Una Casa de Gloria


Capítulo 3

Lecciones preliminares


E1 Señor no nos deja sin ayuda cuando aprendemos a aprender en Su casa. Él nos prepara en diferentes maneras. Algunas de esas formas de prepararnos empiezan en nuestra niñez. Otras vienen conforme entramos en Su templo y participamos en las ordenanzas. Todas ellas continúan a través de nuestra vida.

ORDENANZAS SIMBÓLICAS

Antes de que vayamos al templo, ya se nos habrán presentado las ordenanzas simbólicas. A través de ellas se nos muestra cómo responder al lenguaje simbólico. Las ordenanzas del bautismo y de los sacramentos son un ejemplo. Si alguien que no estuviese familiarizado con la adoración en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los “Últimos Días o en otra iglesia cristiana, y entrase a una de nuestras capillas y presenciase un bautismo o los sacramentos, éstos podrían parecerle extraños. A menos que entendiese qué representan los objetos y las acciones externas, podría sentir aun un rechazo por lo que ve.

En los sacramentos, el pan nos recuerda el cuerpo del Salvador y el agua Su sangre. Cuando participamos de los sacramentos, pensamos en el amoroso sacrificio en favor nuestro y en los convenios que hacen que Su sacrificio sea eficaz en nuestra vida. El pan y el agua también nos recuerdan que Jesús fue “el pan de vida” y que Él es la fuente “de agua viva” (Juan 6). Nos concentramos, por lo tanto, en el significado del símbolo y no en el símbolo mismo. Cuando entendemos el significado de los símbolos del templo, su forma exterior llegara a ser más hermosa, así como la ordenanza de los sacramentos es hermosa y edificante para nosotros.

El bautismo es una ordenanza excelente para estudiar, la cual nos da una mejor idea de cómo el Señor nos enseña en el templo. ¿Qué es lo que el bautismo simboliza? Algunos pueden decir que el bautismo es una limpieza simbólica. La pila bautismal nos recuerda de un baño donde nuestros pecados son lavados. Conforme nos sumergimos en el agua, llegamos a ser puros. Esto se enseña en las Escrituras.

Otros pueden enseñar que el bautismo simboliza un nacimiento. Y la pila bautismal representa el vientre materno. Como un recién nacido sale del agua del vientre materno, así también nosotros “nacemos de nuevo” de las aguas del bautismo a una nueva vida inocente. También esto se afirma en las Escrituras.

Otros pueden añadir que el bautismo simboliza un entierro. La pila bautismal sugiere a la mente una sepultura. El viejo hombre de pecado, el hombre natural, es sepultado en el agua para que el nuevo hombre en Jesucristo pueda resucitar. Y hacemos esto en similitud de la muerte y resurrección de nuestro Salvador. Esta interpretación también se sugiere así en las Escrituras.

¿Es el bautismo entonces un baño, un nacimiento, o un entierro? Es todo eso. Por cuanto tales símbolos traen consigo múltiples significados, ellos nos van a edificar e instruir constantemente a través de nuestra vida conforme meditamos en ellos.

UN MANUAL PARA LA INVESTIDURA

Así como hemos considerado el significado de los sacramentos y del bautismo, debemos aprender qué hacer con las ordenanzas en la Casa del Señor. El Señor nos ha mostrado un modelo en los sacramentos y en el bautismo, pero no necesitamos descubrir los niveles del significado simbólico sin asistencia. La ayuda está disponible. Los tres significados del bautismo mencionados anteriormente se enseñan en las Escrituras, así como los múltiples significados de los sacramentos.

En algunas ocasiones se me ha preguntado si yo puedo recomendar un buen libro o artículo para ayudar a la gente a entender las ordenanzas del templo. Mi respuesta siempre ha sido: “¡Sí! Hay un hermoso manual escrito para explicar aun los significados más sutiles de la investidura, y está a su disposición”. La persona, emocionada, toma un papel y un lápiz para escribir el título del libro. “El manual son las Santas Escrituras”, le digo. En forma desanimada, la persona deja el lápiz y dice: “No, realmente, ¿existe algún otro libro que pueda recomendarme?”.

