Guiados por la Fe y el
Espíritu de Dios
Los Santos Emigrantes Fueron Guiados Por el Espíritu de Dios
por el Presidente Brigham Young
Comentarios pronunciados en el Bowery,
Gran Ciudad del Lago Salado, el 9 de noviembre de 1856.
Deseo decirles a los hermanos, a tantos como estén aquí hoy, que han cruzado las Llanuras con los carritos de mano, que siento bendecirles, y pueden estar seguros de que siempre tienen mis mejores sentimientos.
Mientras el hermano Ellsworth hablaba sobre el Espíritu, y los espíritus que estaban alrededor de ellos, el espíritu con el que parecía haber tenido que lidiar, y el espíritu con el que el pueblo tuvo que lidiar, quise revelar un secreto. Mientras esos hermanos y hermanas titubeaban, sin saber si debían detenerse o seguir adelante, había fe en este valle que los mantenía atados a ese viaje, y se vieron obligados a completarlo; no podían evitar hacerlo. ¿Quién tenía esa fe? La gente de aquí; y el Espíritu del Señor los estaba guiando todo el tiempo, tanto a ellos como a los hermanos que los lideraban. Ellos estaban, al igual que muchos ahora, siendo guiados para hacer lo que hicieron; no podían hacer otra cosa, porque Dios no les permitiría hacer otra cosa. Los hermanos y hermanas cruzaron las Llanuras porque no podían quedarse; ese es el secreto del movimiento. Pero si el diablo hubiera tenido su voluntad, ¿creen que alguno de ellos habría cruzado las Llanuras? No, ninguna persona habría siquiera comenzado. Pero lo hicieron, y completaron el viaje.
Estamos haciendo muchas cosas, y José [Smith] hizo muchas cosas, porque el Espíritu del Señor nos impulsa a hacerlas, tal como lo impulsó a él. José no podía hacer otra cosa más que lo que hizo; y lo mismo sucede con nosotros todo el tiempo. El Señor impulsó a las compañías de carritos de mano todo el tiempo, en medio de sus aflicciones, a prepararse y a emprender su viaje, y solo tenían fe y poder para ese día; y al día siguiente parecía que ciertamente tendrían que detenerse. Pero cuando llegaba el día siguiente, tenían fe y poder para completar el viaje de ese día, y así fueron guiados día tras día, hasta este punto.
Dios está al timón de este gran barco, y eso me hace sentir bien. Cuando pienso en el mundo y en los enemigos de la causa de Dios, no me importan más que un enjambre de mosquitos. Todo el infierno puede aullar, y pueden correr de un lado a otro por la tierra buscando a quien destruir, pero no pueden mover a los fieles y puros de corazón. Que apostaten aquellos que lo deseen, pero Dios salvará a todos los que estén decididos a ser salvados.
Hermanos y hermanas, les bendigo en el nombre de Jesucristo. Amén.

























