Un mensaje inspirado

“…no te apartes de los convenios que has hecho” (D. y C. 25:13).
¿Qué motiva a miles de miembros de la Iglesia de todo el mundo a dejar el hogar, los estudios y el trabajo para ir a una misión? ¿A dedicar tiempo para prestar servicio a otros en el templo, particularmente a antepasados que han fallecido? ¿A tener como prioridad número uno la crianza de hijos dignos y justos? ¿A servir de distintas maneras para enriquecer la vida de los demás?
La razón principal que motiva a los miembros de la Iglesia a hacer todo eso son los convenios. Un convenio es una promesa y un contrato sagrado y perdurable; puede ser entre Dios y una persona, tales como los convenios que hacemos al bautizarnos, al participar de la Santa Cena o al ir al templo; también puede ser entre Dios y un grupo de personas, tales como las promesas que Dios hizo a Abraham y a Sara, y a su justa posteridad. (Abraham 2:8-11; Génesis 17:19.) Por cada convenio que hagamos con el Señor, El señala las bendiciones que podemos recibir y lo que debemos hacer para merecerlas; somos nosotros los que decidimos si haremos o no el convenio.
El Señor nos dice que el Libro de Mormón es un convenio para que los Santos de los Ultimos Días obren “…de acuerdo con lo que [él ha] escrito” (D. y C. 84:57), y define el evangelio como el convenio nuevo y sempiterno (D. y C. 22:1; 66:2).
Los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días hacemos muchos convenios con Dios. Cuando nos bautizamos, nos comprometemos a servirlo y a guardar sus mandamientos (Mosíah 18:10). Todos los domingos participamos del sacramento de la Santa Cena para testificar que le recordaremos siempre y que guardaremos sus mandamientos (D. y C. 20:77).
“Ese convenio debe ser muy importante para el Señor o de lo contrario no nos pediría que lo renováramos con tanta frecuencia. Pero, ¿qué nos dirá El cuando estemos en su presencia, si hacemos el mismo convenio tantas veces y no lo cumplimos? Por otro lado, si lo hacemos, recibiremos aquellas bendiciones que son ‘más deseables que todas las cosas’ ”. (Élder H. Verían Anderson, New Era, abril de 1989)
El guardar los convenios también nos ayuda a tener una actitud positiva en cuanto a prestar servicio en la Iglesia. El élder Boyd K. Packer, del Quorum de los Doce, citó las palabras de un presidente de estaca, al ser relevado de dicho cargo: “Acepté con agrado el llamamiento de servir como presidente de estaca y con el mismo agrado acepto mi relevo. No serví simplemente porque fui llamado a hacerlo, sino porque estoy bajo convenio, y puedo guardar mis convenios con la misma eficacia como maestro orientador que como presidente de estaca”.
El élder Packer agregó: “Las ordenanzas y los convenios constituyen nuestra credencial para entrar en la presencia de Dios. El recibirlos dignamente es la meta principal de la vida; y cumplir con ellos es el objetivo de esta vida”. (“Estar bajo convenio”, Liahona, julio de 1987)
























