Capítulo 1
Objetivos de los escritores
del Libro de Mormón
Qué es el Libro de Mormón
Las imprentas que editan el Libro de Mormón, nunca están inmóviles. Cerca de un siglo y medio ha pasado desde su publicación original y aún la demanda por el libro sigue aumentando incesantemente. Medio millón de volúmenes, en varios idiomas, se distribuyen anualmente por todo el mundo, a fin de responder a esta creciente demanda.
Para un mejor entendimiento de la naturaleza de este extraordinario volumen de Escrituras, hagámonos cuatro preguntas: ¿Quiénes escribieron el libro? ¿A quiénes está dirigido? ¿Con qué propósito fue escrito? ¿De dónde proviene la información contenida en sus páginas?
En el prefacio preparado por Moroni (History of the Chuch, José Smith, Vol. 1, pág. 71 (1946)), que encontramos en la portada del libro, estas preguntas son contestadas en forma concisa. Fundamentalmente, es “un relato escrito por la mano de Mormón”, “un compendio de los anales del pueblo de Nefi” y también “un compendio tomado del Libro de Éter”. Es “escrito a las lamanitas, quienes son un resto de la casa de Israel y también a los judíos y a los gentiles”. Su propósito es:
….mostrar al resto de la casa de Israel cuán grandes cosas el Señor ha hecho por sus padres; y para que conozcan las alianzas del Señor, que no son ellos desechados para siempre. —Y también para convencer al judío y al gentil de que JESUS es el CRISTO, el ETERNO DIOS, que se manifiesta a sí mismo a todas las naciones.
Es realmente interesante encontrar un libro escrito hace mil quinientos años, pero dirigido a nosotros. Mormón no fue incitado por las comunes recompensas que generalmente persiguen los escritores. No había dinero, fama ni posiciones que pudieran serles producidos por el escrito. Ninguno de sus contemporáneos, excepto su hijo Moroni, había de leer su manuscrito. El suyo fue uno de los pocos libros jamás escritos en este mundo, dirigidos a una generación aún por venir. Pablo escribió sus epístolas considerando problemas de actualidad en las iglesias Cristianas de aquella época. Mateo escribió su evangelio para convencer a los judíos de su tiempo de que; Jesús era el Mesías esperado. Cada uno de los escritores del Nuevo Testamento, escribió para sus contemporáneos. Pero Mormón, resignado ya a que su generación se hallara perdida, se orientaba hacia los días en que por la voluntad del Todopoderoso, el evangelio sería restaurado sobre la tierra. Por lo tanto, el libro es dedicado a la tarea de la Restauración y al concepto fundamental sobre el cual debe la Restauración estar basada—“convencer al judío y al gentil de que JESUS es el CRISTO”.
El relato de cómo se escribió el Libro de Mormón, es muy interesante. Cerca del año 320 de nuestra era, Ammarón, quien estaba a cargo de los sagrados anales conservados entre los nefitas, fue a ver a Mormón, un jovencito de unos diez años de edad. En el transcurso de tan memorable entrevista, Mormón fue designado para ser el futuro historiador de la Iglesia, según estas palabras:
. . .Veo que eres un niño sensato, y presto para observar;
por lo tanto, cuando tengas unos veinticuatro años de edad, quisiera que recordaras las cosas que hayas observado concernientes a este pueblo, y cuando llegues a esa edad, ve a la tierra de Antum, a una colina que se llamará Shim; y allí he depositado para los fines del Señor todos los santos grabados concernientes a este pueblo.
Y he aquí, tomarás contigo las planchas de Nefi, y las demás las dejarás en el lugar donde se hallan; y sobre las planchas de Nefi grabarás todas las cosas que hayas observado concernientes a este pueblo. (Mormón 1:2-4)
Mormón nos informa que él recordaba las palabras de Ammarón1, de lo que podemos deducir que una vez alcanzada la edad indicada, se llegó hasta la colina Shim y extrajo del lugar las planchas de Nefi en las que los anales oficiales de la Iglesia habían sido conservados desde la época en que Nefi salió de Jerusalén. Sobre estas mismas planchas, evidentemente, él grabó los anales de su tiempo.
