Capítulo 29
El Valor de las Escrituras
Un estudio llevado a cabo en un colegio de los Estados Unidos, reveló que solamente un cinco por ciento de los estudiantes podían siquiera nombrar cerca de una docena de los libros que componen la Biblia, mientras que había una desconcertante carencia de conocimiento en casi la totalidad del alumnado con respecto a los mensajes contenidos en la misma.
Aun dentro de los Santos de los Últimos Días existe una gran negligencia, no sólo acerca de la Biblia sino también de las revelaciones modernas. El autor de la presente obra realizó, hace más de veinte años, un examen entre un millar de jóvenes que llegaron a la Casa de la Misión, en la Ciudad de Lago Salado, para recibir instrucciones preparatorias para la obra misionera, descubriendo que la mitad de ellos nunca había terminado de leer completamente el Libro de Mormón, y que menos del cinco por ciento del total había leído las Doctrinas y Convenios.1 Sería interesante hacer un estudio similar entre los jóvenes de igual edad en nuestros barrios y ramas en la actualidad, para ver si tal condición ha variado o no.
¿Cuáles son las razones de esta aparente carencia de interés? ¿Es que no tienen acaso las Escrituras un valor real y aplicable en nuestros días modernos? ¿Están las mismas desprovistas de significado para nuestra generación? ¿Ha superado nuestra civilización el alcance del mensaje de las Escrituras?
Antes de responder a estas interrogaciones, quizás convenga establecer cuál ha sido la actitud de Jesucristo con respecto a ellas.
Jesús de Nazaret fue el Maestro de las Escrituras hebreas, a las que usó no solamente para confundir a Sus enemigos, sino también para realzar Sus enseñanzas. A las gentes de Su pueblo les leyó los dos primeros versículos del capítulo 61 de Isaías, declarándoles que El venía para dar cumplimiento a la profecía en ellos anunciada.2 “¿No habéis leído?”—fue su constante réplica a los escépticos. Y a los saduceos amonestó: “Erráis, ignorando las Escrituras.”3
Dios Ordena el Traslado de las Escrituras
Nefi nos hace saber que poco antes que él y su pueblo salieran de los linderos de Jerusalén, el Señor les mandó, a través de un sueño que tuvo su padre Lehi, que fueran de vuelta a la ciudad y obtuvieran una copia de las Escrituras hebreas,4 a fin de evitar, como más tarde aprendió Nefi, que “una nación degenere y perezca en la incredulidad.”5 También nos cuenta Nefi que en momentos en que se disponía a obtener las planchas de Labán, recordó las palabras que el Señor le dijo en el desierto:
. . .En tanto que tus descendientes guarden mis mandamientos, prosperarán en la tierra de promisión. (1 Nefi 4:14.)
Y luego agrega:
Sí, y también consideré que no podrían guardar los mandamientos del Señor según la ley de Moisés, a menos que la tuvieran.
Y además, sabía que esta ley se hallaba grabada sobre las planchas de bronce. (1 Nefi 4:15-16.)
El joven Profeta nos dice que su padre, Lehi, cuando vio el contenido de las planchas de bronce y comprendió lo que éstas significarían para su posteridad,
… se llenó del espíritu y empezó a profetizar acerca de sus descendientes.
Diciendo que aquellas planchas de bronce irían a todas las naciones, familias, lenguas y pueblos de su posteridad.
Por tanto, dijo que las planchas no perecerían jamás, ni el tiempo nunca más las empañaría… (1 Nefi 5:17-19.)
Nefi continúa entonces diciendo:
Y habíamos obtenido los anales que el Señor nos había mandado, y los examinamos y descubrimos que eran deseables; sí, de gran valor para nosotros, pues podríamos preservar los mandamientos del Señor para nuestros hijos.
Por lo tanto, fué en la sabiduría del Señor que los lleváramos con nosotros mientras viajábamos en el desierto hacia la tierra de promisión. (1 Nefi 5:21-22.)