¿Qué provecho tiene el leer cualquier otra cosa acerca del templo (incluyendo este libro), si no hemos estudiado profundamente la fuente de mayor información? Con certeza, el lugar prominente que ocupan las Escrituras en el templo es una señal para nosotros de su valor para comprender todo lo que vemos y escuchamos dentro de sus paredes. Las Escrituras nos van a revelar significados más profundos y más amplios acerca del templo. Dentro de sus páginas están las claves para la mayor parte del simbolismo del templo. Cada vez que se nos ha dicho “buscad diligentemente…palabras de sabiduría… de los mejores libros” (D. y C. 88:118), está dicho en el contexto de la adoración en el templo. El Señor nos sugiere que el entendimiento de las verdades del templo está basado en un estudio más intenso y más completo de las Escrituras. En cuanto más conozcamos las Escrituras, más abrirá la ordenanza de la investidura nuestro entendimiento. Muchos han tenido la experiencia de meditar en el templo, cuando de repente un versículo de las Escrituras les ha venido a la mente y reciben el entendimiento acerca de las “inmensas realidades”.

La investidura del templo es Escritura, la forma más elevada de Escritura, no en forma escrita para que todos la lean, sino grabada en la mente de quienes con su esfuerzo y su asistencia manifiestan la profundidad de sus deseos. Está escrita en nuestro corazón, no en las páginas de un libro. En ocasiones hemos leído acerca de personas a quienes se les han enseñado verdades o principios que se les ha prohibido revelar o describir. Jesús oró con los Nefitas, por ejemplo, y “las cosas que oró no se pueden escribir” (3 Nefi 17:15). El momento fue sagrado, tan hermoso y santo que no podía dejarse grabado en un papel.

Como estudiante de inglés en la universidad, yo deseaba poder ver o escuchar algo realmente hermoso que no pudiera ser escrito. Entonces un día, el Espíritu me susurró: “Tú tienes esa oportunidad, muchas veces, en la casa del Señor”. La investidura y las otras ordenanzas del templo son muy sagradas para ser escritas a fin de que todos las vean. El Señor le dijo a Mormón, cuando éste intentaba escribir más de las palabras del Salvador en el Libro de Mormón: “Pondré a prueba la fe de mi pueblo” (3 Nefi 26:11). Así también, el Señor prueba la fe de Su gente antes de que reciban las verdades y convenios sagrados de Su casa.

Por cuanto la investidura es Escritura, y puesto que la Escritura es en sí el mejor comentario de la Escritura misma, en nuestra lectura de los libros sagrados podemos hallar luz acerca de la investidura. Esto va a suceder especialmente si recordamos que los símbolos pueden tener múltiples significados. Quizás una ilustración de cómo la Escritura comenta acerca de la Escritura misma nos ayudará a aclarar este punto.

CORRERÁN SIN FATIGARSE, Y ANDARÁN SIN DESMAYAR

Por muchos años leí las promesas hechas en la Palabra de Sabiduría tal como se encuentran en la Sección 89 de Doctrina y Convenios. Una de esas promesas indica que los Santos “correrán sin fatigarse, y andarán sin desmayar” (versículo 20). Por muchos años pensé que yo entendía completamente el significado de esa promesa. Era la seguridad de gozar de un cuerpo sano si seguimos el consejo dado en la Palabra de Sabiduría. Todavía yo creo que esto es verdadero e inherente en la promesa.

Sin embargo, un día, mientras leía la epístola del apóstol Pablo a los hebreos vi en sus palabras una promesa aún más profunda y poderosa. Pablo con frecuencia usó la imagen de una carrera olímpica para describir la vida de los Santos de entonces. “Despojémonos de todo peso”, escribió, “y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar” (Hebreos 12: 1-3; énfasis añadido).

