El mensaje de Abinadí y su Muerte (Mosíah 12-17)

Guía de estudio del Libro de Mormón

El mensaje de Abinadí y su Muerte
(Mosíah 12-17)

Haciendo las cosas preciosas simples
Randal S. Chase


Abinadí fue, se puede decir, uno de los más grandes profetas en el Libro e Mormón. Parece haber salido de la nada, para llamar al arrepentimiento a los inicuos nefitas que vivían bajo el reino del Rey Noé. Él enseñó con sencillez lo relativo a los escritos de Isaías, la ley de Moisés, la misión venidera y la expiación de Jesucristo, la resurrección, y el juicio. Él condenó directamente al rey y a sus sacerdotes por sus fornicaciones y adulterio, y aún en el umbral de la muerte por fuego, se negó a retractarse de lo que el Señor le había mandado decir.

Aún mientras moría en las llamas, Abinadí continuó profetizando. Predijo que el Rey Noé sufriría un destino parecido, y que su pueblo sufriría bajo la opresión por muchos años. Todas estas palabras se cumplieron al pie de la letra. El Rey Noé y su comportamiento brutal, hizo que su propia gente lo matara con fuego. Su hijo Limhi lo reemplazó (año 145 AC.) y reinó con mucha más justicia, pero él y su gente todavía sufrieron bajo la opresión lamanita, como lo había predicho Abinadí para todos los habitantes de la tierra de Nefi. Incluso el pueblo de Alma, posiblemente más justo que los otros,, sufrió esta misma maldición al momento en que los lamanitas los descubrieron en el desierto y los sometieron a esclavitud.

Ambos grupos sufrieron la opresión por casi veinte años antes que escaparan a la tierra de Zarahemla.

LA REDENCIÓN POR MEDIO DE JESUCRISTO (Mosíah 12-16)

La Segunda Misión De Abinadí

• Mosíah 12:1-8 Abinadí retorna dos años después de su primera aparición para predicar el arrepentimiento una vez más. Aproximadamente en al año 148 AC., Abinadí regresó disfrazado para de nuevo llamar a la gente al arrepentimiento (v. 1). Esta vez la advertencia fue aún más grave: «A causa de sus iniquidades podrán ser reducidos a la servidumbre, y serán heridos en la mejilla, sí, y serán conducidos por los hombres, y serán llevados a la muerte, y los buitres del aire, y los perros, y aun las bestias salvajes devorarán su carne «» (v. 2) y la vida del Rey Noé no será más valiosa que «vestido en un horno ardiente; porque sabrá que yo soy el Señor» (v. 3). Abinadí profetizó que la gente sería visitada con «aflicciones; sí, con hambre y con pestilencia.»

Él dijo: «[el Señor] hará que aúllen todo el día. Sí, y hará que les aten cargas sobre sus espaldas; y serán arreados como mudos asnos» [vv 4-5). Además, serán visitados con granizo, y con «el viento del este» [falta de lluvia), con insectos que devorarán su grano, y con pestilencia; a menos que se arrepientan [vv 6-7). El Señor amenazó que si ellos todavía no se arrepentían, Él «los destruiría totalmente de sobre la faz de la tierra» [v. 8). Éstas son palabras duras y una advertencia terrible, pero todavía no era demasiado tarde para que ellos se arrepientan y sean salvados de toda esta miseria.

•  Mosíah 12: 9,13-16 el pueblo todavía se niega a escuchar, y entregan a Abinadí al rey. En lugar de escarmentar con las palabras de Abinadí, la gente se enfurece, lo amarran, y se lo llevan al rey diciendo: «He aquí, hemos traído ante ti a un hombre que ha profetizado el mal concerniente a tu pueblo, y dice que Dios lo destruirá… Y ahora bien, oh rey, ¿qué gran mal has hecho, o qué grandes pecados ha cometido tu pueblo para que Dios nos condene, o este hombre nos juzgue?” [vv. 9,13). En otras palabras, «¿Quién se cree este hombre para criticarnos? Ellos le dijeron al rey: «Nos hallamos sin culpa, y tú, oh rey, no has pecado» [v. 14). No creyeron sus profecías porque creían que eran fuertes, declarando: «No caeremos en la esclavitud ni seremos llevados cautivos por nuestros enemigos».Ellos creían que su prosperidad continuaría pese a lo que Abinadí había dicho, (v. 15). Por este rechazo, y por su complicidad en la subsecuente muerte de Abinadí, la gente pagó caro. Ambos; los que eventualmente siguieron a Alma y aquellos que vivían bajo el rey justo Limhi, pasarían años en cautiverio, cumpliendo cada palabra de profecía que Abinadí pronunció aquí.

•  Mosíah 12:17-19 Para encontrar justificación en matar a Abinadí, los sacerdotes intentaron «confundirlo» en sus palabras. En una escena muy reminiscente del juicio de Nuestro Señor en Jerusalén [Lucas 22: 66-71), el rey hizo que Abinadí fuera puesto en prisión, mientras que se reunían en el consejo para decidir qué hacer con él. [w 17-18). Luego lo trajeron ante ellos «y empezaron a interrogarlo con el fin de confundirlo, para así tener de qué acusarlo; pero él les respondió intrépidamente e hizo frente a todas sus preguntas, sí, los llenó de asombro; pues los resistió en todas sus preguntas y los confundió en todas sus palabras» [v. 19).

•  Mosíah 12:20-24 Uno de los sacerdotes de Noé le pidió a Abinadí que interpretara Isaías 52:7-10. Una pregunta específica está registrada por Mormón en este relato: «Y sucedió que uno de ellos le dijo: ¿Qué significan las palabras que están escritas, y que nuestros padres nos han enseñado?»

•  Mosíah 12:25-27 Abinadí reprende a los sacerdotes por su falta de entendimiento. Esos sacerdotes orgullosos están probablemente muy seguros de que ellos entendían las escrituras. Su pregunta no era una honesta, sino un intento de confundir a Abinadí y demostrar que él no sabía lo que decía. Abinadí los reprendió por hacer la pregunta al decir: «¿Sois vosotros sacerdotes, y decís que enseñáis a este pueblo, y que entendéis el espíritu de profecía, y sin embargo, queréis saber de mí lo que estas cosas significan?» (v. 25). Él les regresó la pregunta sobre sus cabezas al decir: ¡Ay de vosotros por pervertir los caminos del Señor! Porque si entendéis estas cosas, no las habéis enseñado… No habéis aplicado vuestros corazones para entender; por tanto, … ¿Qué, enseñáis a este pueblo?» (vv 26-27).

