Conferencia General Octubre 1985
Diez dones del Señor
presidente Gordon B. Hinckley
Segundo Consejero en la Primera Presidencia
«Sois hijas de Dios, investidas por herencia divina con dones maravillosos y potencial incalculable. «
Estoy seguro de que no hay nadie en esta gran congregación que no se haya sentido conmovida por las cosas que hemos visto y escuchado.
Me ha causado una impresión muy grande ver las cargas pesadas que muchos tienen que llevar. Existe gran pesar en el mundo, así como mucho dolor Hay demasiada soledad y miedo y tribulación. Hay tantos que se encuentran en circunstancias criticas y que claman por en medio de sus grandes aflicciones.
El presidente Kimball no nos acompaña hoy; ojalá que estuviera presente. Es un hombre admirable; si, toda su vida es digna de admiración. Ahora esta en una edad avanzada, y esta limitado por los problemas de la vejez. Pero todos los que lo tratamos sentimos la nobleza y bondad de su gran corazón. Os envía sus saludos, amor y bendiciones.
El presidente Romney cumplió ochenta y ocho años hace una semana. El también se encuentra limitado por el peso de los años. También os envía su cariño a cada una de vosotras.
Por parte de ellos, nuestros hermanos y lideres, y representando a la Primera Presidencia de la Iglesia, os agradezco a cada una, dondequiera que os encontréis, vosotras, mujeres Santos de los Ultimos Días, jóvenes y adultas, que buscáis al Señor y seguís el camino de la fe y tratáis de cumplir con sus mandamientos. Que El conteste vuestras oraciones, y que gocéis de paz y fortaleza y amor y felicidad en vuestras vidas. Os ruego que alcéis vuestro rostro y que caminéis en gratitud. No caigáis en el pozo de la autoconmiseración, ya que es contraproducente. Desechad lo negativo para dar lugar a lo positivo. Contad vuestras bendiciones y no vuestros problemas.
Algunas mujeres están prestas a alzar sus voces en contra de la discriminación. Todos nos regocijamos por el aumento de oportunidades que existen para las mujeres. Bajo la ley, hay pocas oportunidades que se extienden a los hombres que no se extienden también a las mujeres. Con este aumento en las oportunidades en general, algunas mujeres de la Iglesia se preguntan por que no tienen derecho a poseer el sacerdocio. A eso contesto que sólo el Señor, mediante la revelación, puede cambiar esa situación. El no lo ha hecho, así que de nada sirve que nos preocupemos por ello. Mas bien, quisiera sugerir que meditarais en las magnificas bendiciones que poseéis, en los amplios privilegios de que gozáis como mujeres en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, y en los dones espirituales tan trascendentales que vosotras podéis poseer. Quisiera mencionar diez de estos dones, indicando las responsabilidades que los acompañan. Comentare brevemente cada uno de ellos.
- Gozáis del don, de la oportunidad y de la responsabilidad de hacer el bien. Poseéis, como don natural, la disposición de ayudar a los necesitados, y tenéis una capacidad rara y única para hacerlo. Hay tantos que necesitan vuestra ayuda. Hay jóvenes y niños que tropiezan y se extravían y malgastan sus vidas por falta de quien se interese en ellos y los aconseje, aliente, oriente y guíe.
Las casas de ancianos se llenan de enfermos y personas de edad avanzada que anhelan tener un amigo para escucharlos y consolarlos. Hay tantos que padecen de la soledad y el temor, y para ellos una mano de amistad significaría tanto. Hay enfermos y moribundos que padecen de dolores y ansiedades, para quienes una amistad y una palabra alentadora serian de valor incalculable.
Fue Florence Nightingale, una débil señorita inglesa, quien, preocupada por el bienestar de otros, fue a la guerra en Crimea para ministrar a los heridos, y de esos esfuerzos nació la gran organización internacional de la Cruz Roja.
Vivimos en un mundo donde la paz reina sólo porque hay un equilibrio de poder destructor. A menudo he pensado que si un gran numero de mujeres de todas las naciones se juntara y clamara a favor de la paz, se crearía en el mundo un deseo tan apremiante para la paz que preservaría nuestra civilización y evitaría un sinnúmero de sufrimientos, tribulaciones, plagas y hambres, así como la muerte de millones de personas.
Se ha descrito a Jesucristo como alguien que «anduvo haciendo bienes» (Hechos 10:38). ¿Podéis vosotras, como discípulas suyas, hacer lo mismo? Al organizar la Sociedad de Socorro, el profeta José Smith dijo de las mujeres: «Derramaran aceite y vino al corazón lastimado y desanimado; enjugaran las lagrimas del huérfano y harán regocijar el corazón de la viuda» (History of the Church, 4:567).