Tres palabras de la promesa en la sección 89 están también en las palabras de ánimo de Pablo a los Santos: “correr”, “fatigarse” y “desmayar”. Pero en el libro de Hebreos la carrera es espiritual, no física. Otras Escrituras también nos vienen a la mente. Frecuentemente se nos ha dicho en las Escrituras no “cansarnos de hacer el bien” y “caminar en el camino estrecho y angosto”.

Si combinamos todas estas ideas, surge un significado más profundo de la promesa. La promesa de la Palabra de Sabiduría es también una seguridad de resistencia espiritual. Correremos la carrera de la vida y no nos cansaremos de hacer el bien, y caminaremos por el sendero estrecho y angosto y no desmayaremos. En otras palabras, “perseveraremos hasta el fin”.

Lo que hemos hecho aquí con la Palabra de Sabiduría podría hacerse con otras frases, convenios y promesas que escuchamos y vemos en el templo. Un significado nuevo y hermoso será puesto delante de nuestros pies si estamos dispuestos a pagar el precio de “[buscar] conocimiento, tanto por el estudio [de las Escrituras] como porlafe” (D. y C. 88:118).

PRÁCTICA DE LAS ESCRITURAS CON SÍMBOLOS

La importancia del estudio de las Escrituras en lo que se relaciona con el templo se ve también en el hecho de que las Escrituras en sí mismas son simbólicas y tienen muchos niveles de significado. Cuando mis hijos han tenido que prepararse para tomar los exámenes para entrar en la universidad como lo son el ACT y el SAT, (dos de los exámenes más comunes que se requieren a los estudiantes de secundaria en los Estados Unidos para ser admitidos en la universidad), ellos han estudiado libros que contienen el tipo de preguntas que van a encontrar en los exámenes reales. Esto les permite practicar con exámenes de prueba y de esta forma estar mejor preparados. Nosotros también podemos revisar las Escrituras de esa manera, una práctica sobre las ordenanzas, el lenguaje y los símbolos. Un ejemplo excelente lo encontramos en el libro del Éxodo. En cierta forma es una investidura mosaica. Es un microcosmos de la vida, así como lo es la investidura. Cada cosa que allí sucede, desde la liberación de los hijos de Israel hasta su entrada en la tierra prometida, puede ser aplicada simbólicamente a nuestra vida.

Por ejemplo, estudiamos la columna de fuego o la nube que guió a los israelitas cuando viajaban por el desierto. El apóstol Pablo dice que cruzar el Mar Rojo fue como un bautismo simbólico para Israel. Después del bautismo se nos da el don del Espíritu Santo que sirve como una guía a través de nuestra vida. Este don permanecerá con nosotros mientras nos mantengamos dignos.

La columna de fuego o la nube en el Éxodo nos sugiere que el Espíritu Santo nos guiará así como aquella columna guió a los israe litas a través del desierto. El desierto nos sugiere la vida en la tierra, y la tierra prometida nos sugiere el reino celestial. Con esto en mente, notemos la poderosa lección simbólica que esta historia nos enseña. La actitud que los hijos de Israel tenían acerca de la columna de fuego podría ser también nuestra actitud hacia la guía del Espíritu Santo: “Así era continuamente: la nube lo cubría de día, y de noche la apa riencia de fuego. Cuando se alzaba la nube del tabernáculo, los hijos de Israel partían; y en el lugar donde la nube paraba, allí acampaban los hijos de Israel. Al mandato de Jehová los hijos de Israel partían, y al mandato de Jehová acampaban; todos los días que la nube estaba sobre el tabernáculo, permanecían acampados. Cuando la nube se detenía sobre el tabernáculo muchos días, entonces los hijos de Israel guardaban la ordenanza de Jehová, y no partían. Y cuando la nube estaba sobre el tabernáculo pocos días, al mandato de Jehová acampaban, y al mandato de Jehová partían. Y cuando la nube se detenía desde la tarde hasta la mañana, o cuando a la mañana la nube se levantaba, ellos partían; o si había estado un día, y a la noche la nube se levantaba, ellos partían; o si había estado un día, y a la noche la nube se levantaba, entonces partían. O si dos días, o un mes, o un año, mientras la nube se detenía sobre el tabernáculo permaneciendo sobre él, los hijos de Israel seguían acampados, y no se movían; mas cuando ella se alzaba, ellos partían. Al mandato de Jehová acampaban y al mandato de Jehová partían” (Números 9:16-23).

