El primer libro de Nefi

Tu estudio de — El Libro De Mormón
Primera Parte:
1 Nefi Hasta Palabras de Mormón

Primer Nefi Capítulo 8

En este capítulo, Lehi tendrá la visión del árbol de la vida y pedirá a su familia que vayan y participen junto a él de este fruto. Antes de seguir adelante con esta narración del Libro de Mormón, haremos una pausa y consideraremos el sueño tan maravilloso que tuvo el padre de José Smith. ¿Nunca te has preguntado cómo el Señor preparó a los padres del José Smith para que fuesen los padres de un Profeta? ¿Te has preguntado alguna vez cómo pudieron ser tan leales al apoyar a su hijo, el Profeta, al enfrentar tantas burlas y adversidad? En parte, estas respuestas tienen una explicación en el hecho de que tanto el padre como la madre de José tuvieron sueños y visiones en los que se les revelaba y predecía lo que su hijo restauraría.

Fue una preparación maravillosa y tierna en su papel como padres. Se les preparó de manera similar a Abraham y Sara (Isaac), Zacarías y Elisabet (Juan el Bautista), e incluso María y José (Jesús). Puedes leer más sobre los sueños y visiones de los padres de José Smith en un libro titulado “La historia de José Smith por su madre». (La referencia de dicho libro se halla al final de la próxima cita). Para nuestros propósitos, aquí solo citaremos la narración que Lucy Mack Smith nos dio sobre un sueño que tuvo el padre de José Smith en el año 1811. Presta atención y te darás cuenta de que es parecido al sueño de Lehi. Entonces podrás entender aún mejor la razón por la que él sabía que su hijo era en realidad un profeta llamado por Dios para restaurar la iglesia verdadera.

“En 1811, nos mudamos desde Royalton, Vermont, a la ciudad de Lebanon, en New Hampshire. Poco después de llegar allí, mi marido recibió otra visión muy particular, la cual voy a relatar:

“Pensé,” dijo el, “que estaba viajando por un campo espacioso y abandonado, el cual parecía muy árido o infructuoso. A medida que iba viajando tuve un pensamiento repentino sugiriéndome que más me valía parar y reflexionar en cuanto a lo que estaba haciendo antes de seguir más lejos. Así que me pregunté a mi mismo, ‘¿Por qué razón estoy viajando por aquí y qué clase de lugar puede ser este?’ Mi guía, el cual seguía a mi lado, dijo: ‘Esto es el mundo solitario; pero sigue avanzando’. El camino era tan ancho y árido que me pregunté por qué debía avanzar por tal camino; pues me dije a mi mismo: ‘Ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la muerte, y muchos son los que lo transitan; pero estrecha es a puerta, y angosto el camino que conduce a la vida eterna, y pocos son los que lo hallan’. Tras avanzar un poco más, llegué a un sendero estrecho. Entré en dicho sendero, y después de viajar un poco por este, pude ver una río con agua, el cual corría desde el este hacia el oeste. No pude ver ni el origen ni la desembocadura de dicho río; sin embargo, tan lejos como podía alcanzarme la vista, pude ver una cuerda que se extendía junto a la orilla del río, a una altura en la que un hombre podía alcanzarla. Más abajo del lugar en el que me encontraba había un valle muy agradable, en el cual había un árbol como yo nunca había visto antes. Era extremadamente bello, tanto que lo contemplé con asombro y admiración. Sus ramas hermosas se extendían en forma de paraguas, y tenía una especie de fruto, con una forma similar al fruto del castaño, y era tan blanco como la nieve, o más blanco si es posible. Lo miré con gran interés, y mientras lo miraba, las cáscaras de los frutos comenzaron a abrirse y a desprender sus partículas, las cuales eran de una blancura deslumbrante. Me acerqué y empecé a comer de ese fruto y hallé que era muy delicioso, tanto que no lo podía describir. Mientras lo comía, dije en mi corazón: ‘No puedo comer esto yo solo, debo traer a mi esposa y a mis hijos, para que coman conmigo’. Así pues, fui y traje a mi familia, la cual consistía de mi esposa y mis siete hijos. Todos comenzamos a comer y a alabar a Dios por esa bendición. Estábamos extremadamente felices, tanto que no era fácil expresar nuestra alegría. Mientras estábamos en esto, vi un edificio espacioso que se levantaba al lado opuesto del valle en el que estábamos, y parecía llegar hasta el mismo cielo. Estaba lleno de puertas y ventanas, las cuales estaban llenas de gente que vestía de manera muy elegante. Cuando estas personas nos vieron en el valle, debajo del árbol, nos señalaron y se burlaron; nos trataron con desprecio y nos faltaron el respeto. Pero ignoramos totalmente sus injurias. En ese momento me giré hacia mi guía y le pregunté cuál era el significado de aquel fruto tan delicioso. Él me dijo que era el amor puro de Dios, que se derramaba en los corazones de todos aquellos que lo aman y guardan sus mandamientos. Entonces me mandó que fuera y trajera al resto de mis hijos. Yo le dije que ya estaban todos allí. ‘No’, respondió, ‘mira allí, tienes dos más, y también debes traerlos’. Tras elevar mi mirada, vi a dos niños pequeños, parados a cierta distancia. Inmediatamente fui a por ellos y los traje al árbol; enseguida empezaron a comer junto a nosotros y todos juntos nos regocijamos. Parecía que cuanto más comíamos, más deseos teníamos de seguir comiendo, incluso nos arrodillamos y con ambas manos recogíamos el fruto y lo comíamos. Después de regocijarnos en este festín por un breve tiempo, le pregunté a mi guía cuál era el significado del edificio espacioso que vi. Él respondió: ‘Es Babilonia, es Babilonia y debe caer. La gente en las puertas y ventanas son sus habitantes, los cuales hacen burla y desprecian a los santos de Dios a causa de su humildad’.

