Enseñanzas del Libro de Mormón

Capítulo 30

Más Luz Sobre El Nuevo Testamento


EL Libro de Mormón ha aclarado grandemente muchas palabras e incidentes contenidos en el Nuevo Testamento.

Las Bienaventuranzas

El evangelio de Jesucristo, tal como lo resume el llamado “Gran Sermón” o “Sermón del Monte”, ha sido tema principal de la mayoría de los discursos de predicación. Algunos de estos discursos han resultado ser verdaderas obras literarias, encerrando hermosos mensajes. Sin embargo, las diferentes interpretaciones han variado tan grandemente, que no todas concuerdan con el significado original que Jesús les dio.

El Libro de Mormón contiene un relato de cierto “Gran Sermón” que el Cristo resucitado pronunció ante los habitantes del continente americano. Y aunque algunas porciones de ambos sermones difieren un poco, la mayor parte de ellos está basada sobre idénticos temas e incluyen los mismos conceptos. El relato de este segundo “Sermón del Monte”, que conserva un marcado paralelismo con el pronunciado en Galilea, arroja grandes luces sobre el sentido que el Maestro imprimió a Sus palabras. Consideremos las siguientes comparaciones:

En Mateo 5:1-3, leemos:

Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos.

Y abriendo la boca les enseñaba, diciendo:

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Esta última frase ha resultado ser un tropezadero durante siglos. El término “pobres en espíritu” ha tenido un distinto significado en los diferentes idiomas en que se tradujo la Biblia. En la literatura no-bíblica, la expresión define a aquellas personas que han perdido su valentía o esperanza. Pero si este significado fuera aplicado al pasaje citado de Mateo, resultaría inconcebible que tal espiritualmente empobrecido individuo pudiera alcanzar, como recompensa, el reino de los cielos. Muchos eruditos que han encarado esta aparente incongruencia, han tratado de encontrar alguna otra interpretación que reemplace el término, y algunos han identificado a los “pobres en espíritu” como “humildes” o “penitentes”. Esta desviación del verdadero significado ha resultado ser como una espina para el no inspirado pero consciente lector de la Biblia.

En el Libro de Mormón, la introducción al mismo mensaje pronunciado en este continente a los nefitas, es mucho más claro y amplía el concepto bíblico:

Y aconteció que cuando Jesús hubo dicho estas palabras a Nefi y a los que habían sido llamados (y llegaba a doce el número de los que fueron llamados y recibieron el poder y la autoridad para bautizar) he aquí, extendió la mano hacia la multitud, y les habló, diciendo: Bienaventurados sois si prestáis atención a las palabras de estos doce que yo he escogido de entre vosotros para ejercer su ministerio en bien de vosotros y serviros; y les he dado el poder para que os bauticen en el agua; y luego de haberos bautizado en el agua, he aquí, os bautizaré con fuego y con el Espíritu Santo. Por tanto, benditos sois, si creyereis en mí y os bautizareis, después de haberme visto y de saber que yo soy.

Y por otra parte, más benditos son aquellos que creyeren en vuestras palabras por razón de que testificaréis que me habéis visto y sabéis que yo soy. Sí, benditos son los que creyeren en vuestras palabras, y se humillaren profundamente, y fueren bautizados, porque serán visitados con fuego y con el Espíritu Santo, y recibirán la remisión de sus pecados.

Sí, bienaventurados los pobres en espíritu que vienen a mí, porque de ellos es el reino de los cielos. (3 Nefi 12:1-3; cursiva agregada.)

La luz que estos pasajes arrojan sobre las llamadas “Bienaventuranzas”, cambia por completo el significado que otras religiones atribuyen al término en cuestión. Los “pobres en espíritu” no serán bendecidos meramente por su condición actual, sino siempre y cuando acepten los principios de Jesucristo y entren en Su reino por las puertas del bautismo.

El llorar no puede ser una condición bendecida, porque aplasta la esperanza y reprime la felicidad. Pero serán en verdad bienaventurados aquéllos de los que lloran que se lleguen a Cristo y reciban de Él la seguridad de vivir más allá de la tumba. De igual manera que todo otro grupo, cualquiera sea su condición, habrán de ser bendecidos solamente si creen y aceptan integrar el rebaño del Señor.

Tal contribución a la interpretación del mensaje del Salvador, proporciona ese verdadero significado que los eruditos han estado buscando durante siglos.

Nuestros espacio y tiempo disponibles, no permiten un análisis detallado o una comparación minuciosa de los dos sermones. No obstante, todo buen estudioso haría muy bien si los examinara, pues encontraría aún más contribuciones.

Otra ilustración podría ayudarnos en nuestro propósito. El sexto capítulo del libro de Mateo, versículos 24 y 25, nos relata que Jesús, hablando a la multitud, dijo:

… No podéis servir a Dios y a las riquezas.

Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. . .