Qué lección más hermosa se nos sugiere en esta historia, si entendemos el simbolismo de la columna de fuego que estaba sobre el tabernáculo. En nuestra propia vida nunca debemos caminar sin la dirección del Espíritu. Debemos estar con el Espíritu en todo momento, no importa dónde o cuán lejos nos lleve o nos haga descansar. Él controla la dirección de nuestra vida. Algunas veces la columna se moverá en el día, otras veces en la noche. No importaba por cuánto tiempo la gente tenía que acampar, podía ser dos días o un año. La columna lo determinaba todo. El deseo de ellos fue siempre estar donde la columna de fuego quería que ellos estuviesen.

En la historia de los hijos de Israel hay otros mensajes hermosos. Por ejemplo, se les enseñó a juntar el maná cada día. Moisés nos dice en el libro de Deuteronomio que el maná simbolizaba la palabra de Dios (véase Deuteronomio 8:3). ¿No deberíamos también nosotros juntar las palabras de Dios de las Escrituras “cada día”? ¿Podríamos juntar suficiente en un día como para que dure para la semana? ¿Juntamos un poquito aquí y un poquito allá hasta tener suficiente para satisfacer nuestra hambre espiritual? Es necesario trabajar para reunir suficiente maná que pueda alimentar a nuestra familia. ¿Acaso no se requiere también un esfuerzo para juntar de las Escrituras y de las palabras de los profetas la sabiduría que necesitamos para alimentar a nuestras familias modernas con el “pan de vida”? En el capítulo sexto del Evangelio de Juan, Jesús, refiriéndose a esta historia, se llamó así mismo el “pan de vida”. Vemos aquí también múltiples significados en la riqueza del relato de las Escrituras. Él también fue el pan “que descendió del cielo” (Juan 6:33).

El pueblo de Israel siguió a Moisés a través del desierto. ¿No seguimos también a los profetas vivientes a través del desierto de la vida en la actualidad? Él los guió al Monte Sinaí, la montaña del Señor, donde iban a “encontrarse con Dios”, a escuchar Su voz y a recibir Su ley. ¿No está también nuestro profeta, Gordon B. Hinckley, procurando con todo su corazón guiarnos a la montaña de la casa del Señor, el Sinaí del templo donde podemos encontrarnos con Dios, escuchar Su voz y recibir Su ley? Durante su peregrinación en el desierto, con frecuencia Israel deseaba regresar a la “abundancia” de Egipto. Egipto sugiere el cautiverio y el poder restringido del mundo y del adversario. ¿No luchamos también para permanecer separados del mundo, gozar continuamente del maná de la palabra del Señor y no de la “abundancia” de los entretenimientos y apetitos mundanos?

Éstas y otras historias nos enseñan de manera similar la forma en que el relato del templo nos instruye. Debemos nosotros mismos aprender de las imágenes e historias que se nos presentan. La lectura constante de las Escrituras nos dará la suficiente práctica en este método de instrucción, particularmente las historias y los relatos del Antiguo Testamento. Con el tiempo llegaremos a estar bien versados, y el templo va a empezar a abrírsenos y a influir más significativamente en nuestras actividades y decisiones de la vida cotidiana.

No podemos hablar fuera del templo de los símbolos ni de lo que se nos presenta en la investidura, pero podemos comentar sobre la historia de los hijos de Israel y otras historias de las Escrituras que nos agraden. Podemos ayudarnos el uno al otro a aprender a encontrar significado en la historia de otras personas o pueblos. En breve, podemos practicar el aprendizaje en el templo, ayudarnos el uno al otro a ver más allá de los símbolos, y aprender de las inmensas realidades que ellos representan.

