Fe Triunfante
Discurso difundido por el Columbia Broadcasting System en el programa de la “Iglesia del Aire” desde el Tabernáculo en Salt Lake City el Domingo 20 de julio de 1947.
Señoras y Señores:
La amenaza más siniestra a la paz y felicidad del hombre en este el siglo XX no es el probable mal uso de la bomba atómica, sino la disminución en los corazones de los hombres de la fe en Dios. “Las épocas de fe son épocas de fertilidad: pero las épocas de incredulidad, por resplandecientes que sean, son estériles de todo bien permanente.”
Las Escrituras nos dicen que “sin fe es imposible agradar a Dios,” y por la fe los profetas y hombres de antaño “ganaron reinos, obraron justicia, alcanzaron promesas, taparon las bocas de leones, apagaron fuegos Impetuosos, evitaron filo de cuchillo, convalecieron de enfermedades”.
Fué la fe que envalentonó a Colón a navegar siempre más allá hacia el horizonte desconocido hasta que descubrió una tierra nueva. Fué la fe que trajo a América El “Flor de Mayo,” “atestado de los destinos de un continente.” Fué la fe que impulsó al Presidente Brigham Young y a los peregrinos de Utah a establecer colonias permanentes en un desierto occidental prohibitivo y desafiador.
La fe es aún más poderosa en el conato humano que el juicio o la esperanza. Permitidme ilustrar:
Hace cien años hoy, un grupo de hombres ya con un rastro de 900 millas por la llanura detrás de sí, estaban macheteando su paso por la maleza en una senda montañosa, y alzaprimando cantos rodados que rodaban con un estrépito reverberante al fondo del arroyo abajo. Caminando con trabajo, lenta y fatigadamente por esta barranca, movía una caravana de carros cubiertos. La vanguardia de los peregrinos de Utah se acercaban a la cima de “Monte Grande”, desde la cual obtendrían su primer vistazo de la Gran Cuenca del Lago Salado. En la margen oeste de esta Cuenca yacía el “Mar Muerto de América”, rielando a la luz del sol más como un agüero amenazante que una promesa de prosperidad.
Si este valle infructuoso, aparentemente improductivo, pudiera hacerse fecundo, pudiese convertirse en el centro de un imperio ponentino, fuera seguramente uno de los ejemplos más destacados en la historia de la fe triunfante sobre la experiencia y juicio humanos. Entre los grandes Peregrinos de la historia a Brigham Young se le concede lugar entre los delanteros. Pero supongamos que hubiera- fracasado, como pensaban los hombres que conocían la América occidental mejor que él. ¡Qué tragedia no les hubiera sobrevenido a miles —qué censura tan severa no hubiera colmado la historia sobre un caudillo tan temerario! Imaginaos su situación hace un siglo. Sobre él descansaba la responsabilidad de proveer alimento y abrigo para las 152 personas que componían esa primera compañía que buscaba un hogar en una tierra desértica, y la estación tan abalizada que no había ninguna esperanza, o poca, de que lo sembrado madurara. Además de estas 152 personas había otros miles que dejaran sus hogares en Nauvoo después del martirio de su Profeta, quienes seguían a su caudillo hacia este lugar anhelado de refugio y paz. Había aproximadamente 2000 en Monte Pisgh (Condado Unión) Iowa, 154 millas de la orilla occidental del Río Mississipí.
Había otra colonia en Garden Grove (Arboleda Jardín, en el Condado de Decatur) Iowa, 126 millas al este de Council Bluffs.
Otros 6000 estaban en Winter Cuarters (Cuartel de Invierno) a orillas del Río Misouri, a seis millas de Omaha. Diez mil personas ya en marcha hacia la Gran Cuenca, la cual daba escasa certeza de que aún una colonia pequeña pudiera sostenerse. En total, había 40.000 Mormones entre las Islas Británicas y el Desfiladero Emigración (Emigration Canyon), Utah, los cuales, con confianza en un gran caudillo se trasladaban hacia algún refugio todavía por designar.
El juicio del explorador y del trampero en cuanto a las probabilidades de sobrevivir fué contra la colonia. El Comandante Morris Harris, por ejemplo, dijo, entre otros datos desanimadores acerca del Valle del Gran Lago Salado, “Es arenoso y falto de árboles y vegetación, con excepción de la artemisia desierta.» El Capitán Jaime Eridger creyó imprudente el traer una población grande a la Gran Cuenca hasta que se averiguara que sería factible cosechar granos. El ofreció mil dólares por la primera mazorca de maíz madurada en la Cuenca. “Hace 20 años que estoy aquí,” dijo, “y he tratado en balde repetidas veces”.
