Tu estudio de — El Libro De Mormón
Primera Parte:
1 Nefi Hasta Palabras de Mormón
Primer Nefi Capítulo 3
En este capítulo, se les pedirá a los hijos de Lehi que regresen a Jerusalén para obtener las planchas de bronce de Labán. Nos vamos a encontrar muchas lecciones y mensajes de gran importancia para nuestras vidas. Por una parte veremos que el Señor verdaderamente llamó a estos hermanos a esta misión. A veces, pensamos que si un llamamiento viene del Señor todo debería ir bien, y que Él apartará de nuestro camino los posibles obstáculos o problemas. De vez en cuando nos olvidamos de que la vida es como una escuela (lugar para aprender) la cual se proporciona para nuestro crecimiento y desarrollo. Si cada vez que estuviéramos al servicio del Señor pensáramos que las cosas deberían ir perfectamente bien debido a las bendiciones del Señor, entonces nos estaríamos privando de una gran parte de nuestra educación.
Otra inquietud que muchos estudiantes tienen y quisieran aprender al estudiar este capítulo, es la siguiente: “Si el Señor sabía que ellos necesitaban las planchas de bronce, ¿por qué no advirtió a Lehi antes de que saliera de Jerusalén, en lugar de hacer que sus hijos viajaran unos 300 kilómetros por un desierto plagado de ladrones, asesinos y bestias salvajes?” Una vez más, la respuesta se halla en el hecho de que esta vida mortal es para nuestro aprendizaje y desarrollo. Las dificultades que enfrentaron tanto Nefi como sus hermanos eran oportunidades para aumentar la fe y sus testimonios. Unos crecieron espiritualmente y otros no.
Una de las consecuencias del mandamiento de regresar a por las planchas de bronce fue una bendición muy importante que a menudo pasamos por alto. Se trata del fortalecimiento del testimonio de Saríah. Para poder apreciar esto, nos adelantaremos por un momento al capítulo 5 del Primer Libro de Nefi. Al hacerlo enfatizaremos las difíciles circunstancias que Saríah enfrentó como madre y esposa mientras sus hijos partieron a un viaje tan peligroso. “¿Qué será de ellos?” Como mínimo, sus hijos estuvieron ausentes un mes o quizás dos. Era una jornada de ida y vuelta a Jerusalén, larga y traicionera, sin descontar los peligros que esperaban a Nefi y a sus hermanos en la región de Jerusalén. Recordemos que los judíos habían intentado matar a Lehi, y quizás también albergaban odio hacia los miembros de su familia.
En 1 Nefi 5:1, Nefi nos dice que su madre “verdaderamente se había afligido” por sus hijos mientras estaban ausentes. En el versículo 2 dice que Saríah en verdad pensaba que sus hijos habían muerto en el desierto y que su amargura era tal que se había quejado amargamente contra su marido, Lehi. Saríah acusó a su esposo de haberlos sacado y alejado de las comodidades de su hogar, haciendo que sus hijos murieran en el desierto y que ellos también morirían.
De acuerdo con 1 Nefi 5:4-6, Lehi “consoló” hasta cierto punto a Saríah, pero fue en realidad cuando sus hijos regresaron sanos y salvos a la tienda de su padre (versículo 7), que ella fue consolada. De hecho, su fe en que sus hijos estaban siendo dirigidos por el Señor se convirtió en “certeza” (versículo 8) y desde ese momento ya no volvemos a escuchar ninguna queja o falta de apoyo por parte de Saríah. Tal firmeza de testimonio no tiene precio y toda la jornada de vuelta a Jerusalén bien habría valido la pena si tan solo hubiera resultado en proporcionar a la noble de Saríah esa fortaleza y conocimiento seguro de que su familia estaba al servicio del Señor.
Sin importar las razones que el Señor tenía para mandar a los hijos de Lehi para que volvieran a por las planchas de bronce, sabemos que valía la pena ya que el Señor lo había mandado. Todo lo que nos mande el Señor, por difícil o extraño que nos parezca, siempre resultará en una bendición mayor que al seguir nuestro propio plan o al desobedecer.
1 Y ACONTECIÓ que después de hablar con el Señor, yo, Nefi, volví a la tienda de mi padre.
2 Y sucedió que me habló, diciendo: He aquí, he soñado un sueño, en el que el Señor me ha mandado que tú y tus hermanos volváis a Jerusalén.
