Enseñanzas del Libro de Mormón

Capítulo 2

El concepto acerca del hombre que el
Libro de Mormón contiene


Qué es el Hombre

La oración del Salmista: “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?”1, con­tinúa siendo una cuestión muy discutida entre los filósofos del mundo. Pero mientras aquellos cuyo entendimiento está limitado a las filosofías de la mente humana, encuentran que sus ideas con respecto al origen y la naturaleza del hombre son equívocas, el Libro de Mormón presenta los puntos de vista y conceptos de los antiguos profetas americanos, para quienes la respuesta a todo ello era clara y lógica.

Nefi dice:

He aquí, el Señor ha creado la tierra para que sea habitada; y ha creado a sus hijos para que la posean. (1 Nefi 17:36)

Esta misma doctrina es declarada también por el rey Benja­mín,2 por Alma,3 Helamán,4 Mormón,5 y aun confirmada por otros profetas nefitas.

Que todos los hombres son Sus hijos, se hace claro al entendi­miento mediante las siguientes palabras del Señor, refiriéndose a que todos tenemos el derecho de oír Su voz:

¿No sabéis que hay más de una nación? ¿No sabéis que yo, el Señor vuestro Dios, he creado a todos los hombres y me acuerdo de los que viven en las islas del mar; que gobierno arriba en los cielos y abajo en la tierra, y llevo mi palabra a los hijos de los hombres, si, a todas las naciones de la tierra? (2 Nefi 29:7.)

Tanto los profetas nefitas como los jareditas concordaban en el concepto de que Dios había creado al hombre a Su propia imagen. Sobre este particular hace el hermano de Jared una sorprendente contribución. Habiendo suplicado en oración al Señor que tocara una piedras disponiéndolas para que brillen en la oscuridad y de esta manera poder con ellas iluminarse en los barcos con los que cruzarían el gran océano, el hermano de Jared pudo gozar del privi­legio de ver el cuerpo espiritual del Señor, quien se presentó a Sí mismo en esta forma:

He aquí, yo soy el que fui preparado desde la fundación del mundo para redimir a mi pueblo. He aquí soy Jesucristo. Soy el Padre y el Hijo. En mí tendrá luz eternamente todo el género humano, sí, cuantos creyeren en mi nombre; y llegarán a ser mis hijos y mis hijas.

Y nunca me he mostrado a los hombres que he creado, porque jamás ha creído en mí el hombre, como tú lo has hecho. ¿Ves cómo has sido creado a mi propia imagen? Sí, en el principio todos los hombres fueron creados a mi propia imagen.

He aquí, este cuerpo que ves ahora, es el cuerpo de mi Espíritu; y he creado al hombre a semejanza del cuerpo de mi Espíritu; y así como me apa­rezco a ti en el espíritu, apareceré a mi pueblo en la carne. (Éter 3:14-16.)

Es significativo que el Señor diga “todos los hombres fueron creados a mi propia imagen.” La forma del hombre no ha evolucionado. Los hombres, en su vida pre-terrenal tenían la mis­ma forma con la que comenzaron a vivir sobre la tierra, es decir “a la imagen de Dios”. Adán, el primer ser humano sobre la tierra, era a imagen de Dios. Ammón, uno de los grandes misioneros nefitas, enseñó al rey Lemhi y sus partidarios esta misma doctrina. Hablando de las razones por las cuales los sacerdotes del rey Noé habían asesinado a uno de los profetas de Dios, Ammón dice:

Y porque les dijo que Cristo era el Dios, el Padre de todas las cosas, y que tomaría sobre sí la forma de hombre, la forma según la cual el hombre fue creado en el principio—en otras palabras, declaró que el hombre fue creado a semejanza de Dios, y que Dios bajaría entre los hijos de los hombres, tomaría carne y sangre, e iría por la faz de la tierra—

Y porque dijo esto, lo condenaron a muerte. . . . (Mosíah 7:27-28)

Los partidarios de los sacerdotes del rey Noé, como tanta gente confundida de nuestros días, no entendían que Jesús el Cristo era Jehová, el Creador de todas las cosas.0

Adán, Progenitor de todos los Hombres

Los profetas nefitas entendieron siempre que todos los pueblos del mundo eran descendientes de Adán, el primer hombre. Entre las enseñanzas de Lehi, encontramos lo siguiente:

Y cuando Adán y Eva hubieron participado del fruto prohibido, fueron arrojados del jardín de Edén, para cultivar la tierra.