- La oración. He aquí un gran don espiritual accesible a todos. Cada mujer tiene el mismo derecho de dirigirse al trono de Dios en oración como todo hombre. Estoy convencido de que nuestro Padre Celestial ama tanto a sus hijas como a sus hijos, y que esta dispuesto a escuchar sus plegarias y conceder sus peticiones. Las palabras de Santiago referentes a la bendición de los enfermos son interesantes:
«¿Esta alguno enfermo entre vosotros’? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por el, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.
«Y la oración de fe salvara al enfermo.» (Santiago 5: 14 15.)
Repito, «la oración de fe salvara al enfermo». Es el privilegio y la responsabilidad de aquellos que poseen el sacerdocio ungir y bendecir. También es su privilegio orar. Y de la misma manera, vosotras tenéis el privilegio de orar, con plena esperanza de que vuestro Padre en el cielo escuchara esa oración cuando se ofrece con fe.
Vosotras gozáis del privilegio de orar en las reuniones de la Iglesia, no solamente en las de las organizaciones para mujeres, sino también en las reuniones sacramentales, donde todos los Santos deben asistir. Es vuestro privilegio orar en reuniones tan importantes como esta. Espero que hayáis notado la oración tan be l la y conmovedora que ofreció la hermana Perezegea al principio de esta reunión. Cada una de vosotras tiene a vuestra disposición el gran don espiritual de la oración.
- Tenéis el gran privilegio y derecho de enseñar. Encajáis dentro del grupo a quien el Señor se dirigió cuando dijo:
«Y os mando que os enseñéis el uno al otro la doctrina del reino.
«Enseñaos diligentemente, y mi gracia os acompañará, para que seais mas perfectamente instruidos en teoría, en principio, en doctrina, en la ley del evangelio, en todas las cosas que pertenecen al reino de Dios, que os es conveniente comprender.» (D. y C. 88:77-78.)
Además dijo: «Y por cuanto no todos tienen fe, buscad diligentemente y enseñaos el uno al otro palabras de sabiduría; sí, buscad palabras de sabiduría de los mejores libros; buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe» (D. y C. 88:118).
Cuando era niño y vivía en el Barrio Primero de la Estaca Liberty, la presidenta de la Sociedad de Socorro era la suegra del élder Mark E. Petersen, por nombre Sarah McDonald. Ella también enseñaba el curso de Doctrina del Evangelio en la Escuela Dominical. Tanto los hombres como las mujeres se beneficiaban por su gran sabiduría, por su sentido de humor muy especial, por su gran comprensión y conocimiento de las Escrituras y por su testimonio firme, el que nació de los grandes sacrificios que habla realizado para llegar a ser miembro de esta Iglesia.
Vuestro es el privilegio de enseñar, así como la responsabilidad y la oportunidad. Quizás no hay otro talento que haga mas falta que el de buenos maestros del evangelio que enseñen con fe, con convicción y con el conocimiento que nace del estudio.
- Tenéis la oportunidad de presidir. Habéis escuchado a la hermana Young, quien preside la Asociación de la Primaria, que alista mas de 825.000 niños en todo el mundo. Habéis escuchado a la hermana Kapp, quien preside aproximadamente 300.000 mujeres jóvenes. Habéis escuchado a la hermana Winder, quien preside la Sociedad de Socorro, la que comprende 1.682.000 mujeres en todo el mundo.
Cuando uno de los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos nos visitó hace un año, le presente a estas tres mujeres. Indique que Barbara Winder presidía a mas de 1.600.000 mujeres. No podía creerlo. Tal vez daba crédito al disparate de que las mujeres mormonas llevan una vida avasallada y sin gran oportunidad. Cuando conoció a esta mujer tan simpática y se le informó que presidía a mas de 1.600.000 mujeres, su cara reflejaba toda su incredulidad.
Y ellas tres tienen consejeras. Presiden mesas generales. Y cada estaca y barrio tiene una presidencia semejante. Se ocupan de grandes responsabilidades, recursos inmensos y organizaciones grandes. Son verdaderas administradoras en el sentido mas amplio de la palabra.
Las hermanas Winder y Kapp pertenecen a la Mesa Directiva de la Universidad Brigham Young, la universidad privada mas grande de los Estados Unidos. También forman parte de la Mesa Ejecutiva de Educación de la Iglesia. Las ideas de ellas cuentan igual que las de cualquiera de las Autoridades Generales. La hermana Winder y sus consejeras forman parte del Comité General de Bienestar. Este comité determina toda la política de las actividades de la Iglesia relacionadas con el Bienestar. La hermana Young es una dirigente nacional en el programa de los Lobatos.