Me desperté poco después y aplaudí lleno de gozo”. (Lucy Mack Smith, History of Joseph Smith by His Mother. Historia de José Smith por su madre. [Salt Lake City: Stevens & Wallis, Inc., 19451, 48).

Este fue uno de los más de siete sueños o visiones que tuvo José Smith padre y que fueron escritos por su esposa, ¡imagínate cómo se sintió el padre Smith cuando leyó la traducción de las planchas de oro que contenían la narración del sueño de Lehi! ¡Qué testimonio tan maravilloso sobre la veracidad de la obra de su hijo!

Ahora retomaremos la narración del sueño de Lehi en el Libro de Mormón. Te darás cuenta de que hay una diferencia notable entre el sueño del padre de José Smith y el sueño de Lehi, se trata de que todos los hijos del Sr. Smith fueron y participaron del fruto del árbol (de hecho, durante el sueño, el señor y la señora Smith descubrieron que todavía tendrían dos hijos más, y así sucedió). Por otro lado, Lamán y Lemuel declinaron la invitación de Lehi y no participaron del fruto. Ahora leeremos varios versículos, sin interrupción, y luego revisaremos la riqueza de los símbolos y enseñanzas contenidas en dichos versículos.

1 Y ACONTECIÓ que habíamos recogido toda suerte de semillas de toda especie, tanto de granos de todas clases, como de todo género de frutas.

2 Y sucedió que mientras mi padre estaba en el desierto, nos habló, diciendo: He aquí, he soñado un sueño o, en otras palabras, he visto una visión.

3 Y he aquí, a causa de las cosas que he visto, tengo por qué regocijarme en el Señor por motivo de Nefi y de Sam; porque tengo razón para suponer que ellos y también muchos de sus descendientes se salvarán.

4 Pero he aquí, Lamán y Lemuel, temo en gran manera por causa de vosotros; pues he aquí, me pareció ver en mi sueño un desierto obscuro y lúgubre (triste).

5 Y aconteció que vi a un hombre vestido con un manto blanco, el cual llegó y se puso delante de mí.

6 Y sucedió que me habló y me mandó que lo siguiera.

7 Y aconteció que mientras lo seguía, vi que me hallaba en un desierto obscuro y lúgubre.

8 Y después de haber caminado en la obscuridad por el espacio de muchas horas, empecé a implorarle (suplicarle, pedir con verdadera intención y ferviente deseo) al Señor que tuviera compasión de mí, de acuerdo con la multitud de sus tiernas misericordias (bondades, bendiciones).

