Un principio con una promesa

Conferencia General Abril 1983
Un principio con una promesa
Por el Presidente Ezra Taft Benson
Del Quórum de los Doce Apóstoles

«Si obedecemos lo que estipula la Palabra de Sabiduría, recibiremos su beneficio. Si no lo hacemos, recaerán sobre nosotros las consecuencias temporales y espirituales.»

Mis amados hermanos y hermanas: Hace ciento cincuenta años, el profeta José Smith organizó la Escuela de los Profetas, la cual tenía por objeto preparar a miembros selectos del sacerdocio para predicar el Evangelio de Jesucristo a todo el mundo.

A falta de un templo, la primera Escuela de los Profetas funcionó en un pequeño cuarto de la casa del obispo Newel K. Whitney. Brigham Young, que fue uno de los primeros participantes de dicha escuela, describió una escena que se repetía allí frecuentemente:

«Los hermanos llegaban a ese lugar desde cientos de kilómetros de distancia para asistir a la escuela en un cuarto que no medía más de tres por cuatro metros. Al reunirse allí después del desayuno, lo primero que hacían era encender sus pipas y, mientras fumaban, hablaban de las cosas del reino . . . y en cuanto se quitaban la pipa de la boca, comenzaban a mascar tabaco. A menudo, al entrar el Profeta en el cuarto para enseñarles, se encontraba en medio de una nube de humo. Eso y las quejas de su esposa, que tenía que limpiar el piso, hicieron pensar al Profeta en el asunto y preguntar al Señor con respecto al uso del tabaco por parte de los élderes. (Journal of Discourses, 12:1 58. )

En respuesta a esa pregunta del Profeta, el Señor le dio una revelación en casa de los Whitney, la cual se conoce como la Palabra de Sabiduría.

Al principio. la revelación no se dio como mandamiento, sino «como un principio con promesa, adaptada a la capacidad del débil y del más débil de todos los santos, que son o que pueden ser llamados santos» (D. y C. 89:3). Eso dio un margen de tiempo para que los santos se adaptaran a los principios que contiene la revelación.

Cuando me encontraba en mi primera misión en Gran Bretaña, en 1922, algunas hermanas tenían dificultades para dejar el té. Les leí ese pasaje, y la mayoría de ellas lo dejaron porque no querían ser consideradas «las más débiles» de los que son o pueden ser llamados santos.

En 1851, el presidente Brigham Young propuso ante la conferencia general de la Iglesia que todos los santos hicieran el convenio formal de observar la Palabra de Sabiduría. La proposición fue aceptada unánimemente por los miembros de la Iglesia. Desde entonces, la revelación ha sido un mandamiento para todos los santos.

La Palabra de Sabiduría es una de las características distintas y reconocidas de los miembros de la Iglesia. En general. quienes no son de nuestra fe reconocen que los buenos miembros se abstienen del tabaco. el café, el té y todas las bebidas alcohólicas.

Estudios científicos han confirmado que entre los Santos de los Últimos Días hay un bajo índice de enfermedades cardíacas. de cáncer y de otras enfermedades por motivo de su observancia de la Palabra de Sabiduría. Esos estudios han demostrado que al guardar este mandamiento no sólo se alargará la vida, sino que la calidad de la vida será mejor.

La Palabra de Sabiduría es una de las evidencias de la inspiración del llamamiento profético de José Smith. Permítanme decir por qué.

Hace varios años. un investigador dio un testimonio acerca de José Smith. Dijo que la Palabra de Sabiduría había sido la revelación que más le atrajo a investigar la Iglesia. «Es imposible», dijo. «que José Smith haya podido saber lo que sabemos ahora en el mundo de la medicina sobre los efectos dañinos del tabaco, el alcohol, el té y el café. Sin embargo, todo eso lo ha comprobado la ciencia médica».

Dijo que eso había sido el principio de su seria investigación del evangelio, dado que dedujo que si José Smith pudo ser tan exacto sobre un asunto que la ciencia médica confirmó más de cien años después, el resto de las enseñanzas de la Iglesia merecían ser investigadas. Así lo hizo y ahora es miembro de la Iglesia.