Al margen del Río Verde, Samuel Brannan, quien estableció una colonia donde actualmente está ubicada San Francisco, se encontró con los peregrinos y le dió una descripción ardiente del clima y de la productividad del suelo de la California asoleada.
No obstante estas advertencias de la desolación de la comarca, y la súplica de seguir adelante a climas más productivos, había en la mente del Presidente Young esa seguridad que ejercía sobre él más influencia que la experiencia del trampero con la esterilidad y las heladas mensuales, más potente aún que la descripción resplandeciente de la costa de California.
Más grande que el juicio humano, elevándose encima de la experiencia del hombre, había la confianza del gran caudillo en Dios. Refiriéndose a esta fe que le guiaba, él dijo: “Mientras contemplaba una porción del Valle del Lago Salado, el espíritu de luz descendió sobre mí y movió por encima del Valle. Yo sentí que allí encontrarían los Santos protección y seguridad,” una ilustración apropiada de las líneas de Dryden.
“Indistinta como los rayos prestados de luna y estrellas a viajeros solos, cansados y errantes,
Es la razón al alma; y como en lo alto esos fuegos rodantes no descubren más que el cielo,
Aquí no nos alumbran; así el rayo luciente de la Razón fué prestado no para asegurar nuestro paso dudoso,
Sino para guiarnos arriba a un día más resplandeciente.
Y como desaparecen esas bujías nocturnas.
Cuando el brillante señor del día asciende nuestros hemisferios,
Tan pálida se pone la Razón ante la Religión,
Así muere y se disuelve en luz sobrenatural.”
La fe de ese grupo impávido en una divina providencia —ese poder invisible que “hace los desacuerdos del presente las armonías del futuro”, sigue viviendo eternamente. Su fortaleza imperecedera y heroísmo han sido y seguirán siendo una luz que guía y anima a todos que leen su historia sencilla pero incomparable.
IDEALIDAD, FE UNA FUERZA IMPULSORA
Me he referido a esta época en la historia peregrina no solamente para pagar pequeña deferencia a los intrépidos hombres y mujeres cuya migración hacia el oeste tanto contribuyó al desarrollo y progreso de los estados de la parte occidental de los Estados Unidos sino también para poner hincapié en el poder superior de la fe como una fuerza motiva en el conato humano. Los hombres mueren, pero los principios perduran. La idealidad es siempre el verdadero manantial de la inspiración y del progreso.
TENDENCIAS DESALENTADORAS EN LA SOCIEDAD MODERNA
Cualquiera que observa pensativamente la tendencia de este mundo moderno no puede menos de haber notado una sublevación entre la gente en general contra lo que consideran convenciones anticuadas y normas morales, contra restricciones e inhibiciones. La modestia entre las mujeres, por ejemplo, es casi virtud perdida; la caballerosidad entre los hombres hacia el sexo opuesto rara vez se manifiesta. El matrimonio es considerado por demasiados no como un sacramento sino como un contrato que cancelar a voluntad. La responsabilidad de la vida familiar, demasiado a menudo esquivada por los padres, va desviándose ominosamente al estado. La denuncia de Hitler de los Diez Mandamientos, su reversión a la ley del matorral, la negación de la existencia de Dios por los jefes rusos, la repudiación de Cristo por los Comunistas y otros anti-Cristianos parecen justificar la pretensión de que hay un relajamiento de fe en Dios, en Jesucristo, Su Hijo, y en el orden moral.