9 Y aconteció que después de haber orado al Señor, vi un campo grande y espacioso.

10 Y sucedió que vi un árbol cuyo fruto era deseable para hacer a uno feliz.

11 Y aconteció que me adelanté y comí de su fruto; y percibí que era de lo más dulce, superior a todo cuanto yo había probado antes. Sí, y vi que su fruto era blanco, y excedía a toda blancura que yo jamás hubiera visto.

12 Y al comer de su fruto, mi alma se llenó de un gozo inmenso; por lo que deseé que participara también de él mi familia, pues sabía que su fruto era preferible a todos los demás.

13 Y al dirigir la mirada en derredor (a mi alrededor), por si acaso descubría a mi familia también, vi un río de agua; y corría cerca del árbol de cuyo fruto yo estaba comiendo.

14 Y miré para ver de dónde procedía, y vi su fuente no muy lejos de mí; y en su manantial vi a vuestra madre, Saríah, y a Sam y a Nefi; y estaban allí como si no supieran a dónde ir.

15 Y aconteció que les hice señas y también les dije en voz alta que vinieran hacia mí y participaran de aquel fruto que era preferible a todos los demás.

16 Y sucedió que vinieron hacia mí y también comieron del fruto del árbol.

17 Y aconteció que yo sentí deseos de que Lamán y Lemuel vinieran y comieran también de aquel fruto; por tanto, dirigí la vista hacia el manantial del río por si acaso los veía.

18 Y aconteció que los vi, pero no quisieron venir hacia mí para comer del fruto.

Ahora, volveremos a leer estos versículos, y nos fijaremos en varios ejemplos de simbolismo que hasta el momento se dan en el sueño. Además, haremos hincapié en otros aspectos importantes de valor para nuestra instrucción. Usaremos negrita y anotaciones entre paréntesis a la vez que seguimos incluyendo notas y comentarios.

1 Y ACONTECIÓ que habíamos recogido toda suerte de semillas de toda especie, tanto de granos de todas clases, como de todo género de frutas. (Quizás simbólico del hecho que necesitamos mucha preparación específica para lograr el éxito en nuestra jornada a la “tierra prometida” o al cielo).

2 Y sucedió que mientras mi padre estaba en el desierto, nos habló, diciendo: He aquí, he soñado un sueño o, en otras palabras, he visto una visión.

Aquí parece ser que las palabras “sueño” y “visión” son intercambiables. Esto podría contener un mensaje para nosotros. A veces no podemos decir la diferencia entre si estamos soñando algo bajo la inspiración y dirección del Espíritu Santo o si en verdad estamos viendo personas y objetos reales, etc. Probablemente no merezca la pena dedicar mucho tiempo a hallar la diferencia. Sin embargo, sí podemos prestar atención al mensaje.

3 Y he aquí, a causa de las cosas que he visto, tengo por qué regocijarme en el Señor por motivo de Nefi y de Sam; porque tengo razón para suponer que ellos y también muchos de sus descendientes se salvarán.

4 Pero he aquí, Lamán y Lemuel, temo en gran manera por causa de vosotros; pues he aquí, me pareció ver en mi sueño un desierto obscuro y lúgubre.

Aquí nos podríamos hacer una pregunta. Ya que Lehi vio esto en cuanto a Lamán y Lemuel, ¿significa que lo que vio iba a acontecer? Obviamente la respuesta es “No”. Si respondiéramos con un “Sí” entonces estaríamos aceptando la doctrina de la predestinación. En realidad se trata de una advertencia para Lamán y Lemuel, pues ambos necesitan hacer cambios en sus vidas. Y tal y como veremos, estos dos hijos rebeldes todavía tendrán muchas oportunidades para cambiar sus conductas. En el versículo 37 de este capítulo, Lehi le suplica a Lamán y Lemuel que presten atención a sus palabras para que así puedan participar de las misericordias del Señor y no ser “desechados”.

Habrás notado que en el párrafo de arriba hemos usado la palabra “predestinación”. Predestinación significa que hay un destino fijo o que algo va a pasarnos sin importar lo que hagamos nosotros, sin importar nuestro albedrío. Esto es doctrina falsa.