•  Mosíah 12:28-37 Abinadí reprende a los sacerdotes por su hipocresía con la ley de Moisés. En otra escena reminiscente de la oposición a Nuestro Señor en Jerusalén (Juan 9:28), los sacerdotes orgullosamente proclamaron «enseñamos la ley de Moisés» (Mosíah 12:28). La respuesta de Abinadí fue inmediata y punzante: «Si enseñáis la ley de Moisés, ¿cómo es que no la cumplís?» (v. 29). Estos hombres estaban violando muchas partes de la ley de Moisés. Ellos tenían sus corazones en las riquezas y estaban cometiendo fornicaciones y pasando el tiempo con rameras. Él sabía que ellos sabían que estas cosas que él estaba diciendo eran verdad. Les dijo: «Sí, sabéis que hablo la verdad, y deberíais temblar ante Dios» (v. 30).

Abinadí entonces se volvió el interrogador en vez del interrogado. Intrépidamente preguntó: «Y ¿qué sabéis de lo concerniente a la ley de Moisés? ¿Viene la salvación por la ley de Moisés? ¿Qué decís vosotros?» ellos respondieron que sí (v. 31). Abinadí luego enumeró los principales mandamientos de la ley de Moisés y preguntó: «¿Habéis hecho todo esto? Yo os digo: No; no lo habéis hecho. ¿Y habéis enseñado a este pueblo que debe observar todas estas cosas? Os digo que no; no lo habéis hecho» (vv 32-37).

•  Mosíah 13:1-5 El Señor hizo posible que Abinadí llevara este mensaje, y ellos no podían apresar a Abinadí hasta que hubiese terminado. Trataron, pero Abinadí les advirtió: «No me toquéis, porque Dios os herirá si me echáis mano, porque no he comunicado el mensaje que el Señor me mandó que diera; ni tampoco os he dicho lo que pedisteis que dijera; por tanto, Dios no permitirá que yo sea destruido en este momento» (vv 1-3). Esto es similar a lo que pasó cuando los hermanos de Nefi trataron de ponerle las manos encima, mientras que él los estaba llamando al arrepentimiento (1 Nefi 17: 48-54).

Los sacerdotes de Noé no se atrevieron a tocar a Abinadí porque «el Espíritu del Señor estaba sobre él, y su rostro resplandecía con un brillo extraordinario, como el de Moisés en el monte de Sinaí, mientras hablaba con el Señor (v. 5). Lo mismo sucedió cuando José Smith recibió la revelación, como lo atestiguaron numerosas personas que fueron testigos del proceso. Mary Elizabeth Rollins Lightner quien fue bautizada en el otoño de 1830 por los primeros misioneros en Kirtland, fue una de ellas. Ella fue testigo del profeta José Smith recibiendo una visión del señor Jesucristo:

«Al él comenzar a hablar muy solemne y muy serio, al mismo tiempo, su semblante cambió y se quedó mudo. Aquellos que lo miraban aquel día dijeron que hubo una luz dentro de él, sobre cada parte de su cuerpo. Nunca vi nada parecido en la tierra. No podía quitar mis ojos de él. Él estaba tan blanco, que cualquiera quien lo vio hubiera pensado que era transparente. Recuerdo que pensé que podía ver los huesos a través de la carne. He pasado por muchos cambios desde entonces, pero esto está fotografiado en mi cerebro. Lo recordaré con los ojos de mi mente mientras que permanezca en la tierra. Se puso de pie por unos minutos. Miró a la congragación como si atravesara cada corazón. Él dijo: ‘¿Ustedes saben quién ha estado en medio de ustedes?’ Uno de los Smith dijo: ‘Un ángel del Señor’, Martin Harris dijo: ‘Fue Nuestro Señor y Salvador Jesucristo’ José puso su mano sobre Martin y dijo: ‘Dios te reveló eso’. Hermanos y hermanas, el Espíritu de Dios ha estado en medio de ustedes. El Salvador ha estado aquí esta noche y quiere decirles que lo recuerden. Hay un velo sobre sus ojos y ustedes no podrían soportar mirarlo.»1

• D&C 122:9 la promesa directa del Señor al profeta José Smith en 1839. El principio de que un profeta no puede ser matado hasta que haya completado su obra, está verificado por la vida de José Smith. Esta promesa en Doctrina y Convenios dice: «Por tanto, persevera en tu camino, y el sacerdocio quedará contigo; porque los límites de ellos están señalados, y no los pueden traspasar. Tus días son conocidos y tus años no serán acortados; no temas, pues, lo que pueda hacer el hombre, porque Dios estará contigo por siempre jamás.»

Más tarde, en Nauvoo, con la amenaza de destrucción alrededor de él, el profeta José Smith recibió una bendición patriarcal de su padre moribundo, José Smith padre. La bendición dice: «José mi hijo, eres llamado a un llamamiento alto y sagrado. Eres llamado a hacer la obra del Señor. Mantente fiel y serás bendecido y tu hijo también.

Aún vivirás para terminar tu obra.» Ante esto, José Smith gritó, llorando «Oh, padre ¿lo haré?», «Sí» dijo el padre, «vivirás para preparar el plan de toda la obra que Dios te ha dado para realizar. Esta es mi bendición sobre tu cabeza antes de morir en el nombre de Jesús y se cumplirá.»2

El presidente Joseph Fielding Smith dijo: «ningún hombre justo jamás es tomado antes de su tiempo.»3 Podemos descansar con la certeza de que este el caso de Abinadí, el del profeta José Smith, y así con todos los profetas que lo han seguido. El Señor protege la vida hasta que ha llegado su hora señalada.

•  Mosíah 13: 6-10 Abinadí profetiza de nuevamente lo relativo a lo que pasará a Noé y sus sacerdotes (Mosíah 12: 2-7). Abinadí le dijo a la gente «mi mensaje… os hiere hasta el corazón, porque os digo la verdad acerca de vuestras iniquidades. Sí, y mis palabras os llenan de maravilla, de asombro y de cólera» (vv 7-8). Él con valentía concluyó «doy fin a mi mensaje; y entonces no importa a dónde vaya, con tal de que yo sea salvado. Mas esto os digo: Lo que hagáis conmigo después de esto, será como símbolo y sombra de las cosas venideras» en otras palabras «lo que me hagan a mí, también les pasará a ustedes.»

•  Mosíah 13:11-24 Abinadí lee los Diez Mandamientos a Noé y sus sacerdotes. Abinadí proclama: «no están escritos en vuestros corazones… habéis estudiado y enseñado la iniquidad la mayor parte de vuestras vidas» (v. 11).

