Las bendiciones de la Iglesia

Conferencia General Abril 1988logo 4
Las bendiciones de la Iglesia
por el élder James M. Paramore
de la Presidencia del Primer Quórum de los Setenta

James M. ParamoreLa Iglesia es indispensable para ayudarnos a eambiari a convertirnos en nuevas criaturas.

Hace pocos días asistí a un programa para celebrar los ciento cuarenta y seis años de establecida la Sociedad de Socorro por el profeta José Smith. Hasta ese momento no había sentido ninguna inspiración sobre lo que deseaba decir en esta conferencia. Pero mientras estaba en aquella reunión, a la que asistieron mas de trescientas hermanas, y al ver su extraordinaria presentación-las canciones del coro de madres y jovencitas y los testimonios de varias hermanas que hablaron del gozo y del beneficio que han recibido de la Sociedad de Socorro-supe lo que quería deciros hoy: Que tratéis de obtener las bendiciones de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días. Estos son algunos de los comentarios que of en esa reunión sobre la Iglesia y su organización:

Una hermana hizo este comentario: «Nunca olvidaré la primera vez que los misioneros me llevaron a la Iglesia en la pequeña rama de mi pueblo. Santa Rosa. Filipinas. Nunca había oído hablar de la Sociedad de Socorro, pero aquellas hermanas me envolvieron entre los brazos de su amor» [2 Nefi 1:15]

Otra hermana dijo lo siguiente: «La hermandad que debe existir entre las hermanas tiene un nuevo significado para mí. Hace varios años, mi esposo murió repentinamente y sentí que el mundo se me venia abajo. Pero también repentinamente me vi rodeada de un maravilloso grupo de hermanas que me ayudaron a sobrellevar mi carga; y siempre están dispuestas a ayudarme. Nuestra asistencia semanal al templo también me brinda paz y consuelo, y nuestra relación de hermanas es un gozo para mí.»

En verdad, esas hermanas ya no eran extranjeras, sino que se sentían conciudadanas de los santos (Efesios 2:19), miembros de la Iglesia de Dios, de Su reino en la tierra.

Durante aquella reunión, pense acerca de lo que ha hecho la Iglesia por mi, mi esposa y mi familia, por los miembros de los barrios en los que hemos vivido, por los pobres y necesitados entre nosotros y por toda la raza humana. Esos momentos de aquel día me conmovieron espiritualmente y me sentí como un niño que acaba de descubrir un tesoro. Experimente sentimientos que no puedo explicar totalmente, pero sé que reconocí la forma en que me ha bendecido la Iglesia a mí y la forma en que ha bendecido también a todos los que la han aceptado y han tenido parte activa en ella.

El gran poder que recibimos cuando nos acercamos a Cristo por medio de nuestros actos y compasión, y mediante el cambio por el que pasamos para parecernos mas a Él, es fundamental para todo lo que Él desea que comprendamos y recibamos. Nuestra jornada por esta tierra es una prueba, un período de progreso y decisiones, «un tiempo de preparación para presentarse ante Dios» (Alma 12:24). Él nos ha dado su Espíritu para guiarnos y su verdad y su Iglesia para ayudarnos a reconocer y utilizar este poder. En la época del Libro de Mormón, hubo un gran hombre, el joven Alma, que después de haber luchado contra estos principios y enseñanzas, quedó mudo y débil; pasados muchos días en los que los de la Iglesia hicieron ayuno y oración, recobró las fuerzas y dijo esto:

«Porque, dijo él, me he arrepentido de mis pecados, y el Señor me ha redimido; he aquí, he nacido del Espíritu.

«Y el Señor me dijo: ¡No te maravilles de que todo el genero humano! Si, hombres y mujeres, toda nación, familia, lengua y pueblo, deben nacer otra vez; sí, nacer de Dios, ser cambiados de su estado carnal y caldo a un estado de rectitud, siendo redimidos de Dios, convirtiéndose en sus hijos e hijas;

«y así llegan a ser nuevas criaturas y a menos que hagan esto, de ningún modo pueden heredar el reino de Dios.» (Mosíah 27:24-26.)

Alma se habla convertido en nueva criatura», habla «nacido del Espíritu». Entonces se dedicó con convicción a edificar el reino de Dios sobre la tierra mediante las enseñanzas de Cristo y el establecimiento de Su Iglesia: la misma Iglesia de Cristo que el habla condenado y ridiculizado antes. La Iglesia es indispensable para ayudarnos a cambiar, a convertirnos en nuevas criaturas.

Al pensar en las bendiciones que lleva la Iglesia a los hijos de Dios, cientos de recuerdos pasan por mi memoria como por ejemplo:

El tiempo pasado en la Primaria, la Escuela Dominical, el sacerdocio, la Mutual y el seminario, donde los jóvenes crecíamos tomando parte en actividades que estaban siempre dentro de los límites que el Señor ha establecido, y donde se enseñaban una y otra vez verdades eternas para fortalecernos y para proveernos los medios de discernir la verdad del error.