5 Y aconteció que vi a un hombre vestido con un manto blanco, el cual llegó y se puso delante de mí.

6 Y sucedió que me habló y me mandó que lo siguiera.

7 Y aconteció que mientras lo seguía, vi que me hallaba en un desierto obscuro y lúgubre.

Esto podría simbolizar el mundo sin el evangelio de Cristo. También podría ser un símbolo de nuestra situación desesperada al permanecer en nuestros pecados e imperfecciones y no tener acceso a la expiación de Cristo, la cual nos redime. Sea cual sea el caso, a medida que Lehi camina por esta “oscuridad” (véase el versículo 8, a continuación), lo cual se le hace desagradablemente largo, en ese momento, claramente se da cuenta de que necesita de la redención. Así que decide orar fervientemente para recibir “la multitud de sus tiernas misericordias”, las cuales están disponibles para todos nosotros a través de la expiación.

8 Y después de haber caminado en la obscuridad por el espacio de muchas horas, empecé a implorarle al Señor que tuviera compasión de mí, de acuerdo con la multitud de sus tiernas misericordias.

9 Y aconteció que después de haber orado al Señor, vi un campo grande y espacioso.

El versículo 20 explica que el “campo grande y espacioso» que aparece arriba, en el versículo 9, es simbólico del mundo. Considerando que el “sendero estrecho y angosto” y la “barra de hierro” conducen a este “campo grande y espacioso” o “mundo”, podemos ver por lo menos dos significados simbólicos referentes al campo o mundo. Por un lado, pueden representar el reino celestial, la presencia de Dios. Otro significado posible sería que al seguir el “sendero estrecho y angosto” y la “barra de hierro” lleguemos al “campo grande y espacioso” de nuevas oportunidades, de nuevos comienzos en la vida gracias a la expiación del Salvador. Este simbolismo de nuevos comienzos se enseña muchas veces en las escrituras. Por ejemplo, en Levítico 14:7 leemos sobre una “avecilla” (pájaro) viva la cual se deja suelta en un “campo abierto” lo cual simboliza un sin fin de nuevas oportunidades. El pájaro vivo simboliza (o representa a) una persona que ha sido limpia por la sangre (Levítico 14:6-7). Ser limpio por la sangre simboliza el ser limpio por la expiación del Salvador. De hecho, si lees Levítico 14:1-9, verás que hay mucho simbolismo en cuanto a la expiación.

Por ejemplo, en el versículo 4 se menciona la madera de cedro (símbolo de la cruz), la grana e hisopo (ambos relacionados con el juicio y crucifixión del Salvador; o en otras palabras, son parte del simbolismo de la expiación) los cuales representan el ser limpio por la expiación del Salvador. En resumen, cuando nos hacemos merecedores de que la expiación esté funcionando en nuestro favor, encontramos una renovación de vida y un gran abanico de nuevas oportunidades para progresar hacia la exaltación celestial.

10 Y sucedió que vi un árbol cuyo fruto era deseable para hacer a uno feliz.

Arriba, en el versículo 10, una vez más, hallamos mucho simbolismo, y esta vez en referencia al “árbol”. Habrás notado que el Señor utiliza muchos símbolos en las escrituras. Algunas personas desearían que esto no fuese así, pues algunas cosas pueden ser difíciles de entender. Les parecería más fácil si el Señor simplemente se manifestara y explicara lo que estas cosas significan. Pues bien, el simbolismo puede ser infinitamente profundo, y por lo tanto permite al Espíritu Santo enseñar muchas lecciones diferentes usando el mismo objeto. Así sucede con el “árbol” en el versículo 10, arriba.

En un contexto, el “árbol” puede simbolizar el árbol de la vida mencionado en Génesis 2:9, o el árbol de la vida mencionado en Apocalipsis 2:7 y 22:2. Estos “árboles” pueden representar la nutrición que viene de Dios, tanto en la vida mortal como en la eternidad.

Otra interpretación posible del árbol que Lehi vio se encuentra en 1 Nefi 11:21-22. Parece ser que aquí el árbol es un símbolo del Salvador. El Salvador es la manifestación del “amor de Dios”. Este amor del Padre por nosotros se demuestra al darnos a Su Hijo Unigénito, para que podamos regresar a Él (al Padre).