Esto, sin embargo, fue sólo el comienzo de su obra. Mormón nos dice que viendo que los lamanitas estaban próximos a destruir el país, él fue a la colina Shim y retiró de ella todos los sagrados anales que Ammarón había ocultado para los propósitos del Señor. Tiempo después, bajo mandamiento de Dios, Mormón comenzó a hacer un compendio de esos anales, trabajo que estuvo a punto de completar y que quedó inconcluso al tiempo de su muerte. Esta recopilación comprende el contenido actual de nuestro Libro de Mormón, desde Mosíah hasta el capítulo 8 de Mormón, como así también un compendio de anales desde Lehi, el mayor, hasta el rey Benjamín, lo cual no está incluido en el libro. En lugar de éstos, tenemos una traducción (las primeras 131 y media páginas de la corriente edición de 1920) de las planchas menores de Nefi. Mormón nos dice que él encontró este breve registro religioso entre los muchos anales de su pueblo, algún tiempo después de haber comenzado su tarea y que lo agregó al mismo compendio. (Véase Palabras de Mormón).
Mormón murió en el campo de batalla sin haber podido concluir su recopilación, pero no sin comisionar antes a su hijo Moroni que lo hiciera. La tarea primordial asignada a Moroni, fue la de recopilar los anales del pueblo de Jared que habían sido encontrados en los días del rey Mosíah, pero Moroni enriqueció aún el libro con otro material. El agregó algunas cartas que su padre, Mormón, le había escrito, dio también instrucciones concernientes al sacramento de la Santa Cena e insertó algunos convincentes testimonios referentes a la importancia de Libro de Mormón para las gentes del mundo a quienes llegaría.
Mientras se estudie el Libro de Mormón, debe tenerse presente que la mayor parte del mismo es una recopilación. Una recopilación es diferente de una colección tal como las que encontramos en otros volúmenes de Escritura. Mormón nos dice que no podía escribir en el libro ni la centésima parte de los registros que tenía en sus manos.2 Y Moroni nos hace una afirmación similar, tocante al relato de los Jareditas.
Un recopilador cuya tarea consiste en hacer un compendio especial de varios registros, debe necesariamente condensar la mayor parte del asunto, tratando de seleccionar sólo aquellas citas que mejor sirvan para el propósito que le guía al hacer el trabajo. Mientras que en una colección toda la originalidad de los escritores es preservada, en una recopilación gran parte de esa originalidad se pierde y la personalidad del recopilador se hace evidente en cada página. Esto es demostrado también por el tipo de material seleccionado y los comentarios hechos por el editor. Un recopilador generalmente tiene un propósito directo y debe seleccionar todo material con miras de alcanzar ese objetivo.
Mormón nos aclara que su propósito es “convencer al judío y al gentil de que JESUS es el CRISTO” y preservar para el resto de los nefitas y los lamanitas, las grandes bendiciones y promesas dadas por Dios a su padres y de las cuales ellos serían herederos. Su material es cuidadosamente seleccionado y sólo pocas cosas más son agregadas a fin de alcanzar esos objetivos. Los ingenieros que busquen en el libro alguna información pertinente al conocimiento y métodos de la ingeniería en la América antigua, se decepcionarán. El libro no fue escrito por un ingeniero. El arquitecto que estudie el libro en pos de la clave de la arquitectura en la América antigua, se verá igualmente frustrado. El buscador de muestras de arte o música, saldrá con las manos vacías. Muy poco se habla de formas de gobierno y se relatan eventos históricos de varios siglos sin mucha explicación. Pero quien procure un conocimiento de Jesús el Cristo y un entendimiento de las principios del evangelio encontrará en el Libro de Mormón un verdadero tesoro, gracias al talento de Mormón y a la inspiración divina con que fue asistido al seleccionar el material Jesucristo es el personaje central del libro. Él es mencionado desde el comienzo, y continúa siendo el tema principal hasta la última página. El Libro de Mormón es la historia de gentes que, por siglos, esperaron la venida de Cristo en la carne y quienes se llamaron cristianos a sí mismos. En él se relata la aparición de Jesucristo entre ellos después de Su resurrección, y registra muchas de Sus palabras casi en la forma literal en que las encontramos en los Evangelios del Nuevo Testamento.
