Cómo Encontrar la Luz en un Mundo Tenebroso

CAPÍTULO NUEVE

Cómo Encontrar la Luz en un Mundo Tenebroso


Alguien dijo una vez: “Ya he oído mucho acerca del diablo; he leído mucho sobre él; incluso llegué a hacer negocios con él, pero no valió la pena.” Vivimos en una época en que muchas cosas se juzgan de acuerdo con lo que se considera social o políticamente correcto. Refuto esa teoría falsa del comportamiento humano. La influencia de Satanás se está volviendo cada vez más aceptada. La poetisa inglesa Elizabeth Barrett Browning dijo: “El diablo es más diabólico cuando se hace respetable.” Pero, como dijo Shakespeare: “Sólo el loco confía en la mansedumbre de un lobo.”

No es aconsejable demostrar demasiado interés por Satanás y sus misterios. Nada bueno proviene del contacto con el mal. Tal como ocurre cuando se juega con fuego, es muy fácil salir quemados: “El conocimiento del pecado nos induce a su práctica.” La única actitud segura está en mantener distancia de sus actividades inicuas y actos nefastos. Debemos huir de prácticas maléficas como, por ejemplo, la adoración del diablo, las hechicerías, los encantamientos, la brujería, la macumba, la magia negra y todas las formas de demonismo.

El presidente Brigham Young, sin embargo, dijo que es importante “estudiar (…) sobre el mal y sus (…) consecuencias.” Como Satanás es el autor de todo el mal de este mundo, es esencial, por lo tanto, que reconozcamos su influencia en toda oposición a la obra de Dios. Alma declaró esa verdad de manera muy sucinta: “Porque os digo que todo lo que es bueno viene de Dios y todo lo que es malo viene del diablo.” (Alma 5:40)

La razón por la cual escogí este tema fueron las palabras del élder Marion G. Romney, pronunciadas en una reunión devocional en la Universidad Brigham Young en 1955: “Hay entre nosotros gente que intenta servir al Señor sin ofender al diablo.” Eso es una contradicción. El élder Romney prosigue diciendo: “¿Debe la elección ser hecha, irrevocablemente, entre la paz, de un lado, obtenida por la obediencia al evangelio de Jesucristo tal como fue restaurado por el Profeta José Smith, y la discordia y la guerra, del otro?”

Yogi Berra supuestamente dijo: “Si encuentras una bifurcación en el camino, entra por ella.” Pero las cosas no funcionan de esa manera. El Salvador dijo: “Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a Mamón.” (Mateo 6:24) Actualmente, muchos de nosotros intentamos servir a dos señores: nuestros propios intereses egoístas y al Señor, procurando no ofender al diablo. La influencia de Dios, el Padre Eterno, nos induce, nos inspira y procura persuadirnos a seguirle. En oposición, el poder de Satanás nos incita a desacreditar los mandamientos de Dios y a despreciarlos.

El élder Romney prosigue, diciendo: “La consecuencia de las elecciones del hombre mortal es del tipo todo o nada. No hay cómo escapar de la influencia de una de esas fuerzas opuestas. Inevitablemente el hombre será atraído por una u otra. El libre albedrío que le fue concedido por Dios le da el poder y la oportunidad de escoger. Pero esa elección debe ser hecha. No podrá servir a los dos al mismo tiempo, pues, como dijo Jesús: ‘Nadie puede servir a dos señores; (…) No podéis servir a Dios y a Mamón.’”

En la conferencia general de octubre de 1987, hice la siguiente declaración: Creo que presenciaremos una creciente evidencia del poder de Satanás, a medida que el reino de Dios se torne más fuerte. Creo que los esfuerzos cada vez mayores de Satanás son prueba de la veracidad de esta obra. En el futuro, la oposición será al mismo tiempo más sutil y más abierta. Estará enmascarada con mayor sofisticación y astucia, pero será también más obvia. Necesitaremos de más espiritualidad para percibir todas las formas del mal y de más fuerza para resistirlo.

El aborto es una de las prácticas malignas que se ha tornado socialmente aceptada en los Estados Unidos y, de hecho, en gran parte del mundo. Muchos de los políticos actuales se declaran contrarios al aborto, pero se oponen a la intervención del gobierno en el derecho de la mujer de optar por el aborto.