Y otro uso más del “árbol” en el Libro de Mormón se encuentra en Alma 32. Allí, se planta una semilla con fe, se nutre durante un periodo de tiempo, y finalmente se convierte en un “árbol que brotará para vida eterna” (Alma 32:41). Éste da un fruto que es simbólico de lo mejor que Dios tiene para nosotros, es decir, la exaltación.

11 Y aconteció que me adelanté y comí de su fruto; y percibí que era de lo más dulce, superior a todo cuanto yo había probado antes. Sí, y vi que su fruto era blanco (símbolo de pureza, procedente de Dios), y excedía a toda blancura que yo jamás hubiera visto.

12 Y al comer de su fruto, mi alma se llenó de un gozo inmenso (símbolo, entre otras cosas, del gozo que resulta al vivir el evangelio); por lo que deseé que participara también de él mi familia, pues sabía que su fruto era preferible a todos los demás (símbolo del hecho de que las cosas de Dios son, con diferencia, las más deseables de todas, especialmente para el alma).

13 Y al dirigir la mirada en derredor, por si acaso descubría a mi familia también, vi un río de agua (símbolo de “las profundidades del infierno”; véase 1 Nefi 12:16. Lehi no se dio cuenta de que el agua estaba sucia, pero Nefi si lo notó cuando él mismo vio las mismas cosas en una visión; véase 1 Nefi 15:26-27); y corría cerca del árbol de cuyo fruto yo estaba comiendo (simbólico del hecho de que Satanás, durante nuestra vida mortal, pone tentaciones y maldad tan cerca de los justos como le es posible).

14 Y miré para ver de dónde procedía, y vi su fuente no muy lejos de mí; y en su manantial vi a vuestra madre, Saríah, y a Sam y a Nefi; y estaban allí como si no supieran (la dirección correcta) a dónde ir. (Esto es un recordatorio de que incluso las personas justas a veces pueden sentirse confundidas en cuanto a la dirección que deberían seguir. Todos necesitamos la guía de los profetas del Señor).

15 Y aconteció que les hice señas (para que viniesen hacia mí) y también les dije en voz alta que vinieran hacia mí y participaran de aquel fruto que era preferible a todos los demás (símbolo del amor de Dios, que se manifiesta al darnos a Su Hijo. También, un recordatorio de que la exaltación es, con diferencia, la gloria más deseable para pasar la eternidad).

16 Y sucedió que vinieron hacia mí y también comieron del fruto del árbol.

17 Y aconteció que yo sentí deseos de que Lamán y Lemuel vinieran y comieran también de aquel fruto; por tanto, dirigí la vista hacia el manantial del río por si acaso los veía.

18 Y aconteció que los vi, pero no quisieron venir hacia mí para comer del fruto. (Símbolo del hecho de que Lamán y Lemuel se niegan a aceptar el evangelio y a participar activa y fielmente en este).

Después de haber repetido los versículos 1-18 para recibir enseñanzas adicionales, ahora proseguiremos con el versículo 19.

19 Y percibí una barra de hierro (símbolo de la palabra de Dios; véase 1 Nefi 11:25), que se extendía por la orilla del río y conducía al árbol donde yo estaba.

20 Y vi también un sendero estrecho y angosto que corría a un lado de la barra de hierro hasta el árbol, al lado del cual me hallaba; y también pasaba por donde brotaba el manantial hasta un campo grande y espacioso a semejanza de un mundo.

La frase “sendero estrecho y angosto” en el versículo 20, arriba, es bastante interesante. Si prestamos atención, tanto la palabra “estrecho” como «angosto” tienen un significado similar. “Angosto” es un adjetivo sinónimo de “estrecho” o “reducido”, por lo tanto esta expresión se podría leer como “el sendero estrecho y estrecho”. Se ha sugerido que esta frase puede interpretarse como el sendero “estrecho que se estrecha más aún”. Quizás esta frase en sí misma contiene una lección importante para todos. Se trata de que a medida que el Espíritu Santo nos revela “línea sobre línea”, el “sendero” se vuelve más y más estrecho, llevándonos así a la exaltación.

