sabemos que el Señor obviamente aprueba la música y el baile apropiados. En DyC 136:28 el Señor nos dice: “Si te sientes alegre, alaba al Señor con cantos, con música, con baile y con oración de alabanza y acción de gracias”.

10   Y yo, Nefi, empecé a temer en extremo, no fuese que el Señor se enojara con nosotros, y nos hiriera por nuestras iniquidades, y fuésemos hundidos en las profundidades del mar. Por tanto, yo, Nefi, empecé a hablarles seriamente; pero he aquí, se irritaron contra mí, diciendo: No queremos que nuestro hermano menor nos gobierne.

11   Y aconteció que Lamán y Lemuel me tomaron y me ataron con unas cuerdas, y me maltrataron mucho; no obstante, el Señor lo permitió a fin de mostrar su poder para dar cumplimiento a sus palabras que había hablado con respecto a los malvados.

En el versículo 11, arriba, tenemos una explicación importante sobre algunos de los padecimientos que los justos sufren a causa de los inicuos. A pesar de que los justos sufran mucho debido a los hechos malos de los malvados, al final les irá bien en la eternidad, que es lo que al fin y al cabo cuenta. Sin embargo, los malvados no estarán bien en las eternidades, a menos que se arrepientan. Si el Señor tuviera que detener cada hecho cruel o de maldad que se lleva a cabo en contra de los justos, veríamos que pronto dejaría de haber un albedrío verdadero, y la vida mortal ya no tendría validez como un lugar de probación.

12   Y aconteció que después que me hubieron atado al grado de no poder moverme, la brújula (la Liahona; símbolo del Espíritu Santo; compárese con 1 Nefi 16:28) que el Señor había preparado para nosotros cesó de funcionar.

13   Por tanto, no supieron por dónde habían de dirigir el barco, y en esto se desató una fuerte tempestad, sí, una tempestad fuerte y terrible, y fuimos impulsados hacia atrás sobre las aguas durante tres días (símbolo de que cuando cesamos de seguir al Espíritu, empezamos a retroceder); y empezaron a temer en gran manera que fueran a ahogarse en el mar. Sin embargo, no me desataban.

14   Y al cuarto día de haber sido impelidos hacia atrás, la tempestad comenzó a empeorar.

15   Y sucedió que estábamos a punto de ser tragados en las profundidades del mar. Y después que hubimos sido arrojados hacia atrás sobre las aguas durante cuatro días, mis hermanos empezaron a ver que los juicios de Dios estaban sobre ellos, y que tendrían que perecer a menos que se arrepintieran de sus iniquidades, Por tanto, se llegaron a mí y me desataron las ligaduras de las muñecas, y he aquí, éstas estaban sumamente hinchadas; y también se me habían hinchado mucho los tobillos, y el dolor era grande,

Nefi es un gran ejemplo de lo que una perspectiva correcta y la proximidad al Señor pueden hacer por una persona mientras esta esté pasando por pruebas y sufrimientos extremos. Es cierto que tales adversidades y sufrimientos no son más que “un momento en la eternidad”, y aun así, mientras se experimentan, parecen ser “un momento eterno”. Pero con la ayuda del Señor, estas aflicciones se pueden «sobrellevar bien” (véase DyC 121:8). A continuación, Nefi nos da un consejo muy claro sobre cómo sobrellevarlo bien (negrita agregada para resaltar).

16   No obstante, acudía a mi Dios y lo alababa todo el día; y no murmuré contra el Señor a causa de mis aflicciones,

17   Ahora bien, mi padre Lehi les había dicho muchas cosas, y también a los hijos de Ismael; pero he aquí que ellos proferían muchas amenazas a cualquiera que hablara en mi favor; y siendo mis padres de una edad muy avanzada, y habiendo padecido mucha aflicción a causa de sus hijos, cayeron enfermos, sí, aun tuvieron que guardar cama. (El comportamiento de Lamán y Lemuel y los hijos de Ismael casi trajo la muerte a Lehi y Saríah. Supongo que todos sabemos de padres cuya salud se ha visto gravemente deteriorada o sus vidas acortadas debido al sufrimiento que resulta de algunas decisiones o conductas por parte de sus hijos).

18   Y a causa de su dolor y mucha pena, y la iniquidad de mis hermanos, llegaron casi al punto de ser llevados de esta vida para volver a su Dios; sí, sus cabellos blancos estaban a punto de ser depositados en el polvo; sí, hasta estuvieron a punto de ser sepultados con dolor en las aguas.

