Preparación para el futuro

Conferencia General Octubre 1982logo pdf
Preparación para el futuro
Por el obispo Victor L. Brown
Obispo Presidente de la Iglesia

Victor L. BrownSe me ha pedido que dirija mis comentarios al tema de hacer frente a los problemas actuales: la mejor preparación para el futuro. Al meditar sobre esto, he llegado a la conclusión de que si nos preparamos lo suficiente para hacer frente a las dificultades de nuestra época, no tendremos que ser presas del pánico en el futuro. La parábola de las diez vírgenes, registrada en Mateo, hace hincapié sobre este principio:

«Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lamparas, salieron a recibir al esposo.
«Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas.
«Las insensatas, tomando sus lamparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lamparas.
«Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron.
«Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!
«Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lamparas.
«Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lamparas se apagan.
«Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id mas bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas.
«Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.
«Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!
«Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.
«Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.» (Mateo 25: 113.)

Contemplemos las lecciones que se incluyen en esta parábola, y veamos que todas las vírgenes tenían aceite en sus lamparas. Cinco eran prudentes y tenían aceite adicional, a fin de tener suficiente en todo momento. Las otras cinco fueron insensatas e imprevistas y, como resultado, no estuvieron presentes cuando el esposo llegó.

En esta parábola también aprendemos que la preparación necesaria de parte de estas vírgenes era una cosa sencilla y cotidiana. La llegada del esposo no requería una preparación especial y elaborada, pero nuestra preparación debe ser intencional, con el propósito de hacer frente a los problemas actuales; debemos prepararnos paso a paso, de acuerdo con la inspiración que recibamos del Señor.

El presidente David O. McKay solía contar un relato que quisiera compartir con vosotros acerca de un ingeniero ferroviario. El presidente Harold B. Lee lo narró así:

«Una noche, el maquinista condujo el tren a la estación cuando, tímidamente, un pasajero le preguntó si no temía conducir un tren en la obscuridad, arriesgando la vida de 400 a 500 pasajeros. Señalando el potente faro de la locomotora él contestó:

«Quiero decirle algo: Cuando yo salga de la estación, no viajare en la obscuridad ni un solo metro. ¿Ve usted esa luz? Ilumina mil metros del camino y cuando la maquina llegue a ese punto, la luz ya estará mil metros mas adelante.»

Después de haber dicho esto, el presidente McKay añadió: ‘Ahora yo quiero deciros algo. En la obscuridad de esta noche incierta, quiero aseguraros de que este programa de bienestar no viajara en la obscuridad ni un solo metro. Recordadlo. Aunque podemos ver sólo hasta el próximo mes de octubre; os hemos dicho lo que debéis hacer durante los próximos seis meses, y cuando lleguemos a ese punto, la luz estará mas adelante, e iluminara el camino metro a metro. Enseñad a los miembros de vuestras unidades a seguir la luz, y así estarán seguros en el Monte de Sión cuando las fuerzas destructivas vengan sobre el mundo.» (Citado en la reunión de bienestar el 5 de abril de 1969.)

Si hacemos lo que las Autoridades Generales nos han aconsejado, y vivimos con prudencia y dignidad, no tendremos que hacer ningún cambio drástico a fin de prepararnos para hacer frente a las dificultades del futuro.

Me temo que muchos piensen que el programa de bienestar fue diseñado para el «fin del mundo», pero no es cierto. Los principios de este programa se establecieron para enseñarnos a vivir siempre con prudencia y a afrontar satisfactoriamente los serios problemas que tenemos en la vida.

Así como las vírgenes no sabían que el esposo llegaría en la noche, nosotros tampoco sabemos cuando nos enfrentaremos con problemas serios de enfermedad o desempleo.

Parecería que, de acuerdo con la mayoría de lo que leemos y oímos en los medios de comunicación actuales, el fin del mundo ya ha llegado. Por ejemplo, en una sola edición de un diario local, mas de dos tercios de los encabezamientos relataban problemas mundiales tales como asesinatos, guerras, bancarrotas, desempleo, etc., dejando muy poco lugar para noticias positivas. Es mas, podríamos llegar a convencernos de que las condiciones prevalecientes no pueden ser peores de lo que son.

Es cierto que vivimos en un mundo turbulento. Hay muchas personas sin empleo; es alarmante ver la cantidad de personas que han declarado bancarrota, tanto individualmente como en el caso de naciones; hay guerras y rumores de guerras entre los pueblos; la inhumanidad del hombre es denigrante; los valores morales se han deteriorado hasta bajar al nivel de Sodoma y Gomorra. La lista es interminable.

Muchas de estas dificultades existen hoy porque no nos preparamos ayer. No son problemas insuperables para los que están preparados; ni siquiera toman de sorpresa a aquellos que se han mantenido al tanto de los consejos. Cito aquí algunos problemas, sobre los cuales hemos recibido dirección.