Y tuvieron hijos, sí, la familia de toda la tierra. (2 Nefi 2:19-0)

En Mormón 3:20, el antiguo profeta americano se refiere a “la familia de Adán”. En general, puede decirse que todos los profetas nefitas acep­taron el relato de Moisés en cuanto a la creación del hombre y a la paternidad de Adán con respecto a toda la raza humana.

La Naturaleza Eterna del Hombre

Los breves relatos contenidos en el Libro de Mormón, no acla­ran mucho en cuanto al conocimiento que los profetas nefitas tenían de la vida pre-terrenal. Sin embargo, hay suficiente material en sus páginas para indicar que ellos creían en la preexistencia. Nefi nos da a entender algo al respecto cuando habla de los justos y el lugar “que ha sido preparado para ellos desde la fundación del mundo”.7 Jesucristo fue elegido para Su misión en la tierra des­de mucho antes que los cimientos de la tierra fueran colocados.8

Son muy abundantes las palabras del Libro de Mormón con­cernientes a la vida post-mortal. Profetas tales como Alma, Amu- lek y Abinadí, tratan el tema extensamente.9

Los profetas nefitas concuerdan en atribuir al hombre una naturaleza eterna. La muerte era considerada como una calamidad no para los justos, sino para los injustos. De ahí que el gran general y profeta Moroni pudiera escribir desde el campo de ba­talla:

Porque el Señor permite que los justos mueran para que su justicia y juicios puedan caer sobre los malos. Por tanto, no debéis suponer que se pierden los justos por haber muerto; más he aquí, entran en el reposo del Señor, su Dios. (Alma 60:13)

Aun la muerte de los niños no era considerada como una pér­dida irreparable, por lo que el rey Benjamín declaró: “El niño que muere en su infancia no perece”.10

Los nefitas estimaban sus vidas como una etapa preparatoria para la vida eterna:

Pues he aquí, esta vida es cuando el hombre debe prepararse para comparecer ante Dios; sí, el día de esta vida es el día en que el hombre debe ejecutar su obra. (Alma 34:32)

La vida venidera era considerada como una continuación de esta vida, teniendo los individuos los mismos hábitos y las mismas actitudes que adquirieran aquí, “porque el mismo espíritu que posee vuestros cuerpos al salir de esta vida, ese mismo espíritu tendrá poder para poseer vuestros cuerpos en aquel mundo eterno”.11

Como resultado de este concepto del hombre como un ser eterno, nace la confianza en medio del pesar. Alma dice a aquellos que han aceptado el evangelio:

Y ahora, hermanos míos, quisiera que plantaseis esta palabra en vuestros corazones, y al empezar a germinar, la cultivaseis por vuestra fe. Y he aquí, llegará a ser un árbol que crecerá en vosotros para vida eterna. Y entonces Dios os conceda que sean ligeras vuestras cargas por el gozo de su Hijo. Y todo esto lo podéis hacer si queréis. Amén. (Alma 33:23)


Salmos 8:4.
Mosíah 2:20, 21, 23.
Alma 18:34.
Helamán 12:6.
Mormón 5:2.
Moroni 10:34; ver también 2 Nefi 22:2.
2 Nefi 9:18; ver también Mosíah 4:6-10; 15:19-20; Alma 12:30.
Eter 3:14; Alma 42:26.
Nota: Esta vida post-mortal será considerada especialmente en próximos capítulos.
10  Mosíah 3:18.
11  Alma 34:34.

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2 Responses to Enseñanzas del Libro de Mormón

  1. Avatar de Desconocido Anónimo dice:

    Gracias por tan importante altura Gracias bendiciones saludos

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  2. Avatar de Desconocido Anónimo dice:

    Gracias por este bello mensaje Gracias excelente explicacion

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