He aquí un libro dedicado a convencer a los hombres de que Jesús es el Cristo, quien se manifiesta a Sí mismo a todas las naciones del mundo.
Autenticidad del Libro
Algunos hombres de ciencia y humanistas han demostrado una tendencia a desacreditar los credos y evidencias que nos llegan de la antigüedad. Ellos consideran el código moral de Moisés, muy apropiado para aquellos tiempos, pero inadecuado para los nuestros. Ellos miran a los profetas antiguos como personajes de la época que tenían mensajes para sus contemporáneos, pero no particularmente para nosotros. Con esta idea en sus mentes, son indiferentes y menosprecian su importancia. Sin embargo, en materia de relaciones humanas y referente al vínculo entre el hombre y su Creador, las leyes y principios no han variado. Tampoco han cambiado las actitudes y maneras tendientes a fomentar la felicidad entre los hombres. El camino que conduce a la miseria no se ha alterado y sus señales son las mismas, aunque a veces no se distingan. Por eso es que, en materia de religión, los registros antiguos que tratan acerca de la relación entre Dios y el hombre, son de mucho valor para guiar nuestros pasos.
El Libro de Mormón es un registro antiguo. Hace mil quinientos años estaba Mormón en el ocaso de una era que había comenzado en una época muy lejana ya a la de su nacimiento. ¿Cuán digno de confianza es entonces el relato de Mormón? ¿Cuántas de sus enseñanzas son adecuadas a nuestro tiempo? ¿Cuán cabal fue su entendimiento de las cosas de Dios? ¿Podemos aceptar sin prejuicios las enseñanzas de este libro? Estas son preguntas de gran importancia, que debieran ser hechas tanto dentro como fuera de la Iglesia.
Afortunadamente, son de gran valor algunos hechos que pueden ayudar a determinar la veracidad de este compendio. Primeramente, si bien las enseñanzas del libro no son idénticas a las declaraciones de todos los profetas que registran las Escrituras, antiguas y modernas, están en armonía con ellas. En segundo lugar, la mayor parte de sus enseñanzas pueden ser puestas en práctica en nuestras vidas, pues son enseñanzas sanas que traerán felicidad a quienes las observen. Y tercero, el libro es un nuevo testigo de Cristo. Esta última afirmación no es una simple presunción. Tres hombres serios y de buen sentido común, bien conocidos por su integridad moral, han testificado al mundo que un ángel de Dios les mostró los anales de los cuales fue traducido el Libro de Mormón y les declaró que su traducción era fidedigna. Estos tres hombres, Oliverio Cowdery, David Whitmer y Martín Harris, aun andando por diversos senderos, prevalecieron en sus testimonios a través de sus vidas. Pero eso no es todo. Lo que estos tres hombres aprendieron por revelación, también por revelación podemos todos nosotros aprenderlo. Antes de concluir su obra, Moroni agrega estas significativas palabras:
He aquí, quisiera exhortaros a que, cuando leáis estas cosas, si Dios juzga prudente que las leáis, recordéis cuán misericordioso ha sido el Señor con los hijos de los hombres, desde la creación de Adán hasta el tiempo en que recibáis estas cosas, y que lo meditéis en vuestros corazones.