SÍMBOLOS SENCILLOS Y OBVIOS

El Señor nos ayuda también a aprender sobre el templo en otras maneras. En forma inconfundible, Él ha hecho que algunos de los símbolos del templo sean fáciles de entender. Algunos de esos símbolos nos han sido explicados por medio de profetas y de apóstoles vivientes. Por ejemplo, en el templo cada persona viste con ropa blanca lo cual significa pureza y limpieza ante los ojos de Dios y de los demás. También se nos ha explicado que ello sugiere una igualdad ante Dios, creando en Sus hijos un sentido de unidad y singularidad. ¿Podría también enseñarnos que así como el blanco es un reflejo de todos los hermosos colores del espectro, nuestra vida debe reflejar toda la polifásica belleza de la luz del Evangelio de nuestro Salvador?

Los espejos que se encuentran frente a frente en diferentes salones del templo nos sugieren la eternidad. Este símbolo es fácil de entender si tomamos tiempo para meditarlo. Éste es un símbolo verdaderamente apropiado en los salones de sellamientos. Es allí donde se crean familias eternas y donde comienza un viaje eterno como marido y mujer. El Señor diseñó las ordenanzas del templo de modo que todos podamos entender algunos de los símbolos. Eso nos ayuda a evitar el desánimo hasta que aprendamos a quitar el velo de los símbolos más profundos con sus múltiples posibilidades para edificarnos e instruirnos.

SÍMBOLOS PROFUNDOS

Algunos de los símbolos del templo son más difíciles de entender, y por eso se nos da un significado de ellos conforme se nos presentan.

En algunos casos se nos dan múltiples significados. Si meditamos en la explicación que se nos da del símbolo y cómo se relaciona con el símbolo mismo, entonces podemos estar más familiarizados con el método de enseñanza del Señor. Vemos estos símbolos como sagrados y no hablamos de ellos fuera de las paredes del templo, no porque sean secretos, sino porque los respetamos con gran reverencia como para permitir que lleguen a ser triviales en una conversación común, al alcance de cualquier curioso.

Después de presentársenos las ordenanzas simbólicas antes de que vayamos al templo; después de dársenos las imágenes y el lenguage simbólico en las Escrituras; después de presentársenos algunos símbolos más fáciles de entender; y después de explicársenos otros más difíciles de entender, el Señor en esencia nos dice: “¿Comprendes ahora cómo enseño en mi casa? Yo he tratado de prepararte para la adoración en el templo toda una vida. Ahora que ya tienes una idea de cómo enseño, regresa con frecuencia para aprender todo lo que mi casa tiene para enseñarte. Medita y ora hasta que entiendas los símbolos que yo no te he explicado. Permite que cada palabra, que cada acto y que todo lo que ves sea una oportunidad para adquirir luz y edificación”. Si nos observamos la adoración del templo en esta forma, entonces cada visita va a ser una invitación para el descubrimiento. Requiere esfuerzo y concentración, pero el Señor nos asegura que no nos sentiremos desanimados.

CADA COSA NOS PUEDE ENSEÑAR

Debemos darnos cuenta de que cada cosa en el templo nos puede enseñar. Las palabras, los convenios, la ropa y la arquitectura nos presentan oportunidades para un hermoso aprendizaje. Una vez aprendí una gran lección acerca del matrimonio mientras presenciaba el sella-miento de un familiar. Después de la ceremonia, nos quedamos con mi esposa mirando los espejos que reflejan el camino angosto y estrecho hacia la eternidad. Como de costumbre, estaba tratando de moverme de un lado a otro, intentando ver en lo infinito de los espejos, pero mi propio reflejo se interponía y no podía ver tan lejos como quería. Recuerdo que en forma consciente pensé: “Quisiera poder quitar mi reflejo de los espejos. Entonces podría mirar mejor la eternidad, pero yo mismo me estoy estorbando”