La época, hace ya muchos años, en que vivíamos en un barrio muy grande, con muchos niños, en una zona llamada «Las colinas de la mañana». (Nosotros le cambiamos el nombre a «Las colinas de los malestares mañaneros», por la cantidad de niños chiquitos que habla y los que seguían naciendo en el vecindario.) Siendo el obispo, tuve la bendición de entrevistar a sesenta o setenta niños para el bautismo. No recuerdo que haya habido ninguno que no me hubiera dicho que amaba al Salvador y que no hubiera comprendido y obedecido la ley del diezmo. Esta era una bendición que hablan recibido de sus fieles padres y de los maravillosos maestros que tenían en la Primaria y la Escuela Dominical.

La vez en que supe del jefe de policía mormón que habla sido reconocido como el oficial sobresaliente de California, y que dijo lo siguiente: «Todo lo que se sobre organización es lo que aprendí en la Iglesia. He organizado mis fuerzas policiales de acuerdo con la organización de mi estaca. Tengo un sumo consejo y obispados organizados en toda la ciudad. Claro que no tienen esos nombres, pero funcionan exactamente lo mismo.»

Las ocasiones en que vi a mi esposa y mi hija, y a infinidad de otras mujeres de la Iglesia, ir a una casa regularmente para ayudar a un niño autista a aprender a gatear.

La oportunidad en que vi a un padre de familia que había sido reactivado ponerse de pie en nuestra conferencia de estaca, con los brazos alrededor de sus dos hijos, y decir entre sollozos: «¿Que sería de nosotros sin la Iglesia?»

Y podría seguir contando. La Iglesia de Jesucristo es la organización que el mismo Salvador estableció cuando estuvo en esta tierra primero en Palestina y después en América; la misma que restableció en 1830 con el fin de perfeccionar y exaltar a toda la humanidad. La Iglesia y sus funciones son indispensables en el plan de Dios.

La Iglesia provee todas las enseñanzas del Salvador.

La Iglesia ejerce la autoridad recibida de los cielos, que empieza por la que tiene el Profeta de Dios y se extiende hasta cada una de las familias que la componen.

La Iglesia provee las ordenanzas salvadoras del evangelio, incluso las investiduras y los sellamientos sagrados y eternos que se efectúan en el templo, o sea, la plenitud de todo lo que el Padre tiene.

La Iglesia fomenta la hermandad de todos sus miembros, en todas partes de la tierra. Un miembro de la Iglesia inmediatamente pasa a formar parte de una comunidad de Dios, en la que encuentra siempre amigos. Es un refugio del mundo en el que se cuida de cada uno de sus miembros.

La Iglesia nos ayuda a eliminar el egoísmo y la incertidumbre sirviendo a los demás en diversas formas a través de toda una vida. Algunos de nuestros mas gratos recuerdos son los de las veces en que nos relacionamos unos con otros en ese servicio.

La Iglesia es un estilo de vida y ha establecido organizaciones y nos provee, a nosotros y a nuestros hijos. Oportunidades culturales y educacionales que provocan la envidia del mundo. Lideres y maestros sinceros y afectuosos comunican amistad y seguridad y proporcionan actividades de recreo, música, teatro y deportes, al igual que las enseñanzas del Salvador, para enseñarnos a amarlo, a tratar de ser como Él y a servir a nuestro prójimo. Uno de mis nietos, de siete años, aprendió en la Primaria, y por el ejemplo de su padre, a interesarse en el Nuevo Testamento, y ahora lleva su libro consigo, leyéndolo a menudo.

Nuestras jóvenes ponen en practica la fe, la oración, el valor individual, el conocimiento, el albedrío, la responsabilidad, la integridad, la naturaleza divina y las buenas obras tratando de comprender algo del futuro que tienen en este mundo y para siempre. Mediante el servicio, dan de sí, dan a conocer su testimonio, y ejercen su influencia sobre otras personas para que vengan a Cristo.

Hace varios años, en el estado de Michigan, un joven se enamoro de una chica que era miembro de la Iglesia. Con mucho cariño pero muy sinceramente ella le dijo que quería tener en su hogar el poder del sacerdocio y las bendiciones de una familia eterna, y que por eso, solo se casaría con un hombre que pudiera brindárselos. Las enseñanzas que había recibido habían arraigado en ella y las semillas de la fe, del conocimiento y del buen ejercicio del libre albedrío se habían desarrollado en su alma y aquella joven sabia que eran verdaderas. El muchacho percibió el espíritu de ella y quiso que le enseñaran el evangelio.