Y cuando recibáis estas cosas, quisiera exhortaros a que preguntéis a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo;
y por el poder del Espíritu Santo podréis conocer la verdad de todas las cosas. (Moroni 10:3-5)
Miles de personas pueden hoy testificar que la promesa de Moroni no es una mera expresión. Y para estas personas, el pasado y el presente se hacen uno. Nefi, Alma, Helamán, Mormón y Moroni son nuestros amigos y maestros y nosotros nos sentimos dispuestos a escuchar sus consejos.
Nuestro propio testimonio, si lo tenemos, hará que aceptemos abiertamente las valiosas palabras de Mormón:
Y ahora bien, no puede escribirse en este libro ni la centésima parte de las cosas que Jesús verdaderamente enseñó al pueblo;
pero he aquí, las planchas de Nefi contienen la mayor parte de las cosas que enseñó al pueblo.
Y he escrito estas cosas, que son la menor parte de lo que enseñó al pueblo; y las he escrito con objeto de que nuevamente lleguen de los gentiles a este pueblo, según las palabras que Jesús ha hablado.
Y cuando hayan recibido esto, que conviene que obtengan primero para probar su fe, y si sucede que creen estas cosas, entonces les serán manifestadas las cosas mayores.
Y si sucede que no creen estas cosas, entonces les serán retenidas las cosas mayores, para su condenación.
He aquí, estaba a punto de escribirlas, cuantas se grabaron sobre las planchas de Nefi, pero el Señor lo prohibió, diciendo: Pondré a prueba la fe de mi pueblo.
Por lo que, yo, Mormón, escribo las cosas que el Señor me ha mandado. . .(3 Nefi 26:6-12)
De su tarea, Nefi nos dice:
Sin embargo, he recibido un mandato del Señor de que hiciera estas planchas para el objeto especial de que se grabase una relación del ministerio de mi pueblo.
Sobre las otras planchas se debe grabar la historia del reinado de los reyes, y las guerras y contiendas de mi pueblo; por lo tanto, estas planchas son mayormente para el ministerio; y las otras son principalmente para el reinado de los reyes, y las guerras y contenciones de mi pueblo.
Por tanto, el Señor me ha mandado hacer estas planchas para un sabio propósito suyo, el cual me es desconocido. (1 Nefi 9:3-5)
Y también;
Por lo que yo, Nefi, grabé una historia sobre las otras planchas, la cual da una relación, o sea, da una relación más detallada de las guerras, y contiendas y destrucciones de mi pueblo. Y esto he hecho, y he mandado a mi pueblo lo que debe hacer cuando yo ya no esté; y que estas planchas deben transmitirse de una generación a otra, o sea, de un profeta a otro, hasta recibir mandamientos adicionales del Señor.
Y más adelante daré cuenta de cómo hice estas planchas; y ahora bien, he aquí, prosigo de acuerdo con lo que he hablado; y esto lo hago para que se conserven las cosas más sagradas para el conocimiento de mi pueblo.
Sin embargo, no escribo nada sobre planchas a no ser que yo lo considere sagrado. Ahora bien, si yerro, también los de la antigüedad erraron; no que quiera excusarme por causa de otros hombres, sino por motivo de la debilidad que hay en mí, según la carne, quiero disculparme. (1 Nefi 19:4-6)
Asimismo, Moroni escribió según le fue mandado, con respecto a lo cual dice:
Y yo, Moroni, he escrito las palabras que se me ha mandado escribir, según mi memoria. . . . (Éter 5:1)
Traducido por el Don y el Poder de Dios
El Libro de Mormón no sólo fue escrito por mandamiento e inspiración divina, sino que su traducción al idioma inglés se efectuó por “el don y el poder de Dios”.
Cada vez que este don fue quitado, José Smith no pudo proseguir con su tarea hasta que el mismo fuera nuevamente restaurado. Con la ayuda del Señor, el profeta José Smith pudo efectuar una traducción que ha parecido tan imposible que muchos eruditos aún siguen tratando de encontrar otras explicaciones con respecto al libro.