Durante un servicio religioso en la ciudad de Washington, el día 3 de febrero de 1994, la Madre Teresa hizo la más franca, enérgica y verdadera declaración sobre ese asunto que jamás he escuchado. Ella es una monja yugoslava de 84 años, que durante muchos años ha cuidado de las personas más pobres de la India. Actualmente está debilitada por la edad y físicamente frágil, pero se mantiene valiente y demuestra enorme fuerza espiritual. El mensaje de la Madre Teresa alcanzó la raíz de los males sociales que afligen a los Estados Unidos, un país tradicionalmente muy generoso para con los pueblos de la Tierra, pero que ahora se ha tornado egoísta. Ella dijo que la mayor prueba de ese egoísmo es el aborto.

Cal Thomas, del Los Angeles Times Syndicate, hizo un reportaje sobre ese discurso. Él dijo que la Madre Teresa relacionó el aborto con el creciente número de crímenes violentos y asesinatos en las calles, diciendo: “Si consentimos que la madre tenga el derecho de matar a su propio hijo, ¿cómo podemos decir a las personas que no se maten unas a otras? (…) Todo país que acepta el aborto no está enseñando a su pueblo a amar, sino a usar toda y cualquier forma de violencia para alcanzar sus objetivos.”

Ella mencionó, entonces, la preocupación que se ha demostrado hacia los niños huérfanos de la India y de otros países del mundo, diciendo estar muy agradecida por ello. Añadió, sin embargo: “Esa preocupación es algo muy bueno. Con frecuencia, sin embargo, esas mismas personas no se preocupan por los millones que están siendo muertos por decisión de la propia madre. Este es el mayor destructor de la paz de nuestros días: el aborto, que vuelve a las personas tan insensibles.”

Refiriéndose a ese poderoso mensaje, el columnista Cal Thomas preguntó: “¿Por qué las personas o naciones deberían considerar la vida humana noble o respetable, ya que el aborto está tan difundido? ¿Por qué sufrir con la matanza indiscriminada en Bosnia, si bebés están siendo muertos de modo mucho más eficiente y lejos de las cámaras de televisión?”

Concluyendo, la Madre Teresa hizo un llamado a las mujeres embarazadas que no desearan al hijo que esperaban, pidiéndoles que lo entregaran a su cuidado. Ella dijo: “Estoy dispuesta a aceptar todo niño que sería abortado para entregarlo al cuidado de una pareja que lo amará y será amado por él.”

¡Qué inmensa valentía espiritual demostró esa mujer extraordinaria! ¡Cómo debe haberse ofendido el diablo! Sin embargo, esa admirable declaración no fue ampliamente divulgada en los noticieros ni en los editoriales. Probablemente los periodistas se sienten más cómodos cuando escriben artículos social y políticamente correctos. Pueden justificar esa actitud, después de todo, diciendo que todos están haciendo lo mismo y que no se trata de algo ilegal. Afortunadamente, las Escrituras y el mensaje de los profetas no están sujetos a ese tipo de revisión.

Quiero ahora lanzar ante el mundo actual el desafío contenido en las palabras del Señor, registradas en Génesis: “Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra.” (Génesis 1:28) Durante toda mi vida he oído el argumento de que existe superpoblación en la Tierra. Hubo mucha controversia en la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de 1994, realizada por la Organización de las Naciones Unidas en El Cairo, Egipto. Sin duda la conferencia alcanzó muchos objetivos dignos de nota. Pero el punto central del debate fue la expresión socialmente correcta: “crecimiento sostenible.” ¡Con cuánta astucia Satanás ha enmascarado sus intentos malignos en esa expresión!

Pocas voces entre las naciones desarrolladas se levantaron para clamar en el desierto contra esa frase hecha: “crecimiento sostenible.” En la revista Forbes, un editorial sensato declaró que las personas son una bendición y no una carga. Sin rodeos, el editorial consideró absurda la ampliamente aceptada premisa de que es necesario contener el crecimiento poblacional para que haya desarrollo económico, declarando convincentemente que “los pueblos libres no ‘agotan’ sus recursos. Ellos los crean.”