•  Mosíah 13: 25-28 Sólo la obediencia a los mandamientos nos provee salvación. Abinadí preguntó: «¿Habéis enseñado a este pueblo que debe procurar obsrvar todas estas cosas … ? Os digo que no; porque si lo hubieseis hecho, el Señor no habría hecho que yo viniera y profetizara el mal sobre este pueblo.» (vv 25-26). Luego retornó a la pregunta de si la salvación viene por medio de la ley de Moisés. Él dice que en la actualidad, es conveniente para ellos que guarden la ley de Moisés, pero vendrá el tiempo cuando no sea conveniente (v. 27). Y además, «la salvación no viene sólo por la ley; y si por la expiación que Dios mismo efectuará por los pecados e iniquidades de los de su pueblo, éstos inevitablemente perecerán, a pesar de la ley de Moisés» (v. 28).

El élder Bruce R. McConkie dijo:

Abinadí [dijo]: «la salvación no viene sólo por la ley; y si no fuera por la expiación que Dios mismo efectuará por los pecados e iniquidades de los de su pueblo, éstos inevitablemente perecerían, a pesar de la ley de Moisés». La salvación no se halla en las obras—ni aún en aquellas reveladas por Dios—sino en Cristo y Su expiación. Ahora supongamos un caso de los días modernos. Supongamos que tenemos las escrituras, el evangelio, el sacerdocio, la Iglesia, las ordenanzas, la organización, y aún las llaves del reino—todo lo que está ahora aquí abajo; hasta el último detalle—y sin embargo no hay expiación de Cristo. Entonces, ¿Qué pasaría? ¿Podemos ser salvados? ¿Todas nuestras buenas obras nos salvarán? ¿Seremos recompensados por nuestra justicia? Lo más seguro es que no lo seremos. No somos salvados por las obras solas, no importa cuán buenas sean, somos salvados porque Dios envió a Su hijo a derramar su sangre en Getsemaní y en el calvario para que todos, por medio de Él, pudieran ser rescatados. Somos salvados por la sangre de Cristo. Parafraseando a Abinadí: «La salvación no viene por la Iglesia sola: y si no fuera por la expiación dada por la gracia de Dios como un don gratis, todos los hombres deben inevitablemente perecer, y esto pese a la Iglesia y todos lo que le pertenece a élla.»4

•  Mosíah 13: 32-35 la ley de Moisés y el sacrificio de animales fueron ambos un simbolismo de algo que puede salvarnos a todos—la Expiación de Jesucristo. Como todas las ordenanzas del sacerdocio, las acciones sin entenderlas no son suficientes. Abinadí preguntó: Y bien, ¿entendieron la ley? [los hijos de Israel] Os digo que no; no todos entendieron la ley; y esto a causa de la dureza de sus corazones; pues no entendían que ningún hombre podía ser salvado sino por medio de la redención de Dios. (v. 32). Las ordenanzas mismas que estaban realizando, incluyendo los sacrificios, eran para enseñarles algo acera acerca de Jesucristo y para encaminar sus mentes hacia Su gran y último sacrificio en el meridiano de los tiempos.

Abinadí verificó lo que Moisés profetizó:» relativo a la venida del Mesías, y que Dios redimiría a su pueblo? Sí, e incluso todos los profetas que han profetizado desde el principio del mundo, ¿no han hablado ellos más o menos acerca de estas cosas?… que Dios mismo bajará entre los hijos de los hombres, y tomaría sobre sí la forma de hombre, e iría con gran poder sobre la faz de la tierra? Sí, y ¿no han dicho también que llevaría a efecto la resurrección de los muertos, y que él mismo sería oprimido y afligido?» (w 33-35). Éste es el corazón de la ley de Moisés y también el corazón del evangelio.

El profeta José Smith dijo: «Los principios fundamentales de nuestra religión son el testimonio de los apóstoles y profetas, concerniente a Jesucristo, que Él murió, fue entregado, y se levantó de nuevo al tercer día, y ascendió al cielo, y las otras cosas que pertenecen a nuestra religión, son sólo apéndice de ello.»5

El élder Bruce R. McConkie dijo: «Nada en todo el plan de salvación de ninguna manera se compara en importancia al… sacrificio expiatorio de nuestro Señor… es el cimiento de roca sobre el cual el evangelio, y las demás cosas se apoyan… es la fundación sobre la cual descansa toda la verdad, y todas las cosas crecen de ella y vienen por ella. Verdaderamente, la expiación es el evangelio.6

LAS ENSEÑANZAS ACERCA DEL SALVADOR (Mosíah 14; Isaías 53)

El testimonio de Isaías de Cristo

Uno de los propósitos más importantes de Isaías fue dar testimonio de Cristo. En todos sus escritos no hay testimonio más poderoso que en Isaías 53, el cual es comúnmente llamado «el siervo sufriente» por los estudiosos de la Biblia. Algunos minimalistas Bíblicos, tratan de desacreditar la conexión entre estas profecías y el ministerio de Jesucristo. Pero para el oído creyente, ésta es una inequívoca prueba de que Isaías vio el día del ministerio mortal de nuestro Salvador. Él lo describe aquí con inequívoca claridad.

Nefi dijo que una de las razones por la cual él citó a Isaías tan extensamente fue para convencerlos más plenamente de que creyeran en el Señor su Redentor» (1 Nefi 19:23). Nefi amó al Señor en una manera muy personal y por tanto, su «alma de deleitaba» de las palabras de Isaías «él [Isaías] verdaderamente vio a mi Redentor, tal como yo lo he visto» (2 Nefi 11:2).

Abinadí dijo que todos los profetas han testificado de Cristo: «Pues he aquí, ¿no les profetizó Moisés lo relativo a la venida del Mesías, y que Dios redimiría a su pueblo? Sí, e incluso todos los profetas que han profetizado desde el principio del mundo, ¿no han hablado ellos más o menos acerca de estas cosas? ¿No han dicho que Dios mismo bajaría entre los hijos de los hombres, y tomaría sobre sí la forma de hombre, e iría con gran poder sobre la faz de la tierra? Sí, y ¿no han dicho también que llevaría a cabo la resurrección de los muertos, y que él mismo sería oprimido y afligido? (Mosíah 13:33-35). Abinadí entonces citó a Isaías 53.

La Misión y Expiación de Cristo

•  Mosíah 14:2 (Isaías 53:2) «Una planta tierna.» Isaías profetizo que Salvador «crecerá delante [del mundo] como una planta tierna, y como raíz de tierra seca; no hay en él ni hermosura; y cuando lo veamos, será sin atractivo para que no lo deseemos» En otras palabras, al igual que nosotros, el nacería como un pequeño niño indefenso y crecería hasta la madurez sin llamar la atención particular del mundo

El Presidente Joseph Fielding Smith dijo: «¿No creció Cristo como una planta tierna? No había nada acerca de Él que causara que la gente lo distinguiera de los demás. En apariencia, Él era como los hombres, y por lo que expresa aquí el profeta, Él no tenía forma ni hermosura, no era distinto de los demás como para que la gente lo reconociera como el Hijo de Dios. Él apareció como un hombre mortal.»7

•  Mosíah 14:3 (Isaías 53:3) «varón de dolores y experimentado en quebranto.» Isaías predijo que el Salvador sería «despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores y experimentado en quebranto.» Él también predijo que los hombres «escondimos [esconderían] de él el rostro» y lo considerarían «menospreciado» y «no lo estimamos.» Todas estas predicciones se cumplieron literalmente.