Conforme meditaba en esto, el Espíritu me dio un testimonio firme de esta verdad. Cuando nos concentramos demasiado en nosotros mismos, esto oscurece nuestra visión de las cosas eternas. Medité sobre todas las parejas que yo había aconsejado mientras servía como obispo, y me daba cuenta de que en cada caso de conflicto matrimonial, uno o ambos cónyuges se habían concentrado demasiado en ellos mismos de modo que no podían ver la eternidad. Si yo pudiese traer a cada pareja de mi barrio al cuarto de sellamientos, los colocaría frente a los espejos y les diría: “¿Pueden acaso ver lo que nosotros algunas veces hacemos? ¿Podemos acaso ver el problema y percibir la solución? Los espejos nos enseñan una verdad profunda que puede forta-lecer, mejorar o salvar nuestros respectivos matrimonios”.

Mis ojos estaban en el candelero que cuelga sobre el altar. Impartía una luz suave y apacible en la habitación que me hacía pensar en la luz que irradia el Espíritu Santo. Sentí todas las otras palabras de las Escrituras que están asociadas con la luz, tales como verdad, espíritu, inteligencia, el Salvador y demás. Miré el reflejo del candelero multiplicarse en el corredor creado por los espejos; el Espíritu parecía susurrarme: “Si quieres que tu matrimonio sea eterno, debes tomar el Espíritu, la verdad y el Salvador contigo. Esta luz te guiará a través de los corredores del tiempo hasta la eternidad”.

Quizás esta sublime belleza es sugerida por el presidente Wilford Woodruff en la oración que ofreció en la dedicación del Templo de Salt Lake: “Nuestro Padre Celestial, presentamos ante Ti los altares que hemos dispuesto para que Tus siervos y siervas reciban sus bendiciones selladoras. Los dedicamos en el nombre del Señor Jesucristo a Tu Santísimo Nombre, y te suplicamos que santifiques estos altares para que quienes vengan a ellos puedan sentir el poder del Espíritu Santo descansar sobre ellos’ (véase “La Casa del Señor”, pág. 149; énfasis añadido).

Estas simples verdades, entre otras, me fueron enseñadas por sólo el mobiliario del salón de sellamientos. ¿Cuánto más podemos aprender si consideramos el poder de las ordenanzas mismas y el rico detalle de su lenguaje? Debemos preguntarnos constantemente cada vez que vamos al templo: “¿Qué es lo que esto me enseña? ¿Qué es lo que puedo aprender de esta parte de la ordenanza? ¿Cómo se relacionan estas palabras y estas imágenes con mi vida? ¿Por qué el Señor me muestra esto a mí? ¿Por qué el Señor me pide hacer esto?”.

No debemos dejar que el desánimo nos acongoje. Nunca se pretendió que entendiésemos las ordenanzas del templo todas de una vez. Han sido diseñadas para alimentarnos por toda la vida. José Smith una vez dijo: “La investidura que tanto anheláis, no podéis comprenderla ahora, ni podría Gabriel mismo explicarla para que vuestras mentes ofuscadas pudieran entenderla. Procurad, sin embargo, tener vuestros corazones preparados; sed fieles en todas las cosas” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 119).

Un hombre sabio una vez me enseñó que nunca debía leer un libro que yo pudiera comprender con una sola lectura, por cuanto un libro que pudiese ser entendido en una sola lectura no valía la pena ser leído. “Cualquier cosa que vale la pena ser leída una vez, entonces vale la pena leerla muchas veces”, me dijo. Las ordenanzas del templo, como las Escrituras, vale la pena leerlas miles de veces, y aún entonces no habríamos alcanzado toda la profundidad de sus posibilidades. Por lo tanto, no nos desanimemos, pero seamos diligentes. El Señor nos va a guiar a lo largo del viaje.