Uno de los principios del evangelio que todos los jóvenes de la Iglesia deben comprender es éste: Dios, nuestro Padre Celestial, gobierna a sus hijos por medio de leyes, las cuales ha instituido para nuestra perfección. Si obedecemos Sus leyes, recibiremos las bendiciones correspondientes a ellas. Si no las obedecemos, recibiremos las consecuencias.

La Palabra de Sabiduría es una ley: un principio con promesa. Si obedecemos lo que estipula la ley, recibiremos su beneficio. Si no lo hacemos, recaerán sobre nosotros las consecuencias temporales y espirituales.

¿Cuáles son las condiciones de la ley que se conoce como la Palabra de Sabiduría?

En la revelación se prescribe la abstención de las substancias y las bebidas dañinas con estas palabras:

«. . . los licores [o sea, las bebidas alcohólicas y perjudiciales] no son para el vientre.» (D. y C. 89:7.)

«. . . el tabaco no es para el cuerpo. . . y no es bueno para el hombre.» (D. y C. 89:8.)

«. . . las bebidas calientes [concretamente el té y el café] no son para el cuerpo.» (D. y C. 89:9.)

. . Los alimentos que son buenos para el hombre se describen como sigue:

«. . . toda hierba saludable para la constitución, naturaleza y uso del hombre:
«Cada hierba en su sazón y cada fruta en su sazón;
«. . . la carne de las bestias y de las aves del cielo . . . deben usarse limitadamente;
«Se ha dispuesto todo grano para el uso del hombre . . . como el sostén de la vida…
«Todo grano es bueno para alimentar al hombre, así como también el fruto de la vid.» (D. y C. 89:10-12, 14, 16.)

En esta revelación el Señor nos aconseja hacer uso de la carne limitadamente. Muchas veces he pensado que el Señor nos aconseja en esa revelación no matar animales sin un propósito para hacerlo, puesto que también ha dicho: «¡Ay de aquel que vierte sangre, o desperdicia carne, no teniendo necesidad!» (D. y C. 49:21.)

El trigo ha sido particularmente señalado como buen alimento para el hombre, así como el fruto de la vid: las verduras y todas las frutas. Esta es la sabiduría del Señor en el asunto de la buena nutrición y de la dieta alimenticia.

La Palabra de Sabiduría nos hace saber que al Señor le interesa de manera vital la salud de Sus santos. Bondadosamente nos ha dado consejos para mejorar nuestra salud, fortaleza y nuestra resistencia a muchas enfermedades.

A los que obedezcan se les promete que «recibirán salud en su ombligo y médula en sus huesos . . . y correrán sin fatigarse, y andarán sin desmayar» (D. y C. 89:18, 20).

Pero siempre he considerado que la mayor bendición por la obediencia a la Palabra de Sabiduría y a todos los demás mandamientos es de carácter espiritual.

Escuchemos la promesa espiritual: «Y todos los santos que se acuerden de guardar y hacer estas cosas, rindiendo obediencia a los mandamientos . . . hallarán sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, sí, tesoros escondidos» (D. y C. 89:18, 19.)

Algunos han pensado que esta promesa depende sólo del guardar las estipulaciones de la Palabra de Sabiduría, pero hemos de advertir que debemos rendir obediencia a todos los mandamientos, y entonces recibiremos las bendiciones espirituales específicas prometidas. Eso significa que debemos obedecer la ley del diezmo, santificar el día de reposo, conservarnos moralmente limpios y castos y observar todos los demás mandamientos. A quienes cumplan todo eso se les promete que «hallarán sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, sí, tesoros escondidos» (D. y C. 89:19.)

¿Qué padre y qué madre no quisieran la inspiración del Señor para criar a sus hijos? Os testifico que esas bendiciones pueden ser vuestras. Ciertamente los padres no desean impedir que sus hijos reciban las bendiciones del Señor por su desobediencia. Todo padre y madre de Israel debe hacerse merecedor de esa promesa.

El vivir los mandamientos de Dios es uno de los requisitos con que es preciso cumplir para entrar en la Casa del Señor. Allí se dan sabiduría y «grandes tesoros de conocimiento» relacionados con nuestra felicidad en esta vida y nuestro gozo en la eternidad.