Además, la traducción tiene el sello de la aprobación del Señor. Como se declara anteriormente, los tres testigos especiales, Oliverio Cowdery, David Whitmer y Martín Harris, dan testimonio de que un ángel del Señor les mostró los anales de los cuales fue hecha la traducción, y que el Señor declaró ante ellos que la obra era verdadera.3
El Testimonio de los Lectores
El lector del Libro de Mormón no tiene precisamente que fiarse de la palabra de otros con respecto a la veracidad del libro—él mismo puede saberlo con sólo preguntar a Dios, “el cual da a todos abundantemente y sin reproche”.
Algunos de los primeros escritores del libro previeron que muchas personas no aceptarían sus palabras,4 y por ello hace Moroni a los lectores la notable promesa mencionada anteriormente.5
Cada vez que encontró alguna discrepancia entre los textos del Libro de Mormón y la Biblia, José Smith prefirió la versión del Libro de Mormón y con ello sentó un precedente a la Iglesia. Entre las citas de Isaías contenidas en el Libro de Mormón y el texto similar en la Biblia, existen unas doscientas diferencias literales. José Smith aceptó siempre decididamente el texto del Libro de Mormón y tiempo más tarde, bajo inspiración divina, efectuó una revisión de la Biblia para concordarla.
Entre las versiones de 3 Nefi, capítulos 12 al 14, en el Libro de Mormón, y los capítulos 4 al 6 de Mateo en la Biblia, existen muchas diferencias importantes. Y podemos encontrar aún más diferencias entre los pasajes de Malaquías de ambos textos. Pero en todas ellas la Iglesia ha hecho prevalecer las declaraciones del Libro de Mormón como las más correctas.6
Puede decirse, en pocas palabras, que la Iglesia acepta el Libro de Mormón como verdadero, con la salvedad hecha por sus propios recopiladores de que si algún error es encontrado en el mismo, es error de los hombres y debido a su debilidad en el lenguaje. Como dice Moroni:
Y quien recibiere estos anales, y no los condenare por las imperfecciones que contienen, sabrá de cosas mayores que éstas. He aquí, soy Moroni; y si fuera posible, os daría a conocer todas las cosas.
Y si hubiere errores, son errores del hombre. Más he aquí, no sabemos si hay equivocaciones; empero Dios sabe todas las cosas; por tanto, cuídese aquel que condena, no sea que corra peligro del fuego del infierno. (Mormón 8:12, 17)
Y también:
No me condenéis por mi imperfección, ni a mi padre a causa de la suya, ni a los que han escrito antes que él; más bien, dad gracias a Dios, que ha manifestado nuestras imperfecciones, para que podáis aprender a ser más sabios de lo que nosotros hemos sido.
Y he aquí, hemos escrito estos anales, según nuestro conocimiento, en caracteres que entre nosotros se llaman egipcio reformado; y han sido transmitidos, y los hemos alterado conforme a nuestra manera de hablar.
Y si nuestras planchas hubiesen sido suficientemente amplias, habríamos escrito en hebreo; pero también hemos alterado el hebreo; y si hubiésemos escrito en hebreo, he aquí, no habríais hallado imperfecciones en nuestros anales. (Mormón 9:31-33.)
1 Mormón 1:5.
2 3 Nefi 26:6
3 Libro de Mormón, El Testimonio de los Tres Testigos; Doc. y Con. 1:29
4 Éter 12:23-25 (No se refiere a los escritos de Moroni sino a los del hermano de Jared).
5 Moroni 10:3-5.
6 José Smith, The Inspired Scripture, MSS, Biblioteca del Historiador de la Iglesia.

























Gracias por tan importante altura Gracias bendiciones saludos
Me gustaMe gusta
Gracias por este bello mensaje Gracias excelente explicacion
Me gustaMe gusta