Juan 1:11 Su pueblo—los judíos—lo rechazaron como el Mesías.
Juan 7:5 Los miembros de su propia familia lo rechazaron como el Mesías.
Lucas 4:16-30 La gente de su ciudad natal trató de matarlo.
Lucas 22:48,54-62 Un amigo lo traicionó; otro lo negó.
Mateo 26:56 Todos los discípulos lo abandonaron, y huyeron.
Mateo 27:22-23 Sus enemigos reclamaron su crucifixión .

El Presidente Joseph Fielding Smith dijo: ¿No fue Cristo un varón de dolores? ¿No fue Él rechazado por los hombres? ¿No estuvo Él familiarizado con el dolor? ¿No escondió la gente sus rostros de Él (figurativamente)? ¿No lo despreciaron? De cierto Él sabía nuestros dolores y nuestras penas, sin embargo Él iba a ser herido por Dios y abandonado por Él. ¿No decía esto la gente? ¿Cuán cierto son todas estas cosas?”8

• Mosíah 14:4-7 (Isaías 53:4-7) «Herido por nuestras transgresiones.» Hablando como si ya hubiese pasado, Isaías declaró «Ciertamente él llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores» aunque el mundo lo consideraría un vagamundo: «herido y afligido por Dios.»(v 4). No obstante, aunque ellos no tenían ni idea de lo que estaba haciendo (Lucas 23:34) cuando lo torturaban y los crucificaban «él fue herido por nuestras transgresiones, lacerado por nuestras iniquidades; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por sus heridas nosotros fuimos sanados» (v. 5).

Nótese que Él sufrió por nuestras «enfermedades» y «dolores» (v. 4); y también por nuestras iniquidades (vv 5-6). Cada uno de nosotros ha pecado y está necesitado de una redención (1 Juan 1: 8-10), «y «como ovejas [que] se han extraviado, nos apartamos cada cual por su propio camino» (v. 6), por lo que, para salvarnos y proporcionarnos una oportunidad para la redención», el [Padre] cargó en él el pecado de todos nosotros «(v. 6). No podemos comprender la inmensidad de esta carga.

El élder James E. Talmage dijo:

«La agonía de Cristo en el jardín es insondable para la mente finita, tanto en cuanto a la intensidad como a la causa. El pensamiento de que Él sufrió por temor a la muerte es insostenible. La muerte para Él precedía a la resurrección y regreso triunfal al Padre del cual había venido, y en estado de gloria, incluso más allá de la que antes había poseído; y por otra parte, estaba dentro de su poder entregar voluntariamente su vida.

Él luchó y gimió bajo el peso de una carga que ningún otro ser que haya vivido sobre la tierra puede siquiera concebir que fuera posible. No fue solamente el dolor físico o la angustia mental, lo que lo hizo padecer tan intenso tormento que produjo emanación de sangre de cada poro, sino una agonía espiritual del alma que sólo Dios era capaz de conocer.

Ningún otro hombre, no importa cuán poderosa hubiera sido su resistencia física o mental, podría haber padecido en tal forma, porque su organismo humano hubiera sucumbido, y un síncope le habría causado la pérdida del conocimiento y ocasionado la muerte anhelada.» En esa hora de angustia Cristo resistió y venció todos los horrores que Satanás, «el príncipe de este mundo» pudo infligirle. El incidente de Su terrible lucha frente a las tentaciones inmediatamente después del bautismo del Señor fue superado y eclipsado por este concurso supremo con los poderes del mal.

De una forma efectiva y terriblemente real, aunque incomprensible para el hombre, el Salvador tomó sobre sí la carga de los pecados de todo el género humano, desde Adán hasta el fin del mundo.

Isaías también preelijo que aunque Él sería oprimido,, y afligido, no abriría su boca»—Él permanecería en silencio ante sus acusadores (Mateo 27:12-14.) No hubo injuria o retribución por parte del Señor, solo redención.

• Mosíah 14:7 (Isaías 53:7) Un Cordero Sacrificial de Dios. Haciendo la metáfora del sacrificio clara como el agua, predijo que nuestro Señor sería traido «como cordero al matadero.» Para la mente hebrea, esta imagen era bien conocida—un indefenso y puro cordero traído al altar y matado por los pecados de la gente. El «siervo sufriente» de Isaías es aquí claramente descrito como un cordero, matado por los pecados del mundo. La imagen es inequívoca, y sabemos por qué Juan el Bautista se refirió a Él al comienzo de Su ministerio como «el cordero de Dios» (Juan 1:29)

•  Mosíah 14:8-9 (Isaías 53:8-9) muerte y sepultura de Cristo. Aunque «nunca él hizo maldad, ni hubo engaño en su boca» (v. 9), sin embargo fue quitado «de la cárcel y del juicio… [y] arrancado de la tierra de los vivos» (v. 8). Y aunque Él mismo no era culpable de ningún crimen, «dispuso su sepultura con los inicuos». Esto fue logrado cuando el Salvador fue puesto entre dos ladrones mientras era crucificado (Lucas 23:33). No obstante, Él estaría «con los ricos en su muerte» (v. 9)—cumplido cuando su cuerpo sin vida fue puesto en la tumba de José de Arimatea (Mateo 27:60).

•  Mosíah 14:10-11 (Isaías 53:10-11) «Satisfizo» al Padre «quebrantar» a Su Hijo porque salvó al resto de nosotros (v. 10). El Padre le permitió a Él ser «sometido a padecimiento», poniendo «su vida como expiación por el pecado» (v. 10). El Padre «verá la aflicción de su alma y [la justicia] quedará satisfecha» (v. 11). De cierto, «por su conocimiento mi justo siervo justificará a muchos, y él llevará las iniquidades de ellos» (v. 11).

El élder Melvin J. Ballard dijo:

En esa hora pienso que puedo ver a nuestro querido Padre detrás del velo mirando estas luchas moribundas hasta que Él no pudo soportar por más tiempo; y como la madre que se despide de su hijo moribundo, tiene que ser sacada del cuarto, para no verlas últimas luchas, entonces Él bajó Su cabeza, y se escondió en alguna parte de Su universo, Su gran corazón casi rompiéndose por el amor que Él tenía por Su Hijo.