En 1935, el presidente George Albert Smith dijo:

«Este mismo día en el cual nos reunimos aquí para adorar [refiriéndose al día de reposo, se ha convertido en un día de diversiones para la gente de este país, un día apartado por miles de personas para quebrantar el mandamiento que Dios dio hace tanto tiempo, y estoy seguro de que muchas de las tristezas y aflicciones que acechan y continuaran acechando a la humanidad son el resultado de haber hecho caso omiso a la advertencia de santificar el día de reposo.» (En Conference Report, oct. de 1935, pág. 120.)

En 1937, el presidente J. Reuben Clark, hijo, dijo:

«Evitad las deudas como si fuesen una plaga. En casos donde ya existan, librémonos de ellas.» (En Conference Report, abril de 1937, pág. 26.)

En 1970, el presidente Harold B. Lee dijo:

«Durante treinta años, los líderes de esta Iglesia nos han dicho que almacenemos comida y nos preparemos para cuando haya necesidad. Muchos no han prestado atención y ahora, repentinamente, el desastre llega y algunos que han sido indolentes ante este consejo corren a los bancos, sacan sus ahorros y compran comida. » (Reunión de Bienestar, abril 4 de 1970.)

Finalmente, en 1974, el presidente Spencer W. Kimball dijo:

«La existencia de la tierra no podía justificarse ni podía continuar sin el matrimonio y la familia. Tener relaciones sexuales fuera de los lazos del matrimonio, tanto entre los jóvenes como entre los adultos, es una abominación a la vista del Señor; y es una desgracia que haya tanta gente que se ha cegado con respecto a estas grandes verdades . . .

«Los cónyuges deben amarse y respetarse. No deben destrozar el hogar mediante el divorcio, y menos aun por medio de infidelidad e inmoralidad.» (En Conference Report, oct. de 1974, pág. 9.)

¡Cuantos de nuestros problemas actuales hubieran podido evitarse o a cuantos podríamos hacer frente si hubiésemos seguido los consejos que contienen estas pocas citas!

Tomemos un ejemplo de las cosas que podríamos hacer hoy a fin de prepararnos para los problemas del futuro. Quisiera dirigirme específicamente a los padres y hacer hincapié en la responsabilidad que tienen de enseñar a sus hijos el valor de procurar una preparación adecuada para ganarse la vida. El Señor dio instrucciones muy claras:

«Y además, si hay padres que tienen hijos en Sión o en cualquiera de sus estacas organizadas, y no les enseñan a comprender la doctrina del arrepentimiento, de la fe en Cristo, el Hijo del Dios viviente, del bautismo y del don del Espíritu Santo por la imposición de manos, al llegar a la edad de ocho años, el pecado será sobre la cabeza de los padres . . .

«Y también enseñaran a sus hijos a orar y a andar rectamente delante del Señor. » (D. y C. 68: 25, 28.)

El «andar rectamente delante del Señor» incluye el convertirse en una persona responsable en todos los aspectos de la vida. Debe animarse a los jóvenes, mientras asisten a las diversas instituciones escolares, particularmente las de enseñanza secundaria, a estudiar cursos básicos que tal vez sean más difíciles, pero que los prepararan mas adecuadamente para seguir estudiando o para conseguir un buen empleo.

Sea cuando sea que nuestros hijos concluyan sus estudios formales, deben haber aprendido la importancia de la excelencia en todo lo que emprendan. Siempre hay lugar en los niveles elevados de cualquier empresa, y siempre hay demasiados empleados en los niveles inferiores. No importa el campo que sea: plomería, medicina, educación derecho, agricultura, carpintería, si nuestros hijos aprenden temprano en la vida que deben desempeñar su tarea con todo su esfuerzo, estarán evidentemente mejor preparados para afrontar las responsabilidades de la vida.

Debemos enseñarles la importancia de la educación como un medio para instruirnos en la manera de pensar y aprender. Ellos necesitan saber estas cosas; nosotros necesitamos recordarlas. El estudiar es simplemente la parte formal de lograr una educación. Jamas debemos dejar de aprender, sino que este debe ser un proceso constante en nuestra vida.

Mortimer Adler, el educador mundialmente famoso, señaló en una entrevista que su educación había comenzado unos escasos veinticinco años antes. La persona que lo entrevistaba le dijo, sorprendida:

-¡Pero usted ha logrado la fama por los muchos años de asociación que ha tenido con la Universidad de Chicago!

A lo que el señor Adler respondió:

-Durante esos años estaba estudiando. Fue después de haber estudiado formalmente, que comenzó mi verdadera educación.

En la sección 88 de Doctrina y Convenios, el Señor nos da esta instrucción:

«Y os mando que os enseñéis el uno al otro la doctrina del reino.