3 Pues he aquí, Labán tiene los anales de los judíos, así como una genealogía de mis antepasados; y están grabados sobre planchas de bronce.
Parece ser que Labán era familia de Lehi y que era el encargado de guardar los registros y la genealogía de la familia. Entre otras cosas, las planchas de bronce contenían lo que hoy conocemos como el Antiguo Testamento, desde Génesis hasta algunos de los escritos de Jeremías (véase 1 Nefi 5:11-13).
4 Por lo que el Señor me ha mandado que tú y tus hermanos vayáis a la casa de Labán, y procuréis los anales y los traigáis aquí al desierto.
5 Y he aquí, tus hermanos murmuran (se quejan), diciendo que lo que yo les he requerido es cosa difícil; pero no soy yo quien se lo requiere, sino que es un mandamiento del Señor.
El versículo 5, arriba, nos sirve a todos como un recordatorio valioso de que cuando nuestro Profeta nos habla, no se trata de sus propias instrucciones, sino que es la palabra del Señor.
6 Por lo tanto, ve tú, hijo mío, y el Señor te favorecerá porque no has murmurado.
El versículo 7, a continuación, es uno de los versículos más famosos en el Libro de Mormón. Contiene un mensaje muy valioso para todos.
7 Y sucedió que yo, Nefi, dije a mi padre: Iré y haré lo que el Señor ha mandado, porque sé que él nunca da mandamientos a los hijos de los hombres sin prepararles la vía para que cumplan lo que les ha mandado.
8 Y aconteció que mi padre quedó altamente complacido (muy, muy contento) al oír estas palabras, porque comprendió que el Señor me había bendecido.
9 Y yo, Nefi, y mis hermanos emprendimos la marcha por el desierto, con nuestras tiendas, para subir a la tierra de Jerusalén.
Incluso la frase “subir a la tierra de Jerusalén” conlleva cierto testimonio interno de la veracidad del Libro de Mormón. Aquellos que están familiarizados con la Tierra Santa sabrán que Jerusalén está elevada, en las montañas; y la mayoría de las otras tierras están “abajo” de Jerusalén. Por lo tanto, la mayoría de gente en esa región que viaja a Jerusalén, en verdad están “subiendo” en su viaje.
10 Y aconteció que cuando hubimos subido a la tierra de Jerusalén, yo y mis hermanos deliberamos unos con otros.
11 Y echamos suertes para ver cuál de nosotros iría a la casa de Labán. Y sucedió que la suerte (el palito corto, la pajita corta o lo que sea que utilizaran) cayó sobre Lamán, y fue y entró en la casa de Labán y habló con él mientras estaba sentado en su casa.
12 Y le pidió a Labán los anales que estaban grabados sobre las planchas de bronce que contenían la genealogía de mi padre.
13 Y he aquí, aconteció que Labán se llenó de ira y lo echó de su presencia; y no quiso que él tuviera los anales. Por tanto, le dijo: He aquí, tú eres un ladrón, y te voy a matar. (Esta acusación falsa debía haber supuesto una tremenda sorpresa y decepción, especialmente al considerar que Nefi y Lehi le habían asegurado a Lamán que el Señor los había enviado para obtener las planchas de bronce).
14 Pero Lamán huyó de su presencia, y nos contó lo que Labán había hecho. Y empezamos a afligirnos en extremo, y mis hermanos estaban a punto de volver a mi padre en el desierto.
Tal y como se ha mencionado antes, esta era la obra del Señor y el Señor podría haber hecho que las cosas salieran bien en el primer intento de obtener las planchas de bronce de Labán. Sin embargo, como sabrás, un crecimiento duradero y robusto no se da con la continuidad de eventos fáciles. Por cierto, deducimos del versículo 14, arriba, que este obstáculo fue muy difícil para todos los cuatro hijos, incluyendo Nefi, porque él mismo dice que “empezamos a afligirnos en extremo”. Sin embargo, Nefi estaba totalmente determinado a guardar el mandamiento del Señor de obtener las planchas y no se unió a sus hermanos en sus deseos de volver a su padre en el desierto. Por lo tanto, Nefi creció (se fortaleció) con esta experiencia, y Lamán y Lemuel se debilitaron. En cuanto a Sam, no lo sabemos, pero suponemos que también creció.
