Capítulo 12
El principio del arrepentimiento
El llamado al arrepentimiento ha sido siempre el mensaje principal de las profetas. Adán llamó al arrepentimiento a sus hijos e hijas.1 Enoc predicó, el arrepentimiento a su generación.2 Durante 120 años trató Noé de desviar a su pueblo del pecado.3 Todos los profetas, desde Abrahán a Jesucristo, exhortaron a la gente a alejarse del camino del mal. Cuando la multitud preguntó a Pedro: “¿Qué haremos?, él les declaró: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros. . . (Hechos 2:37-38)
Realmente el mundo actual está plagado de errores y la crueldad del hombre está siendo causa de incontables lamentos. El arrepentimiento es un principio de progreso y el progreso moral del mundo ha sido amenazado por el incumplimiento de dicho principio.
En el campo de las cosas materiales, no es difícil encontrar que cientos de individuos reconocen sus errores y los corrigen. Una vez que el buen agricultor comete un error al sembrar su cosecha, nunca más vuelve a incurrir en él a sabiendas. Al comprobar que algunos de los tomates que comprara están podridos, un comerciante será cauteloso en su próxima adquisición. El químico que ha mezclado erróneamente sus productos, rara vez necesita una segunda lección. En todas estas clases de experiencias, los deplorables resultados del error son tan aparentes y la recompensa de una corrección apropiada es tan inmediata, que el arrepentimiento es fácilmente obtenible.
No es así, sin embargo, en cuanto a nuestras relaciones personales. Las consecuencias que la violación de la ley moral trae, no siempre son rápidamente identificables y el premio del arrepentimiento es frecuentemente no inmediato. Por ello es que resulta más difícil poder convencer a un individuo que su conducta es equívoca o pretender desviarlo del mal camino que inducirle a creer que no vale la pena hacer nada por remediarlo. En verdad, casi todos los males del mundo son cometidos, en su mayoría, por los transgresores. Aun cuando nuestra conciencia nos perturba por cualquier causa, buscamos con frecuencia silenciarla con las aparentes ventajas, placeres, y vicios que generalmente acompañan al error. Así es que el ladrón encuentra en sus mal obtenidas utilidades una satisfacción que ahoga su conciencia, y sólo cuando es aprehendido y dicha satisfacción se convierte en pesadumbre y aflicciones, parece inclinado a arrepentirse.
Aquellos predicadores de la justicia que han pintado escalofriantes cuadros verbales de los tormentos del condenado, a fin de asustar a las gentes en pro del arrepentimiento, han reconocido, al menos, un aspecto del problema, no obstante haber concebido estos cuadros en sus propias imaginaciones. Asimismo, quien trata de describir, como Mahoma, la abundancia de los verdes campos del justo, lo hace también con cierto artificio propio.
Si el tradicional concepto Cristiano del cielo y el infierno— esperando al arrepentido uno y al pecador impenitente el otro— turba los sentidos, al menos representa el hecho de que, en general, es imposible cambiar la conducta moral de la gente sin convencerles previamente de que vale la pena hacerlo.
Es indudable que, consciente o inconscientemente, los profetas nefitas reconocían esto en sus enseñanzas. Ellos describían el gozo del pecador arrepentido y el fuego inextinguible que abrasa la conciencia del impenitente. La gran diferencia, sin embargo, está en esto: tanto el gozo prometido a las personas de conducta honesta, como la miseria decretada para el pecador que no se arrepiente, no son imaginativos o fantásticos, ni está reservados para la vida venidera, sino que comienzan a experimentarse en ésta, nuestra existencia terrenal, y desde el preciso instante en que se cometen las acciones que determinan una u otra cosa.
La declaración de Alma: “La maldad nunca fue felicidad”, contiene la esencia de la filosofía nefita en la materia.4
El criterio nefita consideraba al bien como lo único que trae gozo al alma, haciendo al hombre semejante a Dios y significando una singularidad de sus espíritus. Los profetas nefitas procuraban siempre la realización de cosas que les permitieran mantener constantemente con ellos al Espíritu del Señor. Toda acción que les causara el alejamiento del Espíritu de Dios era mala y el acto subsecuente debía ser el arrepentimiento, a fin de que el Espíritu retornara a ellos.