Mis queridas hermanas, vosotras, como mujeres, participáis en grandes responsabilidades ejecutivas en la Iglesia. Y yo, quizás mas que nadie, aprecio la contribución tan excelente que hacéis, así como la gran sabiduría que aportáis.
- Podéis gozar del don de la profeta. Quizá eso os suene extraño. A María, hermana de Moisés, se le conoció como profetisa. En el día de Pentecostés, Pedro citó las palabras del profeta Joel, diciendo:
«Y en los postreros días, dice Dios, derramare de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizaran; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños;
«Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramare de mi Espíritu, y profetizaran.» (Hechos 2: 17-18.)
¿Hay alguien que dude de que muchas mujeres tienen una intuición innata, sí, aun una comprensión presciente del futuro?
Juan el Revelador hizo esta interesante declaración: «El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía» (Apoc. 19: 10). Tanto como cualquier hombre en el mundo, cada una de vosotras tiene la oportunidad y la responsabilidad de desarrollar un testimonio de Jesús como el Salvador de la humanidad. Ese testimonio es el «espíritu de profecía». Es un don que podéis poseer.
- Vuestra es la oportunidad de proclamar el evangelio. Sin contar a los matrimonios, actualmente tenemos a 5.872 hermanas que están prestando servicio misional. Por lo general son señoritas, que fueron llamadas como todos los misioneros. Muchos presidentes de misión afirman que sus misioneras son mas eficaces que los élderes para abrir las puertas y las almas y así enseñar el evangelio. Un presidente de misión me dijo, tal vez jocosamente, que si tuviera a cuatro parejas de misioneras para encontrar y enseñar a investigadores, podría mantener ocupado a un par de misioneros realizando los bautismos.
Preguntareis ¿por que, entonces, es que las misioneras no son llamadas hasta los 21 años de edad, mientras los varones reciben su llamamiento a los 19 años? Al mismo tiempo que reconocemos y apreciamos todo el bien que las misioneras hacen, así como el gran servicio que rinden, no queremos tener en el campo misional el mismo numero de hermanas misioneras como de élderes. Y aquí se encierra una gran sabiduría.
Además, consideramos que un matrimonio feliz es la misión mas sublime que una señorita puede lograr, y creemos que la posibilidad de llevarla a cabo es mayor si retrasamos su llamamiento al campo misional.
Sin embargo, tenéis el privilegio y el derecho, si sois dignas. Tenéis la oportunidad, ya sea corno misioneras regulares o misioneras locales, para predicar el evangelio de Jesucristo con poder y convicción.
- Las mujeres gozan de las grandes oportunidades de recibir las bendiciones del templo. El derecho a recibir las ordenanzas del templo pertenece tanto a las mujeres como a los hombres, y las bendiciones que se pueden recibir por este medio son igualmente grandes para ellas como para ellos. Aconsejamos a las mujeres jóvenes, así como a los hombres jóvenes, a que no entren en el templo, a menos que sean llamados como misioneros; sin embargo, con el tiempo cada mujer digna de la Iglesia puede ser. aprobada para recibir la bendición de la investidura del templo.
A la mujer que se casa en el templo se le. concede la oportunidad para una vida de felicidad y seguridad, durante esta vida y toda la eternidad, a un grado que no existe en otros matrimonios. De hecho, sólo mediante el casamiento en la Casa del Señor puede uno recibir la promesa del matrimonio eterno, con la condición, por supuesto, de que ambos sigan fieles en el matrimonio. El hombre no puede ser exaltado sin la mujer ni la mujer sin el hombre.
- También tenéis el privilegio de ministrar en los templos. Las mujeres hacen la obra vicaria por otras mujeres. Es tan importante que esta obra se realice a favor de las mujeres fallecidas como lo es a favor de los hombres, y la obra que realicéis recibirá la aprobación del Señor; es necesaria para llevar a cabo Sus designios. Es una obra tan edificante como la que hace cualquier hombre.
Además, las mujeres desempeñan responsabilidades importantes como obreras en el templo. Así como hay un presidente en los templos, también esta allí su esposa, la mentora. Ella tiene muchas ayudantes para llevar adelante las sagradas ordenanzas de la casa del Señor.
- Ahora quiero referirme al privilegio único y divino de ser madre. No hay milagro en todo el mundo que se iguale a la creación de una vida. No hay responsabilidad mayor que la de criar hijos «en el conocimiento y amonestación del Señor.