Oh, en ese momento cuando Él podía haber salvado a Su Hijo, le agradezco y lo alabo porque Él no nos falló, porque Él tenía en su mente no sólo el amor por Su hijo, sino también el amor por nosotros. Me regocijo de que Él no interfirió, y que Su amor por nosotros hizo posible para Él soportar y mirar los sufrimiento de Su hijo y darlo finalmente para nosotros, nuestro Salvador y Redentor. Sin Él, Sin su sacrificio, nos hubiéramos quedado, y nunca hubiéramos venido glorificados ante Su presencia. Y esto es lo que cuenta, en parte, para Nuestro Padre Celestial; dar el regalo de Su Hijo a los hombres.10

•  Mosíah 14:10 (Isaías 53:10) Aquellos a quienes Cristo redime se vuelven su «semilla.» El élder Bruce R. McConkie dijo: «La semilla de Cristo son aquellos que son adoptados en Su familia, quienes por fe se han vuelto Sus hijos y Sus hijas. (Mosíah 5:7). Ellos son hijos de Cristo en el sentido de que son Sus seguidores y discípulos y observan Sus mandamientos. (4 Nefi. 17; Mormón 9:26; Moroni. 7:19).»n

•  Mosíah 14:10 (Isaías 53:10) Aunque Él morirá, vivirá. Hablando de los eventos después de Su muerte, Isaías predice que Él «verá su linaje, prolongará sus días, y la voluntad del Señor prosperará en su mano.» ¿Cómo puede ser posible esto para un hombre muerto? No puede ser. La implicancia de que vivirá de nuevo es bastante clara para la mente espiritual.

•  Mosíah 14:12 (Isaías 53:12) La parte de Jesús «con los grandes.» Él de voluntad «derramó su vida hasta la muerte» después de ser «contado con los transgresores,» (vivir entre ellos en la tierra). Y al hacer esto, Él ha «llevado el pecado de muchos e intercedido por los transgresores.» Y por Su sacrificio voluntario por todos nosotros, el Padre «le [dará] parte con los grandes, y con los poderosos repartirá el botín» Él heredará todo lo que tiene el Padre para dar (Juan 16:15) y reinará con Él por toda la eternidad.

•  Mosíah 14:12 (Isaías 53:12) Él «repartirá el botín con los poderosos.» Utilizando una metáfora militar «repartir el botín» después que ha sido conseguida una victoria, Isaías dijo que el Salvador dividirá Sus bendiciones eternas «con los poderosos.» Esto implica que todos aquellos que lo siguen fielmente serán coherederos con Él; de las bendiciones que el Padre le dará a Él.

Romanos 8:17 el Apóstol Pablo verificó esta promesa cuando él dijo que los poderosos (los justos) se volverán «coherederos» con Cristo. Y «sí hijos, también herederos; herederos de Dios, y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.»

El «Primer Testamento» de Cristo

El capítulo 53 de Isaías, citado en Mosíah 14, es uno de los testimonios más profundos encontrados en las escrituras concernientes al ministerio de Jesucristo. No es de sorprender que Nefi apreciara tanto las palabras de Isaías; y no es de sorprender que el Salvador mismo les leyera y explicara este capítulo a los nefitas cuando Él los visitó.

El Antiguo Testamento es exactamente eso—un testamento, y es el primer testamento concerniente a Cristo. El Salvador dijo: «Buscad en las Escrituras, porque a mi parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.» (Juan 5:39). Claramente, cuando Él dijo: «Las escrituras», quiso decir el Antiguo Testamento, ya que este era el único volumen de escritura disponible para ellos. Y Él con sencillez dijo que el Antiguo Testamento testificó de Él—el Salvador. Entonces, El Antiguo Testamento podría ser considerado más apropiadamente como «el primer testamento de Jesucristo.» Por sólo esa razón, vale la pena un estudio serio.

El élder Mark E. Peterson dijo: «Jesús nunca hubiera dicho que las escrituras disponibles para la gente de ese tiempo no testificaron de Él. Él les urgió a leer las escrituras porque en estas podrían ver cómo los profetas a quienes adoraban, pero que ahora llevan mucho tiempo muertos, de hecho predijeron sobre Su venida. Testificaron de Él… el Señor citó … a Moisés y los demás profetas … ‘en todas las escrituras las cosas concernientes a Él mismo.»,12

Una y otra vez, a través del Antiguo Testamento, la venida del Mesías es predicha por medio de símbolos profundos, historias significativas, y profecías asombrosamente exactas. El propósito principal de todos los testamentos, viejo o nuevo, es dar testimonio de Cristo. Como resultado, para el ojo y el oído espiritual (el Antiguo Testamento) más exactamente el «Primer testamento», es como una gigantesca mano apuntando hacia la venida de Jesucristo. Si somos guiados por el Espíritu Santo, veremos la inequívoca marca del Mesías en cada libro que leemos en estas escrituras.

El Presidente Brigham Young dijo: «el Antiguo y Nuevo Testamento, el Libro de Mormón, y la Doctrina y Convenios … son como un faro en el océano, o un dedo que apunta al camino al cual viajaremos. ¿Hacia dónde apuntan? Hacia la fuente de luz… ése es el propósito de estos libros. Ellos son de Dios; son valiosos y necesarios: mediante ellos podemos establecer la doctrina de Cristo.»13

CRISTO COMO PADRE E HIJO

•  Mosíah 15:1-5 Abinadí enseña lo concerniente a los muchos roles de Jesucristo. Estos son los versículos más difíciles en el Libro de Mormón; a menos que tengamos una idea clara de la Divinidad. Abinadí dijo: «Dios mismo descenderá entre los hijos de los hombres, y redimirá a su pueblo.» (v. 1). A continuación se refirió a Él como el «Hijo de Dios» pero también como «El Padre y el Hijo» (v. 2). Él explicó lo que esto significa (v. 3) y luego dijo: «Ellos son un Dios, sí, el verdadero Padre Eterno del cielo y de la tierra».» Para los Santos de los Últimos Días que entienden la divinidad, consiste de tres persona distintas, ésta puede ser una escritura muy confusa. Pero Abinadí está tratando de explicarlo, y tenemos que examinar cuidadosamente lo que él dijo.