Este concepto pone tanto al pecado como al arrepentimiento del pecado, sobre una base comprensible. Cuando un hombre procede mal con su vecino, causando que éste le retire su amistad, inmediatamente comprende que ha cometido un error y ya sea que decida o no arrepentirse, reconoce que el arrepentimiento se hace entonces necesario. Por el contrario, cuando sus acciones le acercan al afecto de su prójimo, el hombre comprende y valora el camino de la felicidad. Al predicar el arrepentimiento, los profetas nefitas reconocían que el Señor, como nuestro vecino, es un ser cuya asociación y amistad son altamente deseables y preferidas sobre las de cualquier otro individuo. El objetivo de los justos es definido en las siguientes palabras:
Pero he aquí, los justos, los fieles del Santo de Israel, aquellos que han creído en él, que han soportado la cruz del mundo y despreciado la vergüenza, éstos heredarán el reino de Dios que ha sido preparado para ellos desde la fundación del mundo, y su gozo será completo para siempre. (2 Nefi 9:18)
Necesidad Universal del Arrepentimiento
Alma estaba convencido de que todos los hombres, en uno u otro grado, necesitan arrepentirse. También decía que el hombre se estaba alejando, por causa de sus pecados, del Señor. Y así nos lo declara:
¡Ojalá fuese yo un ángel y pudiera realizar el deseo de mi corazón, para salir y hablar con la trompeta de Dios, con una voz que estremeciera la tierra, y proclamar el arrepentimiento a todo pueblo!
Sí, manifestaría a toda alma, como con voz de trueno, el arrepentimiento y el plan de redención: que deben arrepentirse y venir a nuestro Dios, para que ya no haya más dolor sobre toda la superficie de la tierra. (Alma 29:1-2)
El rey Benjamín, hablando de la expiación del Salvador por los pecados del mundo, destacó la diferencia entre los pecados por lo que debían los hombres arrepentirse y aquellos actos que, cometidos por ignorancia de la ley, Cristo redimiría. La línea demarcatoria entre ambos, está establecida por el conocimiento y el entendimiento.
El buen rey nos dice:
Porque he aquí, también su sangre expía los pecados de aquellos que han caído por la transgresión de Adán, que han muerto no sabiendo la voluntad de Dios concerniente a ellos, o que han pecado por ignorancia.
¡Más ay de los que sabiéndolo se rebelan contra Dios! Porque ninguno de éstos alcanza salvación sino por el arrepentimiento y la fe en el Señor Jesucristo. (Mosíah 3:11-12)
También destacó que los que pecan deliberadamente, se avergonzarán en la presencia del Señor:
Y si fueren malas, serán consignados al horrendo espectáculo de su propia culpa y abominaciones que los hará retroceder de la presencia del Señor a un estado de miseria y tormento sin fin, de donde no pueden ya más volver; por tanto, han bebido condenación para sus propias almas. (Mosíah 3:25)
Moroni, asimismo, explicó en uno de sus últimos discursos ante un grupo de descreídos, que los impenitentes se condenan a sí mismos:
He aquí, os digo que seríais más miserables, viviendo en la presencia de un Dios santo y justo, con el conocimiento de vuestra impureza ante él, que si vivierais con las almas condenadas en el infierno.
Porque he aquí, cuando se os haga ver vuestra desnudez delante de Dios, y también la gloria de Dios, y la santidad de Jesucristo, se encenderá una llama de fuego inextinguible en vosotros. (Mormón 9:4-5)
Las enseñanzas de Amulek giraban en torno al concepto de que, por medio de la expiación de Jesucristo, los sufrimientos de todo aquel que se arrepienta y vaya en pos de Él, podrán ser mitigados o completamente quitados.
Y así la misericordia puede satisfacer las exigencias de la justicia, y ciñe a los hombres con brazos de seguridad; mientras que aquel no ejerce la fe hasta arrepentirse, queda abandonado a todas las disposiciones de las exigencias de la justicia; por tanto, sólo para aquel que tiene fe para arrepentirse se realizará el gran y eterno plan de la redención. (Alma 34:16)
Con respecto a la postergación de la hora del arrepentimiento, Amulek advirtió:
. . . porque después de este día de vida, que se nos da para prepararnos para la eternidad, he aquí que si no mejoramos nuestro tiempo durante esta vida, entonces viene la noche de tinieblas en la cual no se puede hacer nada.