Pero después de tener el un testimonio de que el evangelio es verdadero, su padre no quiso aprobar el bautismo. Entonces el obispo de la joven, un gran pastor, fue a verlo y le hizo ver el valor de la muchacha, de sus normas, de la Iglesia, y comprender lo que es realmente importante en la vida. El día en que el hombre asistió al bautismo de su hijo y vio allí a unos veinte hombres y mujeres jóvenes de la Iglesia, se quedó muy impresionado y conmovido; después del bautismo, pidió a los misioneros que fueran a enseñarle también al. Y esto pasó porque aquella joven había asumido la naturaleza divina y había podido así dar a conocer a otras personas las verdades inapreciables que ella poseía.

Y ¿qué decir de los hombres jóvenes, en realidad, de todos los hombres que aprendemos a ejercer el Sacerdocio de Dios? George Romney, que fue gobernador del estado de Michigan y presidente de la compañía automovilística American Motors, dijo lo siguiente a los jóvenes en una conferencia de estaca:

«Muchachos, quiero decirles algo. Nunca he recibido un titulo en administración de negocios de ninguna universidad. El éxito que he tenido en el mundo de los negocios lo debo a la capacitación que he recibido en la Iglesia.»

Hace poco, aprendimos de nuestro Presidente, Ezra Taft Benson, una provechosa lección sobre el valor que la Iglesia ha tenido para él y para algunos muchachos. Después de casarse, él pasó muchos años como maestro scout, enseñando a los muchachos, y aprendiendo y participando con ellos en cientos de actividades. Vimos hace unos meses los resultados cuando casi todos los scouts a quienes él enseñó se reunieron en el Tabernáculo, como testigos vivientes de lo que la Iglesia ha hecho por ellos.

Si, la Iglesia es el medio del que se sirve Dios, y es esencial en la salvación de la humanidad.

Escuchad lo que dijo el presidente David 0. McKay sobre la Iglesia:

«Me parece que cada una de las partes [de la Iglesia] se aplica al bienestar de la familia humana. Al considerar los quórumes del sacerdocio, veo en ellos una oportunidad de desarrollar la hermandad y el afecto fraternal esenciales para la felicidad del genero humano. Tanto en esos quórumes como en las organizaciones auxiliares, veo posibilidades de evolución intelectual y armonía social. En el aspecto judicial de la Iglesia, veo amplios medios de resolver problemas, establecer armonía, administrar justicia y perpetuar la paz entre las personas. En la organización eclesiástica, veo la oportunidad de un beneficio social que no puede encontrarse en ninguna otra organización del mundo.

«Por ese motivo, la Iglesia de Jesucristo se convirtió en mi ideal, en la inspiración de mi vida. Creo que es el ideal mas elevado por el que el hombre pueda esforzarse…

«No conozco ninguna otra institución en el mundo que pueda aproximarse siquiera a lo que es la Iglesia de Cristo como puerto seguro para el alma.» (Treasures of Life, comp. por Clare Middlemiss, Salt Lake City, Deseret Book Co., 1962, Págs. 34.)

Quisiera exhortar a todos los que os encontréis al alcance de mi voz a que tratéis de obtener las bendiciones de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días; sus bendiciones esenciales y eternas, sus programas y actividades, las oportunidades que ofrece de servir y ser uno de corazón y propósito y de buscar la paz que el Salvador ha prometido. La Primera Presidencia ha extendido una invitación especial a todos los que, fuera por lo que fuera. Os hayáis alejado de la lglesia para que volváis, porque os necesitamos y porque os amamos. El Señor y su Iglesia os bendecirán por ello, a vosotros y a vuestra familia, aun por la eternidad.

Aprovechemos toda oportunidad de servir en su Iglesia, con todo nuestro corazón y todas nuestras fuerzas, porque eso es lo que eleva y perfecciona y santifica el alma. Las palabras del Señor, reveladas en febrero de 1829, captan el espíritu y la clave para servir en su Iglesia:

«Por tanto, oh vosotros que os embarcáis en el servicio de Dios, mirad que le sirváis con todo vuestro corazón, alma, mente y fuerza, para que aparezcáis sin culpa ante Dios en el ultimo día.» (D. y C. 4:2.)

Mis queridos hermanos, esta Iglesia a la que tenemos el gran privilegio de pertenecer es la Iglesia del Señor. Nosotros la integramos y ella nos bendice. Que podamos captar el verdadero espíritu, el que el Señor desea que captemos, y dedicarnos empeñosamente con los demás a lograr las bendiciones de la Iglesia. Sé con todas las fuerzas de mi alma que es verdadera y que es el instrumento del cual se sirve Dios para ayudarnos a ser mas parecidos a su Hijo. En el nombre de Jesucristo. Amén.

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