Las palabras del versículo 18, arriba, son muy típicas del idioma del Oriente Próximo. Una vez más, otra evidencia interna de que la narración del Libro de Mormón comenzó en el contexto del Oriente Próximo.

19   Y también Jacob y José, siendo jóvenes todavía (ninguno de los dos podía haber tenido más de ocho años de edad), y teniendo necesidad de mucho sostén, se acongojaron a causa de las aflicciones de su madre; y ni mi esposa con sus lágrimas y súplicas, ni tampoco mis hijos (ahora Nefi tiene su propia familia), lograron ablandar el corazón de mis hermanos y conseguir que éstos me soltaran.

20   Y no había nada sino el poder de Dios, que amenazaba destruirlos, que ablandara sus corazones; así que, cuando se vieron próximos a ser sepultados en las profundidades del mar, se arrepintieron de lo que habían hecho conmigo, tanto así que me desataron.

Una y otra vez, Lamán, Lemuel y sus cuñados rebeldes se arrepienten, pero solo cuando sus propias vidas se ven amenazadas. Parece ser que siguen descendiendo en forma de espiral. Cada vez que se rebelan en contra de una “experiencia fortalecedora de sus testimonios” que ya han tenido previamente, parece ser que se requiere de una experiencia intimidante más poderosa para que de nuevo recuperen el sentido común. El amor de Dios se les manifestó incluso en la “tempestad fuerte”, porque esta se les dio para invitarlos a arrepentirse y así poder tener una eternidad placentera y feliz.

21   Y aconteció que después que me hubieron soltado, he aquí, tomé la brújula, y funcionó conforme a mis deseos, Y ocurrió que oré al Señor; y después de haber orado, los vientos cesaron, y la tempestad se aplacó, y hubo gran calma. (Símbolo de lo que sucede en nuestras vidas cuando damos la espalda a la maldad y nos volvemos hacia a Dios).

22   Y sucedió que yo, Nefi, dirigí el barco de manera que navegamos de nuevo hacia la tierra prometida.

23   Y ocurrió que después que hubimos navegado por el espacio de muchos días, llegamos a la tierra prometida; y avanzamos sobre la tierra, y plantamos nuestras tiendas; y la llamamos la tierra prometida.

24   Y aconteció que empezamos a cultivar la tierra y a plantar semillas; sí, sembramos todas las semillas que habíamos traído de la tierra de Jerusalén; y sucedió que crecieron extraordinariamente; por tanto, fuimos bendecidos en abundancia.

25   Y ocurrió que encontramos en la tierra de promisión, mientras viajábamos por el desierto, que había animales de toda especie en los bosques; tanto la vaca como el buey, y el asno, y el caballo, y la cabra, y la cabra montés, y toda clase de animales silvestres, los cuales el hombre podía utilizar. Y hallamos toda clase de minerales, tanto oro, como plata, como cobre.

Los críticos de José Smith y del Libro de Mormón han ridiculizado la idea de que hubiera caballos en el “Nuevo Mundo”.

Sin embargo, desde que se dieron dichas críticas, han surgido evidencias sólidas de que en realidad había caballos en las Américas antes de la llegada de Colón. El Libro de Mormón, Manual del Alumno de Religión; Rel. 121 y 122(1996), el cual se utiliza en BYU y en los institutos de religión de la iglesia, contiene una cita que anula dicha censura. Dice lo siguiente:

“Si José Smith hubiera escrito el Libro de Mormón en lugar de traducirlo de anales antiguos, hubiera sido una locura incluir referencias sobre la existencia de caballos en el continente americano en aquella época. (1 Nefi 18:25; Enós 21.) En 1830 casi todos los historiadores y eruditos estaban convencidos de que no había caballos en América antes de la venida de Colón. Después de que el Libro de Mormón se publicó, se produjeron descubrimientos arqueológicos que indican claramente que había caballos en las Américas antes del tiempo de Colón. En los depósitos de asfalto de Rancho LaBrea, en el estado de California, se encontraron numerosos restos fósiles de caballos, que datan de épocas anteriores a la del Libro de Mormón. Aunque estos descubrimientos no comprueban en absoluto que en América hubiera caballos en el período del Libro de Mormón (entre 2600 a. J. C. y el 421 de J. C.), demuestran que sí hubo caballos antes de la venida de Colón’ (Daniel H. Ludlow, A Companion to Your Study of el Libro de Mormón, pág. 117).

Primer Nefi Capítulo 19