A continuación, en el versículo 15, Nefi hace uso del juramento (promesa) más fuerte dentro de su cultura semítica para expresar su compromiso personal de completar el mandamiento del Señor. En su cultura, el prometer o jurar por cualquier cosa viviente era un juramento muy fuerte. Pero el jurar por su propia vida aún era más fuerte, y jurar por el Dios viviente era el juramento o promesa más fuerte de todos.
15 Pero he aquí, yo les dije: Así como el Señor vive, y como nosotros vivimos, no descenderemos hasta nuestro padre en el desierto hasta que hayamos cumplido lo que el Señor nos ha mandado.
16 Por tanto, seamos fieles en guardar los mandamientos del Señor, Descendamos, pues, a la tierra de la herencia de nuestro padre (dando a entender que Lehi y su familia probablemente vivían en algún lugar cerca de Jerusalén pero fuera de los límites de la ciudad), pues he aquí, él dejó oro y plata y toda clase de riquezas; y ha hecho todo esto a causa de los mandamientos del Señor.
Los discípulos o santos verdaderos, tanto del pasado como del presente, son como Lehi, dispuestos a dejar atrás lo que sea con tal de hacer la obra del Señor. Ciertamente esto incluye a los misioneros, tanto Élderes y Hermanas jóvenes como matrimonios y hermanas mayores.
17 Porque sabía que Jerusalén debe ser destruida a causa de la iniquidad del pueblo.
A continuación, el versículo 18, es muy simbólico. Obviamente, la destrucción de Jerusalén será literal, tal como lo registra la historia. Sin embargo, cuando vemos estos versículos en las escrituras, nos vendría bien cambiar el interruptor de nuestra mente y ponerlo en la posición de “simbolismos”, y así notar muchos posibles mensajes proporcionados por el simbolismo. Se podría decir que el simbolismo es infinitamente profundo. Y esto permite que el Espíritu Santo inspire nuestras mentes con mensajes distintos en cada ocasión que estudiamos los mismos pasajes de escrituras.
Por ejemplo, la frase «si mi padre hubiera permanecido en el país después de habérsele mandado salir de él, habría perecido también” en el siguiente versículo podría tener muchas aplicaciones. Se podría aplicar literalmente a una familia que está acampada a las orillas de un barranco y que reciben una impresión del Espíritu indicando que deben salir corriendo de allí, porque va a haber una inundación. También se podría aplicar a un miembro de la iglesia que está en una relación que amenaza comprometer los estándares morales del evangelio. Si esta persona no abandona dichas circunstancias, corre el peligro de sufrir mucho daño espiritual o incluso la muerte espiritual. Otro ejemplo más de lección simbólica derivada del versículo 18 podría darse cuando un miembro joven o mayor de la iglesia se ha unido a un grupo incorrecto. Si este miembro no presta atención a las advertencias del Espíritu de huir y alejarse de las tentaciones, antes o después se verá expuesto a consecuencias terribles. Estas advertencias del Espíritu Santo también podrían hacer referencia a materiales escritos, tratos en los negocios o finanzas, peligros físicos, peligros militares, tendencias políticas y filosóficas, filosofías sociales, desobediencia a los padres, obispos, abuelos o a quien sea. La lista sigue y sigue al igual que las posibles aplicaciones simbólicas del versículo 18.
18 Pues he aquí, han rechazado las palabras de los profetas. Por tanto, si mi padre hubiera permanecido en el país después de habérsele mandado salir de él, habría perecido también. Por lo que ha sido necesario que salga del país.
A continuación, Nefi recuerda a sus hermanos el porqué es tan importante para ellos el completar su misión y obtener las planchas de bronce. Tal y como se ha mencionado en la nota anterior, hay mucho simbolismo en las escritura. En los próximos versículos podrás ver fácilmente la aplicación simbólica sobre la importancia de las escrituras y llevar una historia familiar en tu propia vida.
19 Y he aquí, es prudente para Dios que obtengamos estos anales a fin de que preservemos para nuestros hijos el idioma de nuestros padres;
20 y también para preservarles las palabras que han salido de la boca de todos los santos profetas, las cuales les han sido dadas por el Espíritu y poder de Dios, desde el principio del mundo, hasta el día de hoy. (Todo esto estaba incluido en las planchas de bronce).