De hecho, quisiera compartir una experiencia interesante que tuve en cuanto a este concepto. Un amigo mío se había distanciado del sendero durante un tiempo de su vida. A través del arrepentimiento y mucho esfuerzo, recuperó su membresía en la iglesia. Le iba muy bien, al punto de que sirvió una misión con su esposa y hacía muchas obras buenas. Sin embargo, un día vino a verme a mi oficina y me dijo que estaba muy preocupado en cuanto a sus posibilidades de alcanzar la exaltación celestial, cuando en años anteriores su confianza para lograr dicha exaltación era firme. Su preocupación se debía a lo siguiente. Este buen hombre se estaba dando cuenta de defectos e imperfecciones en su vida diaria los cuales no había notado antes. Creo que se quedó un tanto desconcertado cuando yo le dije “¡Regocíjate!”

Al seguir conversando, le expliqué que la razón por la cual se estaba dando cuenta de cosas (errores, defectos, pequeñas faltas, etc.) que antes pasaban desapercibidas en su vida, era una evidencia de que ahora se encontraba más cerca del Espíritu que antes. Se estaba acercando más y más al Señor y la “luz» estaba brillando con más intensidad en su sendero, por lo que ahora podía percibir y sentir preocupación por cosas más pequeñas. ¡Era una señal de que estaba haciendo las cosas mucho mejor! Cuando se dio cuenta de esto, guardó silencio por un momento, sonrió, dio un gran suspiro de alivio y salió de mi oficina muy feliz. Desde entonces, este amigo ha seguido progresando y sirviendo de manera muy efectiva en la iglesia y en la comunidad. Tal es el poder que se obtiene al entrar y caminar por el sendero “estrecho que se estrecha aún más”.

A continuación, veremos que en el sueño de Lehi hay cuatro grupos o categorías de personas diferentes. Los tres primeros se parecen en muchas cosas, pero solo uno logrará con éxito la salvación. El cuarto grupo ni si quiera consigue entrar en el sendero. Al estudiar estos grupos, resaltaremos con negrita aquellas cosas a las que queremos dirigir nuestra atención para considerarlas de manera especial.

Primer grupo: (versículos 21-23).

21 Y vi innumerables concursos de gentes, muchas de las cuales se estaban apremiando (avanzando) a fin de llegar al sendero que conducía al árbol al lado del cual me hallaba.

22 Y aconteció que se adelantaron y emprendieron (iniciaron) la marcha por el sendero que conducía al árbol.

Por ahora, las personas del primer grupo quieren venir (ir) a Cristo. Han comenzado con éxito a “apremiarse” (esforzarse por ir adelante) en sus vidas para lograr esa meta. De hecho, estos han entrado en el «sendero estrecho y angosto” que lleva a la vida eterna. Al examinar 2 Nefi 31:17-18, entendemos que estas personas se habían bautizado en la iglesia. Estos versículos explican que la “puerta” que lleva a la entrada de “este estrecho y angosto camino que conduce a la vida eterna” es el bautismo. Tristemente, como ahora veremos, estas personas, las cuales tenían tan buenas intenciones al empezar, serán confundidas y llevadas fuera del sendero.

23 Y ocurrió que surgió un vapor de tinieblas (símbolo de las “tentaciones del diablo” según 1 Nefi 12:17), sí, un sumamente extenso vapor de tinieblas tanto así que los que habían entrado (grupo uno) en el sendero se apartaron del camino, de manera que se desviaron y se perdieron.

Segundo grupo; (versículos 24-28),

Las personas en este grupo empiezan igual que los del grupo uno, «avanzaron”, pero estos llegaron más lejos en el sendero. Estos superaron el “vapor de tinieblas” al agarrarse a la barra de hierro. ¿Recuerdas lo que simboliza la barra de hierro? Es la “palabra de Dios”. Véase 1 Nefi 11:25. ¿Cómo conseguimos la palabra de Dios? Al leer y estudiar las escrituras, al escuchar las palabras de los profetas vivientes, y al buscar y recibir la guía e instrucción del Espíritu Santo. Por lo tanto, podemos concluir que la gente en el grupo dos fueron fortalecidos por las escrituras, las palabras de sus profetas, y la guía del Espíritu, lo que los preparó para superar con éxito las tentaciones del diablo a medida que avanzaron a lo largo del “sendero estrecho y angosto”. De hecho, este grupo alcanza el árbol y participa del fruto. Dicho de otro modo, entre otras cosas, estas personas en verdad tienen un testimonio del evangelio.

