Capítulo 19

El Lugar de la Iglesia en el Mejoramiento
Social y Económico

El eminente doctor Joseph Sizoo, quien fue Ministro de Religión del gobierno de los Estados Unidos, habiendo observado y atendido a tanta gente que fuera a Washington en busca de apoyo o favores gubernamentales, declara haber llegado a la siguiente conclusión:

A menos que se manifieste primeramente un verdadero mejoramiento espiritual, no es posible perfeccionar las leyes sociales. (Dr. Joseph Sizoo, Make Life Worth Living.)

Esta declaración no hace otra cosa que corroborar los conceptos del Libro de Mormón. Una de las más sobresalientes enseñanzas sociales que el Libro de Mormón contiene, es, precisamente, que toda reforma social perdurable depende del mejoramiento espiritual del pueblo. En él vemos que una buena orientación espiritual es mucho más eficaz, para la solución de los problemas sociales y económicos de un pueblo, que la más brillante dirección política. Principalmente, a través del majestuoso relato de Alma, comprobamos que existen limitaciones inherentes a cada ley y a todo gobierno. Los varios tipos de gobierno, sistemas y códigos de la ley, triunfan o fracasan en directa relación al carácter moral de los pueblos. No hay gobierno eficaz cuando la mayoría de la gente se torna inicua, mientras que cuando ésta es realmente justa, la felicidad y el progreso se ponen de manifiesto en su administración social. Gracias a su ética gubernativa, Mosíah supo solucionar los mayores problemas de su pueblo.

Y no es cosa común que la voz del pueblo pida algo que sea contrario a lo que es justo; mas con frecuencia la parte menor del pueblo desea lo que no es justo; por tanto, observaréis y tendréis por ley esto: Arreglaréis vuestros asuntos de acuerdo con la voz del pueblo.

Y si llega el día en que la voz del pueblo escoge la iniquidad, entonces será cuando los juicios de Dios caerán sobre vosotros. . . (Mosíah 29:26-27)

El profeta Amulek consideraba que la mayoría de la gente que quebranta las leyes, lo hace generalmente guiada por los mismos administradores de la ley. Abiertamente él les acusa, diciendo:

Estáis tramando planes para pervertir las sendas de los justos y traer la ira de Dios sobre vuestras cabezas hasta destruir por completo a este pueblo. (Alma 10:18)

Estos administradores habían llegado al extremo de incitar al pueblo a cometer desórdenes y atropellos, con el fin de lucrar luego mediante acciones judiciales. Alma nos relata cómo fue definido esto por Amulek:

Ahora bien, su único objeto era beneficiarse, pues les pagaban según sus servicios; por lo tanto, provocaban motines y toda clase de desórdenes y maldades entre el pueblo para tener más trabajo y, consiguientemente, más dinero, de acuerdo con los litigios que les eran presentados; por tanto irritaban al pueblo contra Alma y Amulek. (Alma 11:20)

Alma ocupaba el cargo de Juez Superior, pero renunció a dicha posición política para poder dedicarse a la predicación de la justicia y con ello lograr la reforma social del pueblo. Es interesante notar que esta lección concuerda con la opinión de muchos observadores competentes. En uno de sus libros, el escritor Roger W. Babson hace la siguiente manifestación:

. . .¿Cuál es la causa de estas fluctuaciones en los negocios y en los precios? Las estadísticas muestran que las crisis son producidas generalmente por causas espirituales más que financieras, y que la prosperidad es consecuencia de la justicia y no de las cosas materiales. Estas fuerzas espirituales constituyen el verdadero fundamento de la prosperidad. (Eoger W. Babson, Fundamentáis of Prosperity, página 73)

Mormón, el gran historiador nefita, trató de preservar especialmente el relato del experimento que Alma realizó a fin de obtener la reforma social del pueblo mediante un mejoramiento espiritual. Y escribió:

Y como la predicación de la palabra tenía gran propensión a impulsar a la gente a hacer lo que era justo—sí, había surtido un efecto más potente en el alma del pueblo que la espada o cualquier otra cosa que les había acontecido—por tanto, Alma consideró prudente poner a prueba la virtud de la palabra de Dios. (Alma 31:5)

Una de las mayores observaciones del historiador, fue con respecto al efecto que la espiritualidad tiene sobre la igualdad económico-social de los pueblos:

Y cuando los sacerdotes dejaban su trabajo manual para propagar la palabra de Dios entre el pueblo, éstos dejaban también sus labores para oír la palabra. Y después que el sacerdote les había comunicado la palabra de Dios, todos volvían diligentemente a sus ocupaciones; y el sacerdote no se consideraba mejor que sus oyentes, porque el predicador no era de más estima que el oyente, ni el maestro más que el discípulo; y así todos eran iguales y todos trabajaban, cada cual según su fuerza.

Y de conformidad con lo que cada uno tenía, repartía de sus bienes a los pobres, a los necesitados y los enfermos y afligidos; y no usaban vestidos costosos, no obstante, eran aseados y atractivos. (Alma 1:26-27)

El mismo Mormón trató de lograr la reforma social de su pueblo mediante la predicación de la palabra de Dios. Pero la gente no le respondió y nos lo dice así:

Y amonesté a este pueblo, pero fue en vano. . .Y he aquí que endurecieron sus corazones contra el Señor su Dios. (Mormón 3:3)

El mismo fracaso del intento por lograr la reforma espiritual de la gente, anunció la mortal caída de la nación nefita.

Alma, al reconocer que la nación no podría ser reformada socialmente mediante la conducción política sin una previa reforma espiritual, renunció a la más alta posición civil del país a fin de dedicarse a la obra misionera.¹

En una época posterior, también el profeta Nefi dimitió como Juez Superior, consagrándose al ministerio en pos de la reforma espiritual de su pueblo.²

¹  Alma 4:11-20.
²  Helamán 5:1-4