El papel que las Escrituras jugaron en la historia de los nefitas, puede ser mostrado por el contraste evidenciado entre ellos y los mulekitas, cuando se unieron unos 200 años antes de Jesucristo. Estos últimos, bajo a la conducción de Mulek, hijo del rey Sedecías, habían huido de Jerusalén al tiempo que ésta fuera destruida por Nabucodonosor, y llegaron al continente americano casi en la misma época que las nefitas. Durante los cuatrocientos años en que vivieron aquí antes de encontrarse con éstos, los mulekitas habían vivido sin tener las Escrituras de sus antepasados consigo.6 La condición de las mulekitas es puesta de manifiesto a través de las siguientes palabras de Amalekí:
. . .Cuando Mosíah los descubrió, habían llegado a ser numerosos en extremo. No obstante, habían tenido muchas guerras y serias contenciones, y de cuando en cuando habían caído por la espada. Su idioma se había corrompido, no habían llevado anales consigno, negaban la existencia de su Creador, y ni Mosíah ni su pueblo podían entenderlos. (Omni 1:17.)
Los Nefitas Reciben el Mandamiento de Registrar sus Escrituras
La importancia de las Escrituras es aún más grandemente demostrada por el mandamiento que el Señor dio a varios profetas nefitas, de que debían hacer un fiel registro de todas las revelaciones por ellos recibidas y de toda manifestación de la bondad divina hacia el pueblo. Nefi nos dice:
Ahora pues, habiendo hablado de estas planchas, he aquí, no son sobre las que escribo la historia completa de mi pueblo pues a aquéllas en que hago la relación completa de mi pueblo, he dado el nombre de Nefi; y por tanto, se llama las planchas de Nefi, por mi nombre; y estas planchas también se llaman las planchas de Nefi.
Sin embargo, recibí un mandamiento del Señor de hacer estas planchas con el objeto especial de que se grabase una relación del ministerio de mi pueblo.
Sobre las otras planchas se debería grabar la historia del reinado de los reyes, y las guerras y contiendas de mi pueblo; por lo tanto, estas planchas son mayormente para el ministerio; mientras que las otras son principalmente para el reinado de los reyes, y las guerras y contenciones de mi pueblo.
Por tanto, el Señor me ha mandado hacer estas planchas para un sabio intento suyo, el cual me es desconocido. (1 Nefi 9:2-5.)
Y más adelante añade:
Y aconteció que me mandó el Señor, e hice unas planchas de metal para poder grabar sobre ellas la historia de mi pueblo. Y sobre las planchas que hice, grabé los escritos de mi padre, y también nuestros viajes en el desierto y las profecías de mi padre; y grabé también sobre ellas muchas de mis propias profecías.
Pero cuando hice aquellas planchas, no sabía que el Señor me mandaría hacer éstas; así que la historia de mi padre, la genealogía de sus antepasados, como asimismo la mayor parte de las cosas que nos ocurrieron en el desierto, quedaron grabadas sobre aquellas planchas de que he hablado; de modo que en las primeras planchas ciertamente se hace más particular mención de lo que aconteció antes de hacer éstas.
Y después de haber hecho estas planchas, según me fue mandado, yo, Nefi, recibí el mandamiento de que en ellas se escribiesen las partes más claras y preciosas del ministerio y las profecías; y que las cosas que fuesen escritas se guardaran para instruir a mi pueblo que iba a poseer el país, y también para otros sabios propósitos conocidos al Señor. (1 Nefi 19:1-3.)
Los Profetas Amonestan a su Pueblo a Seguir las Escrituras
Los profetas nefitas amonestaron frecuentemente al pueblo a leer y seguir las Escrituras. Nefi, Jacob y Abinadí citan una gran cantidad de ellas. Casi la mitad del libro de Isaías es transcripto en el Libro de Mormón a manera de referencias de las planchas de bronce que usaron los tres profetas.
Alma, después de haber enseñado al pueblo acerca de las Escrituras, les dijo:
Empero no necesito repetir esto; con lo que he dicho basta. He aquí tenéis las Escrituras por delante, y si queréis pervertirlas, será para vuestra destrucción. (Alma 13:20.)