24 Y sucedió que vi a otros que se adelantaban, y llegaron y se asieron (agarraron) del extremo de la barra de hierro, y avanzaron a través del vapor de tinieblas, asidos a la barra de hierro, hasta que llegaron y participaron del fruto del árbol.

Una cosa que se nos enseña en los próximos versículos es que Satanás no deja de obrar en las personas que han alcanzado “el árbol” y han participado de su “fruto”. Parece ser que tiene armas especialmente poderosas diseñadas para desviarlos y destruirlos. Una de estas armas es la presión social o de otras personas.

25 Y después de haber comido del fruto del árbol, miraron en derredor (a los alrededores) de ellos, como si se hallasen avergonzados.

26 Y yo también dirigí la mirada alrededor, y vi del otro lado del río (suciedad, inmundicia; véase 1 Nefi 15:26-27), un edificio grande y espacioso que parecía erguirse en el aire, a gran altura de la tierra.

Veamos dos cosas. Primero, los justos fueron separados por la inmundicia o suciedad de entre los ocupantes orgullosos y mundanos del “edificio grande y espacioso”. Segundo, ¡El edificio no tenía fundamento! ¡No es seguro estar allí! ¡Tenemos la garantía de que caerá! Véase 1 Nefi 11:36.

27 Y estaba lleno de personas, tanto ancianas como jóvenes, hombres así como mujeres; y la ropa que vestían era excesivamente fina (eran materialistas y estaban llenos de orgullo; véase 1 Nefi 11:36); y se hallaban en actitud de estar burlándose y señalando con el dedo a los que habían llegado hasta el fruto y estaban comiendo de él.

(Simboliza la presión social).

28 Y después que hubieron probado del fruto, se avergonzaron a causa de los que se mofaban de ellos; y cayeron en senderos prohibidos y se perdieron.

Los del grupo uno “se desviaron” mientras que los del grupo dos “cayeron”. Quizás, una lección que podemos aprender de esto, es que cuanto más conocimiento y testimonio tenemos, más rápido y lejos caemos si es que elegimos quebrantar nuestros compromisos y convenios.

29 Y ahora bien, yo, Nefi, no relato todas las palabras de mi padre;

Tercer grupo; (versículo 30 y última parte del versículo 33).

Los de este grupo, al igual que los del primer y segundo grupo, también “avanzaban”. Estos “se agarraron del extremo de la barra de hierro” al igual que los del segundo grupo. Así pues, ¿cuáles son las diferencias entre los del grupo tercero y los grupos primero y segundo que Lehi vio en su sueño? Si ahora podemos aprender la lección en cuanto a lo que Nefi escogió grabar para nosotros en las Planchas Menores de Nefi, podremos obtener algunas claves para poder volver con éxito a nuestro hogar, junto a nuestro Padre Celestial. Resaltaremos con negrita estas “claves” y entre paréntesis haremos algunos comentarios breves para instruirnos mejor. Pero antes de hacer esto, por favor, observa que los miembros en este grupo no «se desviaron” ni tampoco “cayeron”. Permanecen fieles. Tienen éxito. Consiguen el galardón de la vida eterna.

30 pero para ser breve en lo que escribo, he aquí, él vio otras multitudes que avanzaban; y llegaron y se agarraron del extremo de la barra de hierro; y siguieron hacia adelante, asidos constantemente (y no solamente cuando sentían que debían ser fieles) a la barra de hierro, hasta que llegaron, y se postraron (se mantuvieron humildes), y comieron del fruto del árbol. (Y de acuerdo con las últimas palabras del versículo 33, continuaron participando del fruto, junto a Lehi y los miembros de su familia que siguieron fieles. Además, no hicieron caso de aquellos que les “señalaban con dedo de escarnio” o se burlaban. En otras palabras, no cedieron a la presión social para terminar siendo partícipes de obras malas).

Cuarto grupo; (versículos 31-33).