21 Y aconteció que, hablando de este modo, persuadí a mis hermanos a que fueran fieles en guardar los mandamientos de Dios. (La profecía dada en 1 Nefi 2:22, de que Nefi llegaría a ser “gobernante y maestro” sobre sus hermanos se está empezando a cumplir).
22 Y sucedió que descendimos a la tierra de nuestra herencia y recogimos nuestro oro, y nuestra plata y todos nuestros objetos preciosos.
23 Y después de haber recogido estas cosas, volvimos a la casa de Labán.
24 Y acaeció que entramos donde estaba Labán, y le pedimos que nos diera los anales que estaban grabados sobre las planchas de bronce, a cambio de los cuales le entregaríamos nuestro oro, y nuestra plata, y todas nuestras cosas preciosas.
25 Y aconteció que cuando Labán vio nuestros bienes, y que eran grandes en extremo, él los codició (Labán era un hombre avaricioso); por lo que nos echó fuera y mandó a sus siervos que nos mataran, a fin de apoderarse de nuestros bienes. (El egoísmo de Labán llegaba al extremo del asesinato con tal de obtener más).
26 Sucedió, pues, que huimos delante de los siervos de Labán, y nos vimos obligados a abandonar nuestros bienes, que cayeron en manos de Labán.
27 Y huimos al desierto sin que nos alcanzaran los siervos de Labán, y nos escondimos en la oquedad de una roca (quizás refiriéndose a una cueva).
A continuación, se nos recuerda una vez más, que cuando las circunstancias se hacen difíciles, algunas personas flojean y otras se hacen más fuertes. Por lo general, aquellos que se debilitan tratan de encontrar a alguien al que culpar. Los atributos típicos que acompañan a la culpa son la ira y la violencia.
28 Y aconteció que Lamán se irritó conmigo y también con mi padre; y lo mismo hizo Lemuel, porque se dejó llevar por las palabras de Lamán. (Lemuel parece ser un seguidor fácil de persuadir, sin embargo no es sabio al elegir a quién seguir). Por tanto, Lamán y Lemuel nos hablaron muchas palabras ásperas a nosotros, sus hermanos menores, y hasta nos golpearon con una vara.
29 Y sucedió que mientras nos golpeaban con la vara, he aquí, vino un ángel del Señor y se puso ante ellos, y les habló, diciendo: ¿Por qué golpeáis a vuestro hermano menor con una vara? ¿No sabéis que el Señor lo ha escogido (a Nefi; véase 1 Nefi 2:22) para ser gobernante sobre vosotros, y esto a causa de vuestras iniquidades (obras de maldad)? Ede aquí, subiréis de nuevo a Jerusalén y el Señor entregará a Labán en vuestras manos.
Esto es una promesa. Por lo tanto, ahora saben que tendrán éxito al obtener las planchas de bronce si regresan nuevamente a por ellas. Nefi enfrentará una prueba muy grande para poder obtener las planchas. Hasta la fecha, dicha prueba llegará a ser uno de los retos más difíciles en la vida del joven Nefi. V aun así, tras la prueba tan severa de fe, tiene éxito, y crece tremendamente (fortaleciéndose en la fe) en su capacidad para guardar los mandamientos de Dios. De la misma manera, Nefi también recibe bendiciones muy grandes.
30 Y luego que nos hubo hablado, el ángel se fue.
31 Y después que el ángel hubo partido, Lamán y Lemuel empezaron otra vez a murmurar, diciendo: ¿Cómo es posible que el Señor entregue a Labán en nuestras manos? Ede aquí, es un hombre poderoso, y puede mandar a cincuenta, sí, y aun puede matar a cincuenta; luego, ¿por qué no a nosotros?
La respuesta que dan Lamán y Lemuel al aparecerse el ángel es para quedarse sin habla. ¿Cómo es posible que sean tan osadamente insensatos y rechacen su mensaje? ¿Cómo es posible que en un instante conviertan algo tan maravilloso como la aparición de un ángel en algo tan negativo? Podríamos llegara la conclusión de que la iniquidad (maldad) no promueve el pensamiento racional. De hecho, este es uno de los mensajes más importantes en las escrituras.
