Cristo Manda que se Lean las Escrituras
Cuando como un Ser resucitado el Salvador apareció entre los nefitas, les mandó que leyeran las Escrituras, diciendo:
Y he aquí ahora os digo que debéis escudriñar estas cosas. Sí, os doy el mandamiento de escudriñar estas cosas diligentemente, porque grandes son las palabras de Isaías.
Porque él ciertamente habló de todas las cosas concernientes a mi pueblo que pertenece a la casa de Israel; por tanto, es preciso que él hable también a los gentiles.
Y todas las cosas que habló se han cumplido, y se cumplirán, de conformidad con las palabras que habló.
Por tanto, escuchad mis palabras; escribid las cosas que os he dicho; y de acuerdo con el tiempo y la voluntad del Padre, irán a los gentiles.
Y quienes escucharen mis palabras, y se arrepintieren y fueren bautizados, se salvarán. Escudriñad los profetas, porque muchos son los que testifican de estas cosas. (3 Nefi 23:1-5.)
Luego comprobó que los nefitas habían perdido algunas de sus Escrituras:
Y ocurrió que cuando Jesús hubo dicho estas palabras, les volvió a hablar, después que les hubo explicado todas las Escrituras que habían recibido, y les dijo: He aquí, quisiera que escribieseis otras Escrituras que no tenéis.
Y aconteció que le dijo a Nefi: Trae los anales que habéis conservado.
Y cuando Nefi llevó los anales, y los puso ante él, Jesús los examinó y dijo:
En verdad os digo que le mandé a mi siervo, Samuel el Lamanita, testificar a este pueblo, que el día en que el Padre glorificara su nombre en mí, habría muchos santos que se levantarían de los muertos, y aparecerían a muchos, y los atenderían. Y les preguntó: ¿No fue así?
Y sus discípulos le contestaron, y dijeron: Sí, Señor, Samuel profetizó según tus palabras, y todas se cumplieron.
Y Jesús les dijo: ¿Cómo es que no habéis escrito esto, que muchos santos se levantaron, y se aparecieron a muchos, y les atendieron?
Y sucedió que Nefi se acordó de que aquello no se había escrito.
Y acaeció que Jesús mandó que se escribiera; de manera que se escribió, según su mandamiento.
Y entonces aconteció que luego que Jesús les hubo explicado en una todas las Escrituras que habían escrito, les mandó que enseñasen las cosas que él les había explicado. (3 Nefi 23:6-14.)
Jesús les repitió las palabras de Malaquías y mandándoles que las escribieran, les explicó el significado de las mismas.7 En las siguientes palabras del Maestro se destaca la importancia de las Escrituras para todas las generaciones:
. . .Estas Escrituras que vosotros no habéis tenido, el Padre mandó que os las diera; porque en su sabiduría dispuso que se revelaran a las generaciones futuras. (3 Nefi 26:2.)
En sus comentarios con los que clausura el Libro de Mormón, Moroni recomienda a los que habrían de recibirlo, que lo lean y mediten en sus corazones, prometiendo que el Espíritu Santo les manifestaría la veracidad del mismo.8
En estos últimos días, el Señor ha confirmado el valor de las Escrituras, diciendo:
A algunos el Espíritu Santo les da a saber que Jesucristo es el Hijo de Dios, y que fue crucificado por los pecados del mundo;
A otros, el creer en las palabras (es decir, en las Escrituras) de aquéllos para que también tengan vida eterna, si es que continúan fieles. (Doc. y Con. 46:13-14; cursiva del autor.)
1 Estudio efectuado por William E. Berrett en 1939-19U0.
2 Lucas 4:16:21.
3 Mateo 22:29.
4 Nefi 3:2-7.
5 Ibid., 4:1S.
6 Omni 1:12-16.
7 3 Nefi 24:1-15 y 25:1-16.
8 Moroni 10:3-4.

























Gracias por tan importante altura Gracias bendiciones saludos
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Gracias por este bello mensaje Gracias excelente explicacion
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