• A Jesús se lo conoce como «el Padre»:

  • Mosíah 3:8 Él es «el Padre del cielo y de la tierra, el Creador de todas las cosas desde el principio.» Esto incluye los elementos mismos de los cuales nuestros cuerpos están hechos. En ese caso, Él es el Padre de la tierra y de todo sobre todo lo que está sobre ella.
  • Mosíah 5:7 Él es el Padre de los que aceptan Su evangelio y lo siguen.
  • Mosíah 15:10-13 A menudo nos referimos a Él como el Maestro, lo cual implica que Él es la máxima fuente del entendimiento del evangelio y es nuestro ejemplo supremo. En ese sentido, Él es el Padre de los principios que creemos y seguimos.
  • D&C 93:3-4,17 Jesús tiene la autoridad de hablar y actuar en nombre del Padre Celestial—esto se llama investidura divina de autoridad. Porque el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo son todos «una mente» y tienen un propósito, ellos pueden hablar el uno en el nombre del otro. El Espíritu Santo susurra las palabras de nuestro Padre a nuestros espíritus, entonces nos habla como si Él fuera el Padre. Y Jesucristo también tiene plena autoridad para hablar y actuar en nombre del Padre en todas las cosas. A veces les habla al hombre como si Él fuera Él padre, como lo hizo con Moisés y Abraham cuando se refirió a ellos como «mi hijo» (Moisés 1:4-7, 40; Abraham 1:17; 3:12).

El élder Bruce R. McConkie dijo: «¿Cómo es que Nuestro Señor es el Padre? Es por la expiación, porque Él recibió poder de Su padre para hacer aquello que es infinito y eterno. Esta es una cuestión de Su padre Eterno invistiéndolo a Él con poder de lo alto para que Él se vuelva el Padre; porque Él ejerce el poder de ese Ser Eterno.»14

El presidente Joseph Fielding Smith dijo: «Toda la revelación desde la Caída ha venido por medio de Jesucristo, que es Jehová del Antiguo Testamento. En todas las escrituras, donde es mencionado Dios y donde Él ha aparecido, era Jehová … El padre nunca ha tratado con el hombre directamente y personalmente desde la Caída y Él nunca ha aparecido excepto para introducir y dar testimonio del Hijo.»15

• A Jesús también se lo nobra como «el Hijo»:

  • Mosíah 15:2-4 «Él morará en la carne» y «fue concebido por el poder de Dios» (D&C 93:3-4). Así, Dios el Padre era el padre de Jesús en el cuerpo de la misma manera que todos los padres terrenales tienen descendencia física. Eso lo haría a Él el hijo del Padre en esta tierra de una manera literal, así como es Su hijo espiritual en la existencia premortal. Fue, por tanto, dos seres en uno—el hombre terrenal nacido de María, y el poderoso y eterno Espíritu de de la creación—ambos juntos «en un solo Dios» (v. 4).
  • Mosíah 15:5-7 «la voluntad del Hijo es absorbida en la por la voluntad del Padre» (3 Nefi 1:14). Su cuerpo terrenal experimentó la misma fatiga, trauma, pena, y deseos que cualquier otro cuerpo físico, sin embargo, Él siempre hizo que esos impulsos estuvieran «sujetadoos al Espíritu, o al Hijo al Padre. Él: «sufre tentaciones, pero no cede a ellas, pero sufre al ser burlado, y azotado, y echado fuera, y repudiado por su pueblo»» e hizo todo lo demás en Su ministerio; para que Él pudiera hacer la voluntad del Padre en el Cielo (w 5-7). Esto lo hace el Hijo del Padre en términos de lo que Él hace, por qué lo hace, y a quién Él adora.

•  Mosíah 15: 8-9,19 Cristo expió los pecados del mundo y se convirtió en nuestro abogado ante el Padre (D&C 45:3-5). Jesús pagó el precio de la salvación para todos nosotros, y y si queremos lograr la exaltación del todo, será por medio de ÉL El padre le dio a Él poder de «romper las ligaduras de la muerte, después de haber logrado la victoria sobre la muerte» y también para «interceder por los hijos de los hombres» (v. 8). Así Jesús está entre nosotros, y las demandas de la justicia porque Él ha «tomado sobre sí la iniquidad y las transgresiones de ellos, habiéndolos redimido y satisfecho las exigencias de la justicia» (v. 9). Y si esto no fuera así, entonces «toda la humanidad habría perecido» (v. 19).

•  Mosíah 15:10-14 Abinadí habla de la semiente—los hijos e hijas—de Jesucristo (Mosíah 14:10). Abinadí continuó el tema de Cristo como nuestro padre al explicar lo que Isaías quiso decir cuando él dijo: «Cuando su alma haya sido tornada en ofrenda por el pecado, él verá a su posteridad» (Mosíah 15:10; Isaías 53:10) y cuando él le preguntó a los sacerdotes del Rey Noé «¿qué decís vosotros? ¿Quién será su posteridad?» él explicó: «quien ha oído las palabras de los profetas, sí, todos los santos profetas que han profetizado lo concerniente a la venida del Señor… y han esperado anhelosamente ese día para la remisión de sus pecados… éstos son su posteridad, o sea, son los herederos del reino de Dios» (v. 11). Todos aquellos redimidos de sus transgresiones son su posteridad, así como lo son «los santos profetas desde el principio del mundo» Luego él citó a Isaías 52:7 en lo relativo a la misión de estos profetas «que han publicado la paz, que han traído gratas nuevas del bien, que han publicado la salvación y dicen a Sión: ¡Tu Dios reina!» (v. 14).

Una idea importante pero sutil está implícita en el versículo 13, en el cual Abinadí dijo que los profetas también necesitan redención. Los profetas son hombres mortales. No son infalibles, y ellos necesitan la expiación para ser salvados tanto como el resto de nosotros. El élder Bruce R. McConkie dijo «Con toda su inspiración y grandeza, los profetas son aún hombres mortales con imperfecciones comunes al género humano en general. Ellos tienen sus opiniones y prejuicios y tienen que resolver sus propios problemas, en muchos casos, sin inspiración.»16

LA RESURRECCIÓN

•  Mosíah 15:20-25 Aquellos que se levantarán en la primera resurrección. Porque Cristo rompió las ligaduras de la muerte y tiene poder sobre la muerte, Él sostiene las llaves para la resurrección de todas las personas (v. 20). Pero hay más de una resurrección, o la gente será resucitada en más de una ocasión. La primera resurrección es «de aquellos que han existido, que existen y que existirán hasta la resurrección de Cristo, pues así será llamado él» (v. 21). Incluidos en este grupo estarán:

  • «Los muertos justos que vivieron desde los días de Adán hasta el momento en que Cristo rompió las ligaduras de la muerte [y](D&C 133:54-55).»1/ (vv. 22- 23). «estuvieron con Cristo en su resurrección»
  • Muchos de los murieron ignorantes del evangelio antes de la venida de Cristo (v. 24). Tendrán el evangelio predicado en el mundo de los espíritus (D&C 137:7).
  • Los niños pequeños, todos los cuales tienen vida eterna (v. 25; Moroni 8; D&C 137:10).

