El primer libro de Nefi

Tu estudio de — El Libro De Mormón
Primera Parte:
1 Nefi Hasta Palabras de Mormón

Primer Nefi Capítulo 4

Hasta ahora, los cuatro hijos de Lehi han hecho todo lo que estaba en su poder para lograr su misión, y aún así han fracasado. Parece ser que aquí hay una lección para todos nosotros. Es posible que al hacer muchas cosas y cumplir con muchas responsabilidades tengamos éxito a la primera. El Señor nos anima a usar nuestra inteligencia para solucionar problemas y nos dice que no es necesario que Él nos “mande en todas las cosas” y que «el poder está en” nosotros para resolver muchos problemas (ver DyC 58:26-28).

Sin embargo, parece ser que de cuando en cuando necesitamos que se nos recuerde que dependemos completamente del Señor. Por ejemplo, no hay manera de ser perdonados a no ser que sea por la expiación.

El Señor es el único que puede interceder por nosotros. Él nos muestra Su poder y llegamos a lograr el éxito a Su manera, es decir, a través del arrepentimiento, confesión, etc.

1   Y ACONTECIÓ que hablé a mis hermanos diciéndoles: Subamos de nuevo a Jerusalén, y seamos fieles en guardar los mandamientos del Señor, pues he aquí, él es más poderoso que toda la tierra. ¿Por qué, pues, no ha de ser más poderoso que Labán con sus cincuenta, o aun con sus decenas de millares? (Dicho de otro modo, considerando que Labán en verdad tuviese miles y miles de soldados, el Señor todavía podría derrotarlos y bendecirnos con éxito al obtener las planchas).

2   Subamos pues, y seamos fuertes como Moisés; porque él de cierto habló a las aguas del Mar Rojo y se apartaron a uno y otro lado, y nuestros padres salieron de su cautividad sobre tierra seca, y los ejércitos de Faraón los persiguieron y se ahogaron en las aguas del Mar Rojo,

Hoy día parece ser que muchas personas que leen la Biblia y eruditos que la estudian e investigan no creen que Moisés y los hijos de Israel cruzaron literalmente el Mar Rojo por tierra seca al separarse este en dos y también que los ejércitos de Faraón se ahogaron mientras los perseguían. De hecho, algunos estudiosos dicen que Moisés y su pueblo no cruzaron el Mar Rojo sino un mar de cañizales, en el que no había apenas profundidad y que el viento caliente del desierto simplemente contuvo la subida de las aguas y así pudieron pasar los israelitas.

En el versículo 2, arriba, vemos como el Libro de Mormón apoya y verifica la Biblia. Los israelitas experimentaron el milagro de la partición del Mar Rojo y lo cruzaron por tierra seca, un milagro muy importante en sí mismo. La profecía de Ezequiel, que se encuentra en Ezequiel 37:15-17 se está cumpliendo ante nuestros ojos. La Biblia y el Libro de Mormón, el palo “para Judá” y el «palo de Efraín” se han convertido en “uno solo en tu mano”.

3    He aquí, a vosotros os consta la certeza de esto, y también sabéis que un ángel os ha hablado; ¿cómo, pues, podéis dudar? Subamos hasta allá; el Señor puede librarnos como a nuestros padres, y destruir a Labán como a los egipcios.

4    Y cuando hube hablado estas palabras, todavía estaban irritados (enojados), y continuaron murmurando; sin embargo, me siguieron hasta que llegamos a los muros de Jerusalén.

5    Y era ya de noche; e hice que se ocultaran fuera del muro. Y cuando se hubieron escondido, yo, Nefi, entré furtivamente en la ciudad y me dirigí a la casa de Labán.

Tal y como se menciona en la nota anterior, Nefi está a punto de enfrentar una prueba de fe muy difícil. Al final pasará la prueba, pero antes habrá experimentado una lucha interna de dimensiones muy profundas. Aquí hay una lección para todos nosotros. A veces, al esforzarnos por vivir fielmente el evangelio, y desempeñar nuestros llamamientos y responsabilidades en el hogar y en la organización de la iglesia, encontramos obstáculos que ciertamente no esperábamos, especialmente a la luz de las promesas del Señor a los fieles. En tales ocasiones, la experiencia de Nefi en los siguientes versículos puede ser de gran ayuda y muy reconfortante.