Hermanos, hermanas y amigos, aprended este principio: el Señor aumentará nuestro conocimiento, sabiduría y capacidad de obedecer si obedecemos Sus leyes fundamentales. Eso fue lo que el profeta José Smith quiso decir al afirmar que repentinamente recibiríamos «una corriente de ideas» que fluiría en nosotros como «inteligencia pura». (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 179.) Eso es revelación. Debemos aprender a confiar en el Espíritu Santo para que guíe nuestras vidas y las de aquellos de los cuales somos responsables. No creo que un miembro de la Iglesia pueda tener un activo y vibrante testimonio del evangelio si no obedece los mandamientos. Tener un testimonio es tener inspiración constante para saber que la obra es verdadera, y no es algo que se recibe sólo una vez. El Espíritu Santo permanece con aquellos que honran, respetan y obedecen las leyes de Dios. Y ese Espíritu es el que da inspiración a la persona. Humildemente testifico de la realidad de esa promesa.

Hay otra parte de la mencionada revelación, que constituye una amonestación oportuna a la generación moderna: «Por motivo de las maldades y designios que existen y que existirán en el corazón de hombres conspiradores en los últimos días, os he amonestado y os prevengo, dándoos esta palabra de sabiduría por revelación.» (D. y C. 89:4.)

El Señor previó la situación de hoy en día cuando la ambición del dinero llevaría a hombres conspiradores a persuadir a los demás a consumir substancias nocivas. La propaganda de la cerveza, el vino, licores, café, tabaco y otras substancias dañinas es muestra de lo que previó el Señor. Pero el ejemplo más pernicioso de maligna conspiración en el presente lo representan los que inducen a los jóvenes a usar drogas. Mis hermanos y hermanas jóvenes, con todo amor os advertimos que Satanás y sus emisarios se esforzarán por persuadiros a usar substancias perjudiciales porque saben bien que si las usáis, vuestros poderes espirituales serán inhibidos y caerán en su maligno poder. Conservaos alejados de los lugares y de las personas que os tentaren a quebrantar los mandamientos de Dios. Guardad los mandamientos de Dios y tendréis la sabiduría para saber y discernir lo que es malo.

Este año señala el sesquicentenario de la Palabra de Sabiduría en esta dispensación. Como símbolo de este aniversario, la Iglesia está restaurando la tienda de Newel K. Whitney en Kirtland, Ohio, que es un edificio sencillo al lado de los modernos. pero es el lugar donde se recibieron sagradas revelaciones de Dios.

Ciento cincuenta años han confirmado científicamente la Palabra de Sabiduría como una fórmula para la buena salud. La experiencia de ciento cincuenta años en que los santos han vivido dicha ley también ha confirmado que Dios cumple su: promesas espirituales a sus santos.

Ruego que, como santos de Dios, guardemos todos Sus mandamientos; que seamos puros y dignos para que podamos tener la inspiración constante del Espíritu Santo. Distingámonos como pueblo por nuestra obediencia a las leyes de Dios.

Ha llegado la alborada de un nuevo día para Kirtland. Hace pocos años, dirigí la ceremonia de la palada inicial del primer centro de reuniones que se construiría en Kirtland desde la dedicación del primer templo en 1836.

Recientemente regresé a ese lugar y dediqué un hermoso edificio nuevo. Después de la dedicación, participamos en una recepción especial a la que concurrieron cincuenta y ocho personas que no eran miembros de la Iglesia, descendientes de los primeros santos de Kirtland. Al presente, algunas de esas personas ya se han bautizado y otras se están preparando para hacerlo

Confiamos en que el año que viene otra vez tendremos en Kirtland una estaca, el sitio en el cual se organizó la primerísima estaca de la Iglesia.

Testifico que ésta es la Iglesia del Señor, restaurada en la época actual. Jesucristo vive. El dirige los asuntos de esta Iglesia y está cerca de sus siervos.

Testifico, además, que la obediencia a todas las leyes de Dios trae consigo la valiosísima promesa de la paz en esta vida y vida eterna en la venidera, en el nombre de Jesucristo. Amén.

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