Mientras las personas de los grupos primero al tercero parece ser que son miembros de la iglesia, aquellos del grupo cuatro ni siquiera alcanzan el “sendero estrecho y angosto”. Parece que no tenían una dirección clara ni tampoco “avanzaban” adelante. Por el contrario, unos se “dirigían a tientas” (versículo 31) y otros terminaban «desviándose” (versículo 32).

31 Y vio también otras multitudes que se dirigían a tientas hacia el grande y espacioso edificio.

32 Y aconteció que muchos se ahogaron en las profundidades de la fuente (fueron vencidos por la suciedad—impurezas, inmundicia); y muchos otros desaparecieron de su vista, desviándose por senderos extraños (caminos comúnmente transitados que nos alejan de Dios).

33 Y grande era la multitud que entraba en aquel singular edificio (el edificio grande y espacioso, versículo 26-27). Y después de entrar en él nos señalaban con dedo de escarnio a mí y también a los que participaban del fruto; pero no les hicimos caso. (Este es un “sermón corto” y maravilloso que nos indica cómo lidiar con la presión social negativa).

34 Estas son las palabras de mi padre: Pues todos los que les hicieron caso (a los ocupantes del edificio grande y espacioso), se perdieron.

Nos podríamos preguntar a nosotros mismos si alguna vez hemos entrado en el «edificio grande y espacioso”. Y probablemente la respuesta que daríamos cada uno de nosotros sería “sí”. Por ejemplo, si alguna vez le dijimos a otro miembro de la iglesia, “¡No seas exagerado! ¿Es que no puedes tolerar esto . . . ?” al ver que se ofendió debido a que le hablamos de manera vulgar, o pusimos música o quizás una película inapropiada . . . , entonces podemos decir que ya tomamos un gran riesgo por algún tiempo y dimos unos pasos hacia dentro del “grande y espacioso”. Otro caso: si alguna vez hemos tratado de convencer a un amigo o conocido de que hiciera algo que le suponía rebajar sus estándares elevados, aunque solo fuera durante un momento en el que ambos nos adentramos en caminos prohibidos e insensatos, entonces hemos entrado en ese edificio engañador. Y un ejemplo más: si alguna vez hemos vacilado para reunir a la familia con el fin de tener la oración familiar o la noche de hogar, o si hemos invitado a alguien a saltarse una reunión de la iglesia con nosotros, entonces ya nos hemos adentrado en este palacio mundano y nos hemos unido a esos que hacen burla de los justos.

Afortunadamente, existe el arrepentimiento, y tenemos la esperanza de que desde ahora en adelante podamos estar en el lado seguro del río, junto al árbol.

35 Y ni Lamán ni Lemuel comieron del fruto, dijo mi padre.

36 Y aconteció que luego que mi padre hubo relatado todas las palabras de su sueño o visión, que fueron muchas (parece ser que hay muchas más cosas referentes al sueño que no se escribieron aquí), nos dijo que a causa de estas cosas que había visto en la visión, temía en gran manera por Lamán y Lemuel; sí, temía que fueran desterrados de la presencia del Señor (y aquí nos encontramos con otra oportunidad para Lamán y Lemuel, para que presten atención a las palabras de su padre, el profeta, y cambien sus caminos).

37 Y entonces los exhortó, con todo el sentimiento de un tierno padre, a que escucharan sus consejos, para que quizá el Señor tuviera misericordia de ellos y no los desechara; sí, mi padre les predicó.

38 Y después de haberles predicado, y también profetizado de muchas cosas, les mandó que guardaran los mandamientos del Señor; y cesó de hablarles.

Encontramos un pequeño mensaje o lección para nosotros al reflexionar en el hecho de que Lehi “cesó de hablarles”. Si nos esforzamos en escuchar al Señor y a sus Profetas, y tratamos de escuchar y obedecer los susurros o impresiones del Espíritu Santo, tal y como Nefi y otros hicieron, entonces gozaremos de una comunicación constante desde los cielos. Sin embargo, si constantemente nos rebelamos y murmuramos, tal y como lo hicieron Lamán y Lemuel, entonces llegará el tiempo en que el Espíritu del Señor empezará a retirarse de nosotros. Esto se puede comprobar en 2 Nefi 26:11, en donde se nos dice, “Porque el Espíritu del Señor no siempre luchará con el hombre”.

Primer Nefi Capítulo 9