El élder Bruce R. McConkie dijo: Aquellos que vivieron antes de la resurrección de Cristo, el día de Su venida de los muertos fue conocido como la primera resurrección…

Para aquellos que han vivido desde ese día, la primera resurrección todavía está en el futuro y tendrá lugar en el momento de la Segunda Venida.»18

El élder Bruce R. McConkie también dijo:

«Entre todos las gloriosas verdades del evangelio dadas de Dios para Su gente, escasamente hay una doctrina que sea tan dulce, tan satisfactoria para el alma, y santificadora del alma, que aquella verdad que proclama que los niños pequeños serán salvados. Ellos están vivos en Cristo y tendrán vida eterna. Para ellos la unidad familiar continuará, y la plenitud de la exaltación les pertenecerá. Ninguna bendición les será negada. Se levantarán en gloria inmortal, crecerán hasta la madurez, y vivirán para siempre en el cielo más alto del reino celestial—todo por los méritos y la misericordia y la gracia del Santo Mesías, todo por el sacrifico expiatorio de Él, que murió para que nosotros vivamos .. ésta es una de las grandes evidencias de la misión divina del profeta José Smith. En sus días, los ardorosos evangelistas de la cristiandad estaban bramando desde sus pulpitos que el camino al infierno está pavimentado con los cráneos de infantes; porque en sus cortas vidas los padres decuidados habían olvidado bautizar a sus hijos. Las enseñanzas de José Smith llegaron como una briza refrescante de la verdad pura: Los niños pequeños serán salvados. ¡Gracias a Dios por las revelaciones … en lo que se refiere a estas almas inocentes y puras!»19

•  Mosíah 15:26-27 Aquellos que no tendrán participación de la primera resurrección. Aquellos que no se levantarán en la primera resurrección incluye: «los que se rebelan contra él, y mueren en sus pecados; … desde el principio del mundo, que por su propia voluntad se han rebelado contra Dios, que han sabido los mandamientos de Dios, y no quisieron observarlos» (v. 26).

•  Mosíah 15:28-31 (Isaías 52:8-10) Abinadí cita una profecía de Isaías relativa a la re-unión de los últimos días y el establecimiento de Sion. Abinadí profetizó que el evangelio «será declarado a toda nación, tribu, lengua y pueblo» (v. 28). Luego cita a Isaías 52:8-10 en relación a los centinelas de Sión elevando sus voces, los lugares desolados de Jerusalén siendo reconstruidos; y el Señor «desnudando su santo brazo [mostrando Su milagroso poder] ante los ojos de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios.»

EL JUICIO

•  Mosíah 16:1-5 Para los inicuos, es como si no hubiera habido una redención. Abinadí estiró su mano hacia Noé y hacia sus sacerdotes y dijo: «Los malvados serán echados fuera, y tendrán motivo para aullar y llorar, lamentarse y hacer crujir los dientes; y esto porque no quisieron escuchar la voz del Señor; por tanto, el Señor no los redime» (vv 1-2). Él los llamó (a todos los inicuos) «carnales y diabólicos» (v. 3). Y dijo: «Que el que persiste en su propia naturaleza carnal, y sigue las sendas del pecado y la rebelión contra Dios, permanece en su estado caído, y el diablo tiene todo poder sobre él» (v. 5). Para tales persona es como si «no se hubiera habido ninguna redención» (v. 5). Cristo ha sufrido por los pecados de toda la humanidad y no hay beneficio para el hombre que no se arrepiente. En efecto, Cristo ha sufrido en vano por ese hombre. Y cuando un hombre sabe esto y se rehúsa a arrepentirse, él está en efecto diciendo que no le importa que Cristo sufriera por él. En tales casos, el apóstol Pablo dijo: «crucifican de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y lo exponen a vituperio» (Hebreos 6:6), lo que significa que ellos son partícipes deseosos de Su sufrimiento y muerte.

•  Mosíah 16: 8-15 El testimonio final de Abinadí de Cristo para el Rey Noé y sus sacerdotes. Abinadí testifica que Cristo es «la luz y la vida del mundo; sí, una luz que es infinita, que nunca se puede extinguir; sí, y también una vida que es infinita, para que no haya más muerte» (v. 9). Todos los hombres mortales se «vestirán de inmortalidad» —sus cuerpos corruptos se volverán incorruptibles—»serán llevados a comparecer ante el tribunal de Dios, para ser juzgados por él según sus obras, ya fueren buenas o malas» (v. 10).

Aquellos que han hecho buenas obras experimentarán la «resurrección a una vida eterna y feliz» y aquellos que han hecho el mal «experimentarán la resurrección aúna condenación eterna, serán entregados al diablo que los ha sujetado, lo cual es condenación» Esta doctrina de que nos levantaremos en la resurrección en el mismo estado que logramos en esta vida, es sólo un principio y será más ampliamente discutido en Alma 41.

Los inicuos recibirán esta poco-feliz recompensa por «su propia voluntad y deseos carnales; ya que nunca han invocado al Señor mientras los brazos de la misericordia se extendían hacia ellos … habiendo sido advertidos de sus iniquidades, y sin embargo, no las abandonaron; y se les mandó arrepentirse, y con todo, no quisieron arrepentirse» (v. 12). Esto es una descripción precisa del Rey Noé y de sus sacerdotes; así como de todos los voluntariamente inicuos, y Abinadí los invita una vez más a «arrepentirse de [sus] pecados, y les recuerda que sólo en, y a través de Cristo podéis ser salvados «(v. 13).»

El élder Bruce R. McConkie dijo: «en Su amor y Su misericordia, un Dios con gracia busca la salvación de todos Sus hijos. Pero Él no puede salvar a los justos sin condenar a los inicuos; Él no puede recompensar a los obedientes sin condenar a los rebeldes; Él no puede llenar con bendiciones los corazones de los justos sin medida sin derramar su ira sobre los inicuos. Por cierto, ¿Cómo podría un justo y Santo Ser, que no puede mirar el pecado con el menor grado de tolerancia hacer otra cosa que enviar ira y venganza sobre aquellos que adoran a Satanás y se rebelan contra Él?20

Abinadí les mandó a los sacerdotes de Noé, como maestros del pueblo, «si enseñáis la ley de Moisés, enseñad también que es un símbolo de aquellas cosas que están por venir; enseñadles que la redención viene por medio de Cristo el Señor, que es el verdadero Padre Eterno. Amén» (vv 14-15).

LOS FRUTOS DE LA MISIÓN DE ABINADÍ (Mosíah 17)

Alma se convierte por las palabras de Abinadí

• Mosíah 17:1-4 Alma escribe «todas las palabras que Abinadí había hablado.» El rey Noé le mandó a sus sacerdotes que tomaran a Abinadí y lo mataran (v. 1). Sin embargo, uno de ellos—un hombre llamado Alma que era un descendiente de Nefi— creyó en las palabras de Abinadí; y apeló al rey para que lo dejaran irse en paz (v. 2). Todo lo que logró fue que lo echaran del consejo y los sirvientes del rey lo mandaron a matar (v. 3). Alma se escapó y pasó muchos días escribiendo las palabras que habló Abinadí (v. 4).