6    E iba guiado por el Espíritu, sin saber de antemano lo que tendría que hacer.

7    No obstante, seguí adelante, y al acercarme a la casa de Labán vi a un hombre, y éste había caído al suelo delante de mí, porque estaba ebrio de vino.

8    Y al acercarme a él, hallé que era Labán.

9    Y percibiendo su espada, la saqué de la vaina; y el puño era de oro puro, labrado de una manera admirable, y vi que la hoja era de un acero finísimo.

Quisiera compartir un pensamiento. Sabemos que Nefi todavía era un hombre joven cuando se encontró a Labán. Es difícil ignorar su asombro y cómo da una descripción detallada de la espada refinada de Labán en el versículo 9. Simplemente es la conducta típica que podríamos esperar de un hombre joven.

A continuación, vemos y podemos sentir la lucha entre la mente y el corazón de Nefi al tratar de clarificar aquello que aprendió en su juventud en cuanto a no matar a nadie, su compromiso de seguir a Dios y el mandamiento de matar a Labán. Se trata de una lucha muy profunda y podemos aprender mucho de esto.

10    Y aconteció que el Espíritu me compelió (urgió, ordenó con firmeza) a que matara a Labán; pero dije en mi corazón: Yo nunca he derramado sangre humana. Y me sobrecogí (detuve) y deseé no tener que matarlo.

11    Y el Espíritu me dijo de nuevo: He aquí el Señor lo ha puesto en tus manos. Sí, y yo también sabía que había intentado quitarme la vida, y que él no quería escuchar (obedecer) los mandamientos del Señor; y además, se había apoderado de nuestros bienes (Labán era un ladrón).

12    Y sucedió que otra vez me dijo el Espíritu: Mátalo, porque el Señor lo ha puesto en tus manos;

13    he aquí que el Señor destruye a los malvados para que se cumplan sus justos designios. Es preferible que muera un hombre a dejar que una nación degenere y perezca en la incredulidad (una cita muy famosa del Libro de Mormón).

14    (La lucha intensa e interna de Nefi se prolonga). Y cuando yo, Nefi, hube oído estas palabras, me acordé de las que el Señor me había hablado en el desierto, diciendo: En tanto que tus descendientes (posteridad) guarden mis mandamientos, prosperarán en la tierra de promisión (literalmente las Américas; simbólicamente, el cielo).

15    Sí, y también consideré que no podrían guardar los mandamientos del Señor según la ley de Moisés, a menos que tuvieran esa ley (las escrituras),

16    Y también sabía que la ley estaba grabada sobre las planchas de bronce.

17    Y además, sabía que el Señor había puesto a Labán en mis manos para este fin: que yo obtuviese los anales, de acuerdo con sus mandamientos.

18    Por lo que, obedeciendo la voz del Espíritu y cogiendo a Labán por los cabellos, le corté la cabeza con su propia espada.

Tal y como se ha mencionado previamente, esta fue una decisión de lo más difícil para Nefi. Parece ser que Nefi siempre ha sido rápido al obedecer, y aun así, en este caso, le lleva 9 versículos para obedecer, lo que refleja la lucha en su alma. Sin embargo, al haber pasado esta prueba tan extrema, desde este momento Nefi podrá obedecer rápidamente al Señor al enfrentar asignaciones difíciles en el futuro. Por ejemplo, cuando se le pide que construya un barco, lo cual puede ser una tarea descomunal para alguien sin experiencia en la construcción de barcos, simplemente respondió con una pregunta “¿a dónde debo ir para encontrar el mineral para fundir, a fin de que yo haga las herramientas para construir el barco . . . ?” (1 Nefi 17:9).

19    Y después que le hube cortado la cabeza con su propia espada, tomé las ropas de Labán y me vestí con ellas, poniéndomelas todas, y me ceñí los lomos con su armadura (me puse su armadura).

20    Y cuando hube hecho todo esto, me dirigí al lugar donde se hallaba el tesoro de Labán. Y al acercarme a ese sitio, encontré al siervo de Labán (Zoram, véase el versículo 35) que guardaba las llaves del tesoro, e imitando la voz de su amo, le mandé que me acompañara al lugar del tesoro.