LA FE DISIPARA NUBES AMENAZANTES
La fe es la luz eterna que disipará estas nubes amenazantes. Con toda el alma clamo con Emerson:
“O hermanos míos, Dios existe. Hay una alma al centro de la naturaleza y encima de la voluntad de cada hombre, de manera que ninguno de nosotros pueda injuriar el universo. Ha infundido su fuerte encanto de tal manera en la naturaleza que prosperamos cuando aceptamos su juicio, y cuando luchamos por herir sus criaturas tenemos las manos pegadas al costado, o nos golpean el propio pecho. La marcha entera de las cosas nos enseña la fe. Necesitamos solamente observar. Hay guía para cada uno de nosotros, y escuchando oiremos la palabra verdadera… Póngase Ud. en medio de la corriente de poder y sabiduría que anima a todo aquel que lleve a flote, y Ud. es impedido sin esfuerzo a la verdad, a la justicia y a un contentamiento perfecto. Luego pone Ud. a todo contra dictador en la sinrazón. Luego es Ud. el mundo, la medida de justicia, de verdad, de belleza. Si no fuésemos aguafiestas con nuestras miserables intervenciones, el trabajo, la sociedad, las letras, las artes, la ciencia, la religión de los hombres seguirían mucho mejor que ahora, y el cielo predicho desde la fundación del mundo, y todavía predicho desde el fondo del corazón, se organizará, de tal manera que actualmente la rosa y el aire y el sol.”
Y otra vez este gran pensador continúa: “La mira de toda lucha política es establecer la moralidad como la base de toda legislación. No son instituciones libres, no es una república, no es una democracia que es la meta —no, sino solamente el medio. La moralidad es el objeto del gobierno. Deseamos un estado de las cosas en el cual el crimen no pagará. Este es el consuelo en que descansamos en la oscuridad de lo futuro y las aflicciones de hoy, que el gobierno del mundo es moral, y que siempre destruye lo que no lo es.”
El progreso económico de nuestro país durante el siglo pasado ha sido fenómeno. Así también ha sido su influencia política entre las naciones. Hoy Norteamérica, según se dice, la única nación del mundo “capaz de sostener la civilización occidental.” Opuesta a ella está Rusia, que ha renunciado la fe en Dios y en su poder predominante en el universo. El choque inminente amenazante entre esas dos naciones es más que una prueba de su supremacía política, más que una lucha entre el capitalismo y el comunismo es el conflicto sempiterno entre la Fe en Dios y en el Evangelio de Jesucristo y la Incredulidad en la filosofía de los ideales Cristianos. La fe en el hombre es el poder que lleva a la hermandad; la fe en Dios, la escalera por la cual los hombres suben hacia la perfección. La Fe es fuerza; la duda, debilidad y desagregación.
No puede caber pregunta acerca del resultado del siniestro choque anticipado, que esperamos y oramos encarecidamente no venga entre estas dos grandes naciones de ideales antagónicos, si los habitantes do América solamente guardarán su fe en el Señor del Cielo y la tierra, y en los principios de paz enseñados por Su Hijo a orillas de Galilea hace dos mil años. Sobre esto se basa la promesa de posesión de esta tierra y prosperidad en la misma.
“He aquí” dice el Profeta, “éste es un país escogido: y cualquier pueblo que lo posea, se verá libre de la esclavitud, y de la cautividad, y también de cuantas naciones haya debajo del cielo, siempre que el pueblo sirva únicamente al Dios del país que es Jesucristo.”
La luz que guía en nuestro tiempo, como en los días de los Peregrinos y siempre, es la fe en Dios y en el establecimiento final de la hermandad del hombre por medio del Evangelio de Jesucristo.


























Sin dudas por medio de la fe los pioneros iniciaron un cambio en el mundo moderno; sin embargo vivimos tiempos difíciles, y Satanás a través de las sombras está destruyendo y fracturando la tierra y los corazones de los hombres….nuestra sociedad sufre nuevas enfermedades, las redes sociales , la pornografia, los divorcios , las familias se separan, hombres , mujeres y niños atraviesan mares oscuros en Pateras, buscando un lugar paz y alimentos, personas que huyen de la guerra esperan del otro lado de la fronteras en el crudo invierno ,asilo político, los gobernantes del mundo construyen muros para evitar la inmigración; la contaminación de nuestros mares y del aire que respiramos cada vez más venenoso ; las armas, El hambre, personas ancianas se quedan en la calle y pierden su hogar por culpa de gobernantes que robaron a los ciudadanos, …..Debemos unirnos como los pioneros en su momento, y luchar , buscar la salvación personal y el de nuestros hermanos…..y preparar la vía para que el señor venga a restablecer la tierra como un nuevo comienzo, expulsar todos los males , cuánto agradezco ser un santo de los últimos días. Gracias por este hermoso discurso ; tengamos fe triunfante…
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