Este pasaje, tomado literalmente, podría originar una doctrina impracticable y evidentemente peligrosa para cualquier pueblo que intente profesarla. Para evitar que alguien acuse a Jesús de ser demasiado idealista y que Sus enseñanzas son irrealizables, los doctores bíblicos han elaborado diversos significados en base al sentido literal de la frase. Muchos arguyen que el Maestro no quiso decir que no debíamos labrar nuestros campos, cuidar nuestros rebaños o mover las ruedas de nuestros molinos, sino que destacó lo absurdo e impropio que es permitir que estas cosas nos esclavicen. Esta explicación no deja de tener mérito y belleza en sí misma, pero no alcanza a cubrir el significado que Jesús le dio.

El pasaje equivalente del Libro de Mormón, aclara grandemente el interrogante. En Mateo leímos que el Señor dijo: “No podéis servir a Dios y a las riquezas.” Pero notemos la diferencia en el relato nefita:

Y aconteció que cuando Jesús hubo pronunciado estas palabras, miró hacia los doce que había elegido, y les dijo: Acordaos de las palabras que he hablado. Porque he aquí, vosotros sois los que he escogido para ejercer el ministerio entre este pueblo. Os digo, pues: No os afanéis por vuestra vida sobre lo que habéis de comer o lo que habéis de beber; ni tampoco por vuestro cuerpo, por lo que habéis de vestir. . . . (3 Nefi 13:25.)

No surge aquí ninguna necesidad de hacer compensaciones ni elaborar otros significados. La doctrina de Jesús se hace práctica y a la vez sensible. No a toda la gente le era requerido abandonar sus ocupaciones cotidianas; sólo a los doce hombres escogidos para administrar la organización del Señor sobre la tierra, y ello a fin de que pudieran dedicar todo su tiempo, talentos y capacidades a la Iglesia.

«Tengo Otras Ovejas»

Cuando Jesús llevó a cabo Su ministerio en la carne, dijo en cierta oportunidad a las gentes de Palestina:

También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. (Juan 10:16.)

Los comentaristas bíblicos han ofrecido la explicación de que “las otras ovejas” mencionadas en el referido pasaje eran los gentiles, y que cuando los discípulos predicaron el evangelio en el mundo greco-romano, no hicieron sino llevar la palabra de Cristo a las otras ovejas y traerles dentro del rebaño.

El Libro de Mormón nos muestra la equivocación de estos comentaristas, a la vez que da la explicación del propio Salvador, quien hablando de Su ministerio entre los judíos y refiriéndose al descreimiento de éstos, dijo a los nefitas:

Esto me mandó el Padre que les dijera:

Tengo otras ovejas que no son de este redil; a éstas también debo yo traer, y oirán mi voz; y habrá un redil y un pastor.

Y por motivo de la obstinación y la incredulidad, no comprendieron mi palabra; por tanto, el Padre me mandó que no les dijese más acerca de esto.

Más de cierto os digo que el Padre me ha dado mandamiento, y yo os lo digo, que fuisteis separados de ellos por motivo de su iniquidad; por tanto, es por su maldad que no saben de vosotros.

Y en verdad os digo también, que el Padre ha separado de ellos a las otras tribus; y es a causa de su iniquidad que no saben de ellas.

Y de cierto os digo que vosotros sois aquellos de quienes dije: Tengo otras ovejas que no son de este redil; a éstas también debo yo traer, y oirán mi voz; y habrá un redil y un pastor.

Y no me comprendieron, pues creyeron que eran los gentiles; porque no entendieron que por medio de su predicación, los gentiles se convertirían.

Ni me entendieron cuando dije que las otras ovejas oirán mi voz; ni me comprendieron que los gentiles en ningún tiempo oirían mi voz; que no me manifestaría a ellos sino por el Espíritu Santo.

Mas he aquí, vosotros habéis oído mi voz y también me habéis visto; y sois mis ovejas, y nombrados sois entre los que el Padre me ha dado. (3 Nefi 15:16-24.)

Juan el Amado Permanece en la Tierra

Entre los eruditos Cristianos ha resultado ser siempre un motivo de controversia la respuesta dada por Jesús a Juan, el discípulo amado, en cuanto al manifiesto deseo de éste de quedarse en la tierra y conservar su vida mortal hasta la segunda venida del Salvador.

La mayoría de los estudiosos de la Biblia, fuera de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, se han obstinado en negar que dicha solicitud haya sido concedida, y consideran que Juan murió o fue muerto hacia fines del siglo primero a la era Cristiana. Esto ha dado también lugar a objeciones en cuanto a la paternidad literaria del Evangelio según S. Juan y del libro del Apocalipsis, puesto que algunos historiadores estiman que ambas obras fueron escritas en una época muy posterior a la apostólica, y que Juan no podría haber estado todavía viviendo en forma natural en ese entonces.