Un artículo de U.S. News & World Report titulado “10 Billion for Dinner, Please” (Cena para 10 mil millones, por favor) declaró que la Tierra es capaz de producir alimento para una población de al menos 80 mil millones de personas; cifra 8 veces superior a los 10 mil millones previstos para el año 2050. Un estudio estimó que, con la utilización de métodos científicos perfeccionados, la Tierra podría alimentar hasta un billón de personas. Aquellos que defienden el crecimiento sostenible padecen de visión corta y de falta de fe. El Señor dijo: “Pues la Tierra está llena y hay bastante y de sobra.” (D. y C. 104:17) Eso zanja el asunto para mí y debería zanjarlo para todos nosotros, pues así lo ha dicho el Señor.

La posición de la Iglesia, contraria a las relaciones homosexuales, revela otro punto en el cual ofendemos al diablo. Preveo que la declaración de la Primera Presidencia y de los Doce, combatiendo el matrimonio homosexual, continuará siendo atacada. Satanás está interesado únicamente en hacernos miserables cuando procura persuadir a hombres y mujeres a actuar en contra del plan de Dios. Uno de sus métodos es incentivar el uso inadecuado de los poderes sagrados de creación. Un matrimonio auténtico es aquel realizado entre un hombre y una mujer y solemnizado por la debida autoridad legal o eclesiástica. Solamente las relaciones sexuales entre marido y mujer, dentro de los lazos del matrimonio, son aceptables ante el Señor.

Existe una teoría ampliamente aceptada de que el homosexualismo sería consecuencia de causas genéticas. ¿Cómo sería eso posible? No existen evidencias científicas que demuestren de manera absoluta que tal teoría sea correcta. Además, si así fuera, todo el plan de felicidad mortal se vería frustrado. Nuestra designación como hombres y mujeres tuvo inicio antes de que este mundo existiera. En oposición a la doctrina socialmente aceptada de que el homosexualismo es congénito, diversas autoridades dignas de respeto alegan que el homosexualismo no es adquirido en el nacimiento. La falsa creencia de que existe una orientación homosexual innata niega a las almas arrepentidas la oportunidad de cambiar y conducirá, al final, a la frustración, al desengaño y a la desesperación.

Todos los sustitutos del matrimonio legal y amoroso entre hombre y mujer están ayudando a destruir el pilar de la sociedad humana. Estoy seguro de que el diablo se complace con ello. El pilar al que me refiero es la familia. Esos pseudoestilos de vida alternativos no deben ser aceptados como correctos, pues contradicen el mandamiento de Dios de que haya una unión procreadora entre el varón y la hembra, por medio de un matrimonio legal, conforme declarado en Génesis. Si fueran practicados por todos los adultos, tales estilos de vida significarían el fin de la familia humana.

Imagino que el diablo se deleita cada vez que un hogar se deshace, aun cuando ninguno de los padres sea culpable, y especialmente cuando hay hijos involucrados. La negligencia en el cuidado físico y espiritual de los hijos es responsable de muchos de los males sociales del mundo.

Quisiera ahora mencionar algunos modos más sutiles de no ofender al diablo. Nefi nos enseñó la fórmula o patrón usado por Satanás:

«Y a otros aquietará y adormecerá con seguridad carnal, de modo que dirán: Todo va bien en Sion; sí, Sion prospera. Todo va bien; y así el diablo engaña sus almas y los conduce cuidadosamente al infierno.
Y he aquí, a otros los halaga y les dice que no hay infierno; y les dice: Yo no soy el diablo, porque no lo hay; y así susurra en sus oídos hasta que los agarra con sus terribles cadenas, de las cuales no hay liberación.»
(2 Nefi 28:21–22)

C. S. Lewis nos presentó una visión precisa de las tácticas del diablo. En una carta ficticia, el diablo maestro, Screwtape, instruye al diablo aprendiz Wormwood, que se está entrenando para convertirse en un tentador más experimentado:

«Dirás que estos son pecados muy pequeños; y sin duda, como todos los tentadores jóvenes, estás ansioso por relatar maldades espectaculares. (…) No importa cuán pequeños sean los pecados, siempre que su efecto acumulativo desvíe al hombre de la Luz y lo conduzca a la Nada. (…) En verdad, el camino más corto hacia el infierno es el gradual: la suave pendiente, el suelo blando, sin giros bruscos, sin mojones, sin advertencias.»