21    Y él supuso que yo era su amo Labán, pues vio la ropa (de Labán) y también la espada ceñida a mi cintura.

22    Y me habló concerniente a los ancianos (líderes religiosos, véase el versículo 26) de los judíos, porque sabía que su amo Labán había estado entre ellos durante la noche.

23    Y le hablé como si yo hubiese sido Labán.

24    Y también le dije que yo tenía que llevar los grabados, que estaban sobre las planchas de bronce, a mis hermanos mayores que se hallaban del otro lado de las murallas (fuera de la ciudad).

25    Y también le mandé que me siguiera.

26    Y creyendo él que me refería a los hermanos de la iglesia, y que era en verdad Labán, a quien yo había matado, me siguió.

27    Y me habló muchas veces acerca de los ancianos de los judíos, mientras me dirigía hacia donde estaban mis hermanos fuera de las murallas.

28    Y aconteció que cuando Lamán me vio, se asustó en extremo, lo mismo que Lemuel y Sam; y huyeron de mi presencia, porque creían que era Labán, y que me había quitado la vida, e iba a matarlos también a ellos.

29    Y aconteció que los llamé, y ellos me oyeron; por tanto, cesaron de huir de mi presencia.

Imagina cuán sorprendido y desconcertado debe haberse quedado Zoram cuando Nefi habló con su voz normal y sus hermanos se detuvieron.

30    Y cuando el siervo de Labán vio a mis hermanos, empezó a temblar (temer), y estaba a punto de huir de mí y volver a la ciudad de Jerusalén.

31    Y yo, Nefi, siendo un hombre grande de estatura, y habiendo recibido mucha fuerza del Señor, prendí (agarré) al siervo de Labán y lo detuve para que no se escapara.

Ciertamente Nefi se muestra humilde en cuanto a su tamaño y fuerza y nos deja un buen ejemplo al reconocer que es gracias al Señor que tuvo la habilidad para retener a Zoram. A continuación, nos encontramos con el uso del juramento más fuerte que existe en la cultura judaica (véase la nota previa a 1 Nefi 3:15 en este libro) cuando Nefi habla con Zoram y éste le responde.

32    Y sucedió que le dije que si quería escuchar mis palabras, así como vive el Señor, y como vivo yo, que si prestaba atención a nuestras palabras, le perdonaríamos la vida.

33    Y le hablé, sí, le hice juramento de que no tenía por qué temer; que sería libre como nosotros si descendía con nosotros al desierto.

34    Y también le dije: Ciertamente el Señor nos ha mandado hacer esto, y ¿no debemos ser diligentes en guardar los mandamientos del Señor? Por lo tanto, si desciendes al desierto adonde está mi padre, habrá lugar para ti entre nosotros.

A continuación, veremos como Zoram confiará en Nefi tras haber pronunciado el juramento. Por otro lado, Nefi también se queda tranquilo en cuanto a Zoram tras haber recibido una promesa y juramento del mismo Zoram. Desafortunadamente, hoy en día raramente se confía en las promesas de palabra. Cuán maravilloso sería vivir en un mundo en el que nuestras promesas tuvieran tanto valor, significado y fuerza. Y lo cierto es que depende de nosotros. Nos ganamos la confianza de otros al ser honestos y mantener siempre nuestras promesas.

35    Y sucedió que Zoram cobró ánimo al oír las palabras que le hablé. Ahora bien, Zoram era el nombre de este siervo; y prometió que descendería al desierto a donde estaba nuestro padre. Sí, y también nos hizo juramento de que permanecería desde entonces con nosotros.

36    Ahora bien, deseábamos que permaneciera con nosotros por esta razón: que los judíos no supieran de nuestra huida al desierto, no fuera que nos persiguieran y nos destruyeran.

37    Y aconteció que cuando Zoram se juramentó, cesaron nuestros temores con respecto a él.

38    Y sucedió que tomamos las planchas de bronce y al siervo de Labán (Zoram), y partimos para el desierto y viajamos hacia la tienda de nuestro padre.

Primer Nefi Capítulo 5