Pero el Libro de Mormón dilucida este asunto en su relato. Antes de despedirse de Sus doce discípulos nefitas, el Salvador concedió a cada uno de ellos lo que los más íntimos deseos de sus corazones les impulsaran a pedir. Nueve de estos doce discípulos quisieron entrar en el reino de Cristo ni bien hubieran alcanzado la edad límite del ser humano:

Y él les respondió: Benditos sois por haber deseado esto de mí; por tanto, cuando tengáis setenta y dos años de edad, vendréis a mí en mi reino; y conmigo hallaréis descanso.

Y cuando les hubo hablado, se volvió hacia los tres y les dijo: ¿Qué queréis que haga para vosotros, cuando haya ido al Padre?

Y se contristó el corazón de ellos, porque no se atrevían a decirle lo que deseaban.

Y él les dijo: He aquí, conozco vuestros pensamientos. Habéis deseado lo mismo que de mí deseó Juan, mi amado, quien me acompañó en mi ministerio antes que yo fuese levantado por los judíos;

Por tanto, más benditos sois vosotros, porque nunca probaréis la muerte; sino que viviréis hasta ver todos los hechos del Padre para con los hijos de los hombres, aun hasta que se cumplan todas las cosas según la voluntad del Padre, cuando yo venga en mi gloria con los poderes del cielo.

Y nunca padeceréis los dolores de la muerte; sino que cuando venga en mi gloria, seréis cambiados de la mortalidad a la inmortalidad en un abrir y cerrar de ojos; y entonces seréis bendecidos en el reino de mi Padre.

Y además, no sentiréis dolor mientras viváis en la carne, ni aflicciones, sino por los pecados del mundo; y haré todo esto por motivo de lo que habéis deseado de mí, porque habéis deseado traerme las almas de los hombres, mientras exista el mundo.

… Y ocurrió que de haber pronunciado estas palabras, Jesús tocó a cada uno de ellos con su dedo, menos a los tres que habían a quedar, y entonces se fue.

Y he aquí, se abrieron los cielos, y éstos fueron arrebatados al cielo, y oyeron y vieron cosas inefables.

Y no les fue permitido que hablasen ni tampoco les fue dado el poder para declarar las cosas que vieron y oyeron.

Y no pudieron decir si estaban en el cuerpo o fuera del cuerpo porque les pareció como una transfiguración en ellos, como si hubiesen sido cambiados de este cuerpo de carne a un estado inmortal, para poder contemplar las cosas de Dios. (3 Nefi 28:3-9, 12-15.)

Los pasajes mencionados nos dan una amplia información concerniente a la condición y el estado de los seres trasladados. También Moroni nos habla bastante en cuanto al ministerio de estos tres hombres, de lo cual podemos deducir acerca de las actividades de Juan el Amado.

Una revelación dada al profeta José Smith en abril de 1829,1 confirma la aseveración del Libro de Mormón con respecto al apóstol Juan y contribuye a esclarecer las palabras del Nuevo Testamento.

Partes Quitadas del Nuevo Testamento

En una visión le fue concedido a Nefi ver que muchas “partes claras y preciosas” del evangelio iban a perderse para los gentiles, aun poco tiempo después de haber recibido las Escrituras de manos de los Apóstoles:

Por lo tanto, estas cosas proceden en toda su pureza de los judíos a los gentiles, según la verdad que está en Dios.

. . .De modo que después de haber pasado el libro por las manos de esa grande y abominable iglesia, ves que han desaparecido muchas cosas claras y preciosas del libro, el cual es el libro del Cordero de Dios.

Y después que le son quitadas al libro estas cosas claras y de gran valor, va entre las naciones de los gentiles; y al ir entre todas las naciones de los gentiles, sí, aun al otro lado de las muchas aguas que has visto entre los gentiles que han salido del cautiverio, tú ves que a causa de que se han quitado del libro muchas cosas claras y preciosas que eran claras al entendimiento de los hijos de los hombres, según la claridad que hay el Cordero de Dios, sí, a causa de estas cosas que se han suprimido del evangelio del Cordero, muchísimos tropiezan, sí, de tal modo que Satanás tiene gran poder sobre ellos. (1 Nefi 13:25, 28-29.)

Y esas claras y preciosas partes del evangelio, habrían de ser restauradas mediante el Libro de Mormón:

Porque he aquí, yo mismo me manifestaré a los de tu posteridad, dice el Cordero, y escribirán muchas cosas que yo les conferiré y que serán claras y preciosas; y después que tu posteridad haya sido destruida y caiga en la incredulidad, lo mismo que la de tus hermanos, he aquí que estas cosas quedarán escondidas, con objeto de ser descubiertas a los gentiles por el don y el poder del Cordero. (1 Nefi 13:35.)


1  Doc. y Con., Sección 7.

Esta entrada fue publicada en Sin categoría y etiquetada , . Guarda el enlace permanente.

2 Responses to Enseñanzas del Libro de Mormón

  1. Avatar de Desconocido Anónimo dice:

    Gracias por tan importante altura Gracias bendiciones saludos

    Me gusta

  2. Avatar de Desconocido Anónimo dice:

    Gracias por este bello mensaje Gracias excelente explicacion

    Me gusta

Deja un comentario