Los así llamados pecados pequeños incluyen la violación de las “leyes morales”, como el juego, el uso de bebidas alcohólicas y el consumo de drogas. Algunos, deseando aparentar una mente abierta, dicen, fingiendo no querer imponer sus creencias religiosas: “Yo no bebo ni juego, pero no creo que debiéramos tener leyes que impidieran a otras personas hacerlo.” Esa actitud ignora por completo los costos sociales y médicos que tales vicios imponen a la sociedad. Mi larga carrera como abogado me llevó a concluir que todas las leyes contra el crimen tienen un fundamento moral.

Me refiero ahora a maneras aún más sutiles de tratar de servir al Señor sin ofender al diablo. Tener una recomendación para el templo y no usarla es una falta lo suficientemente ligera. No obstante, si vivimos cerca de un templo, quizá logremos no ofender al diablo si tenemos una recomendación para el templo y no la usamos. Satanás se ofende cuando usamos la recomendación para ir al templo a fin de compartir de la protección espiritual que allí encontramos. ¡Con cuánta frecuencia planeamos ir al templo y, luego, surgen todo tipo de impedimentos! El diablo siempre se ha ofendido con nuestra adoración en el templo. Como dijo una vez el Presidente Brigham Young, respecto a la construcción de templos, hay santos que afirman: “No me gusta este trabajo, porque nunca comenzamos a construir un templo sin que las campanas del infierno empiecen a sonar.” Su respuesta fue: “Quiero oírlas sonar de nuevo. Todas las huestes del infierno se movilizarán en cuanto levantemos las paredes de este templo.” El Presidente Howard W. Hunter dijo que deberíamos considerar el templo del Señor “como el gran símbolo de nuestra condición de miembros de la Iglesia.”

Dudo que ofendamos mucho a Satanás si nuestra proclamación de fe se limita únicamente a la gran obra humanitaria que esta Iglesia realiza en todo el mundo, por maravillosa que sea.

Cuando predicamos el evangelio de la justicia social, sin duda el diablo no se preocupa. Creo, sin embargo, que el diablo se ofende terriblemente cuando damos con valentía nuestro testimonio personal de que José Smith fue un profeta de Dios y vio al Padre y al Hijo; cuando predicamos que el Libro de Mormón es otro testigo de Cristo; cuando declaramos que hubo una restauración de la plenitud del evangelio en su sencillez y poder, para que se cumpliera el gran plan de felicidad.

Desafiamos los poderes de las tinieblas cuando hablamos acerca de la vida perfecta del Salvador y de Su sublime obra en favor de toda la humanidad, realizada mediante la Expiación. Ese don divino nos da el poder, por medio del arrepentimiento, de librarnos de los tentáculos de Satanás.

Agradamos al diablo cuando decimos que todos los caminos llevan al cielo y, por consiguiente, no importa cuál de ellos escojamos, pues todos terminan en la presencia de Dios. También agradamos al diablo cuando sostenemos que, por ser todos hijos de Dios, no importa a qué iglesia estemos afiliados, pues todas trabajan para el mismo fin.

El élder Delbert Stapley dijo: “Esa filosofía creada por el hombre —pues no pasa de eso— parece buena, pero no cuenta con ninguna escritura que la respalde. Les aseguro a cada uno de ustedes que el camino que conduce a la presencia de Dios no es fácil, sino estrecho y angosto. Tengo la certeza de que el diablo se ríe cada vez que se manifiesta esa falsa opinión, pues se complace en ver la mente de los hombres tan ciega a la verdad revelada, a causa de su astucia y engaño, al grado de que crean que todas las religiones son aceptables ante Dios, independientemente de sus doctrinas y ordenanzas, o de cómo y por quién son ministradas.”