«Enseñaos diligentemente, y mi gracia os acompañará, para que seáis mas perfectamente instruidos en teoría, en principio, en doctrina, en la ley del evangelio, en todas las cosas que pertenecen al reino de Dios, que os es conveniente comprender;

«de cosas tanto en el cielo como en la tierra, y debajo de la tierra; cosas que han sido, que son y que pronto han de acontecer; cosas que existen en el país, cosas que existen en el extranjero; las guerras y perplejidades de las naciones, y los juicios que se ciernen sobre el país; y también el conocimiento de los países y reinos,

«a fin de que estéis preparados en todas las cosas, cuando de nuevo os envíe a magnificar el llamamiento al cual os he nombrado y la misión con la que os he comisionado . . .

«Y por cuanto no todos tienen fe, buscad diligentemente y enseñaos el uno al otro palabras de sabiduría, si, buscad palabras de sabiduría de los mejores libros; buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe.» (D. y C. 88: 77-80, 118.)

Si nosotros y nuestros hijos hemos de ser personas responsables y cuidar de los nuestros adecuadamente, debemos prepararnos para poder hacerlo. La educación es uno de los medios elementales y básicos para esta preparación.

Fijaos que el ejemplo de la educación que hemos tomado sigue el mismo rumbo sistemático que cualquier otro tipo de preparación. Debemos asistir al primer grado, antes de ir al segundo; debemos asistir al segundo grado, antes de ir al tercero, etc., hasta finalizar los estudios secundarios y luego los estudios universitarios o laborales. Así volvemos al principio que dicta que la preparación para los problemas actuales es la mejor preparación para el futuro.

Los padres también deben enseñar a sus hijos a usar prudentemente los recursos económicos, y no incurrir en deudas a cuidar de su apariencia física y la de su medio ambiente, a ser confiables, a trabajar honestamente, y muchos otros principios básicos del programa de bienestar. No existe en ninguno de estos principios el temor que infunde la filosofía del «fin del mundo».

Las necesidades espirituales son aun mayores que las materiales, aunque no les restamos importancia a estas últimas. No es necesario hacer hincapié en que para mantenernos con vida debemos tener comida, abrigo, ropa y otros artículos similares. Sin embargo, podríamos tener todas estas cosas en abundancia, y carecer de todo aquello que nos lleve a la vida eterna. El Salvador enseñó este principio en muchas formas; una de ellas fue la parábola del hombre rico.

«También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho,

«Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo donde guardar mis frutos?

«Y dijo: Esto haré; derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos v mis bienes;

«y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come bebe, regocíjate.

«Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quien será?

«Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.» (Lucas 12: 16-21.)

Hace catorce años, en la conferencia de abril, el presidente David O. McKay dijo:

«Con toda mi almas ruego a todos los miembros de la Iglesia, así como a las personas de todo el mundo, que piensen mas en el evangelio; que desarrollen el espíritu que en el se encuentra; que dediquen mas tiempo a los verdaderos valores de la vida, y menos a aquellas cosas que se acaban. » («Los verdaderos valores de la vida», Liahona, agosto de 1968 pág. 1.)

La preparación espiritual sigue el mismo curso estable al que nos hemos referido. Solo podemos construir nuestro futuro sobre los cimientos que hayamos colocado hoy. Sin embargo, no necesitamos esperar hasta el día de mañana para disfrutar de los frutos del desarrollo espiritual que logremos en el presente. Si seguimos las enseñanzas del Salvador constantemente, no tenemos porque caminar en tinieblas, sino que tendremos la luz de la vida (Juan 8:12).

Como padres, debemos enseñar y practicar la preparación material y espiritual. Hagamos todo esfuerzo necesario para evitar que llegue el momento de los remordimientos por no haber seguido el consejo del Señor y de Sus elegidos. Sigamos la admonición y el ejemplo del presidente Kimball cuando nos aconseja: «Hazlo».

El Salvador ha dicho:

«No todo el que me dice: Señor, Señor, entrara en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que esta en los cielos.» (Mateo 7:21.)

No miremos hacia atrás en veinte o treinta años para exclamar: «¡Cuantos problemas nos hubiéramos evitado en la actualidad si tan sólo hubiéramos seguido el consejo que se nos dio en 1982!»  Utilicemos, hermanos, los principios del programa de bienestar. para resolver los problemas de hoy, y nos prepararemos para el futuro. Al hacerlo, podremos seguir adelante con felicidad, alegría y confianza.

Jesús dijo:

«El que me ama, mi palabra ‘ guardara; y mi Padre le amara, y, vendremos a él, y haremos morada con él . . .
«Os he dicho estas osas estando con vosotros.
«Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará  en mi nombre, el os enseñará  todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
«La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.» (Juan 14: 23, 25-27.)

Esta es la paz que nos brinda a todos una tranquilidad interna cuando todo a nuestro derredor es confusión. Es una paz que transciende todo lo material. Es mi humilde oración que podamos hacer frente a los problemas actuales, v así progresar con confianza hacia el futuro. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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