Porque si habéis demorado el día de vuestro arrepentimiento, aun hasta la muerte, he aquí, os habéis sujetado al espíritu del diablo que os sellará como cosa suya; por tanto, se retira de vosotros el Espíritu del Señor y no tiene cabida en vosotros. . . . (Ibid., 34:33, 35)
Las Escrituras Inciten al Arrepentimiento
Los profetas nefitas veían una directa relación entre el arrepentimiento y el estudio de las Escrituras. Alma nos dice:
Y hasta aquí ha sido según la sabiduría de Dios que estas cosas sean conservadas; pues he aquí, han extendido la memoria de este pueblo, sí, y han convencido a muchos del error de sus vías, y los han traído al conocimiento de su Dios para la salvación de sus almas.
Sí, te digo que si no hubiese sido por las cosas que estos anales contienen, que están sobre estas planchas, Ammón y sus hermanos no podrían haber convencido a tantos miles de los lamanitas de las tradiciones erróneas de sus padres; sí, estos anales y sus palabras los llevaron al arrepentimiento, es decir, los llevaron al conocimiento del Señor su Dios, y a regocijarse en Jesucristo su Redentor.
Y quién sabe si serán el medio para traer a muchos miles de ellos al conocimiento de su Redentor, sí, y también a muchos miles de nuestros obstinados hermanos nefitas que hoy endurecen sus corazones en el pecado y las iniquidades. (Ibid…, 37:8-10)
Consecuencias del Arrepentimiento
Sabemos que Alma, el joven, había experimentado los efectos del verdadero arrepentimiento. El mismo nos dice que había padecido un gran tormento mental por causa de sus pecados, y agrega:
. . . mientras así me agobiaba este tormento, mientras me atribulaba el recuerdo de mis muchos pecados, he aquí, también me acordé de haber oído a mi padre profetizar al pueblo acerca de la venida de un Jesucristo, un Hijo de Dios, para expiar los pecados del mundo.
Y al fijarse mi mente en este pensamiento, clamé dentro de mi corazón: ¡Oh Jesús, Hijo de Dios, ten misericordia de mí que estoy en la hiel de amargura, y atado con las eternas cadenas de la muerte!
Y he aquí que cuando pensé en esto, ya no me pude acordar más de mis dolores; sí, dejó de atormentarme el recuerdo de mis pecados.
Y ¡oh qué gozo, y qué luz tan maravillosa fue la que vi! Sí, mi alma se llenó de un gozo tan profundo como lo había sido mi dolor. (Ibid., 36:17-20)
Las Promesas del Señor
El primer resultado de un sincero arrepentimiento, es el deseo de bautizarse en el reino de Jesucristo. Por ello fue que, en los tiempos relatados por el Nuevo Testamento, Juan el Bautista predicaba el arrepentimiento y bautizaba a todos aquellos que respondían afirmativamente.
Nefi menciona las grandes bendiciones prometidas a los que se arrepientan y sean bautizados:
Y el Padre dijo: Arrepentíos, arrepentíos y sed bautizados en el nombre de mi Amado Hijo.
Y también percibí la voz del Hijo, que me decía: A quien se bautizare en mi nombre, el Padre dará el Espíritu Santo, como a mí; por tanto, seguidme y haced las cosas que me habéis visto hacer.
Así pues, amados hermanos míos, sé que si seguís al Hijo con íntegro propósito de corazón, sin acción hipócrita o decepción ante Dios, sino con verdadera intención, arrepintiéndoos de vuestros pecados, testificando al Padre que deseáis tomar sobre vosotros el nombre de Cristo por medio del bautismo, sí, siguiendo a vuestro Señor y Salvador al agua, según su palabra, he aquí, entonces recibiréis al Espíritu Santo; sí, entonces sigue el bautismo de fuego y del Espíritu Santo; y entonces podréis hablar en lenguas de ángeles y prorrumpir en alabanzas al Santo de Israel. (2 Nefi 31:11-13)
1 Moisés 6:1.
2 Ibid.t 6:37-39.
3 lbid., 8:20-24.
4 Alma 41:10.

























Gracias por tan importante altura Gracias bendiciones saludos
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Gracias por este bello mensaje Gracias excelente explicacion
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