Escuchamos a comediantes y a otras personas justificar o explicar sus malas acciones diciendo: “El diablo me obligó a hacerlo.” No creo que el diablo realmente pueda obligarnos a hacer nada; ciertamente puede tentarnos y engañarnos, pero no tiene autoridad sobre nosotros a menos que se la otorguemos.

La capacidad de resistir a Satanás puede ser más fuerte de lo que imaginamos. El Profeta José Smith enseñó: “Todos los seres que poseen un cuerpo tienen dominio sobre los que no lo poseen. En el momento en que nos rebelemos contra cualquier cosa que venga de Dios, el diablo ejercerá su dominio.”

José Smith también declaró: “Los malos espíritus tienen sus restricciones y límites, leyes mediante las cuales son gobernados o dirigidos.” Vemos, por lo tanto, que Satanás y sus ángeles no son todopoderosos.

Satanás ha tenido mucho éxito entre la crédula generación actual. En consecuencia, hay literalmente multitudes que se han convertido en esclavas de Satanás y sus ángeles. Existe, sin embargo, un gran escudo contra el poder de Lucifer y sus huestes. Esa protección está en el espíritu de discernimiento concedido por el don del Espíritu Santo. Ese don es dado por revelación personal a las personas que se esfuerzan en obedecer los mandamientos de Dios y seguir el consejo de los profetas vivientes.

Esa revelación personal ciertamente será dada a todos aquellos cuyos ojos estén fijos en la gloria de Dios, pues se ha prometido que su “cuerpo se llenará de luz, y [en ellos] no habrá tinieblas” (D. y C. 88:67). Los esfuerzos de Satanás pueden ser frustrados por todos aquellos que se acercan a Cristo mediante la obediencia a los convenios y ordenanzas del evangelio. Los humildes seguidores del divino Maestro no serán engañados por el diablo. Satanás no ampara, no apoya ni bendice. Él deja a aquellos a quienes ha dominado sumidos en la vergüenza y la miseria. El Espíritu de Dios, en cambio, es una influencia que sostiene e inspira.

Quiero subrayar que el ayuno y la oración son medios excelentes para recibir fuerza moral y espiritual a fin de resistir las tentaciones de Satanás. Ustedes pueden, tal vez, decir que es algo difícil y desagradable. Les recuerdo el ejemplo del Salvador. Él fue al desierto, donde ayunó y oró para prepararse espiritualmente para Su ministerio. Las tentaciones que el diablo Le infligió fueron enormes, pero por medio de la purificación de Su espíritu, Cristo fue capaz de vencer todo mal.

El trabajo es otra fuerza que combate el mal. El símbolo de Utah es la colmena. Nuestros antepasados incentivaron la laboriosidad y el trabajo. El élder John Longden, asistente del Cuórum de los Doce Apóstoles, citó a Herndon, diciendo: “Satanás escoge a sus discípulos entre los ociosos; Jesús escogió a Sus discípulos entre los que estaban ocupados remendando sus redes o lanzándolas al mar.”

Testifico que existen fuerzas que nos salvarán de la creciente ola de mentiras, desorden, violencia, caos, destrucción, sufrimiento y engaño que cubre la Tierra. Esas fuerzas salvadoras son los eternos principios, convenios y ordenanzas del evangelio del Señor Jesucristo. Esos mismos principios, convenios y ordenanzas están ligados a los derechos y poderes del sacerdocio del Dios Todopoderoso. Nosotros, miembros de esta Iglesia, tenemos la posesión y custodia de esos impresionantes poderes, con los cuales podremos detener buena parte del poder de Satanás sobre la Tierra. Creemos ser portadores de esa poderosa fuerza en favor de todos los que ya murieron, todos los que viven y todos los que aún no han nacido.

Nuestro gran desafío es dedicar nuestra vida al servicio del Señor, sin preocuparnos por la posibilidad de ofender al diablo. Por medio de la proclamación del mensaje de rectitud, las manos malignas del destructor serán detenidas, y él no será capaz de maldecir al mundo entero. Dios será tolerante con nuestras debilidades, imperfecciones e innumerables limitaciones y generosamente nos perdonará nuestros errores, si nos arrepentimos y con sinceridad Lo buscamos.

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