Sin los esfuerzos de una madre, sus congojas, su preocupación y servicio, se da por sentado que la raza pronto desaparecería. Los designios de Dios serían frustrados por completo.
Su asociación estrecha con el Todo-poderoso para llevar a cabo Su eterno plan es una bendición que ningún hombre puede experimentar al mismo grado.
Reconozco, por supuesto, que hay muchas que escucháis mi voz hoy que no estáis casadas y que tal vez nunca os caséis en esta vida. Las mujeres adultas que actualmente no están casadas constituyen aproximadamente una tercera parte de las hermanas de la Iglesia en los Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, esta bendición si alcanza a dos terceras partes de las mujeres de la Iglesia. A vosotras que sois madres, quisiera decir que se que vuestras tareas son muchas, que vuestras cargas pesan, que la responsabilidad de criar hijos en la actualidad es difícil y agotadora. Pero, sin lugar a dudas, al pasar los años experimentareis una satisfacción única que no llega de otra manera. Disfrutareis de una porción de paz, de amor, de felicidad que es a la vez profunda, dulce y buena y que no emana de otra fuente.
Y para vosotras que tenéis que criar una familia sin marido. se que : tenéis una carga sumamente difícil. Le suplicamos al Señor que os bendiga y sostenga y que podáis tener los recursos necesarios para hacer lo que tenéis que hacer y lo hagáis bien. Los recursos de la Iglesia están a vuestra disposición cuando tengáis necesidad de ellos.
Recuerdo a la abuela de mi esposa que fue a Manti con su marido e hijos cuando el fue llamado para trabajar en el templo que allí se construía. Un día. en su trabajo, se lastimo gravemente y murió. Ella vivió como viuda durante mas de sesenta años, trabajando y luchando, por lo general sin ayuda de nadie, para criar y educar a sus hijos. Fue dura su porción, mas fue grande su satisfacción y sus logros fueron heroicos.
Reconozco también que hay muchas mujeres solteras que anheláis tener hijos. Algunas habéis considerado lograr eso mediante la fecundación artificial por donadores desconocidos. La Iglesia se opone a eso. Las personas que lo hacen serán sometidas a la disciplina de los tribunales de la Iglesia. Un niño engendrado así no puede ser sellado sólo a una madre. La fecundación artificial de una mujer soltera frustra el plan familiar eterno.
- Voy a terminar con el décimo gran privilegio y oportunidad que tenéis. Esta es la oportunidad y el incentivo de educar vuestras mentes y vuestras manos, de refinar vuestros talentos y de prepararos para trabajar en la sociedad en la cual vivís.
Me complace ver que las mujeres de hoy tienen la misma oportunidad que los hombres para estudiar las ciencias, las profesiones, o cualquier ramo del conocimiento humano Merecéis, tanto como los hombres, el espíritu de Cristo «que ilumina a todo hombre [y mujer] que viene al mundo». (D. y C. 93:2.) Hay que tener prioridades que incluyen el casamiento y la familia, pero también debéis incluir metas para estudios formales que resultaran en un buen empleo o en una carrera productiva si es que no os casáis, o que proveerán una base de seguridad y autoestima si os casáis.
También es importante obtener una comprensión de la cultura y artes que representan lo mas básico de nuestra civilización. ¿Hay quien dude de que la buena música es divina o que las grandes obras de arte captan algo de la esencia del cielo? La educación aumentara vuestro aprecio y perfeccionara vuestros talentos.
Que Dios os bendiga, mis queridas hermanas. Quiero que sepáis que os estimamos mucho y reconocemos que vuestro papel en el plan divino es tan importante, tan significativo y tan necesario como el de los hombres. Pablo declaró: «En el Señor. ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón» (1 Cor. I 1:1 1).
Contad vuestras magníficas bendiciones. No malgastéis vuestras vidas preocupándoos por los supuestos «derechos»; mas bien dedicaos a vuestras responsabilidades y oportunidades. Vuestro potencial es ilimitado. Sois hijas de Dios, investidas por herencia divina con dones maravillosos y potencial incalculable. Aceptad el cometido; id adelante con confianza en el conocimiento de que las diferencias que existen no nacen tanto de la discriminación sino que son consecuencia natural de su designación especial. Ruego que seais felices y que vuestras vidas sean enriquecidas con aquella satisfacción que resulta del desarrollo de vuestros dones espirituales, y lo hago humildemente en el nombre de Jesucristo. Amén.

























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