Pudiera ser que Abinadí no supiera el impacto de sus palabras en Alma. Pudiera él haber pensado que ninguno de esos inicuos sacerdotes se arrepentiría alguna vez y que sus palabras hacia ellos, en el umbral de la muerte, estaban cayendo en oídos sordos. Sin embargo, un hombre que conocía bien las iniquidades de la gente a la cual Abinadí le había hablado, fue profundamente conmovido. Cuando un profeta de Dios habla con poder, los puros de corazón son conmovidos por sus palabras y están deseosos de recordar cada palabra que él hable. Este fue sin duda, el caso del profeta José Smith.

El Presidente Wilford Woodruff dijo: «Cuando yo escuchaba a José Smith predicar, enseñar o profetizar, siempre sentí que era mi deber escribirlo, me sentía incómodo y no podía comer, beber, o dormir hasta que escribiera; y mi mente se ha ejercitado tanto en esto que cuando escuchaba a José Smith enseñar y no tenía papel y lápiz, iba a casa y me sentaba y escribía el sermón completo; casi palabra por palabra y oración por oración, tal como fue llevado a cabo; y cuando lo que escribía era tomado de mí, no lo recordaba más. Esto fue un don que Dios me dió.»21

Abinadí Sufre la Muerte por Fuego

•  Mosíah 17:7-13 El Rey Noé y los jueces mataron a Abinadí con fuego. El rey sentenció a Abinadí por decir «Dios mismo bajará entre los hijos de los hombres»; y a menos que él se retractara de esta afirmación, y de todas sus palabras de condenación para el rey y su gente, el rey le prometió que sería condenado a muerte (v. 8). Abinadí respondió «no me retractaré de las palabras que te he hablado concernientes a este pueblo, porque son verdaderas» (v. 9). Continuó «padeceré aún hasta la muerte, y no me retractaré de mis palabras, y permanecerán como testimonio en contra de ti. Y si me matas, derramarás sangre inocente, y esto también quedará como testimonio en contra de ti en el postrer día» (v. 10).

Esta advertencia llenó de temor el corazón del Rey Noé porque él sabía muy bien que eran culpables de todos los pecados que Abinadí había enumerado. Temiendo el juicio de Dios, estuvo por soltar a Abinadí; pero los sacerdotes se negaron firmemente y demandaron que Abinadí fuera matado (w 11-20). Y así fue. Abinadí fue aprendido y amarrado y luego quemado hasta la muerte con «brasas» (carbones calientes) que fueron apilados contra su piel.

•  Mosíah 17:14-20 Abinadí pronuncia una profecía final de su destrucción antes de morir. Cuando su cuerpo se prendió en llamas con los carbones, Abinadí pronunció antes de morir una profecía más condenatoria: «He aquí, así como habéis obrado conmigo, así acontecerá a vuestros descendientes quienes harán que muchos padezcan los dolores que yo padezco, sí, los dolores de la muerte por fuego» (v. 15). Él también profetizó: «Y ocurrirá que vosotros seréis afligidos con toda clase de enfermedades, a causa de vuestras iniquidades… heridos por todos lados … seréis echados y dispersados de un lado al otro, así como una manada de ganado silvestre es acosada por salvajes y feroces bestias. Y en aquel día os cazarán, y caeréis en manos de vuestros enemigos; y entonces padeceréis, así como yo padezco, los dolores de la muerte por fuego.» (vv 16-18). Y habiendo pronunciado estas profecías, el gran profeta Abinadí clamo «¡Oh Dios, recibe mi alma!» y murió (v. 19). Era aproximadamente el año 148 A C. Él fue un mártir por la causa de Cristo. No negaría su testimonio, y el selló su testimonio con su muerte (v. 20).

• Alma 60:13 ¿Por qué permite el Señor que los justos sean asesinados? Abinadí era un hombre justo que, por cierto, no merecía morir de tal feroz manera. Esto plantea la pregunta frecuente, ¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena? El Capitán Moroni, mientras comentaba las muerte de tantos soldados justos que eran defensores de la verdad dijo: «el Señor permite que los justos sean muertos para que su justicia y juicios sobrevengan a los malos. Por tanto, no debéis suponer que se pierden los justos porque los matan; mas he aquí, entran en el reposo del Señor su Dios.»

El élder Bruce R. McConkie dijo: «En el sentido evangélico, el martirio es la aceptación voluntaria de la muerte a manos de los hombres inicuos; en lugar de abandonar a Cristo y a Su Santo evangelio. Es el supremo sacrificio terrenal en el cual un hombre certifica su fe absoluta, y los deseos de justicia y la vida eterna de áquellos que están en su corazón».22


Notas

  1. Citado en Karl Ricks Anderson, Kirtland de José Smith: Relatos de Testigos,1996, págs. 112-13.
  2. Lucy Mack Smith, Historia de José Smith escrita por su madre, Lucy Mack Smith,editado por Preston Nibley, 1958, págs. 309-10.
  3. Discurso en el servicio funeral de Richard L. Evans, 5 Noviembre de 1971; en revista Ensign, Diciembre de 1971, pág. 10.
  4. «¿Qué pensáis de la salvación por gracia?» Discursos de charla fogonera y devocional,Universidad Brigham Young, 1983-84, pág. 48.
  5. Enseñanzas del Profeta José Smith,escogidas y arregladas por Joseph Fielding Smith, 1976, pág. 121.
  6. Doctrina mormona,a edición, 1966, pág. 60.
  7. Doctrinas de Salvación,compilado por Bruce R. McConkie, 3 vols., 1954-56,1:23.
  8. Doctrinas de Salvación,1:24.
  9. Jesús el Cristo,1983, págs. 568-569.
  10. Sermones y servicio misionero de Melvin Joseph Ballard,editado por Bryant S. Hinckley, 1949, págs. 154-155.
  11. Doctrina mormona,pág. 700.
  12. Moisés: un hombre de Milagros,1977, págs. 148-149.
  13. En Diarios de Discursos,8:129.
  14. El Mesías prometido: La primera venida de Cristo,1978, pág. 371.
  15. Doctrinas de Salvación,1:27.
  16. Doctrina mormona,pág. 608.
  17. Doctrina mormona,pág. 639.
  18. Doctrina mormona,pág. 639.
  19. «La salvación de los niños pequeños,» en revista Ensign,Abril de 1977, págs. 3, 7.
  20. El Mesías Milenario: La Segunda Venida del Hijo del Hombre,1982, pág. 499.
  21. Matthias F. Cowley, El Presidente Wilford Woodruff: Historia de su vida y labores,1964, págs. 476-77,
  22. Doctrina mormona,pág. 469.
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