El fundamento de los servicios de bienestar

Conferencia General Octubre 1981logo pdf
El fundamento de los Servicios de Bienestar
por el élder Marvin J. Ashton
del Consejo de los Doce

Marvin J. Ashton1En una reciente clase, durante la Semana de Educación, auspiciada por la Universidad Brigham Young, una sabia maestra y presidenta de la Sociedad de Socorro de estaca, la hermana Leisel McBride, proyectó una inmensa fotografía sobre una pantalla. Era la fotografía de un niño de ojos brillantes y pelo enmarañado, con los brazos cruzados, que parecía estar sumido en profunda meditación.  El título decía: «Sé que soy alguien, porque Dios no hace cachivaches».  Permitidme repetir, «Sé que soy alguien, porque Dios no hace cachivaches».

Quizás con algunas correcciones, este título bien podría utilizarse como tema en los Servicios de Bienestar.

Todos los seres humanos necesitan ayuda para poder edificar su confianza y autorrespeto.  Para ser verdaderamente efectivos, los Servicios de Bienestar deben ocuparse del mejoramiento total del individuo.  La imagen que una persona tiene de sí misma es el resultado de lo que ha aprendido a través de las experiencias y el trato con los demás. Es grato advertir que alguien ha ayudado a un niño a desarrollar su personalidad.  Alguien, quizás una madre, una maestra de la Primaria, un vecino, o incluso una canción como «Soy un hijo de Dios», ha hecho que este niño se diera cuenta de que es alguien.  Comprendió entonces que no era un cachivache, va que esto era imposible, porque él es un ser humano amado por su Padre Celestial.

En Eclesiastés 4:9-10 leemos:

«Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.

Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.»

La debida aplicación de los principios de los Servicios de Bienestar, simplemente provee oportunidades para que una persona trabaje con otra para el beneficio de ambas.

Recientemente se comentó de un maestro muy popular: «El no responde las preguntas con respecto a los problemas de la vida, mas bien dirige a cada alumno para que éste pueda encontrar sus propias respuestas.  No hace que uno se sienta incómodo, sino por el contrario, inspira confianza, alienta, pero no presiona.»

Este gran programa de la Iglesia del cual hablamos hoy se ha instituido para infundir en nosotros un sentimiento de valor personal por medio de la enseñanza y para ayudarnos a desarrollar habilidades, autosuficiencia, y orgullo personal.  Los Servicios de Bienestar nos ofrecen la oportunidad de servir y aprender continuamente.  A través de ellos podemos aprender a no rechazar nunca a los demás, ni a nosotros mismos, y a no dejarnos vencer por los problemas.

La única vez que fracasamos en las actividades de los Servicios de Bienestar, o en el hogar, es cuando nos desalentamos con nuestro prójimo.  La paciencia, la longanimidad, y el amor verdadero pueden enseñarse y aprenderse mejor a medida que nos empeñamos anhelosamente en elevar a todos los hijos de Dios.

Días atrás, luego de una clase de la Escuela Dominical, una maestra se me acercó y me solicitó que saludara a un niño muy especial.  Al estirar el brazo para saludarlo, me di cuenta de que quizás la única cosa de importancia que este niño tenía la oportunidad de realizar era llevar los libros de la maestra a la clase. ¿Qué estaba haciendo esa sensible maestra por aquel niño?  Le estaba permitiendo llevar sus libros.  Doy gracias a Dios por los líderes que saben cómo enseñar autoconfianza a un nivel proporcionado con la capacidad de aquellos a quienes dirigen.

Robert Louis Stevenson* utilizó las siguientes palabras para hacernos recordar este hecho: «El único objetivo de la vida es ser lo que somos y llegar a ser lo que somos capaces de ser.» Nuestro Salvador lo dijo de la siguiente manera: «Como me envió el Padre, así también yo os envío» (Juan 20:21).  Todos tenemos algo especial por lo cual vivir.  Algunos pueden encontrar su motivo de vida por sí mismos, otros necesitan ayuda adicional.

Todos somos parte de esta inspirada actividad de bienestar cuando nos ayudamos mutuamente para llevar a cabo nuestro propósito sobre la tierra.

Satanás hará todo lo posible por detenernos y hacer que el desánimo impida nuestro progreso. En tiempos difíciles haríamos bien en recordar y repetir el famoso y breve discurso de Winston Churchill dado durante un período muy difícil en la historia de aquel país.  Con su carácter y poder singular, dijo: «Nunca os deis por vencidos, nunca os deis por vencidos; nunca, nunca, nunca». (Robert Rhodes James, ed., Winston S. Churchill: His Complete Speeches.) Este poderoso estadista, en manera muy particular, estaba haciendo eco a otro poderoso líder:

«Si vosotros permanecierais en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.» (Juan 8:31-32.)

Paul Harvey, comentarista radial y escritor, dijo: «Algún día me gustaría disfrutar lo suficiente de aquello que el mundo llama éxito, para que si alguien me preguntara: ‘¿Cuál es el secreto de su éxito?’, yo simplemente contestaría: ‘Me levanto cada vez que caigo’.»

Existen algunos que desean que creamos que los actuales principios de los Servicios de Bienestar son obsoletos, que siempre repiten lo mismo y que son imposibles de aplicar bajo las condiciones actuales del mundo.  A aquellos les declaramos que es más fácil para una persona escéptica renunciar que aprender.  No hay duda alguna que es más fácil ser un crítico que ser un siervo fiel.  En tiempos de incertidumbre, tanto actuales como futuro.  Los lazos que existen entre los Servicios de Bienestar y el hogar son una necesidad.  La comprensión humana, la sabia preparación, y la guía a través de la oración son los ingredientes fundamentales.

No es suficiente que se elaboren planes, se establezca un programa, y se prepare todo con gran cuidado; la mayoría podemos hacer eso.  Sin embargo, muchos tienen verdaderos problem nombre de Jesucristo.  Amén.

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